REVITALIZAR LAS
TRADICIONES Y DES-ANTROPIZARLAS.
INTRODUCCIÓN.
El maravilloso tiempo litúrgico de Adviento se mueve en la esfera de la espiritualidad que reclama de
la Madre Iglesia una actitud particularmente reflexiva y trascendente en sus
apreciaciones… La Iglesia como Sacramento
de Salvación está consciente de la alta estima de este momento para todo
bautizado y lo que implica literalmente recibir a Cristo como Señor y Salvador de la historia cuya atemporalidad no es
contextualizada sino por el amor de Dios y del
auténtico Creyente. Reza el dicho popular sobre este tiempo litúrgico: Adviento tiempo de Oración, Meditación y
Reflexión, en mayúsculas para resaltar su importancia y no su Gramática. Es
un tiempo de interacción con lo sagrado en una proporción que está llamada a
superar lo ordinario de nuestras celebraciones o sus hábitos formales. El
Adviento nos mueve a desplazar lo
que hay en nosotros y que debe brotar de
cada oración y sentimiento, seguros de nuestra relación con el Dios que llega en
la Imagen perfectísima de su Adorado Hijo y el Santo Paráclito… Miremos
brevemente la significación Total y Totalizante de este momento hecho tiempo de
Meditación y crecimiento espiritual y
por ende integral.
NOTAS SOBRE
ADVIENTO.
En la perspectiva de la Iglesia primitiva el Adviento tenía
una significación inmediatista, para tal fin se adecuó una serie de oraciones y
liturgias que buscaban acelerar lo que ellos creían era la segunda venida de
Cristo. Este retorno glorioso debía ser visto por los fieles al Evangelio en
vida y no posteriormente… El Texto inspirado de (Ap 22,20) nos manifiesta esta
inclinación: Dice el que da testimonio
de todo esto “Si, vengo pronto, amén”… Ven Señor Jesús, en esta postura
encontramos la explicación sobre la concepción de inmediatez que se manejaba en
la época de los Apóstoles y posteriormente de los mismos PP. Apostólicos. Tal
postura la encontramos en la Didajè (escrito
apostólico) cuando interpretan en esta dirección el (Ap) miremos en Texto
Inspirado:
MARANA---THA… El Señor viene.
MARAN--- ATHA… El Señor ha venido.
En cuanto a la historia del termino Adventus latino que nos indica (llegada, venida, arribo) es nuestra
traducción para el griego Parusía
cuya significación es la misma así como su significación o concepción
doctrinal. El termino Adventus no es propio de la cristiandad, ya los
emperadores eran coronados en un tiempo propicio que recibía esta designación,
ejemplo tardío podría ser la coronación de Constantino o Adventus Augusti. Los PP. De la Iglesia comprendieron
muy pronto la profunda significación y su relación con los anhelos de Salvación
por parte de los bautizados, estos deseos fueron interpretados magistralmente
por el Hiponense cuando afirma en el año 400: Adviento era un recuerdo de la venida del Salvador y en la Navidad
empieza nuestra Redención que terminará en la Pascua. El propio Agustín relaciona el Adviento con la Cuaresma de dónde le viene su ser
penitencial. Recordemos que Cristo supera todo lo pasado y lo convierte en
Actualidad (1 Cor 2,9). El ser penitencial le llega justo después de la
Cuaresma concebida ya como tal en el Siglo VI por la catolicidad… Nuestra
Iglesia sigue el espíritu de la Tradición Universal, nosotros como Episcopales
vemos en la Cuaresma y antes en el Adviento la oportunidad de fijar en el
tiempo la conciencia del bautizado en cuanto a las implicaciones e
intencionalidad de nuestras acciones y hemos convertido en esta dirección el Acto Humano como Eje Relacional de nuestra Conciencia comunitaria haciendo del
Acto penitencial presente en nuestra
Liturgia Eucarística una consecuencia de este maravillo tiempo. Persiste la sed
de Conversión y transformación en cada uno de nosotros y nuestra Liturgia nos
invita a caminar por esa senda.
La Historia del Adviento es ejemplo de la Sublimación de un
evento civil que sacado de su medio cultural es elevado como Signo de nuestra Fe en el Resucitado. Nuestra
Espiritualidad encuentra en este tiempo una muy positiva oportunidad para
interiorizar nuestra respuesta a los
postulados del Evangelio. Adviento pasó de ser una recordación de un suceso
socialmente aceptado a una dinámica pastoral por medio de la cual la Iglesia
llega a sus hijos los bautizados superando los convencionalismos que les rodean… El Adviento más que un tiempo
indicado en la Liturgia se transformó en la vivencia de un antes y un presente,
el antes de la llegada del Salvador y el presente de su Gracia y mandato… Esta
reunión muy conveniente convirtió al
Adviento en un tiempo de reflexión pero sobre la Esperanza segura de la
manifestación del Hijo de Dios haciendo de la historia de la Humanidad su campo
fértil de acción y crecimiento. A diferencia de la Cuaresma el Adviento cifra
su Esperanza en la Espiritualización de
nuestra historia tanto personal como Universal y en ella la Bondad del Dios que
nace en la carne.
La vivencia de este tiempo litúrgico nos ubica en la
constante Celebración de acontecimientos
pasados y por los cuales la Salvación se hizo concreta entre nosotros. Este
tiempo nos está indicando que la presencia del “niño Dios” es tan real como los
anhelos de Salvación que experimentan los bautizados a lo largo de sus vidas
prolongando in-materialmente esta realidad espiritual que llamamos Adviento.
Entre los acontecimientos pasados podemos enumerar concretamente la Creación de
la Humanidad y la forma como la
pedagogía de Dios se manifestó en la Revelación para llevarnos a la máxima
sobre su accionar: Toda obra de Dios es
perfecta y se mueve en dirección de la Redención, pues para nosotros la
Redención aplica por Voluntad
misericordiosa del Amor de Dios… El pasado al que alude el Adviento es
el pasado mismo de cada Hombre-Mujer y Niño que en el mundo han sido testigos
de su Amor y Gracia, es Adviento un tiempo
sin tiempo cuya duración y prolijidad dependerá de cada uno de nosotros y
nuestra percepción de esta realidad de Dios en el mundo y en lo más íntimo de
nosotros. De lo anterior es posible afirmar también que Adviento es tiempo de Misericordia amorosa de Dios.
En la línea o dirección de estos recuerdos que marcan y
marcaron la memoria de la Iglesia y su misión es factible hablar de algo
determinante que es consecuencia de la presencia de Dios en su obra, estamos
hablando de la Promesa de realidades
futuras que nutren nuestra experiencia cristiana y nuestra espiritualidad. En
el contexto del bautizado las promesas de Dios se cristalizan en invitaciones a
la vida y para la vida que después de la huella del pecado se encarnan
literalmente en la Persona de su Hijo y nuestro Salvador, pues esas promesas
tienen un sabor a eternidad y se respiran en la interioridad de nuestro Pacto bautismal. En Adviento se
celebra tanto la espera como lo esperado por cada bautizado. Es el deseo perenne de
la promesa de La vida eterna la que nos alienta a “esperar” un poco, solo un poco
en el tiempo perfecto de Dios. El
tiempo de Dios es para nosotros en síntesis la Redención y la Gracia que da
sentido y nos justifica cada instante de nuestras vidas. Esta promesa ya es
presente y también futura porque es fruto del Amor de Dios en la humanidad. La
Iglesia adelanta su trabajo pastoral bajo una consigna la Actualización sacramental de lo que celebra para indicarnos con
ello que su postura es siempre actual y que cada día y momento la Institución
vive a profundidad los nexos que se establecieron en la Tradición con el Salvador
y tiene en alta estima los que tomó literalmente de su Señor y Redentor. Esta
acción nos lleva a la centralidad de la vida sacramental que incorpora lo mejor
de sí convirtiéndolo en una experiencia de encuentro con el Resucitado. Estamos
asumiendo que la vida sobrenatural es consecuencia de esta Praxis y que la
Gracia se aprecia desde la óptica de nuestra Liturgia y Rito con tinte y matiz
eminentemente salvífico.
La Pascua es
antecedida por la Cuaresma y en esa
misma dirección la Navidad es
preparada por el Adviento quedando a salvo la realidad salvífica de uno
y otro tiempo marcando así el ritmo de la vida eclesial tal y como la conocemos
y vivenciamos nosotros… La Madre de los bautizados se cuida de administrar y
conservar con total fidelidad el mandato de la Tradición y el aprovechamiento
espiritual de sus hijos que celebran durante este tiempo (Adviento) la Esperanza feliz del advenimiento del
Salvador convirtiéndose en fuente de
vida renovada constantemente por el Espiritu Santo. El tiempo de Adviento es un
momento de nuestra Liturgia que busca llamar a la reflexión y meditación en
primer lugar de nuestra vida teniendo como objetivo primordial el revisar y
actualizar nuestra relación con Dios, es decir, Adviento es sobre toda
consideración un tiempo relacional de carácter
histórico. Las prácticas que la piedad
popular adelanta son también la forma de explicitar y sensibilizar esta
Liturgia pero sin duda el objetivo es la Interioridad donde se efectúa la
transformación de nuestra realidad tanto pensada como creada.
SÍNTESIS SOBRE EL
ADVIENTO.
·
Tiempo
de Oración- Meditación- Conversión
·
Tiempo
de Reflexión concienzuda
·
Tiempo penitencial
·
Tiempo
de madurez en la fe y en sus consecuentes practicas
·
Tiempo
de Gracia e inserción en la cotidianidad del bautizado
·
Tiempo
de Esperanza feliz y segura
·
Tiempo
que antecede al nacimiento del Salvador
·
Tiempo
de Actualización en la vida sacramental
de la Iglesia
·
Tiempo
de Liturgia
·
Tiempo
de Compromiso y revisión de nuestro Pacto
bautismal
·
Tiempo
que espera en la certeza y coherencia de su Fe
·
Tiempo sin tiempo o medida según la
madurez del bautizado
·
Tiempo
relacional
·
Tiempo
de Adventus o anuncio de la Buena Nueva
·
Tiempo
de pensar en la Parusía personal
·
Tiempo que muestra a Cristo como el
Señor de nuestra historia y realidad transformada.
·
Establecido
formalmente en el Siglo VI para la Liturgia Universal.
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