miércoles, 18 de octubre de 2017

DÚO-DÉCIMO DOMINGO...

DÚO-DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. Propio 24. Éxodo capítulo 33 versículos 12-23. Salmo 99. 1 Tesalonicenses capítulo 1 versículos 1-10.  Mateo capítulo 22 versículos 15-22.



El Texto que propone la Liturgia de la Palabra  sobre el Éxodo es sin duda uno de los textos más bellos en su simpleza. En la forma como describe el autor sagrado la manifestación personal de Dios con quien le busca sinceramente. Es también un entronque perfecto entre las tradiciones Yavista y Deuteronomista que enriquecen con su cosmovisión la escena. Ver a Dios es imposible, esta alusión es parte de la tradición judía que reconocía la imposibilidad para un simple mortal de ver la Majestad del Todopoderoso  pero aun así de forma atrevida si se quiere Moisés insiste en tamaña pretensión. Ver a Dios implica para el bautizado un cambio radical de todos los conceptos y formas de vida posibles como la praxis perfecta de su destino. No es posible siquiera el pretender antropizar esta afirmación pentateuca.  La Liturgia del A.T. nos recuerda que ni siquiera los ángeles, querubines y serafines podían ver el “Rostro” de Dios (aquí alusión a su Naturaleza Divina)  para nuestra meditación citamos a (Isaías capítulo 6 versículo 2). No es de extrañarnos que en la escena de la Transfiguración del Señor parezcan Moisés y Elías  con experiencias místicas similares y de gran profundidad espiritual. Dios se revela como amigo y su contenido es maravilloso porque es un amigo que nunca fallará a pesar de las dudas y temores que nos hacen construir todo tipo de ídolos que buscan suplantar al Dios vivo.

Seguir a Dios es tremenda empresa para los bautizados, conocer su Nombre implica vivir verdaderamente para Dios y su plan salvífico, no es solo una declaración de Fe y Moisés lo sabe por eso insiste en “hallar gracia a sus ojos” que es en su contexto encontrar el sosiego que solo brinda la Fe cuando se alimenta de la Gracia de Dios  que directamente se revela en la vida y obra del creyente. Es estar dispuestos una vez más a convertirnos en receptáculo para su presencia la misma que sellamos en el santo Bautismo. Moisés se cubre la cara es una forma de mostrar la Gracia que aunque no vemos la experimentamos y en este personaje lo más importante es continuar con vida por la Misericordia de Dios. En Moisés como en cada uno de nosotros el corazón se convierte en nuestros ojos. El temor es necesario pero quien ama lo trasforma en humildad y entrega radical. Moisés lleno de temor que es lo mismo que decir lleno de amor.

Pablo nos presenta una Iglesia que se fortalece por medio de sus cualidades las mismas que son altamente potenciadas por el Espíritu Santo en la oración y testimonio de los cristianos. Sin duda no es fácil vivir el Evangelio pero el creyente es ampliamente fortalecido para enfrentar en lo cotidiano las dificultades que a la postre forman nuestro carácter y nos preparan para la lucha del día a día. La Madre de los bautizados es tenaz, llena de Esperanza y persuasiva, son los valores del Espíritu de Dios manifestándose en ella y en toda su ministerialidad.

Es una muestra de la nueva economía de salvación a la que llegamos por medio del Bautismo y en la que construimos tanto nuestra Fe como nuestra existencia de índole social y cultural como quien dice, que por nuestro medio la Gracia de manifiesta en todo cuanto emprendemos. La Palabra está presente y es nuestro reto difundirla y encarnarla y mostrarla viva al mundo o entorno somático donde edificamos y hacemos historia de salvación. Su Cristología insiste de forma denodada en la segunda venida o retorno del Salvador. Una venida que puede ser inminente o postergada según las actuaciones de los bautizados que marcaran la pauta para clamar por el regreso del Hijo de Dios. Pablo mismo no tiene presente el desenlace pero aquí habla como un ser humano de una profunda Fe y experiencia con Cristo.

La enseñanza Mateana,  nos presenta la hostilidad de un lado ejercida por las autoridades religiosas de Israel y por otro lado los “herodianos” que eran una especie de policía secreta que estaba a favor de Herodes y su trabajo básicamente consistía en denunciar a quienes se oponían a  su gobierno. El propósito es claro buscar la forma de hacerle caer para poder levantarle un proceso en su contra. Es interesante como el Impuesto da pie para afirmar la soberanía de Dios que no depende del poder civil que el Estado ejerza. Jesús acude a la afirmación del dinero como instrumento de dominio y esclavitud porque no se trata solo de cadenas también de actitudes, prioridades y valores en la existencia del cristiano que muchas veces se rinde a sus pies. Estamos llamados a reconocer otras riquezas que son vitales en nuestra existencia, a potenciar los valores y habilidades que el Señor nos ha concedido tener y disfrutar. La vida como tal necesita de nuestras acciones positivas, de nuestro crecimiento integral será el tributo que presentaremos a Dios una vez nos llame ante su presencia.

El mayor tributo a Cristo se expresa en un corazón libre de tantos apegos y con el suficiente espacio para tenerle y nunca dejarle, por nada, por absolutamente nada. El Amor de Dios se manifestó en su Adorado Hijo y ese precio significó la Cruz, somos hijos de la Cruz y receptáculos de su preciosísima Sangre. El Tributo es signo de poder terrenal ya que solo pagamos a quien reconocemos posee la autoridad, pero a Dios le pertenece todo y aquellos que abusan del poder rendirán cuentas en su presencia.  Somos pues hijos de Dios y como tal nuestro tributo se llama amor. Nosotros debemos acatar el orden institucional pero nunca asumir la injusticia y la corrupción que ofende al Dios y Señor dueño de todo. Somos testimonio vivo en el mundo y en las relaciones que edificamos sobre la primicia del señorío  de Dios en nuestras vidas y en la sociedad.


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