martes, 30 de septiembre de 2014

PARÁBOLA DE LOS VIÑADORES HOMICIDAS...

PARÁBOLA  DE LOS VIÑADORES HOMICIDAS… (Mt 21:33-46).

Esta Parábola desarrolla una escena ya muy conocida por el Mundo Cristiano y tiene que ver con la respuesta dada al Evangelio y todo el proceso de la Revelación que llegó a su culmen con la Persona Adorable de nuestro Salvador… Mateo está determinado a mostrar una especie de secuencia que parte de la Revelación y se complementa con la actividad profética de Israel y la respuesta a su Ministerio Público.

Esta más que Parábola es una  Alegoría porque cada escena y sus personajes cumplen una misión específica, lo que fácilmente podemos determinar, miremos: El Propietario es Dios, la Viña es el Pueblo elegido de Israel, nos recuerda a (Is 5,1) “Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su Viña…” esta idea fue tratada por el Profeta Oseas (10,1) y posteriormente la repetirá Ezequiel (15:1-8) y Jeremías (2:21-5) Jesús emplea esta figura para develar la verdadera Viña y su significación para el Pueblo de Israel en figura de la futura Iglesia (Revelada así por Jn 15:1-2).

Los Siervos, los Profetas y el Hijo, Jesús, muerto fuera de las murallas de Jerusalén, en cuanto a los viñadores homicidas, sin duda el Texto Sagrado lo refieren a los judíos infieles, sobre el otro Pueblo los paganos a quienes se les entregará la Viña (43) en este punto de la reflexión se asume una proporción de connotaciones Universales (Cósmicas) que los PP. De la Iglesia lo refieren a la Iglesia y su Ministerio entre los Pueblos.

En la perspectiva Histórica de la Revelación y todo el componente de su Gracia encontramos la cita de un Salmo Mesiánico por excelencia (118) “La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto, y es maravilloso a nuestros ojos” es pues determinante para nosotros que el compromiso en la vida Eclesial reúne a los Fieles y sus Voluntades en orden a la configuración de la Espiritualidad que reconoce en esta Viña parte esencial de su Ser y Deber, es aquí el deber, lo mismo que la Responsabilidad Pastoral que intrínsecamente lleva el Evangelio y con sus acciones le da credibilidad, no es factible hablar de Misión sin una corresponsabilidad dinámica que involucre el Ser y el Deber Eclesial como tal… La Viña reúne lo mejor de sí en torno a cada creyente, bien exclamaría el Hiponense “Creo en Cristo y en su Evangelio porque así me lo enseñó la Iglesia” es imperativo el concurso Misionero por Antonomasia que se traduce en cuidado y protección de la Viña donde el Creyente se ve así mismo unido a la Viña y sus frutos…  

    

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