SEGUNDO DOMINGO EN
CUARESMA. Juan capítulo 3 versiculo 1-17.
ENTREVISTA CON
NICODEMO.
"1. Había entre los
fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. 2. Fue éste donde Jesús
de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque
nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» 3.
Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto
no puede ver el Reino de Dios.» 4. Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer
siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?»
5. Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6. Lo nacido de la carne, es
carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7. No te asombres de que te haya
dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 8. El viento sopla donde quiere, y oyes su
voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del
Espíritu.» 9. Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» 10. Jesús le
respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? 11. «En verdad,
en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo
que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. 12. Si al
deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del
cielo? 13. Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del
hombre. 14. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que
ser levantado el Hijo del hombre, 15. para que todo el que crea tenga por él
vida eterna. 16. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para
que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 17. Porque
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él." https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/3/
El diálogo con Nicodemo,
pone de manifiesto el afianzamiento de los atributos de esta nueva forma de
vivir la experiencia de la Gracia en el ser humano: “Te aseguro que el que no
nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” … (Juan capítulo
3 versiculo 5) Una ablución espiritual que se manifiesta en el llamado de Dios
a ser sus hijos, cuyos elementos naturales como el agua se convierte en
prefigura de la Sangre de Cristo. El volver a nacer manifestado por Nicodemo es
comprensible desde una visión meramente natural de la necesaria y vital
relación Dios-Hombre. El agua asume el poder reparador y purificador de Dios en
el ser humano y el Espíritu se une a la Palabra como la manifestación de Dios
en y para el ser humano, Palabra que opera el cambio o Deificación en quien la
escucha y la vive como fuente especialísima de revelación salvífica de Dios
(Agustín de Hipona le atribuye gran importancia a la palabra en la germinación
de la salvación del género humano). Es oportuno señalar el mandato de Cristo a
sus discípulos en referencia al bautismo (Pablo pone en el mismo nivel comunión
eclesial y bautismo superando la visión de su época al determinar la figura de
consagrado o consagrada a Dios, como elemento vital en la configuración de la
condición del bautizado) Mateo capítulo 28 versiculo 19 y paralelos.
Su carácter supone no
solo la figura de la salvación, sino, sobre todo, el modelo de vivir la
experiencia trascendente de la Fe, algo así como la nueva configuración del
bautizado (camino de Fe y conversión personal) uno de los dones que vive en el
bautizado y que es signo fehaciente de la aceptación al llamado de Dios y la
transformación del entorno o “soma” vital del cristiano. ¿Ser nueva criatura
supone la vivencia del orden relacional tal y como lo vivimos en la Iglesia, y
cuyo eje vital es asumido por la Gracia que vivifica la vida y obra del “amigo”
de Cristo…? Nicodemo nos facilita esta aproximación y como puede uno nacer cuando
es viejo? (3,4). La economía de salvación personal, no supone un simple y
concreto gesto de Dios en nuestra vida, llega más allá, se desarrolla como
experiencia de la Gracia y la decisión constante de aceptarle y configurarnos
con Él, nuestra naturaleza pide la plenitud (visión paulina de la salvación)
muy cercano a la recapitulación de Ireneo, es como asegurar que la creación
misma entra en el propósito y razón de nuestra salvación o desde una visión más
positiva, supone no solo la conciencia de la persona humana “consciente de su
propia existencia” sino también, de su relación necesaria con la vida y está en
todas sus formas ( el no ser o estar
solos, ratifica la vocación eclesial y comunitaria del ser humano proclive a la
salvación y a la vivencia de la comunión). La salvación que nace y se
transforma en totalizante, no es entendida como una constante creación que
busca su propia perfección sino como lo que es y comprendemos, la presencia de
Dios en su obra y la potencialización de la misma en términos de transformación
esencial, que puede sonar paradójico para algunos, al no alterar la naturaleza
o forma de ser y existir del ser humano, retomamos el agua como la visibilizarían
de la necesaria presencia de Dios en el hombre y la palabra como elemento
determinante a la hora de la aceptación personal y eclesial de la propia y
compartida salvación.
Nuestra síntesis
teológica, contenida en la catequesis, debe “desvestir” su instrucción
bautismal de todo aquello que le roba relación con la comunión y, sobre todo,
cuando al orientarla el catequista o clérigo de turno la ve como un simple
elemento de formación y no como es: Fuente, vinculo y esencia de la comunión
eclesial a la que está llamado el bautizado. Santificar y comunicar se mueven
en la misma dirección, la salvación del bautizado en el seno de la Iglesia
arropado por la comunión (la Iglesia suple, en su sentir y vivir la relación
con su Señor). Sin duda “Creemos en el Evangelio porque Ella, la Iglesia como
Madre nos lo enseñó. Agustín”. Como reflexión nos queda que antes de difundir
el mensaje tanto cultico, como Escrituristico y doctrinal, nosotros debemos
estar seguros y conscientes de su múltiple y complementaria relación. Muchas
veces los medios empleados para catequizar y anunciar son modelos que resaltan
más al ser humano que a Dios mismo es lo mismo que decir “Al servicio de
intereses personales”. Para concluir diremos que el bautismo es fuente de
comunión eclesial.
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