DOMINGO
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. Proverbios capítulo 8 versículos 1-4, 22-31. Salmo 8.
Romanos capítulo 5 versículos 1-5. Juan capítulo 16 versículos 12-15.
La Sabiduría personificada es una idea o recurso literario que tomó
mucha fuerza en Israel particularmente durante su destierro. La concepción de
un recurso tal que le permite al creyente tener la capacidad de obrar conforme
al designio de Dios y no salirse de esta realidad a manera de indicador de su
salud espiritual. El bautizado se deja
orientar y guiar por la Sabiduría de Dios que generosamente llega a nosotros
por medio de la Gracia. Muchos de sus atributos reflejan los atributos de la Divinidad. Desde esta perspectiva
cuando empleamos el términos Sabiduría
y lo aplicamos al Señor entonces toma una connotación distinta, una realidad salvífica
aparece en escena y se materializa en su sacrificio de Cruz.
La presencia de la Sabiduría en este relato del libro de
los Proverbios y su manera de ser asociada a la obra creadora de Dios nos
permite ver en ella una característica única en la literatura sapiencial, y nos
referimos a la forma como esta aparece convertida en un recurso que bien empleó
el Creador, al menos así es vista por el autor. Una posibilidad de iluminar la
obra con la inclusión del conocimiento en su fundación y en la manera de
asegurar que la vida en todas sus formas se conserve plenamente, aquí
recordamos por ejemplo las denominadas “Leyes
Naturales” y su necesaria presencia en todos los procesos de vida que
existen en la creación. Una Ley vital y
sin la cual no sería posible sostener la vida y todas sus formas. Una necesidad
de causalidad aparece en el panorama de la obra de Dios.
El
Salmo 8, es el más antiguo de la Salmodia y exalta al Dios
misericordioso quien ha enviado a su Adorado Hijo y es así reconocido particularmente en la
liturgia de Domingo de Palmas. En boca de los niños pequeños se muestra
perfectamente el poder del Nombre Divino. La Adoración que debemos rendir a
nuestro Dios es motivo de alegría y total esperanza. Dios se acuerda de cada
uno de nosotros y sin ser más que seres frágiles, aun así, tiene amor y
misericordia por nosotros, conoce nuestra debilidad pero nos hace fuertes por
medio de su Gracia. La misma que se manifiesta en la vida y su cotidianidad. El Salmista nos está recordando el amoroso
Nombre de nuestro Dios.
Pablo
en su Carta a los Romanos, centra
todo su discurso en la gracia que se refleja en la esperanza del creyente e introduce sentencias como la descrita en el
versículo 1: “Habiendo, pues, recibido de la Fe nuestra justificación, estamos
en paz, con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” la justificación corresponde a la Gracia que
es derramada en nosotros por el Poder de la Trinidad de Dios en la que su Espíritu
se convierte en manifestación Ad-Extra
tanto a la creación como a toda la humanidad. La vida renovada en Cristo es la que produce los frutos por medio de
los cuales el amor de Dios se concretiza en nosotros.
El
Texto Joanico, nos
muestra lo que será el nuevo orden de las cosas y como el Señor ha dispuesto
tal orden que reposa absolutamente integro en el Espíritu Santo (Conf. Versículo
13) La condición de los bautizados dependerá de su total apertura al Paráclito,
al Dedo poderoso de Dios (expresión
acuñada por el Hiponense para referirse al Espíritu Santo). La fuente del
conocimiento de los creyentes es el Don amoroso del Espíritu Santo que llega a
nuestras vidas sin que con ello supongamos dominio alguno de nuestra parte ya
que todo procede generosamente de Dios. Juan ve aquí la necesidad de la luz que
proporciona la Gracia a los bautizados y sin la cual nuestra experiencia con
Cristo no sería posible.
La verdad completa es la
revelada por el Padre Dios en su Adorado Hijo y en el Paráclito, constituyéndose
en una verdad esencial para la salvación de los bautizados. La manifestación de
Cristo será la Gloria inminente del Padre Dios. Esta dinámica que se muestra estrechamente
ligada con la Iglesia supone la razón de ser de todos sus ministerios, nos constituirnos
en los anunciantes del Dios revelado. Dado el tiempo de este anuncio es clave
para los apóstoles comprender que la Muerte y Resurrección del Señor
constituyen una unidad de su manifestación al mundo. No se puede interpretar de forma aislada sino que juntos, estos
misterios, y toda su increíble fenomenología
edifican el fundamento salvífico por antonomasia y el
punto concreto donde Cristo Hijo del Altísimo se separa convenientemente de la
realidad humana atacada frontalmente por el pecado.
La postura Joanica en
este trozo evangélico nos prepara para asimilar el desenlace de nuestra propia
realidad gracias a la presencia del Espíritu Santo que nos muestra el camino de
la eternidad y como realizar en nosotros el plan salvífico de Dios. La relación
Trinitaria aflora vivamente en la interpretación Joanica. es el Espíritu Santo quien toma del Hijo y
comparte con sus discípulos, aquí se universaliza la futura inclusión de todos
los bautizados en dicha realidad.
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