martes, 18 de junio de 2019

II DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


II  DOMINGO  DESPUÉS   DE  PENTECOSTÉS.  1 de Reyes capítulo 19 versículos 1-4 (5-7) 8-15ª. Salmo 42 y 43. Gálatas capítulo 3 versículos 23-29. Lucas capítulo 8 versículos 26-39.



La historia de David narrada rápidamente por Jonatán,  es la carta de presentación de quien se trata las escenas y  todo su contenido, es una manera de mantener viva una memoria y relacionarla en general con eventos tanto pasados como presentes. Los celos frente a los éxitos y logros de los demás nos pueden hacer ver como otros “Saúl” la realidad de esta relación está marcada por la sucesión al poder en el pueblo hebreo y como es sabido los reyes de su época eran violentos y el derecho de sangre se imponía a la fuerza, estamos hablando de una moral en construcción y por ende absolutamente imperfecta. David es aún muy joven pero Yahveh le escogió para guiar a su pueblo y convertirse en el rey más famoso y portador de una maravillosa promesa que solo podrá ser realizada por el propio Jesús.

Su amistad con Jonatán es todavía hoy en día fuente de muy variadas interpretaciones según sea el enfoque que se le pueda dar.  Lo seguro aquí es un modelo de relación que ve más allá de los vínculos parentales o económicos incluso políticos entre dos hombres con intereses en la nación judía. David luchará un poco más a favor del  rey Saúl antes de reclamar el trono eso sí, con dificultades propias de la transición y los rezagos de un modelo violento cuyos valores son absolutamente egocéntricos.
Los Salmos 42-43, hace  parte de una unidad temática bien definida y también intencionada, Agustín de Hipona interpretará este trozo de Salmodia como un recurso de profunda espiritualidad para el bautizado, ya que la “sed” se presenta como una condición de grande  desierto  y necesidad de Dios en el alma de los bautizados. Aquí el destierro es espiritual y corresponde al crecimiento del creyente en orden al Reino de Dios y su constante elección, para el bautizado no puede haber nada en el mundo que sacie su sed espiritual excepto Dios mismo. La relación personal con Cristo es fundamental en la madurez de una opción de vida y en la trascendencia que esta debe tener.

Pablo emplea el símil de la cultura formativa griega,  donde el pedagogo  se hacía cargo de la formación antes de que el joven pasara a recibir una determinada instrucción  o bien para la guerra o bien en artes variados. Ahora no hay predominio de la Ley Mosaica porque Cristo se convirtió en la opción radical de los creyentes,  y sus enseñanzas asumieron aquel rol reservado antes para la tradición judía. Aquí la Fe se explicita en las obras de una existencia con fundamentos Éticos y Morales  buen  definidos en el Evangelio. La identidad de los creyentes será edificada en el mensaje salvífico predicado por el Señor… La persona de los bautizados sufrirá definitivamente el influjo de la Gracia para convertirnos en herederos de un Reino cuya realidad supera cualquier concepción del presente o futuro. Aquí la identidad no la dará una nacionalidad o género sino el mismo Dios y su poder para llenar todo y convertirlo en felicidad plena, total y totalizante.  Es pues, la concepción Paulina y como este creyente analiza la realidad eterna de los bautizados en Cristo. Un Reino cuyos valores giraran en torno al amor de Dios y sabemos que el amor transforma positivamente todo cuanto toca incluyendo corazones. La promesa es clara y en Cristo queda afirmada para siempre, es pues, el Tesoro, la Semilla, la Perla, el Dragma, el talento, la Mina,  y todo lo bueno en la vida y obra de los bautizados.

El Texto Lucano sobre el endemoniado de Gerasa,  es clásico en cuanto conocemos de pasajes similares en el Evangelio, la realidad que aquella persona estaba afrontando era esclavizante y limitante desde cualquier punto de vista o percepción. Jesús reconoce aquí la influencia del mal en cualquiera de sus formas  presente en la humanidad y en diario acontecer. El mal no siempre es tan gráfico y fácil de reconocer, también se vale de engaños para disfrazarse ya sumir nuevos “rostros” que van desde el materialismo excesivo hasta el culto a la belleza física. Aquel hombre estaba poseído lo que implicaba perdida de voluntad y sujeción a una fuerza extraña que llegó sin saber nosotros porque a su vida. La verdad es contundente cuando el bautizado vive para Dios puede reconocer el mal y evitar ser dominado por este.

 En cuanto a la imagen perturbadora de aquellos cerdos defenestrándose en masa o tirándose al mar nos recuerda que en la tradición de la época el “demonio” habitaba las profundidades y no querían estos retornar a ella. La escena nos quiere mostrar que la presencia del mal es real y que los bautizados que animan su vida en la oración, sacramentos, meditación de la Palabra de Dios y otros Medios  de la Gracia podrán resistir su influjo. La transformación es total para quienes han decidido aceptar al Señor y seguir sus caminos. Aquella persona libre de tales ataduras tendrá la oportunidad de vivir conforme al mandato de Cristo y ser auténticamente libre.

El temor es una reacción natural cuando algo se sale de los parámetros por los cuales conocemos o percibimos la realidad y en este caso la realidad espiritual supera a los acontecimientos descritos por el Evangelio. Es necesario caminar a plena luz del día bajo la Gracia que actúa en nosotros,  y vivir para el modelo de ser humano redimido por Cristo.






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