miércoles, 26 de junio de 2019

SEGUNDA PARTE... PENTECOSTÉS Y UNA RESPUESTA EN EL PRESENTE...


PENTECOSTÉS Y UNA RESPUESTA METAFÍSICA EN EL PRESENTE.



PARTE DOS.



La realidad del presente siglo y el desmonte de estructuras religiosas y conceptos que parecían anclados para siempre, hoy nos permite concluir con certeza sobre la necesidad de estructurar un discurso clave donde el pasado en términos humanos no sea desmontado totalmente, al menos en las percepciones de nuestra praxis de Fe. Pentecostés bajo el concepto de su permanencia y vitalidad no puede hacerse literalmente al lado del acontecer humano y por ende social y cultural. Hoy como hace tanto tiempo en el pasado, su actualidad no entra en discusión, pero si requerimos de una retorica que pueda entroncar con el presente sin desconocer sus conceptos originales. La exposición de una metafísica coherente que se argumente vital desde la postura misma de su condición sobrenatural nos da la seguridad de estar dibujando en el presente las bases perennes de un acontecimiento que no se quedó solo en la percepción de los amigos del Redentor, sino que trascendió por distintos escenarios y en distintas latitudes.

Pentecostés supera los lineamientos interpretativos al punto de necesitar una renovada hermenéutica que pueda ubicarlo como fenómeno de Fe en acontecimientos del hoy de nuestra historia, limitar Pentecostés a los tiempos apostólicos es limitar su continuidad histórica y trascendente en la conciencia de la Iglesia como Institución y en el vivir de los bautizados como hijos de ella. Los tiempos cambian más no la concepción de la atemporalidad de las manifestaciones de nuestras creencias. La expresión de una metafísica renovada nos permite ver en Pentecostés la suma de acontecimientos cuya valía entra en las distintas épocas de la humanidad creyente, no podemos suponer un quietismo exacerbado en cuanto a sus lineamientos estructurales, más si podemos suponer que la dinámica del misterio materializado en la Iglesia recobra su vigor en las distintas manifestaciones de su historicidad como Institución parida durante aquel misterio salvífico. La causalidad que descubrimos en sus manifestaciones es de suma complejidad, pero puede ser debelada gracias a la presencia del Espíritu Santo, el pasado es transformado vitalmente por un discurso cuya sindéresis se puede percibir como necesaria para la justificación de sus principios.  

Pentecostés desde el hoy de nuestra historia adquiere un matiz controversial si se quiere y esto por parte de tantos y tantos fenómenos religiosos que se adentran en la psique de los creyentes generando una serie de manifestaciones que pueden  aflorar una especie de alter-ego supra relacional, es decir, toma forma no una revelación de vida espiritual sino un poderoso detonante de problemas y percepciones apriorísticas muchas veces fruto de situaciones e imaginarios personales de quienes dicen experimentar tal manifestación trascendente.

La supra aprehensión de sus contenidos no es otra cosa que atribuir a un estado espiritual fenómenos propios de la realidad social y cultural de los creyentes o congregantes. La connotación histórica de Pentecostés le debe ubicar por encima de tales manifestaciones. El Espíritu no esta en las profundidades del alma creyente, este llega por medio de la acción renovadora de Cristo al “Soplar” sobre sus discípulos. La plenitud del Espíritu de Dios solo puede dar vida abundante y destinada a la eternidad. Tal plenitud solo es posible en un alma que sigue el modelo de Cristo el absoluto poseedor de esta maravillosa voluntad salvífica, como bautizados debemos reconocer su influjo y vivir de cara a su presencia, es un sentir los tiempos nuevos y vivirlos como criaturas nuevas, no se trata solo de manifestaciones latentes sino también de una vida coherente que construye un Ethos actualizado de la presencia de Pentecostés en su realidad cotidiana. Pentecostés como fenómeno amoroso de Dios nos prepara para vivir en las categorías de la perfecta Paz, miremos sus binomios esenciales:

A-    Hombres y Mujeres espirituales por la acción dinámica del Espíritu Santo.

La connotación de nuestro Ethos social y cultural se antropiza constantemente y gracias a la presencia del Espíritu Santo, por medio de sus dones y frutos es posible sentir el crecimiento en la Fe que se revela como una nueva actitud ante la vida en todas sus formas. Tal radicalidad se puede percibir en la coherencia de vida como agregábamos anteriormente. Ser espirituales implica una dinámica de vida y por consiguiente de despliegue de valores distintos a los promulgados por el mundo y sus escenarios antagónicos. La comunidad humana compuesta por hombres y mujeres de distintas edades e intereses necesita ser animada por el Espíritu de Dios y su realidad antagónica al mundo y su intríngulis. La connotación de humanidad toda ella, es proclive de ser trasformada por el influjo de la Gracia entrando en la historia tanto personal como del colectivo que sufre su influjo. Pentecostés renueva las estructuras de la sociedad y su cultura. La renovación imprime carácter de “Nuevo” gracias al Espíritu que hace nuevas todas las cosas. Cristo aparece pues como el modelo a seguir en consumación de todos los valores y su trascendencia, Cristo se convierte en el “Camino” que nos lleva a la realización del ideal de una vida y una Iglesia movida por el Espíritu… Tal afirmación entra de lleno en el dinamismo de esta maravillosa presencia que establece el Reino soberano de Dios entre nosotros y nos muestra así la ruta la plenitud de nuestra Fe y su accionar en medio del mundo y sus categorías de conocimiento, Jesús en su discurso mostró a sus discípulos la necesidad de “tomar distancia” en relación con el mundo, visto en su expresión desde la perspectiva de las relaciones fundadas por fuera del influjo de la Gracia (Conf. Juan capitulo 17 versículos 1 y ss.). El poder totalizante del amor de Dios es también un bello sinónimo de Pentecostés en el ámbito eclesial.

B-    Seres de Paz.

El fundamento de la Paz adquiere en Cristo resucitado una dimensión escatológica propio de los “Nuevos tiempos” de aquellos que son fruto del accionar de Pentecostés en la vida y obra de los bautizados. Tal categoría dinamiza toda la vida y sus contenidos relacionales impregnando lo que somos y vivimos frontalmente. Dios no se queda fuera de nuestra condición redimida, por el contrario, es su amor quien genera tal posibilidad y la concretiza en las categorías tiempo espaciales de nuestra respuesta al influjo de la Gracia. Seres de Paz es una definición de la naturaleza humana cambiando su entorno y modificando, por ende, los comportamientos carentes de sentido y paradójicamente de humanidad. Ser hombres y mujeres de Paz implica una actitud completamente distinta y coherente frente a la realidad que estamos a diario convirtiendo en signo palpable de nuestra humanidad. La Paz entregada por Cristo es uno de los primeros dones mesiánicos trasformados por su Resurrección y dotados así de la potencia de la Gracia para su historización en la vida y obra de los bautizados. El conflicto visto desde el acontecer de Pentecostés es signo de la mas absurda “incivilidad” del ser humano. De una pobre y negativa respuesta al modelo evangélico enseñado por el Redentor de la creación. La Paz que el bautizado vive y debe cultivar encuentra su razón de ser en el testimonio sereno de un Dios humanado y resucitado. No podemos hablar de Paz cuando el alma es presa de la degradación y por ende del envilecimiento del pecado y sus estructuras, él mal busca arrebatar la Paz porque ella es signo del triunfo amoroso de Cristo. La confrontación con nuestro entorno es constante y si una espiritualidad responsable y madura la tentación por vivir y pensar en las categorías del mundo es muy fuerte, el clérigo como referente de Fe y Testimonio debe vivir bajo la sombra protectora de la Gracia. Debemos saber de Paz y expresarla aun en las cosas más insignificantes de la vida, debemos saber materializar la Paz, también nuestro lenguaje cotidiano.  Si hablamos de configuración esencial de la existencia humana tenemos que hablar como es apenas natural de la experiencia con el Dios revelado, sin esto último ¿quién podría pensar en la trascendencia de su propia vida? Es apenas uno de muchos interrogantes que anidan En el alma de los bautizados, es apenas un “mojón” que nos advierte de la necesidad de la introspección para conocer en profundidad de nosotros mismos. La Paz es un estado de cosas que equilibra generando Ataraxia o Armonía en el corazón de quien la posee y que trivializando la terminología evangélica diremos: es un Tesoro, una Perla, un Talento, una Dracma, una Mina, una Semilla de Mostaza… y mucho más. Una serie de valores que son importantes en la vida de los creyentes y que referencia la Paz que procede de Dios resucitador de nuestra humanidad.

C-    Seres conocedores de Paz.

En este apartado evidenciamos las consecuencias de conocer positivamente la Paz esencial a la humanidad redimida. Asumiendo un estado de vida que conduce sin esfuerzo alguno a la realización del ideal cristiano en el plano relacional cuya referencia directa es el otro y su intríngulis. Conocer la Paz implica vivir bajo su influjo y saber atesorar sus consecuencias, quien vive la Paz del Señor reconocerá fácilmente la presencia de los dones de su Espíritu y uno de ellos es Pentecostés.  Como don se enclava en la psique de los bautizados guiando su caminar y experiencia con la Trinidad Económica, es decir, con las acciones salvíficas de Dios en nosotros. Conocer la Paz es vivir bajo un modelo de sociedad que se alimenta del amor como referencia del otro y una cultura de la vida que distingue y protege la vida en todas sus formas evitando el sufrimiento de la creación… este dolor es introducido por el pecado y para poder superarlo debemos vivir en un perenne Pentecostés. La formación y estructuración de un Ethos que reconozca la Paz en sus estructuras de convivencia y en sus valores es la clave para establecer un principio de reciprocidad frente al don amoroso de Pentecostés. El modelo eclesial anglicano descansa sobre la revelación de un Dios Trinidad y todo lo que ello implica en el devenir de las tradiciones de la Iglesia. Es una respuesta totalizante a la vida y a las estructuras donde esta se recrea. Nuestro discernimiento debe caminar por la ruta de la aceptación del otro en su realidad y/o circunstancia de vida.  Un caminar que juntos edifica una cultura respetuosa de las libertades e individualidades de los bautizados. La represión no tiene sentido si estamos hablando de un ente social y cultural estructurado a la luz del Evangelio de Cristo. Nuestros presupuestos ético-morales no se quedan cortos, por el contrario, tienen la fuerza dialéctica de explicitar la Voluntad salvífica de Dios en su Adorado Hijo y revelado como tal en la plenitud de nuestro Pentecostés. La Comunión Anglicana puede afirmar categóricamente que vive su eterno Pentecostés como respuesta al Dios revelado en acciones de índole salvíficas. 

D-    Seres que viven en Paz.

Los puntos en cuestión ya abordados (A-B-C y ahora D) son en síntesis el compendio de nuestra respuesta al mundo construido sobre el ideal del Evangelio y por ende en una constante madurez que nos permite decir y diferenciar entre el YA y el AHORA de la manifestación salvífica de Dios en cada uno de los bautizados. Las conclusiones de estos apartados de nuestra reflexión se funden en la percepción de un estilo de vida en cuya militancia se encuentre inserto necesariamente que es lo mismo que decir, intrínsecamente la Voluntad salvífica de Dios. La connotación de la revelación en Pentecostés se llena de alegría e identidad en orden a los fundamentos de la Gracia  en el fenómeno descrito por Lucas en el libro de Hechos de los Apóstoles. La postura inicial de asombro fue convertida luego en la vivencia cotidiana de la Paz y los demás dones recibidos por la Gracia de la Causa Eficiente de la revelación y por ende de la Voluntad Salvífica de Dios. Vivir en Paz implica armonía en la manera de enfrentar la realidad del mundo y las acciones que en el adelantamos para sobrevivir y edificar una existencia. Pentecostés nos habitúa a vivir de cara al Evangelio y sus compromisos.  Es para el bautizado la posibilidad de generar una cultura viva que luche contra las enajenaciones del pecado en todas sus formas y estructuras… La garantía del triunfo es la presencia de nuestro perenne Pentecostés. Quien vive en la Paz de Pentecostés posee un discurso que brinda confianza y esperanza convirtiéndose en multiplicador de estos dones recibidos, el Libre Albedrío se experimenta por medio del accionar de la Gracia en la conciencia y psique del bautizado. La realidad segmentada de nuestras acciones se articula perfectamente en el otro y su circunstancia sin que medie ausencia de la configuración eclesial por medio de su norma y doctrina, nos referimos a sus cánones y enseñanzas. La sociedad necesita del ejemplo y empoderamiento de los bautizados sembrando de esperanza el diario acontecer. Un Evangelio convertido en historia y a la vez en actualidad. No podemos percibir la Gracia solamente en la interioridad de nuestra espiritualidad, también esta se refleja en la configuración de una moral solida e iluminada tanto por el Decálogo como por las enseñanzas del Evangelio. La distinción del bautizado Episcopal y como tal anglicano es clara, se traduce en una existencia coherente, defensora de los valores cristianos, y proclive a la Paz, no es posible que un Episcopal sea sujeto de escándalo o conflicto en su entorno, eso ultimo solo puede evidenciar ausencia de conocimiento de su propia Iglesia. La Justicia es otro de los componentes intrínsecos de Pentecostés en el bautizado, hoy se habla de “Unción” con una libertad existencial tal que se ha trivializado su contenido y deja de ser sobrenatural para convertirse en una respuesta emotiva que toca la psique e intríngulis  del creyente. La Unción vista como respuesta a Pentecostés debe sembrar en nosotros la Valentía como en los Apóstoles para anunciar aun en los escenarios más hostiles el triunfo de Cristo, como quien dice, sin Pentecostés no hay testimonio autentico de Cristo resucitado en nuestras vidas… Hoy las Glosolalias no significan los mismo que en su época, estas son signo de una liturgia y revelación arcaica en la génesis de la Iglesia. La dimensión ontológica del presente nos hace ver con determinación la incidencia de una transformación que toca todas las estructuras de la persona, incluso la intelectiva que le permite al bautizado asumir coherentemente sus contenidos.  Resumiendo, en unidades lingüísticas (gramática) los contenidos de los puntos (A-B-C-D).


Espiritualidad
Dinamismo
Justicia
Ethos
Realidad
Ética cristiana
Moral cristiana
Amor
Libertad
Interioridad
Pentecostés
Gracia
Pecado
Introspección
Glosolalia
Esperanza
Amor
Revelación
Unción
Episcopal…


 PENTECOSTÉS Y TRANS-MODERNISMO.


La cultura del presente parece que desde hace tiempo agotó sus fundamentos a tal punto que las necesidades se manifestaron y fueron dibujadas en el horizonte cultural de las sociedades. El prefijo TRANS de su significación latina diremos “después o detrás de” lo que supone dialécticamente un antecedente ya superado o un dinamismo que se ubica por sobre las concepciones anteriores a este. El modelo social anterior agota sus postulados y la necesaria respuesta en una cultura no dogmática es precisamente la crisis dialéctica que inunda la concepción de realidad de las personas.

La sociedad de los últimos dos siglos ha producido una serie de cambios aventajados no descritos o plasmados al menos 3000 años antes, hemos caminado en POS  de la realidad abarcante pero reflexionada en las operaciones tanto de la conciencia   como de la psique, hoy está de moda el trans-humanar  como el medio de la dialéctica que actualiza el problema de la comunicación, la convivencia, la ciencia, la religión, la política y  cultura, entre otros, estamos viendo como el mundo se sucede misteriosamente y las distancias cada día son paradójicas porque  queremos ir a Júpiter y a Marte, pero necesitamos visa para visitar al vecino del continente”, la relatividad se apodero de las  relaciones humanas, ya es más fácil comprar un auto de un millón de dólares que asegurar el desayuno de 20 niños al menos por un día, los llamados estándares de la calidad de vida tocan niveles insospechados y creamos gracias a ello niveles de lo subnormal haciendo del mundo una realidad dimensional donde viven ricos y pobres en los llamados primer y tercer mundo, ahora en Londres hay restaurantes donde el menú cuesta lo que costaría una casa en Dominicana o Colombia y solo una comida que no cambia la realidad de su consumidor,  hasta hace un siglo consumíamos 2000 artículos por año, en la actualidad consumimos cerca de 50.000 productos y subproductos, el postmodernismo parece no tener limite o conformidad con la realidad misma…

El postmodernismo, retoma las banderas de cambio en el sistema de pensamiento que a nivel global asume la ausencia del modernismo pero bajo una primicia bien distinta si se quiere fruto de las guerras mundiales y de la estéril respuesta de los modelos éticos-morales y religiosos como  sociales,  los llamados META-RELATOS como expresión de tiranía y alienación  por los que el modelo postmodernista los rechaza tajantemente, pero haciendo algo de historia diremos que en la década de los 50s del siglo anterior nace en Europa el postmodernismo en las sociedades industrializadas en el contexto de la postguerra o reconstrucción de Europa y ante la crisis que supuso el derrumbamiento de sus viejos modelos y estandartes. La mentalidad de este tiempo está enmarcada en la necesidad de la independencia frente a los modelos de autoridad y política que para el postmodernismo rayan en la tiranía de ideologías que peligrosamente cercan a la humanidad y la conducen por periodos de oscuridad racional porque no solo es ver la ciencia como clave del desarrollo sino convertirse en consumidor bajo pretexto de mejorar la calidad de vida en las grandes ciudades, nosotros reconocemos que el absolutista puede vestirse de bondad y necesidad y es capaz de dar pero tarde o temprano termina arrebatando más de lo que inicialmente nos dio, en este panorama encontramos la vida eclesial que necesita literalmente enseñar a Cristo resucitado pero que las personas confunden con una tendencia de dominio y alienación, nosotros al manifestar el triunfo de la vida resucitada tenemos como primicia formal a su autor, el resucitado por antonomasia, y esta referencia no siempre es bien vista en el mundo, es una referencia cuyo discurso contradice los valores del individuo que preconiza el postmodernismo, estos valores son en esencia la respuesta al avasallamiento que el postmodernismo ve en los discursos religiosos de su época, es útil mirar el nexo filosófico que desemboca posteriormente en este periodo de nuestra historia y apreciar los aportes y tendencias que sin duda originan nuestras posturas en pleno siglo XXI sin asumir necesariamente la validez de ellas o de algunas.

Los relatos agotaron la construcción de imaginarios y por ende la generación de nuevos Ethos en el panorama social y cultural de nuestro entorno. Hablar hoy de Pentecostés parece una empresa de difícil entendimiento para quienes pueden escuchar nuestro discurso. La comprensión y su intelecto puede recrear imágenes en una cultura visual como la nuestra, en un medio tecnológico donde la realidad se funde con la fantasía haciendo ver solo una cara de la moneda presente… Los paradigmas cambian y con ellos llegan muevas formas de aprehensión de la realidad.

Es contundente la interpretación sobrenatural en un medio natural-automatizado, donde la respuesta tiempo espacial es inmediata y no apriorística a pesar de su inmediatez.  Hoy a diferencia de las épocas apostólicas o de las vivencias de los Santos PP. de la Iglesia.  La interpretación de Pentecostés lucha por encajar en un orden nuevo, hoy vemos como la revelación se hace en la perspectiva de la realidad y sus estereotipos nos plantean retos para entrar en su entorno somático… La antropización de los medios sociales y culturales se aferran duramente al concepto de libertad y autodeterminación y llegan a pensar que la praxis religiosa es un riesgo para las concepciones laicales de un estado que se auto-determina bajo el concepto de su pluralidad exacerbada. No se trata de ser liberales u ortodoxos en la exposición de los Ethos eclesiales del presente, simplemente vemos tales posturas desde una nueva percepción de la realidad presente. No podemos perder de vista que somos como Iglesia fruto de la in-movible voluntad salvífica de Dios, y tal acción de su amor por nosotros no puede ser limitada en el tiempo. Hoy también podemos hablar de una dinámica ontológica que supera la esencia de la evolución del ser en cuanto tal, o mejor aún, del bautizado en cuanto tal, por los medios y presencia de la Gracia en su vida. La Gracia actúa de manera misteriosa, pero se transforma en una contundente estructura antropizada al influir positivamente en nosotros. Esta expresión no implica de ninguna manera perdida de su identidad u origen Divino, en esta dirección camina la Iglesia cuando fija su postura frente a los temas o asuntos álgidos del presente, estar en el mundo implica un compromiso de índole testimonial con quienes en ella vivimos nuestra Fe en el Dios revelado. Las fronteras actuales desarrollan su propia comprensión intelectiva y su propia teoría del conocimiento, estamos viendo una epistemóloga distinta a como fue en los comienzos del cristianismo. Agustín de Hipona asistió a la muerte del mundo clásico y por ende antiguo, hoy nosotros no somos los últimos como Boecio el ultimo de los romanos, pero si podemos decir que nuestro mundo sufre cambios a ritmo super veloz y que la percepción del tiempo supera ya la cronología para dejar en nuestras vidas un sabor emotivo de su paso contundente. Somos más viejos con la misma edad de lo que fue Agustín con la suya,  o que decir del último de los romanos, hemos visto morir  el mundo griego y el romano, vimos encender la luz durante el oscurantismo, superamos la Edad Media, (Alta y Baja) el Renacimiento, el Barroco, el Rococo, la Ilustración y el Empirismo de los maestros ingleses, vimos nacer el Materialismo Histórico, el Idealismo, el Ateísmo formal, supimos del Existencialismo y el Personalismo, del Relativismo, disertamos sobre el Dogmatismo, en Colombia nació una mutación del Existencialismo y lo llamamos “Nadaísmo” sufrimos el influjo del Modernismo, el Social-nacionalismo alemán ( Hitler) sobrevivimos a Stalin y a Trujillo, Pinochet, y a tantos más, a la violencia partidista en Colombia, al Trans-modernismo, al Colonialismo, al Trans-colonialismo, al celular, y Pentecostés sigue y seguirá siendo MOVIMIENTO AMOROSO DEL DIOS ACTO PURO  INMANENTE EN SU AMOR Y GRACIA… Testigos fuimos en potencia y figura por nuestra Madre la Santa Iglesia del Sepulcro vacío y del Ascendido a los cielos, y sigue reinando Pentecostés en nosotros. Amén…


EL FENÓMENO DE LA RESURRECCIÓN... ES EL FENÓMENO DE LA HUMANIDAD QUE BUSCA SER TRASCENDIDA.


  Que aunque no lo manifieste abiertamente se sabe de su gran necesidad para tomar esta decisión, aunque el mundo no lo reconozca abiertamente cada una de sus crisis apunta al  efecto de su autonomía Moral y Ética, lo que no implica viciar el acto mismo de la humanidad pero si la respuesta independiente de algunos por sobre la soberanía y bienestar de todos, somos una institución humanista y no podemos perder de vista este postulado, estamos presente en el mundo y conocemos su realidad, la misma que nos toca fuertemente y  que puede hacernos dudar sobre nuestra propia Fe, dudar en la dinámica del hacer bajo lo creído y vivir bajo lo creíble, en esta carrera de esperanza la Madre Iglesia lleva en sus brazos el trofeo para sus hijos los bautizados, en esta carrera de nuestra Fe en el Dios de la vida la Madre de los bautizados es la PRIMERA TESTIGA DEL RESUCITADO Y SU RESURRECCIÓN,  y ella nos conduce bajo la presión de este mundo, entendemos por mundo el “escenario de Realidades tanto positivas como negativas pero componente esencial de nuestras vidas” el Testimonio de la Iglesia le “Obliga” a acoger a sus hijos y asistirlos en cualquier experiencia que estos estén atravesando por eso la Madre no puede abandonar el mundo no al menos hasta reunir a todos sus hijos  y llevarlos con ella a la presencia del Padre Dios, en la Eclesiología del Hiponense rescato estas bellas palabras: “Creo en Cristo y en su Evangelio porque me lo enseña la Madre Iglesia” este Magisterio de la Iglesia es vital para nosotros y la humanidad, sin ella sería imposible reconocer su Gracia y presencia, ella es la fiel esposa del resucitado,  así es vista por el apóstol Pablo, así es vista por los Santos  PP. de la Iglesia. Es este un maravilloso fruto de la Resurrección de su Señor y Salvador.
 El mundo actual, reclama espacio en su propia deliberación y busca ahora menos trascender por creer y vivir los modelos que se presentan como paradigmas, estos modelos son complejos de manejar en nuestras escalas de pensamiento religioso y moral, miremos algunas ideas al respecto: PARADIGMA, Cristo es el vencedor del pecado y de la muerte. Cristo es el triunfador sobre la decadencia antinatural de la muerte y el pecado que agobia a la naturaleza y en ella a la humanidad. La imperiosa necesidad de trascender en el ser humano le lleva por definiciones que desdibujan su condición y con ello su racionalidad. La trascendencia es un arquetipo en si y para si de la posibilidad de ser completamente distintos a la realidad confeccionada ausente de Dios y su influjo salvador. La antropología de nuestro presente busca con ahínco la identidad arrebatada por el paso de los siglos y el caer irremediablemente en doctrinas esquivas a la dignificación de la persona humana. La ausencia de un modelo de vida armonioso puede hacer del ser humano presa de sus debilidades formativas, la Gracia actúa en la perspectiva de la salvación. Una dinámica tal puede darse en el aproximarnos a nuestra condición matizada por el pecado y la pérdida paulatina de libertad, entendida a qui como la objetividad de nuestra elaboración estética de la felicidad. Acudimos a la definición de estética persiguiendo con ello la posibilidad de delimitar el espectro de nuestro accionar convenientemente frente al pecado como perdida de todo limite posible tanto ético como moral. No buscamos individualmente por exclusividad, lo hacemos por la connotación de la misma singularidad de nuestra naturaleza.

 Pentecostés como fenómeno de lo trascendente plantea para el bautizado una dificultad grande al asumir desde la perspectiva tiempo espacial de cada época la influencia sobrenatural de este fenómeno maravilloso de revelación categórica de la presencia de Dios en el quehacer de la humanidad redimida. Pentecostés más allá de su contenido ontológico al transformar al creyente nos dice fundamentalmente que su influjo asegura el crecimiento de una identidad personal en el bautizado y su concepción de la realidad vivida en las categorías de lo cotidiano u ordinario bañado todo ello por la Gracia de Dios, una amistad que se hace tanto histórica como eterna…

La cuestión identitativa es fundamental a la hora de exponer un discurso redimido y libre de las implicancias de la voluntad humana contaminada o envilecida (antropología Agustiniana) por el pecado y sus estructuras perversas, esta postura de nuestra parte busca tan solo reconocer el valor del influjo de la Gracia y sus categorías en la posibilidad que tenemos de percibir su accionar necesario y vital, entramos así en un estadio reflexivo de la antropología trascendente. Aquí la libertad del ser humano es el primer bastión que puede asegurar el quehacer de la Gracia en nosotros. El hombre interior privilegia el influjo de la Gracia y con su poder edifica una vida sobrenatural llamada a la trascendencia existencial. Aquí surge una imposibilidad teórica de hablar de la extensión de nuestra naturaleza, la extensión de lo intelectivo se limita por el pecado alienante y se libera por el eterno Pentecostés. El influjo de la Gracia es Pentecostés siempre en potencia y activo si se quiere ver esta presencia amorosa de Dios. Lo relacionamos como un Pentecostés, siguiendo a Agustín de Hipona cuando afirma para los Santos PP. latinos que el Espíritu Santo es la comunicación Ad-extra de la SS. Trinidad. No vemos diferencia formal en esta comunicación que no sea un vital Pentecostés para nuestro bien y el de la Iglesia. Las relaciones Trinitarias en su perfecta inmanencia no tienen que ver esencialmente con nosotros, pero si desde la perspectiva de la Trinidad Económica y nuestra historia de salvación.

FUENTES.

·         Cristoeseltema.blogspot.com/ Notas del autor del presente ensayo…https://www.mercaba.org/DIESDOMINI/PASCUA/PENT/fiesta_de-pentecostes.htm



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