miércoles, 7 de diciembre de 2016

ESTE DOMINGO... LA PREGUNTA DEL BAUTISTA.

ESTE  DOMINGO… LA  PREGUNTA  DEL  BAUTISTA (Mt 11:2-11).



Mateo continúa con la orientación anterior sobre la figura y papel del Bautista en el anuncio del Mesías, es sabido por nosotros  que la figura del Bautista no tiene parangón o punto de comparación por su momento histórico. Este personaje se ubica convenientemente en un punto de inflexión de las tradiciones más conservadoras y las que por distintos motivos se centran en la imagen de un Mesías distinto al profetizado o mejor aún, esperado por la  realidad socio-cultural del Pueblo de Israel.

Esta realidad a la que hacemos referencia es la misma donde se desenvuelven los distintos interrogantes que se percibían de la figura de Jesús.  La pregunta del Bautista sobre si Jesús es el Mesías o debían esperar otro (3) es el reflejo de la expectación que genera el Salvador y también de su modelo o manifestación mesiánica que sin duda no es la esperada por un Pueblo que sufre ya 200 años de ocupación extranjera. Es pues el Mesías también la ilusión de Libertad e Independencia de una Nación pero cuando Jesús decide manifestarse según la praxis de los sufrientes como que agota el modelo esperado y por ende la pregunta del Bautista no se hace esperar. Recordemos que el Bautista tiene una responsabilidad y esa responsabilidad le está indicando el cómo proceder y preservar su propia Fe.


Los Signos del Reino son la manera de conectar a Jesús con lo sobrenatural y por lo tanto de reforzar el carácter de su imagen frente a los seguidores de uno y de otro. El Bautista reconoce en los Signos claras Señales del Mesianismo tal y como lo desea comunicar el Salvador… Las obras de Jesús (Cof. Is 26,19) son el inicio de una nueva Era para el Pueblo, marcan el advenimiento de la Salvación y su Economía. Es desde luego la posibilidad de Espiritualizar tanto la historia como lo ocurrido en ella. El Bautista anuncia la llegada de un Reino distinto a como él mismo lo vivió desde su espiritualidad y  confía en que  Jesús sea una realidad. La frase que cierra este relato no es peyorativa frente a Juan el Bautista y mucho menos está cuestionando la Economía anunciada por el Precursor  y la suya como la definitiva y plena. Jesús está dejando en claro que la Economía de Salvación requiere de mayor compromiso y trascendencia cosa que en el Precursor  estaba limitada por su propia figura “finita”… La alusión al Reino pone en absoluta relevancia al Evangelio y su seguimiento radical. Queda para nosotros la necesidad de corresponder y estar a la altura del Mensaje comunicado por la Madre Iglesia… El momento que vivió el Bautista y casi simultáneamente el Salvador estaba marcado por una fuerte tendencia a lo “Nuevo” en cuanto a la expresión de la religiosidad popular, la situación socio-política de Israel hace “aguas” frente a la ocupación y la Esperanza se centraba en una renovación de las costumbres y el despertar necesario para el advenimiento de  la Esperanza. Las estructuras religiosas habían agotado su poder y el Pueblo buscaba otras posibilidades para aliviar su fracaso.  En este ambiente se manifiesta la necesidad de estar “seguros” de la Identidad el Salvador. Aterrizando el mensaje a nuestras vidas vemos que la figura  del Mesías se convierte en una discusión sobre las características anheladas más no sobre las verdaderamente formadas desde la praxis de nuestra Fe. Jesús solo podrá ser Mesías de quien esté dispuesto a acogerlo  y no solo de quienes siguen maravillados o expectantes sus portentos sobrenaturales. El mayor milagro del Redentor no será retornar a Lázaro a la vida sino abrir nuestros corazones y reinar en ellos.  

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