NATIVIDAD DE NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO… (Jn 1: 1-14).
La Madre Iglesia celebra con sus
hijos los bautizados este santo día en el que se confirmó la manifestación portentosa
de la entrada del Hijo de Dios en la historia de la humanidad. Benditas horas
que nos regalan con creses esta gran felicidad que solo puede expresar el
Creyente que así lo espera concretar en su vida y cotidianidad. La Palabra que existía
antes de la Creación se Encarna en cada
sueño y deseo sincero de encontrar a Dios presente en nuestras vidas. No hay
espacio para el pecado o la muerte nos ha nacido un Salvador y trae en su
corazón la más clara y diáfana presencia del Amor de Dios hecho humanidad… El
Dios Creador del Universo no objeta el hacerse débil y frágil como un Niño,
siendo Niño para que nosotros lo fuéramos por vez primera en la presencia de su
Padre Dios. La Palabra ha venido al
mundo, para que el mundo pueda ir a Dios. Esta maravillosa Misión del Verbo
de Dios siempre se renovó constantemente porque aquel por quien todo fue hecho
permaneció en un eterno Retorno al Padre (Yahveh) comunicando cuanto el Amor-Esencia
de Dios deseaba transmitir a su obra engalanada por su presencia… Con razón
los santos PP. De la Iglesia reconocen en este día y en el día de la
Resurrección las horas más gloriosas que vivió y presenció la creación. Estamos
listos para aguardar con Fe y Amor este maravilloso momento del Dios Humanado que se abajó hasta
hacerse uno con nosotros, esta prueba del Amor de Dios es signo inequívoco de
nuestra futura condición…
La Misión del Verbo Eterno la
resumimos en la necesidad de comunicar un Mensaje de Salvación personificando
cada palabra y letra contenida en su Revelación. Este caminar por la Verdad
Revelada se había preparado desde mucho antes (Hb 1:1-2; Ap 19,13; 1 Jn 1.1-2)
solo citando algunas referencias Escrituristicas. La Palabra es Luz y vida está
en si misma consolidada en el Bien absoluto y la Verdad de Dios (1,5). En
cuanto al mundo para nuestra reflexión es en unos casos la Creación, en otros
la Humanidad y también lo hostil que la naturaleza humana puede ser o tornarse
ante el mensaje revelado (10)… Para nuestra guía es bueno saber que para el
Pueblo judío el mundo era un escenario sometido al mal y su poder, por esta razón el “mundo venidero”
caló en Juan y en los demás escritores inspirados del (N.T) como también es una
referencia peyorativa al accionar contrario de la humanidad y su inclinación
natural al pecado. Esto último es roto definitivamente por Dios al enviar a su
Hijo (Encarnación). En esta línea de pensamiento y para romper cualquier
relación esencial del Verbo con este escenario Juan se apresura a hablar sobre
la generación eterna de la Palabra y
desde luego del nacimiento virginal de Jesús (13)
que más tarde llamará Encarnación (1 Jn 4,2; 2 Jn 7) solo acudiendo a este evangelista.
Merece igual consideración en nuestra
reflexión los términos que a continuación emplea Juan para determinar su
importancia frente al Misterio de la Encarnación y la Pre-existencia del Verbo
de Dios (14) Y la Palabra se hizo carne
y puso su morada entre nosotros… El latín le dará su golpe gramatical exacto
y proporcionado: ET VERBUM CARO FACTUM
EST ET HABITAVIT IN NOBIS. Sin duda aquí se produce una aclaración de
suprema importancia ya que la presencia del Verbo de Dios se da también en
medio de la realidad de este mundo y su influencia de pecado. La presencia tangible, palpable del Hijo de Dios es
sobre todo “presencia Personal” en todos los escenarios donde la humanidad se desenvuelve…
Desde luego no es una presencia al modo judío
(Ley Mosaica) ni tampoco la Zarza ardiendo o la nube que guiaba al Pueblo en el
desierto, es ya la mismísima PRESENCIA HISTÓRICA, PALPABLE DE DIOS ENTRE NOSOTROS. El fruto sustentable de su presencia es la
Gracia y con ella la existencia de la humanidad se transforma por completo, es
posible incluso hablar de un cambio Ontológico capaz de sembrar en cada
bautizado la Semilla de la esperanza en un nuevo comenzar libres del pecado y
por ende de la muerte que no es natural
en nosotros ni en la Creación. Somos testigos de este acontecimiento y
estamos llamados a renovarlo cada año con el crecimiento espiritual de los
hijos de Dios. La Palabra es la transformadora por antonomasia y solo ella
puede convertir nuestras existencias en lenguaje salvífico que antes del advenimiento
del Salvador solo escuchaban los ángeles delante del Todopoderoso, es pues la
oportunidad de encarnarle en cada uno de nosotros con la actualidad viva de su
Amor humanado… Un Salvador es anunciado, la Palabra de Dios recrea la historia
humana y la adorna con la Esperanza de ser salvos… Esta Palabra que los
profetas y los patriarcas anunciaron de forma velada se convierte en faro que
ilumina atemporalmente todas las épocas y eones de la Creación. Pensamos en
este punto de la reflexión en la Recapitulación
que los PP. De la Iglesia acuñaron y particularmente Ireneo. La Palabra que es el Verbo eterno es sobre toda
consideración Causa Formal y Eficiente de nuestra Salvación y antes de la misma
Creación.
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