EL SEMBRADOR, PARABOLA
DE LA ESPERANZA CRISTIANA. (Lc 8,4s).
Jesús reúne muchas personas de distintas Ciudades,
cosa que desea mostrarnos Lc, progresivamente asociando esta masiva
participación del Pueblo con el futuro desenlace de Cristo en su Pasión, pero
que antes llega a muchos de su Nación, Judíos y no Judíos (Símbolo de
universalidad) “Habiéndose congregado muchas personas y viniendo a el de todas
las ciudades… “(4). Jesús acude a elementos propios de la Cultura en la que él
mismo participa, haciendo de la cotidianidad un muy valioso recurso en su
“Pedagogía Formativa” La Simiente
como principio Evangélico está constituida por la Palabra o Revelación Divina
que Jesús comparte con los suyos… Jeremías nos ilustra y pone en perspectiva
las palabras de Jesús “Porque así dice
Yahveh al hombre de Judá y Jerusalén, cultivad el barbecho y no sembréis sobre
cardos… Circuncidaos el prepucio del corazón” (4:3-4).
La Palabra es signo de Alianza porque instruye al
Creyente en la dinámica nueva de la Fe en Cristo, en palabras del Profeta y
sobre todo, en boca del Evangelista se transforma en fuente de “Unidad e Identidad con
Cristo, se convierte en Discípulo inspirado e instruido por su Espíritu” Cristo
es la ultima y plena Revelación del Padre a la Humanidad. La Fidelidad interior
al Mensaje es la respuesta coherente por parte de nosotros y nuestra Iglesia,
es el corazón el primer receptor de su Mensaje, es el corazón quien conserva y
medita sus instrucciones, actitud espiritual presente en la vida de la “Madre
de Jesús”, Lucas nos deja ver la necesidad de “Espiritualizar” la acción de la
Palabra y su contenido velado para algunos pero fructífero para otros, el campo
donde Cristo siembra es siempre el mismo, pero nuestra respuesta hace positiva
o negativa esta acción de Plantar la Gracia y la Salvación… El Mensaje Paulino
tomara sus bases en esta Visión de la Alianza y Conversión Interior del
creyente y solo para ilustrar esta Cuestión citamos a Pablo en (Rom 2:25-29;
1Cor 7,19; Gal: 5,6 o también consulta en Flp 3,3 entre otros).
Esta diferenciación entre quienes aceptan la supremacía
del Mensaje y sus frutos es planteada desde la “carne y el espíritu” por
Ezequiel en (44,7).
Retomando la
reflexión Luquiana encontramos que nuestros estados espirituales y anímicos son
determinantes para el Fruto de la “semilla plantada” nuestra responsabilidad
está latente cuando como Iglesia o familia cristiana escogemos la “calidad de
la Semilla” con la que edificaremos nuestra experiencia de fe y vida, la
Semilla que tu escoges potenciara tus cualidades o simplemente ignorara el
propósito de Dios Contigo y tu Mundo… Lucas nos habla de una Gradación que
implica el uso de la palabra hecha vida o para algunos mera
ilustración de lo religioso (8), Jesús nos explica el significado de sus
Parábolas (8:11-19), (Lucas sitúa esta
pericopa, en este espacio porque su despliegue le asegura un final ideal en
este conjunto de enseñanzas) para que lo puedas confrontar observa a Mc
3:31-35). “Creo en Cristo y en su
Evangelio porque me lo enseña la Iglesia” San Austin.
La Iglesia asume la gran responsabilidad de comunicar
el “Mensaje de Cristo” desde su experiencia y riqueza en el Espíritu, y cada
uno de nosotros nos hacemos Maestros de las palabras de Cristo, nos apoderamos
y empoderamos de sus enseñanzas y somos sus multiplicadores, su Palabra nos
hace sus Amigos y Discípulos (8:20-21)”Tu
Madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte. Pero Él les respondió:
Mi Madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y
la cumplen”. Nuestro deber es conocer y estudiar su Mensaje, no es posible
vivir un Cristianismo que ignore o desconozca el Evangelio, es pues la palabra
de Dios alimento y Fuente de gracia al alcance de todas y todos, hoy nos llama
el Señor a valorar las enseñanzas de la Iglesia como “Guardiana y Maestra de su
Palabra”.
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