jueves, 6 de junio de 2019

PENTECOSTÉS. BREVE COMENTARIO...


SOLEMNIDAD  DE  PENTECOSTÉS. NACIMIENTO DE LA IGLESIA DE CRISTO. COMENTARIO  A  LA  CELEBRACIÓN.



PENTECOSTÉS… celebra el fruto de todos los ministerios de la Iglesia, de todos y  cada uno de los bautizados,  y muy especialmente de la función misionera de los constituidos en ordenes clericales. Esta es la línea que nos conecta con la apostolicidad y sus vivencias tanto doctrinales como culticas. La Iglesia Episcopal es también vivencia estrecha de Pentecostés y su renovación en el tiempo como manifestación de la Voluntad salvífica de Cristo…


Pentecostés, es una poderosa manifestación escatológica del Espíritu Santo, La tradición neo-testamentaria  nos atestigua la experiencia y la comprensión apostólica del don del Espíritu Santo recibido por la comunidad de la nueva alianza en estrecha vinculación con el acontecimiento pascual de Jesús, aunque solamente dos textos, el uno al comienzo de los Hechos de los Apóstoles (capitulo 2 versículos  1-13) y el otro al final del cuarto evangelio (Juan capítulo 20 versículos 19-23), ofrecen un contexto histórico preciso y describen las condiciones de la primera comunicación escatológica del Espíritu por parte del Cristo resucitado. Los dos relatos están de acuerdo en lo esencial: la efusión del Espíritu tiene lugar inicialmente y de modo frontal  sobre los apóstoles, por parte de Cristo resucitado, y en Jerusalén. Son diversas las circunstancias y el marco de la interpretación teológica que sirven de contorno y de explicación del acontecimiento. La realidad local nos habla de una dimensión particular de Pentecostés, es decir, en el tiempo y en el espacio de la Fe de los bautizados, Pentecostés se vive actualizando cada que el bautizado celebra este fenómeno de espiritualidad y unción…

El Texto clásico Lucano que describe el momento y la confusión generada por tal manifestación, habla de la Glosalalia,   de los apóstoles que cada uno de los asistentes entendían en su propio idioma tal comunicación, es importante tener presente que los apóstoles estan en el centro de una plaza cuyo mercado era el lugar de encuentro de infinidad de culturas (salen de  su recinto precisamente por la aglomeración de gente entorno de ellos)  que estaban ubicadas en las márgenes del Mar Mediterráneo. La narración de Pentecostés en Juan nos presenta una interpretación análoga, aunque en un contexto teológico distinto. Se da una vinculación muy estrecha entre la escena de la crucifixión, con la entrega del Espíritu por parte de Jesús moribundo (Juan capítulo 19 versículo 30) y la salida de sangre y agua del costado traspasado del Señor (Juan capítulo 19 versículo 34), y la escena de la aparición de Jesús resucitado, con los signos glorificados de la pasión, en medio de los apóstoles. Para Juan, la escena del hacerse presente resucitado entre los suyos es la otra cara, el fruto, de la escena de la crucifixión y de la muerte.

 El Resucitado llega haciéndose presente en medio de la comunidad: por los verbos usados (élthen y éste), el cuarto evangelio parece querer sugerir que Jesús se hace presente, no recorriendo un espacio, sino mostrándose en el centro de la comunidad: él es su corazón, la fuente perenne de vida. El mostrar las manos y el costado subraya que se perpetúa en Él el acontecimiento pascual de muerte y resurrección, por el que Él es para siempre el Crucificado-Resucitado, de cuyo costado, en el Espíritu, brotan la sangre y el agua, vida y alimento de la comunidad nueva. El aleteo del Espíritu sobre los apóstoles por obra de Jesús, subraya que el Resucitado es la fuente del Espíritu sin medida. La escena refleja por un lado la del Génesis, Dios que sopla su aliento en la nariz  del hombre: “Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” Génesis capítulo 2 versículo 7, Nueva Biblia Latinoamericana).  Pentecostés es la creación consumada,  por otro lado, con la referencia a la paz dada por Cristo y el envío para la remisión de los pecados, recuerda la salvación plenamente realizada que ha de ser comunicada a todas las gentes. El creyente no puede pasar por alto el gran valor de la relación y experiencia de los bautizados con el Espíritu Santo particularmente en la Iglesia primitiva. Estas manifestaciones,  la identidad del Espíritu Santo, y su obra en nosotros y por nosotros.

 Solo la Fe es capaz de ver la relación entre el Padre y el Hijo, no se trata de una manifestación física o sobrecogedora, es todo lo opuesto, la paz de una relación vital movida por el amor la que nos muestra al Padre en el Hijo y el Hijo en el Padre, y solo mediante la manifestación del Espíritu Santo podremos nosotros acercarnos a este misterio de la revelación de Dios. La Iglesia Anglicana por extensión desde la manifestación fundacional del Espíritu Santo (engendrada en el vientre apostólico)  guarda firmemente la tradición  ministerial tal y como esta se fue gestando en la Iglesia primitiva, pasando luego por la afirmación fundamental del Cristo de la Fe, ese proceso de identidad y definición teológica fue vital para la consolidación de la doctrina que llegó a la tierra de los celtas en la misma época apostólica y cuenta de ello es la consolidación de la catolicidad incluso antes del siglo V cuando Roma voltea la mirada sobre Britania (nombre dado por el Imperio romano) desde comienzos de nuestra Era. Pues la raíz  apostólica se mantenía con la presencia de un Pentecostés “pequeño” que alimentaria no solo los viajes de Pablo o la decisión de Pedro de sacar la Iglesia de Jerusalén (plano local)  sino que se constituiría en plataforma de vivencia y fortalecimiento del ser eclesial fuera incluso de Oriente. Pentecostés el fenómeno engendrador se esparció por el mundo y de esta forma la identidad eclesial se mantuvo en Inglaterra. De esta afirmación es improcedente denominar o postular a Enrique VIII como su fundador. Sin duda que Enrique VIII no pretendió nunca la transformación protestante (termino inexacto de nuestra realidad eclesial)  de su reino, sino la "nacionalización" de la Iglesia bajo el principio de autoridad del príncipe, fons utriusque iuris. Con este principio Enrique justificaba el Acta de supremacía de 1534, por la cual exigía que  todos sus súbditos le reconocieran como "the only supreme head in earth of the Church of England". Isabel I igual que Enrique pretendía la constitución de una sola Iglesia, en un solo país, bajo un solo príncipe. A esta empresa contribuyó decisivamente Thomas Cranmer (1489-1556), nombrado arzobispo de Cantorbery por Enrique VIII. Fue Cranmer el introductor de la lectura bíblica y de la práctica litúrgica en lengua inglesa.

La noción de Pentecostés, es atemporal porque su influjo no pasa o se detiene en la conciencia eclesial, somos fruto desde la Reforma insular de un PENTECOSTÉS LOCAL lo que nos permite vincularnos directamente con el acontecimiento fundacional de la Iglesia en tiempos apostólicos, su celebración implica para nosotros la consolidación del ser institucional de la Iglesia y el inicio formal de todo ministerio así como su ministerialidad. La Comunión de Iglesias Anglicanas es uno de los frutos de nuestro tiempo de esa efusión del Espíritu de Dios. Celebramos el nacimiento eclesial y lo ratificamos en la naturaleza de su ofrecimiento al mundo, la Santa Iglesia es un signo de redención para la humanidad. Los Episcopales nos sentimos unidos intrínsecamente a tan maravillosa efusión del Espíritu prometido. No estamos alegres en la misma línea manifestada por los apóstoles, lo estamos porque somos parte viva de la Iglesia que vive de la promesa hecha por Cristo. La dimensión del obrar en nosotros implica desde esta perspectiva la identidad consecuentemente con la naturaleza de nuestra Institución Eclesial y la forma como esta reclama ser parte viva de la  raíz del cristianismo…  Nuestra respuesta al mundo se debe hacer sentir bajo la guía de Pentecostés como efusión santa del Espíritu de Dios que con su disposición al orden y a la estética de su Gracia puede hacer de la Iglesia  viva y actualice el mandato de su Señor de Ir y continuar con el discipulado iniciado por Jesús.

Pentecostés se convierte en la fuente por antonomasia del discipulado  de Cristo en la tierra. Se ubica en el comienzo salvífico decretado por el ministerio de la Iglesia unida a su Señor y santificada por el Espíritu prometido. Los apóstoles testigos de este fenómeno de Fe son sus perpetuadores desde la función ministerial al mundo.  Aquí la expresión local del fenómeno se une vitalmente a su visión cósmica de la Gracia y su comunicación eficiente con el bautizado. La Iglesia indivisa ve en Pentecostés la unidad plena de sus miembros bajo su misma efusión, gracias a Pentecostés esta porción de la Iglesia de Cristo conserva su carácter ecuménico y abierto al mundo y sus relaciones necesitadas de ser santificadas.

Feliz cumpleaños de la Iglesia de Cristo en cabeza de los apóstoles y sus continuadores  
Ministeriales. Una, santa, Católica, y Apostólica en y por Pentecostés.  

 Fuente: cristoeseltema.blogspot.com y recopilación de textos afines con esta breve reflexión.




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