COMPARAR SIEMPRE
ES INAPROPIADO… (Lucas capítulo 11 versiculos 14-22). JESÚS Y BELCEBÚ.
RESUMEN.
El mal no ofrece una solución
metafísica a su acontecer, pero si estamos de acuerdo en que sus
manifestaciones corresponden a la manera de actuar del ser humano. La condición
limitada del hombre y la mujer puede servir de vehículo material para el pecado
y el mal. Cuando el creyente habla del pecado o de Cristo como la antítesis de
este sin duda que lo hace pensando en la realidad que su vida puede describir
de la Gracia o la desgracia como ausencia de esta en su vida y acontecer. La némesis
de la Gracia más que el pecado, es la ausencia existencial de la ella como
factor salvífico probado y emigrado del amor de Dios a la persona de los bautizados.
El paso del amor de Cristo es pues fuente de toda Gracia y por ende
cuando el bautizado derrumba tal puente entonces la Gracia no puede continuar adentrándose
en su vida del creyente. La tesis de los judíos para comparar al Señor
con una deidad conocida y despreciada por ellos, nos referimos a Belcebú tiene
su origen en la más profunda negación de la Gracia de la que Jesús mismo procedía.
De facto no podemos suponer siquiera posible antítesis de esta tesis confusa y
malintencionada.
Belcebú: Conocido como el “señor de las moscas” es
uno de los 7 príncipes demoníacos. Su sobrenombre deriva del hecho de que en
su templo los animales sacrificados se dejaban en el piso para que se
pudrieran, lo que atraía a muchas moscas, este remoquete era sobre todo una
burla para los hebreos y entre ellos como era de esperarse al propio Señor. Las deidades cananeas y filisteas y en
general de otros pueblos vecinos recibían este nombre despectivo por parte de
la memoria religiosa de Israel. En la cultura puritana inglesa se
le consideraba como al mismo Lucifer. Al Oeste de Israel estas
deidades semíticas eran conocidas como “el señor” o Baal.
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El entorno socio-religioso
en el que se movía Jesús era bien complicado porque su postura siempre chocaba
con la tradición Judía, porque la forma en la que Jesús observa a las personas
se desprendía del fuerte contenido identitativo del común de su época… la
caridad por el próximo es esgrimida como antídoto contra las prácticas Judías
desprovistas de conciencia y humanidad “Estaba expulsando un demonio que
era mudo; sucedió qué, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo…
Algunos dijeron, por Belcebú, príncipe de los demonios expulsa demonios… Para
ponerle a prueba le pedían una señal” (14-17). Tal
actitud obedece a la imposibilidad de disfrutar la Gracia que aquel hombre
recibió como signo y símbolo de liberación; En nuestra experiencia de Fe cuenta
dejar actuar a Cristo sin agobiarlo con nuestras inseguridades o “dudas de
Fe”, el accionar de Dios se remite a la intimidad de nuestra aceptación y
reconocimiento, aquel hombre recuperó el habla, pero antes sin duda, recuperó
la capacidad de hablar desde su alma (lenguaje de la oración). El
milagro como manifestación sobrenatural tiene su raíz en la expresión de la
Voluntad salvífica de Dios, y tal manifestación necesita ser comprendida o
asimilada dentro del plan de vida de todos los involucrados, no se trata solo
de vencer una limitación natural física o espiritual sino el saber por que
razón esta es vencida. El lenguaje histórico de la Fe pone de relieve el poder
de asimilación de quien bajo el signo de una fuerte situación de vida reconoce
la injerencia del amor en su acontecer. La Fe pues, nos remite
inmediatamente a la liberación como causa eficiente de la manifestación del señorío
de Cristo.
Hay muchas personas que
esperan ver señales, pero desconocen la necesidad de amar las señales de la
cotidianidad donde se construye los verdaderos procesos de liberación del alma
y la conciencia del cristiano. Mover el intelecto
hacia la contemplación del paso de Dios por nuestras vidas nos permitirá
escudriñar cada día el Qué y el Cómo, o mejor aún (Qué crees y
cómo vives lo que crees), quienes se detienen en el análisis de la
influencia del mal o demonio en la vida del ser humano, muchas veces dejan
pasar lo maravilloso de la persona y los atributos que Dios le concede para ser
libre y edificar su reino, buscando “señales” y en lenguaje popular “milagros”
anulando grandemente la “responsabilidad personal en la propia Salvación, Juan María Vianney” . Recordemos que
somos en palabras de Pablo, el “pueblo mesiánico” comparar a Jesús no es
aceptable, vivirlo como Señor y Salvador es nuestro ideal. La realidad de nuestra
experiencia de Fe se fundamenta en el amor de Dios que es tangencial a toda
obra buena y por ende expresión inequívoca de camino salvífico a ser transitado
por los bautizados. La vivencia del amor nos deja en inmejorable posición para
vivir lo que en síntesis expresamos en la Fe de la Iglesia. La madurez de
la espiritualidad es un requisito por decirlo de esta forma para interactuar en
la realidad de lo sobrenatural y sentirnos parte de ella como proceso de
sanación y liberación integral.
Regresando a nuestro
punto de partida es bueno clarificar el término Belcebú, sobre el cual
encontramos algunas hipótesis que nos pueden contextualizar en esta reflexión… nombre
de un dios filisteo cuyo posible culto se remonta a la ciudad de Ecrón a unas
25 millas al Oeste de Jerusalén, y sobre el mismo citamos a (2 Reyes capítulo 1 versiculo 2) durante el reinado
de Ocozías, miremos el Texto Sagrado de Tradición “Envió mensajeros a los
que dijo: Id a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón, si sobreviviré a esta
desgracia…” Su nombre traduce “señor de las moscas” más
relacionado con las condiciones climáticas y geográficas de su entorno que una
aproximación sobrenatural, este concepto coge cuerpo teológico en ( Marcos capítulo 3 versiculos 22-27), y su paralelo (Lucas
capítulo 11 versiculos 14-23), Satanás
nombre empleado por (Mateo capítulo 12 versiculos 24-29 y Marcos), es en la posterior
reflexión todo lo contrario a Cristo y sus acciones liberadoras, ellos hacen
diferenciación entre el autor de nuestra libertad verdadera y Satanás, siempre
contrario al pueblo mesiánico y su nuevo y definitivo orden, Cristo, pero la
fortaleza del hombre ante el mal es también figura en Isaías de nuevos
tiempos, miremos… “Sí, al valiente se le quitará el prisionero, y la
presa del guerrero se escapará…Y a tus Hijos Yo salvaré…” (capitulo 49
versiculos 24-25). En el profeta es claro que la acción Divina estará
acompañada de alegría y liberación y que estas expresiones son figura del
definitivo orden que derrotará al pecado y sus consecuencias, el ser ontológico
está llamado a reescribir su historia personal y transformación escatológica…
Parafraseando a Pablo, “Nuevas creaturas en Cristo”, la lucha
espiritual asume distintas formas y figuras desde el Intelecto hasta la acción.
Cristo nos invita a vivir este “nuevo orden”, nos invita asumiendo lo
anterior, a ser “Creaturas Nuevas”, que es para nosotros la “Intimación
de la Voluntad salvífica de Dios sobre el hombre”. Ya Tomás De Aquino lo expresaría “Dios
no espera a que seamos inocentes, sino que nos limpia y nos ama”. “Venid,
catemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca que nos Salva… vayamos ante Él,
aclamémosle con Salmos”. (Salmo 95, invitatorio en la santificación de
las horas y los días).
Lutero,
orienta su discurso sobre la Gracia en orden a salvaguardar la libertad del hombre
y la Voluntad Salvífica de Dios, pero en tal propuesta supone siempre la
libertad del ser humano frente a Dios (Libre Albedrío Agustiniano) al asegurar que “El
pecado es un acto de soberbia y voluntario por demás en el ser humano” a su vez nos asegura que la Naturaleza Humana
está siendo constantemente santificada por “lo de Dios que hay en ella”,
como su maestro Agustín separa (Dicotomía) la sustancia
del cuerpo frente a los vicios que retrasan el proyecto de vida del creyente,
el mal no tiene en Lutero la connotación del Puritanismo posterior,
no lo acepta como ente y lo determina como carente de identidad dejando con
total claridad la importancia de la responsabilidad personal (acto humano)
y la intencionalidad que aporta en última instancia el móvil como tal, sin
dejar fuera la “debilidad” de la naturaleza humana que aunque hace su
opción fundamental por Cristo sigue herida por el pecado y sus consecuencias
siempre se experimentaran, no está indicando el autor de la reforma una
realidad alterna (Gracia- pecado) persistente en el hombre sino lo que
el propio Pablo indica cuando afirma que “Aun hago lo que no quiero”
(Romanos capítulo 7 versículo 15)
el Hombre Interior y no una característica ontológica como tal, puesto que la configuración esencial de la naturaleza
y persona humanas fue restaurada el daño
está hecho y nunca en esta realidad podrá superar sus huellas (pesimismo luterano).
La Misión de Cristo fue sembrar en nosotros el amor
perdido, puesto que el pecado ocasiona en nosotros la perdida y el daño de
nuestra verdadera naturaleza y su único fin la unión con Dios, gracias a esta
enfermedad Dios muestra su amor en nosotros (Fulgencio de Ruspe 467- 533,
Concilio de Orange 529). El amor reparador de Dios llega a su culmen en la
cruz y en la consecuente Redención con el triunfo justificador de Cristo, es
por antonomasia, la materialización del amor de Dios en su Verbo Encarnado…
Doctrina de los Santos PP. de la Iglesia.
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