IMPORTANCIA DEL RITO PENITENCIAL EN NUESTRA LITURGIA… MANIFESTACIÓN DE LA
GRACIA.
INTRODUCCIÓN.
Existe un componente que sobresale
en la Liturgia de las Iglesias Históricas y que está determinado por la
Naturaleza de las celebraciones en las que confluyen tanto Clérigos como Laicos
y es precisamente el ejercicio llamado Penitencial,
que acude a la sensibilidad de los asistentes y les vincula en la
concepción de un Dios rico en Misericordia, ya desde el (A.T) el pueblo de
Israel tenía conciencia sobre la Bondad de Dios aun por sobre sus
desobediencias, basta leer con atención al Profeta Oseas, que personalmente
ofreció su vida Esponsal para representar la relación de Yahvé con su Pueblo, llena
de infidelidades pero siempre animada por el perdón (Os cap. 11) el abandono aquí descrito es sinónimo de pecado
al romper los preceptos y normas dadas al Pueblo y desdibujar su Ley, es pues
claro que perdonar es parte de la Misericordia divina y por tal razón
reconocemos que es fruto del Amor de Dios, nuestro Rito Penitencial o Confesión de pecados, se conserva tal y como la
Iglesia (Catolicidad) lo hacía entre
los Siglos VIII vivo todavía el último de los PP. De la Iglesia (Isidoro de
Sevilla, cuya obra fue comentada por el gran Ingles Beda el Venerable ) y el Siglo XI dejando ver su Cosmovisión y
participación donde el pueblo intervenía directamente.
EL PERDÓN EN LA LITURGIA Y EN LA PRAXIS DEL BAUTIZADO.
La Iglesia es consciente de las debilidades de sus hijos y asume
que nuestra condición es pecadora aunque estemos llamados por la Gracia a la
Santidad de vida, recordamos la sentencia de Martín Lutero: Somos justos y pecadores, no es la
resignación ante el pecado sino la exaltación de la Gracia que aunque estemos
inclinados al error no nos abandona nuca, esta presencia es camino y vocación
de Santidad, siempre existe posibilidad de resarcir nuestras acciones y
dejarnos tocar por la Gracia: En clase de Religión le preguntan a un Niño sobre
la Santidad
aquel Chico va luego al Templo de su Barrio y se detiene en los Vitrales y
observa que esas representaciones de escenas en la vida de algunos llamados
Santos brillan con fulgor y dejan pasar
la Luz del Sol, por lo que concluye luego en Clase Los Santos dejan pasar la Luz, bien podríamos decir que en la vida
del Bautizado existen tinieblas pero
también mucha Luz y por consiguiente Gracia de Dios, y que el perdón es un
ejercicio diario que se vive poderosamente en la Liturgia siendo posible la
intercesión de la Madre Iglesia por sus hijos, tal experiencia de Luz será
siempre lo opuesto a la obscuridad de
nuestras acciones de carácter individualista y motivadas por móviles perversos o salidas del contexto de la Gracia,
en esta dirección apunta la sentencia de Martín Lutero, y no es propiamente la
desesperanza, es todo lo contrario, la Esperanza de la Gracia y su poder
Santificador, el Perdón toca no solo lo Sobrenatural es un ejercicio de Reconciliación
con la vida, la Naturaleza y consigo mismo, es el llamado a escribir una vez
más nuestra Historia personal y por analogía de Salvación, es permitirle a Dios
moldear en su Infinita Sabiduría el Mundo personal que tanto amamos y
defendemos a diario, es siempre comienzo y actualización de la Misericordia de
Dios en nosotros…De lo anterior se desprende la ingente preocupación de la
Iglesia por acoger a sus hijos en las circunstancias de vida en las que estos
se aproximan generando en el Rito Sacramental la posibilidad de la
Reconciliación, no perdamos de vista que en nuestro L.O.C bajo el título Reconciliación de un penitente (Pág. 368) las Rubricas comienzan: El ministerio de reconciliación, que
Cristo confió a la Iglesia… No se limita a tiempo de enfermedad. Las
confesiones pueden oírse en cualquier lugar y a cualquier hora… El
ejercicio de la norma prodiga pero lo importante
de este es saber que vive en el espíritu Eclesial y que sus fórmulas están
señaladas por la Institución Eclesial y es importante aclarar por temas
concernientes a la Conciencia que la Iglesia procede en Nombre de su Señor y
bajo la Potestad que Cristo le confirió.
De lo antes manifestado queda claro
que la Reconciliación es una realidad del Ministerio en esta Iglesia y que
durante Siglos hemos conservado esta Potestad que nos une a la Iglesia
Primitiva y a los PP. Apostólicos, ya en el Siglo II se habla de la figura del
Pastor de Hermas (Obispo de Roma) que contextualizándonos veía con preocupación
que durante las persecuciones en el Imperio romano muchos Bautizados
renunciaban a su Fe por la existencia de pecados que los apartaban del Reino de
Dios (Asesinato, Apostasía, Adulterio) y
al no existir formula de Reconciliación eran excluidos de la Iglesia, tal
situación le llevó a pensar y confeccionar un Rito para reincorporar por así
decirlo a estos cristianos a la vida de la Iglesia.
El Perdón como movimiento de la Gracia nos debe conducir a la re-afirmación del Gobierno de Cristo así como a sensibilizarnos sobre nuestra
propia condición y opción de vida, no es nuestra Naturaleza ajena al pecado si
lo analizamos tendemos al error esa consecuencia de la perdida de la Gracia
original permanece latente entre nosotros y nos damos cuenta incluso en el devenir
de nuestras sociedades y pueblos donde la injusticia domina el escenario
cotidiano, no soy fatalista ni puritano pero ante la ausencia de la Estética de
la Gracia es el pecado quien define la estructura de estos tiempos, es aquí
donde la Iglesia cuenta con los Bautizados para dejar en el pasado las
estructuras de pecado y moldear una Sociedad de la Gracia, una cultura de la
vida y el respeto por la vida en todas sus formas, estamos afirmando que la Reconciliación es para el Bautizado
punto de partida y puerto de seguro arribo, es aquí donde la invitación
de Jesús sobre el perdón toma fuerza y
sentido o razón de ser, no podemos permitir que el pecado como Experiencia
del mal escriba nuestra Historia de
vida, de ser así como interpretar nuestra existencia como “Historia de
Salvación”.
FORMULA CONFESIONAL… Dios de misericordia confesamos que hemos pecado
contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que
hemos dejado de hacer, no te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a
nuestro prójimo como a nosotros mismos, sincera y humildemente nos
arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo ten piedad de nosotros y
perdónanos; así tu Voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos,
para gloria de tu Nombre. Amén. La fórmula
anterior tiene dos momentos fuertes y justo en medio de ellos aparece la
Misericordia de Dios, recuerdo una bella plegaria: Pon Señor tu Amor y Misericordia entre tu justo juicio y nosotros
pecadores, la Madre Iglesia Cristocentrica por Antonomasia acude siempre al
Amor reparador de su Señor en favor de sus hijos los Bautizados como
bellamente lo recuerda el Hiponense: La
Iglesia es sierva de Cristo y Madre de los Bautizados, nuestra cohesión de
pecados está en total sintonía con el sentir de la Asamblea que cada Domingo se
postra delante de Dios reconociendo sus imperfecciones pero sobre todo
confiando en su Gracia y benevolencia no podría ser de otra forma, es el
sentirnos siempre necesitados de su Amor y escuchados en su perenne Misericordia,
bajo nuestro Rito de penitentes queda a salvo siempre la Voluntad de Dios y
nuestra personal imposibilidad de remediar nuestras faltas por nosotros mismos,
de suerte aclara el Salmista: Nadie
puede redimirse así mismo, ni pagar a Dios su propio rescate… Porque el precio
de nuestra redención es tan grande, que nuca tendríamos suficiente para pagarlo.
(Sal 49:6-7) este rescate solo recae en el Hijo de Dios y en la Iglesia el poder de administrar la Gracia del perdón
Adorando continuamente a su Salvador.
La Reforma Insular asume la
práctica de la Reconciliación expresamente en el Rito Eucarístico no sin antes
pasar por muchas dificultades para conservarlo y vivirlo en la nueva concepción
del Rito reformado, lo primordial fue su conservación e interacción con la
Liturgia del momento, que comprendió el Signo de Misericordia dispuesto para la
Asamblea que penitente implora a Dios
por el perdón y ofrece enmendar sus
faltas en el contexto de la Maternidad Eclesial, nosotros vivimos en ese
momento la Unidad Esencial de nuestro examen de Conciencia a la expresa
Voluntad de reparación dejando ver nuestra Intencionalidad frente a la Gracia,
es pues, para el Bautizado patrimonio de su Espiritualidad y estilo de vida
reflexiva sobre el contenido y moralidad de sus acciones, todo ello se vive en la Gracia que dispensa tal momento en la
Liturgia de la Iglesia, para algunos se relaciona con la Economía de Salvación que
inaugura el Redentor al introducir la necesidad casi rigurosa del perdón tanto
personal como del colectivo Eclesial
uniendo armoniosamente el Kairos de Dios
con el nuestro es el fundamento de la Justificación de la Salvación y del
Salvado como de su aceptación (En Potencia) es de otra forma la vinculación de
la Historia de Salvación personal al influjo de la Gracia y la llamada futura Deificación del Ser Humano como apuntarían los PP. Griegos, nuestra
corriente Latina con Agustín de Hipona a la cabeza (Siglo V) habla de la Fruición o posesión del amor de Dios
que es en si su Esencia creadora: Porque me amaste me hiciste amable esta
sentencia resume todo lo expuesto y planteado desde la óptica del “perdón
reparador de Dios”… Nuestra Liturgia entiende la Voluntad del Bautizado por
dejar el pecado y buscar a Cristo y por
tal razón prepara su Formula de
Confesión de pecado dejando entrever que la Espiritualización del perdón la
vivimos como una Metanoìa que
implica tanto el superar las estructuras de pecado como transformar vidas en su
Gracia, es poner en su lugar al” Hombre viejo” descrito por Pablo y abordar la
nueva realidad de los Bautizados y la Actualidad de la Salvación, ella misma
no se renueva pero nuestra
respuesta Sí. Recordemos que la vida en Gracia supone una formalización en
términos de Salvación del perdón de Dios y en su Hijo Adorado la plena y
satisfactoria reparación, si lo deseamos podemos mirar la Carta a los Hebreos y animar nuestra reflexión
personal.
BREVES SOBRE EL RITO Y ACCIÓN DEL PERDÓN EN NUESTRA LITURGÌA.
·
El Rito de la Confesión de pecados en sí mismo manifiesta el sentir de la Iglesia
Madre de acoger a sus hijos y juntos buscarlo de Dios.
·
La Gracia es Don del Amor reparador de Cristo.
·
En nuestra Confesión
de pecados el Espíritu Santo ad- Extra obra el perdón para los
feligreses y manifiesta en sus Procesiones (Comunicación Trinitaria) la presencia del Padre y del Hijo.
·
La Absolución es facultativa del Presbítero y el
Obispo.
·
El Rito se nutre de la Conversión del Bautizado.
·
La Deificación del Ser Humano es fruto de la Gracia de Dios y respuesta del Bautizado.
·
El Amor objetiva las relaciones del Ser Humano.
·
Ama y haz lo que quieras. (Hiponense).
·
El juicio del Bautizado es el establecido por el Amor
como respuesta de vida.
·
Nuestra Confesión de pecados y póster
absolución es fundamental en nuestra lucha contra la “Experiencia del
mal”.
·
Sin satisfacción no tiene sentido la absolución, aun acudiendo
a la Misericordia.
·
Nuestra Economía de Salvación requiere responder desde
nuestras actitudes y Conversión.
·
Somos Justos y pecadores (Lutero).
·
En nuestra Confesión de pecados, la Iglesia vive su
Maternidad orando y pidiendo por cada uno de los Bautizados.
·
La absolución durante el Rito penitencial es adelanto
de nuestra Escatología.
·
La des-gracia es
la Némesis de la Gracia ordenadora y santificadora del perdón.
·
El Amor es el peso (Hiponense) que hace santas nuestras acciones y nos
facilita la auténtica búsqueda del perdón de Dios.
·
Los Bautizados deben experimentar el perdón en tres
vías manifestadas por la Gracia Personal, Relacional y Eclesial.
·
El Acto Humano es puesto bajo la “Lupa” del perdón.
·
Nuestra Moral prioriza su estructura bajo la concepción
de: Decálogo y Evangelio.
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