CUARTO DOMINGO DE PASCUA. Año A… Hechos de los apóstoles capítulo 2 versículo 42-47. Salmo 23. 1 Pedro capítulo 2 versículo 19-25. Juan capítulo 10 versículo 1-10.
La primera Lectura de Hechos
de los apóstoles nos ubica en la intención de la Iglesia primitiva. Ellos se reunían
y se distinguían por la Fracción del Pan que es un signo de la Eucaristía y por
las oraciones. En la actualidad la Iglesia vive esos mismos signos como señal inequívoca
de la Comunión establecida con su Señor y Salvador. En nuestra cosmovisión el Pacto
Bautismal (Libro de Oración Común pág. 219 ss) guarda la misma relación que
los discípulos del Señor. Es pues en la Eucaristía y Palabra donde los
cristianos renuevan su Bautismo y ratifican su entrega al Dios de la vida. Los
prodigios y señales más importantes serán la transformación de nuestras vidas
por medio de acciones resucitadas y portadoras de Esperanza. El bautizado
mostrará al mundo que su Señor está vivo viviendo la vida de la Gracia. Ellos
no solo “compartían alimentos” ellos Vivian la abundancia de las bendiciones de
Cristo que se transforma en verdadera “comida” en una clara, restauradora, y salvífica
Comensalía… Los apóstoles oran en
común y fortalecen así sus vínculos fraternos y ministeriales en la Iglesia.
Ellos son la conciencia del “Nuevo Pueblo” y la Salvación está asegurada por la
Misericordia del Padre que resucitó a su Hijo de entre los muertos. La
Eucaristía se convertirá en un Memorial de la victoria de Cristo. Ya no se
habla de Israel sino de la totalidad de la humanidad bajo el signo del Amor y la Cruz tan poderosos que
derrotaron la muerte y por ende quitaron el dominio del pecado sobre cada ser
humano de esta y todas las épocas. La Esperanza se viste de fiesta cada domingo
en nuestras congregaciones.
La primera Carta de
Pedro alude directamente a la tradición Isainiana (profeta Isaías) es el escogido
de Dios y sus sufrimientos retornan la Esperanza a nuestras vidas. Aquí en la dinámica
Petrina el dolor y el consiguiente sufrimiento nos une también a Dios y sacan de nosotros lo mejor… Cristo fue ejemplo de sufrimiento y un
sufrimiento dirigido o con propósito, pues el Creyente debe comprender que el
sufrimiento tiene un propósito de carácter salvífico y que nada en su Nombre quedará
sin recompensa. Es pues un tributo a la Misericordia de Dios que no abandona a
quien sufre puesto que todos sufrimos o sufriremos. Como olvidar hermanos que
el sufrimiento es parte de la vida y que opera como el “crisol” que purifica el
Oro o todo tipo de metal para sacar lo mejor de sí quitando la “escoria o las
impurezas”. El Amor purifica a quien ama y lo brinda con humanidad y Fe con los
ojos puestos en la trascendencia de su propia realidad. Acudamos a la Justicia de Dios para salir
victoriosos ante las pruebas y el sufrimiento. El pecado no podrá robarnos la
Esperanza que nos brinda la Misericordia de Dios ya que tenemos un Pastor y una Iglesia que se constituye en su Redil… Cristo nos guía y pastorea sin perder a ninguno de los suyos
porque su Amor es salvífico. Ante las injusticias de este mundo y sus reinos
tenemos la seguridad puesta en el poder liberador del Amor de nuestro Dios y
nuestro ejemplo es el propio Señor. No dejemos que las dificultades nos separen
de su Gracia y luchemos con las armas que su Bondad nos concede, estamos
hablando del Amor, la Fe y la Esperanza…
El santo Evangelio está
cargado literalmente de expresiones post-pascuales
fruto de la reflexión de la Madre Iglesia sobre la presencia de su Señor
siempre dispuesto a cuidar ministerialmente de los suyos, es decir de los
bautizados. La Puerta posee su
propia y rica simbología ya que puede servir para entrar o salir, para proteger
o exponer, y para pasar de un estado a otro. Es pues el Resucitado la puerta de
la eternidad para los bautizados y su Gracia la mantiene abierta para todas y
todos en toda época…la conciencia de la Iglesia sobre sí misma es clara se constituye
en Redil o Establo para acoger, cuidar, Instruir, y alimentar a las ovejas de su Señor. Solo Jesús
establece la autoridad en su Iglesia y gobierno de la misma quienes no cumplan
con su misión serán juzgados por sus acciones. Y solo Cristo conoce la realidad
y vida de los bautizados por esa razón reconocemos su voz y le seguimos a donde
quiera vaya nuestro Salvador. La eternidad solo es prerrogativa del Gran Pastor de las ovejas. Merece
capital importancia el cuidar el “rebaño” encomendado a nuestro celo pastoral,
así como la defensa de la Iglesia y sus enseñanzas. En la actualidad y siempre
existieron pastores (Obispos, Presbíteros,
y Diáconos) que entraron por la “puerta del redil” movidos por otros intereses,
a esos que se pastorean así mismos y se apropian de los recursos y
oportunidades de la Iglesia (Institución) a ellos
el castigo será grande e inminente porque es la Iglesia de Cristo y no de sus “bolsillos
o carteras”, no solo se debían a sus familias de sangre, primero a la Iglesia. El
bautizado anima su Espiritualidad y responsablemente acata la Autoridad de la
Iglesia como un componente más de su encuentro con el Resucitado. A Cristo nuestro Pastor le reconocemos
en el Amor que expresa su Mandamiento
Nuevo. En la madurez de nuestra espiritualidad y compromiso cristiano. En
la Fracción del Pan, oraciones y Palabra
en síntesis corresponde a los Medios de la Gracia… Solo el Pastor ama a
sus ovejas y da la vida por ellas. El Amor no hace acepción de personas. Gracias a Dios Nuestro Padre por ese maravilloso
Pastor, su Adorado Hijo. Digamos con Fe: CHRISTUS PASTOR NOSTER… CRISTO NUESTRO PASTOR.
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