jueves, 8 de agosto de 2019

NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS...


NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Isaías capitulo 1 versículos 1, 10-20. Salmo 50: 1-8, 23-24. Hebreos capitulo 11 versículos 1-3, 8-16. Lucas capitulo 12 versículos 32-40.


Donde esté vuestro tesoro, allí estará tu corazón. Lucas nos ilustra convenientemente el concepto de religión que posee y quiere explicitar a sus hermanos judíos y aquellos convertidos al cristianismo. Las riquezas no son malas pero el poseerlas y amarlas más que a la praxis cristina si se constituye en un problema de suprema complejidad y por ende nada conveniente para el corazón del discípulo de todas las épocas. El corazón es el símbolo de la relación más intima que se puede tener con Cristo y si los bienes y preocupaciones de este mundo ocupan su espacio entonces no habrá lugar para el propio Señor. Las riquezas se poseen no son ellas quienes nos puedan poseer, de presentarse esta situación entonces el daño a nivel esencial es grande en la vida del bautizado. El poder que generan las riquezas debe ser manejado cristianamente y no como lo hace el mundo. Lucas lleva esta connotación a otro nivel cuando introduce la interioridad en el poseer o ser dueño de algo, esta realidad no aplica a la persona cuya propiedad es reclamada por el propio Cristo y su Iglesia por medio del santo Bautismo.

Los tesoros que sobresalen en la vida del creyente son aquellos que no se acumulan en bancos u objetos cuyo valor es fijado de manera arbitraria por la economía en nuestras distintas sociedades y culturas, el tesoro realmente importante es aquel cuyo garante será el propio Señor. No se trata de un poseer vacío sino de un tener lo indispensable para promover la vida y la familia según las características de su entorno. Las riquezas cuando dan al ser humano (discípulo actual) seguridad y suficiencia entonces le hacen ver a un Dios lejano del que no necesita nada. Esta dinámica nos introduce en una relación nominal cuyo conocimiento carece de intimidad y alegría de estar en contacto con el Dios amado y añorado. Dar el corazón al mundo implica clausurarlo para el propio Señor. Esperamos al Señor (ser llamados a su presencia) esto ultimo trae una connotación bien particular y la cual nos señala la propia temporalidad de nuestra existencia y el compromiso de todo discípulo actual de estar preparado según su vida y condición espiritual. No podemos creer que el mundo nos concederá la plenitud tanto en el tener como en el ser, estos valores absolutos escapan del mundo y su realidad material como sensorial. La vida que podemos edificar debe poseer las connotaciones necesarias para ser plena y totalizante guardando estrecha relación entre lo físico y lo espiritual.

Dar gracias a Dios de manera activa y vital es parte de esa preparación para darle el justo valor al mundo y sus contenidos sin dejar de pensar en un Reino al que estamos llamados por Gracia de Dios y no por merito alguno de parte nuestra. Estemos pues preparados para vivir conforme al Evangelio y poner por obra sus valores todos ellos cargados de eternidad. Lucas ve la inmediatez de esta relación salvífica, y es su afán sin duda el que los discípulos actuales nos demos cuenta sobre el valor de lo sobrenatural y como esto ultimo hace parte de nuestra gran aspiración a entrar en un Reino eterno. Aquí hermanos la praxis evangélica es la llamada a avivar todas nuestras vivencias de Fe en el Dios resucitado y resucitador. Asumamos pues una condición informada por la Gracia y el amor, asumamos una condición de vida movida por su Espíritu y cuyos frutos son la posibilidad real de una vida conforme al Dios de la vida. Estar preparados es la consigna de vida de todo discípulo y solo una vida ordenada refrendará tal llamado del Señor a entrar en su Reino, no vivimos solo para el mundo no sea que el mundo viva en nosotros y no Cristo. No sabemos cuando será nuestro llamado por lo tanto vivimos siempre listos, como en la milicia para asumir nuestro compromiso porque todo bautizado es directamente responsable de su propia salvación, este compromiso es ineludible para el creyente.  La concepción de “limosna” que nos trae la visión Lucana es distinta al mero hecho de dar de lo que tenemos, implica dar cabida al otro y su realidad en nosotros y nuestra conciencia sobre el sufrimiento y limitación humana. El pecado hace esclavos en pleno siglo XXI y solo en Cristo esas cadenas podrán ser destruidas y anulado ese estatuto de dominio.

El Texto Isainiano, nos recuerda que el verdadero culto a Dios brota del corazón del bautizado y no solo de una serie de formulas ritualistas para exaltar el momento anímico de los bautizados, esto último, en nuestro caso. Nuestra adoración debe ser el reflejo de la vida espiritual y toda su interioridad de lo contrario simplemente será una respuesta de índole mediática a un momento emocional, la justicia del amor de Dios reclama muchísimo más que eso, reclama una verdadera relación de intimidad y trascendencia. El culto verdadero debe brotar del corazón amante de su Dios. Esta religión verdadera es la que reclama tanto el profeta como el Evangelio. Una autentica relación de amor y entrega. Los pecados no serán un obstáculo insalvable ya que su amor podrá quitarlos para dar paso en nosotros al “imperio de su Gracia”. Esto ultimo nos indica Isaías en:

18. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh - Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán

El pecado como primer escollo es superado por el llamado amoroso de Dios al corazón de su discípulo de todas las épocas, es un eco existencial que nos mueve a actuar con absoluta conciencia siendo dueños de nosotros mismos y no dejando nuestro ser al mundo. El profeta sabe de las implicancias de una aceptación frontal de nuestra Fe en el Dios que llama a su plenitud y por ende intuye la existencia de un Reino.
El Salmo 50, citado en la Liturgia de la Palabra de este domingo (IX después de Pentecostés) se mueve en la misma dirección, Dios rechaza el culto ritual cuando este está lejos de la verdadera condición discipular.  Cuando se cree con la boca y no con el corazón, las acciones sin amor son vacías y las repudia Dios.

El autor de loshebreos” nos recuerda muy a su estilo que por medio de la Fe creemos en lo que sucederá una vez abandonemos el mundo y por la no praxis de nuestra Fe en Cristo también se recibirá algo totalmente opuesto a la salvación. La Fe es fundamental en el andamiaje espiritual del discípulo actual. El modelo es Abraham una Fe que implica salir de la comodidad de nuestro mundo para asumir las condiciones de una vida moldeada por Dios cuyo fin es la eternidad, aunque suene contraria al orden conocido. Noé es otro personaje cuyo modelo de Fe le permitió iniciar un proyecto descabellado para su época y aun así lo logró al poner su esperanza tan solo en Dios. De la misma manera su ejemplo abarca a más personajes bíblicos del (A.T) es un intento maravilloso por darnos la esperanza de afirmar que otros pudieron y nosotros tenemos aun más que ellos para lograrlo, porque el propio Cristo está a nuestro lado en una relación de absoluta intimidad espiritual.

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