EL JOVEN RICO… EL LLAMADO QUE INVOLUCRA A TODO BAUTIZADO (Mc 10:17-31).
La Escena Evangélica nos ofrece un
dialogo muy intenso y de gran contenido entre aquella persona “Joven” que como
sabemos implica más que una indicación de carácter Cronológico, la aseveración
de una necesaria Madurez Espiritual para asumir y vivir según las exigencias
del Evangelio enseñado por Jesús, es pues, la respuesta oportuna aquella que se
compadece de nuestra Madurez y crecimiento en el Camino del Evangelio, la
Riqueza que señala el Evangelio es sobre toda consideración una Riqueza Integral
que involucra todo lo que somos dentro y fuera de nosotros, no solo habla de
los apegos naturales, sino que indica la forma del vivir como Hijos de Dios y
en toda confianza de su Mano providente, es como decir que la Bondad de Dios se
concreta en cada situación que vivimos y viviremos al punto de hacerse donación
sin importar que tan “Ricos” somos y en que lo somos.
Aquel Hombre se plantea un Compromiso
de vida muy grande y Sublime pero tiene una serie de dificultades que son las
nuestras y no es precisamente la Riqueza como algunos creen sino mejor y más
complejo aun, es el Temor y la desconfianza de ponerse en manos de Cristo y
vivir para Él y la Realización de su proyecto de vida lejos de las seguridades
que esta vida nos ofrece… El único Modelo es conocido por todos se llama Evangelio, este Hombre que encarna a
cada Bautizado en su afán de vivir auténtica-mente su Fe, esos Bienes que atesoramos
son en Realidad los Dis-valores que nos cuestionan y llenan de “miedo” se
convierten el falta de Fe.
Si miramos los Mandamientos o Decálogo
de la Ley de Dios que cita el propio Jesús atienden casi que estrictamente a la
forma y modo de nuestras relaciones con quienes nos rodean, Jesús más que tocar
el “dinero” toca a la Persona y sus prioridades, y busca lo que es
verdaderamente valioso y vive en su Ser Interior, con razón exclamaría en
Hiponense: El Amor de Dios es mi peso, atiende
así a la verdadera Esencia del ser Humano y su capacidad de Trascender unido a
su Salvador en una dinámica de Prioridades que vencen al pecado y su
consecuencia la muerte eterna. Para concluir miremos las palabras del Redentor:
De cierto os digo que no hay nadie que
haya dejado casa o hermanos o hermanas o padre o madre o mujer o hijos o
tierras por causa mía y de mi Evangelio que no reciba cien veces más… (29) es
la Promesa del salvador y nuestra Realidad…
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