martes, 18 de junio de 2013


EL SEMBRADOR, PARABOLA DE LA ESPERANZA CRISTIANA. (Lc 8,4s).

Jesús reúne muchas personas de distintas Ciudades, cosa que desea mostrarnos Lc, progresivamente asociando esta masiva participación del Pueblo con el futuro desenlace de Cristo en su Pasión, pero que antes llega a muchos de su Nación, Judíos y no Judíos (Símbolo de universalidad) “Habiéndose congregado muchas personas y viniendo a el de todas las ciudades… “(4). Jesús acude a elementos propios de la Cultura en la que él mismo participa, haciendo de la cotidianidad un muy valioso recurso en su “Pedagogía Formativa” La Simiente como principio Evangélico está constituida por la Palabra o Revelación Divina que Jesús comparte con los suyos… Jeremías nos ilustra y pone en perspectiva las palabras de Jesús “Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y Jerusalén, cultivad el barbecho y no sembréis sobre cardos… Circuncidaos el prepucio del corazón” (4:3-4).

La Palabra es signo de Alianza porque instruye al Creyente en la dinámica nueva de la Fe en Cristo, en palabras del Profeta y sobre todo, en boca del Evangelista se transforma en fuente de “Unidad e Identidad con Cristo, se convierte en Discípulo inspirado e instruido por su Espíritu” Cristo es la ultima y plena Revelación del Padre a la Humanidad. La Fidelidad interior al Mensaje es la respuesta coherente por parte de nosotros y nuestra Iglesia, es el corazón el primer receptor de su Mensaje, es el corazón quien conserva y medita sus instrucciones, actitud espiritual presente en la vida de la “Madre de Jesús”, Lucas nos deja ver la necesidad de “Espiritualizar” la acción de la Palabra y su contenido velado para algunos pero fructífero para otros, el campo donde Cristo siembra es siempre el mismo, pero nuestra respuesta hace positiva o negativa esta acción de Plantar la Gracia y la Salvación… El Mensaje Paulino tomara sus bases en esta Visión de la Alianza y Conversión Interior del creyente y solo para ilustrar esta Cuestión citamos a Pablo en (Rom 2:25-29; 1Cor 7,19; Gal: 5,6 o también consulta en Flp 3,3 entre otros).

Esta diferenciación entre quienes aceptan la supremacía del Mensaje y sus frutos es planteada desde la “carne y el espíritu” por Ezequiel en (44,7).

 Retomando la reflexión Luquiana encontramos que nuestros estados espirituales y anímicos son determinantes para el Fruto de la “semilla plantada” nuestra responsabilidad está latente cuando como Iglesia o familia cristiana escogemos la “calidad de la Semilla” con la que edificaremos nuestra experiencia de fe y vida, la Semilla que tu escoges potenciara tus cualidades o simplemente ignorara el propósito de Dios Contigo y tu Mundo… Lucas nos habla de una Gradación que implica el uso de la palabra hecha vida o para algunos  mera  ilustración de lo religioso (8), Jesús nos explica el significado de sus Parábolas  (8:11-19), (Lucas sitúa esta pericopa, en este espacio porque su despliegue le asegura un final ideal en este conjunto de enseñanzas) para que lo puedas confrontar observa a Mc 3:31-35). “Creo en Cristo y en su Evangelio porque me lo enseña la Iglesia” San Austin.

La Iglesia asume la gran responsabilidad de comunicar el “Mensaje de Cristo” desde su experiencia y riqueza en el Espíritu, y cada uno de nosotros nos hacemos Maestros de las palabras de Cristo, nos apoderamos y empoderamos de sus enseñanzas y somos sus multiplicadores, su Palabra nos hace sus Amigos y Discípulos (8:20-21)”Tu Madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte. Pero Él les respondió: Mi Madre y mis hermanos  son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen”. Nuestro deber es conocer y estudiar su Mensaje, no es posible vivir un Cristianismo que ignore o desconozca el Evangelio, es pues la palabra de Dios alimento y Fuente de gracia al alcance de todas y todos, hoy nos llama el Señor a valorar las enseñanzas de la Iglesia como “Guardiana y Maestra de su Palabra”.

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