II DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
1 de Reyes capítulo 19 versículos 1-4 (5-7) 8-15ª. Salmo 42 y 43. Gálatas
capítulo 3 versículos 23-29. Lucas capítulo 8 versículos 26-39.
La
historia de David narrada rápidamente por Jonatán, es la carta de presentación
de quien se trata las escenas y todo su contenido,
es una manera de mantener viva una memoria y relacionarla en general con
eventos tanto pasados como presentes. Los celos frente a los éxitos y logros de
los demás nos pueden hacer ver como otros “Saúl” la realidad de esta relación está
marcada por la sucesión al poder en el pueblo hebreo y como es sabido los reyes
de su época eran violentos y el derecho de sangre se imponía a la fuerza,
estamos hablando de una moral en construcción y por ende absolutamente
imperfecta. David es aún muy joven pero Yahveh le escogió para guiar a su
pueblo y convertirse en el rey más famoso y portador de una maravillosa promesa
que solo podrá ser realizada por el propio Jesús.
Su amistad con Jonatán es
todavía hoy en día fuente de muy variadas interpretaciones según sea el enfoque
que se le pueda dar. Lo seguro aquí es
un modelo de relación que ve más allá de los vínculos parentales o económicos incluso
políticos entre dos hombres con intereses en la nación judía. David luchará un poco
más a favor del rey Saúl antes de
reclamar el trono eso sí, con dificultades propias de la transición y los rezagos
de un modelo violento cuyos valores son absolutamente egocéntricos.
Los
Salmos 42-43, hace parte de una unidad temática bien definida y
también intencionada, Agustín de Hipona interpretará este trozo de Salmodia
como un recurso de profunda espiritualidad para el bautizado, ya que la “sed”
se presenta como una condición de grande
desierto y necesidad de Dios en
el alma de los bautizados. Aquí el destierro es espiritual y corresponde al
crecimiento del creyente en orden al Reino de Dios y su constante elección,
para el bautizado no puede haber nada en el mundo que sacie su sed espiritual excepto
Dios mismo. La relación personal con
Cristo es fundamental en la madurez de una opción de vida y en la trascendencia
que esta debe tener.
Pablo
emplea el símil de la cultura formativa griega, donde el pedagogo se hacía cargo de la formación antes de que el
joven pasara a recibir una determinada instrucción o bien para la guerra o bien en artes
variados. Ahora no hay predominio de la Ley Mosaica porque Cristo se convirtió
en la opción radical de los creyentes, y
sus enseñanzas asumieron aquel rol reservado antes para la tradición judía. Aquí
la Fe se explicita en las obras de una existencia con fundamentos Éticos y
Morales buen definidos en el Evangelio. La identidad de los creyentes será edificada
en el mensaje salvífico predicado por el Señor… La persona de los
bautizados sufrirá definitivamente el influjo de la Gracia para convertirnos en
herederos de un Reino cuya realidad supera cualquier concepción del presente o
futuro. Aquí la identidad no la dará una nacionalidad o género sino el mismo
Dios y su poder para llenar todo y convertirlo en felicidad plena, total y
totalizante. Es pues, la concepción Paulina
y como este creyente analiza la realidad eterna de los bautizados en Cristo. Un Reino cuyos valores giraran en torno al amor
de Dios y sabemos que el amor transforma positivamente todo cuanto toca
incluyendo corazones. La promesa es clara y en Cristo queda afirmada para siempre,
es pues, el Tesoro, la Semilla, la Perla, el Dragma, el talento, la Mina, y todo lo bueno en la vida y obra de los
bautizados.
El
Texto Lucano sobre el endemoniado de Gerasa, es clásico en cuanto
conocemos de pasajes similares en el Evangelio, la realidad que aquella persona
estaba afrontando era esclavizante y limitante desde cualquier punto de vista o
percepción. Jesús reconoce aquí la influencia del mal en cualquiera de sus
formas presente en la humanidad y en
diario acontecer. El mal no siempre es tan gráfico y fácil de reconocer,
también se vale de engaños para disfrazarse ya sumir nuevos “rostros” que van
desde el materialismo excesivo hasta el culto a la belleza física. Aquel hombre
estaba poseído lo que implicaba perdida de voluntad y sujeción a una fuerza extraña
que llegó sin saber nosotros porque a su vida. La verdad es contundente cuando
el bautizado vive para Dios puede reconocer el mal y evitar ser dominado por
este.
En cuanto a la imagen perturbadora de aquellos
cerdos defenestrándose en masa o tirándose al mar nos recuerda que en la tradición
de la época el “demonio” habitaba las profundidades y no querían estos retornar
a ella. La escena nos quiere mostrar que la presencia del mal es real y que los
bautizados que animan su vida en la oración, sacramentos, meditación de la Palabra
de Dios y otros Medios de la Gracia podrán
resistir su influjo. La transformación es total para quienes han decidido
aceptar al Señor y seguir sus caminos. Aquella
persona libre de tales ataduras tendrá la oportunidad de vivir conforme al mandato
de Cristo y ser auténticamente libre.
El temor es una reacción natural
cuando algo se sale de los parámetros por los cuales conocemos o percibimos la
realidad y en este caso la realidad espiritual supera a los acontecimientos
descritos por el Evangelio. Es necesario caminar a plena luz del día bajo la
Gracia que actúa en nosotros, y vivir
para el modelo de ser humano redimido por Cristo.
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