LA RESURRECCIÓN DE
CRISTO TRANSMITE ABIERTAMENTE SU MENSAJE. (Mt 10:24-39).
El Mensaje de Jesús inicialmente se transmite de forma velada
a sus Discípulos ante la incapacidad de estos para comprenderlo, y la necesaria
aspiración a equiparar al Maestro por parte del seguidor, para nosotros queda
claro que el Bien al ser manifestado no necesariamente es plena y
satisfactoriamente comprendido lo que implica un ejercicio de aproximación a lo
Revelado… “Lo que Yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros
a la Luz; y lo que oís al oído proclamadlo desde los terrados” Es imposible
suponer que el mensaje de Cristo no desborda el Interior del Creyente hasta
convertirse en un anuncio de características Cósmicas, y que tal forma de
proclamarlo no es fruto de la Guía del Espíritu Santo, el gran Revelador del
Mensaje de Cristo.
El Texto anterior pone de manifiesto dos momentos bien
concretos en la vida de Jesús, el antes y el después de su Resurrección y la
actualidad misma que este maravilloso Misterio le entrega a sus Palabras
(Evangelio) el llamado a “no temer” por parte del Maestro se cimenta en el Don
de su Espíritu que certifica la Veracidad del Ministerio de la futura Iglesia,
de cara siempre a la Evangelización.
El Cristiano en su Espacio
Vital (Familia, Trabajo, Relaciones Sociales, Iglesia) está llamado por su
Maestro a dar Testimonio de lo que recibe continuamente, siendo el Testimonio
valedero de su Triunfo sobre el pecado y sus estructuras de muerte que en la
actualidad se muestran en un rampante desprecio
por la vida (Solo para citar un ejemplo de ello, el abuso de Drogas, Licor,
y temeridad frente a acciones que atentan contra la integridad física y moral
de las personas).
El Testimonio esperado por Cristo no es otro que dimensionar
congruentemente la vida y privilegiarla sobre todas las cosas, no es otro que
el reconocer en ella la gran manifestación del Amor de Dios sobre su Creación,
no es otro que acatar su Mandato de respetar la vida en todas sus formas, siendo
Co-Creadores,
esta Valía la señala bellamente con sus palabras “En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos
contados” (30), es claro que todo en nosotros es Valioso y Sagrado y que
Dios mismo cuida de los suyos, como invitándonos a vencer la desconfianza y
duda. No es solo el Alma o el Cuerpo es la Integralidad y Dignidad en la fuimos
Creados y luego Redimidos.
El conflicto que anuncia el Evangelio (34), tiene su razón de
ser en las Estructuras Sociales creadas por el Ser Humano, la estratificación
de la Dignidad del Hombre, y los Modelos económicos que gobiernan el quehacer
cotidiano de las Personas, no es otra la propuesta de Cristo que la superación
de todo aquello que pervierte la Auténtica Dignidad y hermandad de los Seres
Humanos, puesto que el Creador al crearnos a su Imagen y Semejanza equiparó a
los Hombres y Mujeres de todas las Edades y Épocas, y su Modelo no excluye a nadie
porque está fundado en el Amor.
Desafortunadamente encontramos Personas que desviaron sus
conceptos y corrompieron el Orden del Amor y el Amar, se ama con entrega lo
material y se desprecia con cinismo a la Persona Imagen del Dios vivo… Donde
quedó su Alteridad?
El Mundo indica la necesidad de orden “Sensible” donde la
trascendencia no cuenta para nada y solo la Intríngulis material parece dictar
el orden de la Fraternidad y la Convivencia… “El que no toma su Cruz y me sigue no es digno de Mi” (38) Cristo
mismo señala nuestro caminar pero deja claro que estará presente siempre en
nosotros y para nosotros en una bella Doxología revestida de Eternidad.
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