SOLEMNE
CELEBRACIÓN DE PENTECOSTÉS… EL DÍA QUE EL ESPÍRITU DE DIOS ENGENDRÓ A LA MADRE IGLESIA… Génesis capítulo 11 versículo 1-9. Hechos de
los Apóstoles capítulo 2 versículo 1-11. Juan capítulo 7 versículo 37-39ª.
El Libro del Génesis
empieza la descripción puntual de una de las características más interesantes
de la “Torre de Babel” la unicidad en su lenguaje: Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras (versículo
1). El género Yahvista interpreta que la
perdida de la unidad en su lenguaje e identidad será ocasionada por el pecado de características colectivas
que afectará no solo la comunicación sino también la comprensión de la
humanidad. En esta perspectiva es Cristo quien más tarde recuperará un solo
lenguaje el de la Gracia que hará de los creyentes un Pueblo y Nación santa
para nuestro Dios. No solo pecaron Adán y Eva también el resto de los seres
humanos persistieron en el orgullo y consecuentemente buscaron ser “como Dios”.
La Antropología cristiana aterriza en la perdida de los dones (preternaturales)
que hacen la diferencia entre una
interpretación de Fe y un mero señalamiento fantástico. Esta escena muy
probablemente se desarrolla en Babilonia o es inspirada en la multi-cultura y
antigüedad de este pueblo. El carácter de la humanidad es afectado siempre por el pecado, basta ver como el manejo de la
contaminación altera a nivel mundial el clima y como todos son alcanzados por
esta realidad de la explotación salvaje sin control de
nuestra parte. En cuanto a su arquitectura se asemeja a los pisos y
elevados construidos en Mesopotamia aproximadamente 3000 mil años antes del
Redentor. El idioma como factor de transmisión cultural es determinante para
expandir los intereses de los pueblos y hoy vemos como solo tres idiomas a lo
sumo controlan la economía mundial y son precisamente estas naciones las más
ricas y desarrolladas. El poder de la
comunicación es el factor que hoy decide los rumbos de la humanidad y no siempre
actúa a favor de la Justicia y el Derecho. La comunicación del bautizado se da
a partir de la Gracia y el Amor de Dios presente en su vida y acciones. Somos
producto del lenguaje amoroso de las Divinas Personas. Somos su comunicación creada y luego redimida. Hoy
persisten muchas torres y las más altas y difíciles de franquear las
construimos para dejar fuera a quienes nos rodean y solo pensar en nosotros y
nuestra supremamente mega importantes asuntos personales. La Gracia es la única
que puede convertir cada vida y cada bautizado en un lenguaje del Amor Redentor
de Dios…
La visión Lucana sobre Pentecostés es definitiva para el
desarrollo de la vida y misión de la Iglesia, estamos ante una Unidad temática
que apunta en una dirección la Institucionalidad de la Iglesia y su
origen divino… Aquellos hombres, mujeres y niños reunidos son en realidad
el testimonio de la diversidad y riqueza en la que nace la Iglesia. La presencia intuitiva del Espíritu Santo les
prepara en comunidad como un gesto cargado
de simbolismo de Unidad entre la Diversidad de quienes se encontraban en
aquel lugar. Ahora los discípulos y cercanos al Señor son enviados y ese envío
es signo de la perenne presencia del Espíritu Santo en sus vidas y actividades
misioneras. Estas personas hablan y seguirán haciéndolo desde su testimonio de
vida y Fidelidad como Amor a Dios y su Palabra (versículo 4). La riqueza del
mensaje será alimentada y aún más potenciada
por el Ministerio de la Iglesia en lo sucesivo. Pentecostés no es fenómeno
aislado donde participaron algunas personas. Pentecostés simboliza la presencia
de Dios en su Iglesia y como implícitamente recibe el encargo de compartir
estos dones maravillosos recibidos de Dios, (los mismos dones que nos negaron
nuestros primeros padres Adán y Eva)… Ellos
no eran solo creyentes, ellos eran Iglesia. Recordemos una vez más que la
propuesta salvífica de Cristo se vive y alcanza su perfección en la dinámica de
la comunidad. Dios no salva situaciones puntuales. Dios salva personas unidas por el vínculo del Amor. De esta anterior definición concluimos que la
salvación llega en la unidad de un mismo sentir y vivir la Fe en el Dios de la
vida que es Padre- Hijo y Espíritu Santo… Viva Pentecostés. Viva el Espíritu de
Dios que llega a nuestras vidas con el Mensaje de Dios y todo su Amor. Por la
presencia del Espíritu Santo somos: Renovados-
Regenerados- Re-edificados- Destinados a un Reino eterno- Consagrados-
Santificados- Liberados- protegidos- Amados- Sanados… Todo y más aún que todo. Agustín
de Hipona llamó al Espíritu Santo Dedo
Poderoso de Dios y en otra parte como El
gran Reconciliador. Solo hermanos concluiremos diciendo:
GLORIA
AL GRAN CONSOLADOR, AL PARÁCLITO, AL ESPÍRITU DE LA VERDAD AL QUE RESUCITÓ A
JESUCRISTO DE ENTRE LOS MUERTOS Y ENGENDRÓ A LA MADRE DE TODOS LOS BAUTIZADOS.
AMÉN…
La cosmovisión Joanica
(capitulo 7 versículo 37-39ª) ejemplariza la forma como el Espíritu Santo
llegará al Creyente (contemporáneos de Jesús) y a nosotros los bautizados. Esa Sed solo
podrá ser apagada por el Amor y paradójicamente por la intensidad de la llama
del Espíritu de Dios de esa bella simbología en forma de llamarada que cubre la
vida del creyente. Jesús observa el contexto de su época y comprende que la
necesidad de su Gracia permanecerá presente en la humanidad de todas las épocas
y no solo entre aquellos que buscan su corazón sino de todos y cada uno de los
bautizados. Es el mismo poderoso calor que abraza a los discípulos camino a
Emaús: No nos ardía el corazón, palabras
llenas de Gracia y revelación. Palabras llenas de poder en boca de quien abre
su vida a la presencia de Dios Espíritu Santo. Los Ríos de agua viva (versículo
38) atraviesan la vida e historia de los bautizados y se convierten su propia
personal y comunitaria economía salvífica como historia de salvación. La
Iglesia señala como Medios de Gracia esta
metáfora para referirse a la Palabra, Sacramentos, Meditación, Oración. Recursos incuestionables que se
refieren y los referimos a Dios presente en su Iglesia y en el corazón de los bautizados. La celebración de
Pentecostés resume los triunfos y luchas de la Iglesia que sabe dejarse guiar
de Dios aunque algunas veces en su historia y peregrinación pierda de vista
esta máxima en su Ministerialidad. Conocer a Cristo es amarle verdaderamente y
vivir unidos a su Majestad. Amar a Cristo es establecer una relación que salta
a la eternidad iluminada por su Espíritu. Envía
tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra… ven la mente de los tuyos a visitar.
Aclamaciones del bautizado que confía su existencia a la guía poderosa del Espíritu
del resucitado.
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