LIBRO
DE ORACIÓN COMÚN…ANÁLISIS CATEQUETICO DE LA SANTA EUCARISTÍA O LITURGIA PARA LA
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS Y CELEBRACIÓN DE LA SANTA COMUNIÓN…
DELIMITACIÓN
DEL PROBLEMA.
El problema es abordado
como una posibilidad de despejar las inquietudes de su exposición. Estamos
asumiendo que la problemática expuesta esta convenientemente hilada para ser
relacionada hermenéuticamente al punto de clarificar la génesis del asunto o
cuestión y sus postulados los que maduran bajo la apreciación teológica
pertinente… El Problema y su acervo
probatorio serán delimitados de la página 238 a 261 del Libro de Oración Común
(L.O.C) La cuestión que nos acercará podrá ser establecida bajo el principio
riguroso de nuestra Cosmovisión tanto Litúrgica
como Antropológica teniendo presente que la Liturgia de esta Comunión
plasma su visión y vocación de la realidad del mundo o entorno somático en el
que actuamos y percibimos la realidad o somos también percibidos por ella en palabras que transpolamos del filósofo
alemán Schopenhauer sin perder de
vista la fenomenología que se percibe en cada una de nuestras acciones
litúrgicas o ritos como tal… La fenomenología nos dice expresamente que la percepción
de la realidad litúrgica solo es posible desde la Fe del Creyente y que su
interpretación de la Sacralidad es por ende un acto de Fe concreto. El
problema se delimita bajo la concepción sagrada de nuestras acciones o ritos en
la definición de Liturgia. El
ser humano interviene en la composición de su pertenencia a la Iglesia sea
Ministro Ordenado o Laico bajo el signo inequívoco del Santo Bautismo. Lo
anterior nos dice claramente que cuando
no hay presente un Ministro Ordenado o cualquier laico (bautizado) puede
intervenir hasta donde la dimensión canónica lo permita y demande. Esta descripción tanto de funciones como de
la norma es clara y contundente el sacerdocio común que se vive en el Bautismo
es la primera opción ministerial en la Iglesia de Cristo sin que ello implique
la rigurosidad canónica pero si la naturaleza
del servicio. El servicio que nos muestra la Liturgia es la interpretación
de la relación cultica con el Dios de la vida cuyo tributo transformamos en
Rito por antonomasia… La Subjetividad que
se plantea en la existencia de la persona humana toca también la Liturgia
convirtiendo su problema en síntesis de sus percepciones, es decir, la Liturgia
es interpretación del mundo y del ser humano como actor de su presentación o FACTI SUMUS MUNDO ET ANGELIS ET HOMINIBUS
ESPECTACULO STUO. Pablo describe perfectamente la sentencia en (1 Corintios
capítulo 4 versículo 9). Es pues la Liturgia una obra de teatro (comparación)
donde asumimos su gran contenido significante a sí mismo lo comunicamos
sublimando sus postulados y declaraciones de Fe… Somos una realidad que no solo
percibimos nosotros sino quienes asisten a la Eucaristía o a cualquier rito
como tal. No estamos cayendo en un riguroso esquema y concepción de una Ética de necesidad
Universal como asume Kant o en prácticas culturalmente aceptadas. La Liturgia
no es aceptada simplemente es dimensionada y vivida en su plenitud
significante: Obra de tal manera que tus
acciones sean ejemplo para quienes te observan. Superamos la máxima
Kantiana delimitando la función del ejemplo y convirtiéndolo en una definición
que expresa nuestra Fe y relación con el Subsistente
por Antonomasia…
LA
EXHORTACIÓN.
Es claramente una
amonestación que nos recuerda la obra de
Cristo y como nos relacionamos con ella. Nos pide en consideración de los
misterios a celebrar y sus antecedentes que le aterrizan en el contexto de
nuestra cosmovisión y espiritualidad la debida preparación. Es un recuento sistemático
sobre los estadios aterrizados por Cristo en su obra redentora. Invita a
examinar nuestra conciencia en acto preparatorio antes de la confesión de
pecados y su absolución general. En
esta afirmación tacita centra la restauración de la vida personal y fraterna
como signo del banquete eucarístico que motiva el crecimiento de los
bautizados. Esta definición de Reconciliación
(Absolución) adquiere toda su dinámica Ministerial
recayendo en la Iglesia la responsabilidad de proveer Ministros ordenados para tal fin pastoral. Concluye
en la doxología que tiene por centralidad el “Poder de la Sangre de Cristo”
autor de Salvación. Es pues una forma
general de unir o atar la vida espiritual al ejercicio de la vida eclesial como
un todo que relaciona convenientemente a los bautizados con la Iglesia. En
el mismo contexto encontramos el Decálogo que animado en su exposición
por una respuesta breve o jaculatoria nos invita a su observancia en el contenido
Moral que vive y enseña la Iglesia de Cristo como quiera que los Mandamientos
de la Ley de Dios son la base de la discusión Moral de la Iglesia. Como
apéndice de la presente reflexión tengamos muy presente que el Día del Sábado
sufre la transformación debida a la Resurrección del Señor y posteriores prácticas
litúrgicas de la Iglesia primitiva… Resaltamos la sacralidad de las horas y los
días como regalo de Dios a cada ser vivo y especialmente a la persona humana.
Orden
Penitencial: Rito Uno.
(Es importante tener
presente que seguimos el orden enseñado por las Rubricas que tienen por finalidad guiar en la confección del
Sacramento y la incorporación de los demás ritos aleatorios). Los
Textos Inspirados seleccionados cumplen con su finalidad de amonestar y
propiciar la reflexión sobre los actos personales y comunitarios, en este caso
son especialmente importantes los personales porque reflejan la inclusión del
bautizado en el Rito Inicial y su tránsito a la confección del Sacramento
eucarístico. El pecado es visto como lo que es una barrera entre el ser humano
que busca y Dios que se deja encontrar. Es más amplio el Rito Penitencial
porque busca una más decidida y comprometida reacción del Creyente. La oración
de absolución es la misma en ambas fórmulas siendo una de mayor explicitación
que la otra pero en la misma dinámica reflexiva y de introspección a la conciencia del
Creyente. Recordemos la norma de revisar siempre las Rubricas. En la página 244
encontramos más indicaciones sobre la celebración del rito. Se invoca
constantemente la Ley y las enseñanzas de los profetas como elemento
enriquecedor de la celebración y cuya incidencia nos muestra la intencionalidad
de los autores. La Conversión es el punto de partida y de llegada de este rito
penitencial. El Símbolo Niceno y como
opción el Credo de los Apóstoles, nos ubican en la dimensión de la
re-afirmación de nuestra Fe unida a la Tradición de la Iglesia puesto que no es
posible interpretar la presencia del Símbolo de Fe sino es en relación directa
con la Iglesia y su maternidad espiritual. El Credo nos dice que confesamos
nuestra Fe Trinitaria y su inclusión en la Economía salvífica. La Oración
de los fieles es el ofrecimiento de nuestras intenciones y necesidades en
el mundo que estamos edificando y del cual Dios es el Supremo Arquitecto. Se
relaciona salvíficamente al Creyente con las instituciones del mundo en el que
este interactúa. Se invoca la Comunión de
los santos como reflejo de la connotación salvífica abordada por el
bautizado de todas las épocas. Siempre tenemos presente al gran mediador entre
el Padre Dios y la humanidad, nos referimos explícitamente a Cristo su Hijo. Es
pues una cosmovisión bien ajustada a la realidad perceptible de los creyentes
que se relacionan bajo el principio inequívoco de la autoridad del
Resucitado. Las distintas citas bíblicas
enriquecen la reflexión de los bautizados y propician aún más su preparación para participar en el rito que
continua. Recordemos que la Absolución es una acción encomendada por Cristo a
su Iglesia y que se generó precisamente en la interpretación apostólica de la
Pascua de Cristo (citamos el Texto Joanico de las apariciones del Salvador). El
contenido central de la Pagina 256-7 es la declaración de la Suficiencia del sacrificio de Cristo, Aparece
la figura de la memoria o memorial como
dinámica del rito eucarístico lo que nos deja ver la declaración doctrinal
sobre la presencia espiritual de Cristo en el Sacramento del Altar o
Eucaristía. Las palabras de la Institución sacramental son ricas y prolijas en
contenido que sin duda ilustran perfectamente a los bautizados sobre el
Misterio y su consabida fenomenología. LA
EPICLESIS del griego Epiklesis hace referencia desambiguando su contenido a
la inspiración de las musas por parte de
los poetas y escritores. Pues nosotros nos referimos no tanto a su Etimología
sino a su significación. Es la
invocación del Espíritu Santo que abarca para el Rito todo su contenido en
perspectiva, introspectiva y prospectiva de Fe. Estamos asumiendo que la
invocación conjuga el sentir y creer de la Iglesia y su Ministerialidad. La Epiclesis confecciona la trascendencia
de su contenido y lo transforma en Sacramento y fuente de Gracia la que opera
por sí misma (observemos las rubricas).
La Iglesia vive la
actualidad del memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de su Señor. Es
pues la perenne constatación de su Sacrificio por nosotros y su triunfo como
será por su amor el nuestro. Es de un profundo contenido penitencial que busca
la toma de conciencia del Creyente sobre lo celebrado que nos conecta
consubstancialmente con el Resucitado. Sobra
decir que es importante la subjetividad de quienes participan en la celebración
por ello el Rito debe ser absolutamente significante y de contenido
trascendente para que su efecto sea positivo tanto en el alma como en el
corazón del Creyente. Una vez reclamamos
que solo la Fe determina su naturaleza en nuestros corazones ya que sin ella no
sería más que una recreación incruenta de lo sucedido hace ya 2000 años… Por
último el bautizado es consciente de ser la misma ofrenda (Hipostasis de Amor y
Fe) que agrada a Dios nuestro Padre
Celestial. El pecado no es la última palabra y la Iglesia nos invita a superar
su influencia desde la perspectiva de nuestra Fe y su madurez. Debemos
rescatar la conveniente preparación para participar en la Cena del Señor. El
rito de Comunión ofrecido en esta plegaria es muy rico en alusiones
penitenciales rescatando la significación de los misterios celebrados por el
Creyente. Se puede hacer la Jaculatoria del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, no olvidemos
hermanos que está afirmado en la dinámica de la Pascua de Cristo y su triunfo,
es Cordero, Altar, Victima y Sacrificio…
Al que hace alusión especialmente el Evangelio de Juan y el Libro del
Apocalipsis. El Cuerpo y la Sangre del
Señor son y serán el mayor y santo
de los alimentos espirituales y la centralidad de nuestra Liturgia y Fe. Somos
alimentados por la Gracia ya no en un sacrificio ajeno a nosotros sino participados
y celebrados plenamente por nuestro Bautismo. La Esperanza resurge siempre que
participamos de la Cena del Señor. Su Gracia alimenta nuestro desempeño a lo
largo de la Semana y confluyen todos nuestros deseos y metas en su entrega
generosa y desinteresada… Cristo es el Pan que baja del cielo (Juan capítulo 6)
para constituirse en el fundamento de
nuestra vida de Fe y Espiritualidad.
IMPORTANCIA
DE LA LITURGIA DE LA PALABRA EN LA EUCARISTÍA.
La categoría de los
dones ofrendados y que se constituyen en fundamento y materialidad de la
celebración sufren por decirlo así una transformación de su intencionalidad. La
actualidad de los dones (pan, vino, agua) no sufren alteración alguna su
actualidad química sobrevive siempre en la celebración, es más que todo la
concepción por la Fe de una diferencia de orden Metafísico antes que Ontológico
cuya sola significación corresponde a la
vocación del bautizado y su percepción natural de la trascendencia. La Palabra
de Dios en la confección sacramental es definitiva. Ella nos relata la
Tradición y participación de Dios en la Redención de la humanidad. Ella nos
habla de la Voluntad salvífica de Dios y nos amonesta sobre la necesidad de su
observancia… Ella es revelación perenne de la Misericordia de Dios que siempre
ha hablado a la humanidad hasta revelar a Cristo la Ultima Palabra de Dios a la Creación. Las Sagradas Escrituras son parte
viva de la “Fracción del Pan” así nos lo hace saber el Pacto Bautismal…
Recordemos que los discípulos de Emaús reconocieron al Señor bajo los signos de
la Fracción del pan y la explicación de las Sagradas Escrituras y por esa
maravillosa fuente conocerán siempre a nuestro Dios en el ejercicio de la
Misión de la Iglesia su portadora. Los Sacramentos y ritos de la Iglesia
siempre están alimentados por la Palabra de Dios que se constituye en fuente de
conocimiento y justificación desde la dinámica de la participación del pueblo
de Dios y su clara vocación escatológica. La Palabra de Dios se revela a sí
misma y se afianza en la sique del Creyente que encuentra su valor y contenido
trascedente. Sus amonestaciones son siempre vitales en la espiritualidad y piedad
del pueblo redimido. Es pues función de la presencia del Espíritu Santo que su
conocimiento sea pleno en nosotros. No existe posibilidad de confeccionar un
Dogma en la Iglesia sin que haya contado con el sustento y necesidad
Escrituristico. La Palabra de Dios llega a todos nosotros y no se detiene en
consideraciones ambiguas o tiempo-espaciales su influjo es siempre vital. La
Palabra de Dios actualiza su mensaje y se une a las intenciones de los
bautizados que buscan constantemente el crecimiento de su experiencia con el
Resucitado. El mensaje que predica la Iglesia está contenido en la Revelación
Escrituristica y se proclamación se enmarca en la Misión de la Iglesia generando una cosmovisión que parte de la
Palabra y se materializa en alguna medida en el rito sacramental que la Iglesia
celebra o celebre en cualquier momento. La Palabra de Dios es fuente de Gracia
y está constituida en su naturaleza como un Medio de Gracia que llega a los creyentes… La Palabra de Dios es
atemporal y su mensaje viaja de época en época según sea la necesidad del
bautizado. La Palabra de Dios cala tan profundo como lo permite el ritmo
personal y espiritual de cada bautizado, es decir, no opera la misma dinámica
en la persona humana esto dependerá del crecimiento en la Fe y espiritualidad
del Creyente. La llamada Liturgia de la
Palabra aterriza en escenarios bien distintos pero surte los mismos efectos.
Nuestra Liturgia necesita de sus contenidos y naturaleza revelada para
establecer una simbiosis espiritual sin distingo alguno entre bautizados. Es
la Palabra un mensaje contenido en lo más profundo de la Voluntad de Dios. La
proclamación de sus contenidos nos ubican en la perspectiva del reconocimiento
de una realidad humana que siempre se convierte en personal ante su influjo… La
Palabra de Dios llega a cada una de las fibras del alma como del corazón y
establece una relación coloquial dando Sabiduría al bautizado y conocimiento de
la obra salvífica de Cristo. Ella ha visto crecer y decrecer sociedades enteras
y está delante de nosotros marcando el camino de Fe del redimido. La Palabra de Dios no es un accidente puesto que ella si altera
nuestra naturaleza afectiva, emocional, histórica y nos dice claramente que
quien la “escucha y la pone por obra” vivirá plenamente el mensaje de Salvación
contenido en sus palabras y simbología. La Iglesia alimenta su Liturgia con
ella al punto de despertar la conciencia de los bautizados y amonestarlos
continuamente. Trabajemos para que su dignidad resalte en cada una de nuestras
celebraciones desmontando así “ídolos” que fabricamos no de su exposición sino
del culto a quienes la exponen… La
acción cultica de nuestra Liturgia rebosa en aclamaciones sobre su peso salvífico como quiera que nuestro (L.O.C) se inspira en ella al punto de constituir una
porción nada despreciable de su contenido.
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