martes, 11 de octubre de 2016

NATURALEZA... IGUALDAD ESENCIAL ENTRE LOS SERES HUMANOS. EL FARISEO Y EL PUBLICANO.

NATURALEZA… IGUALDAD ESENCIAL ENTRE LOS SERES HUMANOS. EL FARISEO Y EL PUBLICANO.




La Naturaleza Humana nos puede llevar por caminos francamente opuestos a la Voluntad de Dios y a la forma correcta de percibir la existencia de nuestros congéneres. Lucas en su Evangelio (18:9-14) plantea un dilema que no solo se puede quedar en la perspectiva del enunciado evangélico sino que debe trascender a todo “modelo racional” donde tenga espacio la reflexión Humana. Lucas ve con absoluta preocupación como una Tradición de Fe crea “súper valores” y los coloca por sobre la Dignidad de una Persona (Cuya valía no sería por debajo de toda la Creación) y la somete a paradigmas Ético-Morales infundados y aberrantes… La discriminación supone un estado de cosas y personas expuestas al juicio categórico de los valores  donde los referentes son distintos a las enseñanzas del Salvador. “Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola…” Es importante tener presente que la alusión es un tanto vaga lo que nos indica la disposición de sus testigos o espectadores, es decir, Jesús se dirigió a un “grupo poblacional especifico” donde la naturaleza de lo Cultico les hacía proceder como él mismo lo describe, es por demás una Narración metafórica de la Realidad Cultica de Israel en el presente del Salvador, es posible deducir esta afirmación por los paradigmas soterrados que utiliza Lucas por un lado el cumplidor de la Ley y por otro el impuro estamos ante la némesis de la praxis judía pero que como modelo de vida y reflexión ya era considerado “arcaico” por el propio Jesús que lo emplea en su Ilustración doctrinal… Dos hombres subieron al Templo a orar -paso seguido los describe no por sus acciones sino por sus convicciones y fundamentos- Uno Fariseo otro Publicano, completa la escena con la descripción grafica de sus respectivas posturas que son luz sobre sus estilos y actitudes de vida interior- El Fariseo, de pie, oraba en su interior… mientras que el Publicano- manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho… Recordemos que en la Tradición judía los Fariseos eran tenidos por cumplidores estrictos de la Ley y practicantes valientes de la Norma, era un hombre religioso cumplidor pero en la Cosmovisión de la Justicia recompensada por Yahvé, esta actitud no está muy distante del “Juez inicuo” del Evangelio de hace algunos días. Estas acciones cuya referencia es el otro y su exclusión del modelo Salvífico son un peligroso factor que retrasa el Reino de los cielos, así es visto por Lucas en su reflexión y forma de construir el “relato evangélico” agregamos algo muy importante y es precisamente que Lucas amplía el espectro de su concepción sobre el Reino de Dios y lo ubica desde su postura Escatológica en la Persona de Fe o Creyente… Esta postura la leemos fácilmente en los personajes de este Texto Inspirado, estamos hablando de la responsabilidad de cada uno de ellos en la concepción de su Fe e Interioridad.

La forma como vivimos esta Realidad marca la pauta para la manifestación del Reino y la manera de ser inclusivo en el corazón del Bautizado. El Fariseo mira al “suelo” y solo ve la condición despreciable de su Prójimo, mientras que el Publicano ve con los ojos de la Esperanza la Gracia Intuitiva y en Potencia que transformará su vida y la de quienes le rodean. La Oración en Armonía es capaz de producir ese efecto en el orante y hacerle ver la Realidad a la que él y su prójimo han sido llamados. Es para nosotros importante reconocer que la presencia de la Gracia casi que es asintomática y que por tal razón reclama total disposición del Alma para recibirla y desarrollar su influjo.  El Publicano es una persona Humilde porque conoce perfectamente su debilidad pero también es fuerte porque al conocerla busca incesantemente el remedio para la misma. Dar el Diezmo en el contexto de esta escena Lucana significa en figura el apego a la Ley que se convierte en insalvable para los creyentes judíos, es la ley la que necesita  ser comprendida y contextualizada en la dinámica del Amor al Prójimo de lo contrario la Conciencia se torna vacía y totalmente limitada por la experiencia solo Sensible de un Misterio que reclama Trascendencia en nuestras vidas.

La NO—CONTRADICCIÓN como principio de interioridad tiene dos caras que estamos conociendo con el rotulo de fariseo y publicano, son dos personajes que asumen posturas distintas precisamente según dicta el ejercicio de Interiorización que ellos adelantan, mientras el primero de ellos está apegado a sus tradiciones muy justas y comprometidas, el otro ya realizó positivamente la interiorización del mensaje de la Caridad como fundamento del Mandamiento (Nuevo)  y mandato de Cristo. Para este personaje la Responsabilidad personal se convierte en determinante para ampliar el espectro de su madurez espiritual, es decir, el publicano ve más allá de la experiencia normativa al punto de hacer derivar su vida hacia la vivencia de una interioridad  que le permite salir literalmente al encuentro de los otros sin que medie el Juicio y la minus-valoración como argumento Socio-cultural,  dicho en términos de la compleja relación entre las personas: Supera los convencionalismos culturales y privilegia la Caridad por sobre la Ley que era lo “correcto” en su época.

Estas dos posturas nos plantean un problema  Axiológico y es precisamente como hacer que las dos opciones  coincidan en el plano relacional donde cada uno de ellos construye su Realidad así como percibe y es percibido por los demás, este interrogante es interesante cuando reflexionamos sobre la Construcción de Realidad que compete a cada uno de nosotros y donde precisamente la Religión debe enriquecer tal dimensión…  No tiene sentido si existe postura alguna que deje literalmente fuera la Caridad o Consideración por el otro, no tiene sentido pensar nosotros en un paralelismo que supla la necesidad del otro como referencia viva de nuestras acciones y valores por ejecutar y llevar del plano teórico al practico, es decir, la Praxis de valores parte de la experiencia inmediata del otro y si hay discriminación cual será entonces la noción que tenemos del otro en nuestras vidas y acciones. Aquel publicano conociendo sus limitaciones conoce implícitamente y a priori las de sus congéneres lo que le permite ser más considerado y justo en sus apreciaciones tanto personales como colectivas…

El publicano buscó la Compasión de Dios como medida posible de su Amor y Misericordia, aquel Hombre no dudó en acudir a la Bondad de Dios y como antecedente nos relata su actitud de profunda Humildad: Oh Dios ten Compasión de mí, que soy pecador… El reconocer lo que uno es se convierte en Signo y Significación de la propia condición, bien dirá posteriormente Martín Lutero “somos justos y pecadores”  es la Justicia de Dios la que deja su impronta en nosotros y de esta forma es posible vivirla, a tal señalamiento responde el Hiponense: Donde te engreíste allí caíste…  Uno puede caer no solo por las trampas del enemigo sino y sobre todo por el peso de la paradoja  o  ausencia de Caridad tal y como se lee en este Evangelio. No existe posibilidad alguna de creer que pueden ser vistos los Seres Humanos como distintos entre sí o gradarlos en  valor o valía.

LA NATURALEZA HUMANA ES SINGULAR  lo que implica la absoluta Igualdad entre los Seres Humanos las diferencias si las hay provienen de las connotaciones artificiales que en la Historia lo material da a las personas, rechazamos los imaginarios que suponen que algunas personas son superiores a otras… Somos compuestos por los mismos Atributos y Accidentes. Hombres y Mujeres provenimos de la misma Fuente o razón de existir, la misma y única Causa Formal, Ejemplar, como quien dice somos lo mismo esencialmente hablando. En cuanto a la interpretación Moral y Ética de una Persona lo referimos a su Formación y contenidos aprehensibles, nada puede hacer que una Persona se salga o abandone la esfera de lo Normal  y solo la Gracia puede transformar (Ontológicamente)  a un Ser Humano y darle camino hacia su auténtica Vocación la Salvación.

 El Ser Ahí  de ambos entra en una absoluta contradicción ya que sus posturas así lo indican, uno es ensimismado en sus concepciones ritualistas y el segundo absorto en el reconocimiento de su propia y necesaria debilidad, cada una de estas posturas refleja el influjo de la Misericordia y Compasión tan necesarias en la Convivencia y Cotidianidad… Estar delante del otro es un ejercicio que nos faculta para estar en su  momento delante de Dios es alcanzar la justa medida de nuestra condición.

El segundo de los personajes de esta escena evangélica vive intuitivamente la idea del Amor que desborda en el SI superando la personal limitación para entrar en contacto con el otro, solo de esta forma será posible conocer nuestras verdaderas debilidades y robustecer nuestro carácter… Mantenerse a distancia como postura en esta Oración nos lleva  a la conclusión acerca del contenido de la misma, un contenido capaz de diagnosticar espiritualmente su estado y dar seguridad sobre su remedio en este caso el publicano es descrito como temeroso de Dios y justificado (Retribución, recordemos que los judíos esperaban al morir ir a reunirse con los Patriarcas de su Pueblo) no levantar la mirada al “cielo” es signo de profunda Humildad y reconocimiento de sus acciones negativas, es imposible que este Hombre mirara al cielo como Símbolo de la Autoridad de Dios… También nos recuerda el Miserere (Salmo 51) la Oración del publicano nos pone en sintonía con Isaías y Ezequiel  con la Literatura profética que al evolucionar habla ya de la Responsabilidad personal superando la dimensión colectiva de la Ley Mosaica, es un reflejo de  un Estadio superior de la penitencia que practicaran los cristianos los primeros siglos de la Iglesia (Primitiva) que nos llevará hasta el Siglo VIII y posteriormente al Rito Sarum (Siglo XI) y tal como la conservamos en el Presente. El publicano nos muestra una faceta de su “Liturgia personal penitencial” da muestras de Contrición por sus acciones negativas de las cuales según el Texto de Tradición ya es consiente aunque intencionalmente no entre en detalles porque lo que se rechaza es el pecado bajo cualquier forma y posibilidad.






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