jueves, 30 de marzo de 2023

JUEVES SANTO...

 

SANTO TRIDUO PASCUAL… JUEVES SANTO. Éxodo capítulo 12 versículos 1-4 (5-10) 11-14. Salmo 116: 1, 10-17. 1 corintios capítulo 11 versículos 23-26. Juan capítulo 13 versículos 1-17, 31b-35.

 

Comparto en contexto los elementos usados en la celebración de la Pascua judía o Pesaj.

El Cordero: Al salir de Egipto, los judíos sacrificaron un cordero y con su sangre marcaron los dinteles de sus puertas.

Karpas: Es una hierba que se baña en agua salada y que recuerda las miserias de los judíos en Egipto.

Naror: Es una hierba amarga que simboliza los sufrimientos de los hebreos durante la esclavitud en Egipto. Comían Naror para recordar que los egipcios amargaron la vida sus antepasados convirtiéndolos en esclavos.

Jarose: Es una mezcla de manzana, nuez, miel, vino y canela que simboliza la mezcla de arcilla que usaron los hebreos en Egipto para las construcciones del faraón.

Matzá: Es un pan sin levadura que simboliza el pan que sacaron los hebreos de Egipto que no alcanzó a fermentar por falta de tiempo.

Agua salada: Simboliza el camino por el Mar Rojo.

Cuatro copas de vino: Simbolizan cuatro expresiones Bíblicas de la liberación de Israel.

Siete velas: Alumbran dan luz. Esta simboliza la venida del Mesías, luz del mundo.

También en el mismo contexto la celebración de la Pascua se desarrolla siguiendo estrictamente los siguientes pasos:

Encendido de las luces de la fiesta

La bendición de la fiesta (Kiddush)

La historia de la salida de Egipto (Haggadah) Se servía la segunda copa de vino, la copa de Haggadah. Alguien de la familia leía la salida de Egipto del libro del Éxodo, capítulo 12. El sirviente traía el cordero pascual que debía ser macho y sin mancha y se asaba en un asador en forma de cruz y no se le podía romper ningún hueso.

Oración de acción de gracias por la salida de Egipto y se recitaba el Salmo 113.

La solemne bendición de la comida.

Se llevaba a cabo la cena.

Bebida de la tercera copa de vino, la copa de la bendición

Bendición final: Se llenaban las copas por cuarta vez. Esta cuarta copa era la “Copa de Melquisedec”. Todos levantaban sus copas y decían una oración de alabanza a Dios. Se las tomaban y el que presidía la ceremonia concluía la celebración con la antigua bendición del Libro de los Números capítulo 6 versículos 24-26.

La cita de nuestra primera lección esta descrita por el segundo recuadro que hemos consignado como ayuda en nuestra reflexión puntual. No perdamos de vista que en la cosmovisión judía y conforme las necesidades de liberación se hacían más poderosas el creyente veía como las profecías evolucionaban hasta asociar este sacrificio de una fiesta antigua en Oriente con las promesas de Yahveh sobre su liberación definitiva, eso sí, reuniendo los símbolos asociados como son el establecimiento de un reinado de justicia y el Mesías encarnado en el corazón de cada creyente de su época. La Pascua siempre la hemos considerado signo de liberación y así mismo aparece inserta en la tradición de la Torá judía o Pentateuco.

El Salmo 116, en los versículos citados, nos ubica en la mente de un judío piadoso que sabe cómo rendir bajo el esquema de la Ley Mosaica sacrificios a Dios. Reconocer ser siervo de Dios, es decir, un devoto consumado que aguarda la respuesta del Dios revelado a Moisés y antes al Patriarca de Ur de los caldeos. El amor aquí está correspondido por Dios y en salmista profundizará esta relación llevándola al plano litúrgico como máxima expresión de Adoración y Alabanza. Bendigamos juntos el Nombre Adorable de Dios y cuya grandeza no puede ser contenida en palabras y mucho menos en nuestros labios.

Pablo comparte sus enseñanzas y particularmente lo que recibió de otros creyentes, la institución de la Eucaristía en la potencia de sus palabras y rito implícito. Aquí la Fracción del Pan, no se adelanta movida por el egoísmo de quienes quieren más sino por la Caridad que permite que unos compartan por amor y solidaridad con otros. Recordemos que en las palabras paulinas vemos con claridad que el Apóstol misionero está afirmando el valor de la Tradición eclesial y como estas enseñanzas de las acciones del Señor son determinantes ya que todo no se constituye en revelación sino en praxis de la Madre Iglesia. Es un signo vivo de entrega absoluta y modelo fraterno para los bautizados que al participar de este sacramento se unen a Cristo presente bajo el velo del misterio, pero intuido por su gran amor por la humanidad. La Eucaristía se convertirá en esta concepción como fundamento o pilar de la nueva relación con el Resucitado. La Iglesia primitiva en sus comienzos centró toda expresión de Fe en la celebración de la Eucaristía como encuentro entre bautizados y por ende de los hijos de un mismo Padre Dios. Una presencia amorosa que por amar se transforma en signo vivo de su constante actualización. Una extensión del Kerigma enseñado por Pablo es la Eucaristía como signo de los nuevos tiempos salvíficos y por ende escatológicos del pueblo de Dios que es la Iglesia. 

La visión Joanica relaciona sabiamente los acontecimientos de la vida del Señor especialmente los últimos de una forma totalmente significante. La Pasión del Señor en la cosmovisión Joanica empeña esfuerzos tanto de lo conocido como del mundo y su realidad invisible, es decir, de los poderes antagónicos que se manifiestan contra el Señor, es en este escenario en el que actúa el diablo y su esfuerzo por perder a los seguidores del Maestro. El Señor en el LAVATORIO DE LOS PIES actuó como lo haría un esclavo con su amo. Se anonadó sirviendo a los suyos como el más pequeño y significando así que el ser el más grande solo es posible amando más que cualquier otra persona. Si alguien quiere ser el primero debe servir, no solo se trata de poder por delegación o relación vinculante sino aquí en el contexto de la Caridad fraterna que se extenderá como propuesta a todos los bautizados. El signo del MANDAMIENTO NUEVO se manifiesta unido a la Cena del Señor y al Lavatorio de los pies, en una dinámica de reconocimiento del otro y su dignidad como hijo adoptivo de Dios. Juan quiere enfatizar las condiciones latentes del servicio cristiano y nos ofrece este modelo vinculante. Recordemos que es parte de la tradición en época del mismo Salvador tal signo que se convierte en relación fraterna y amigable con en otro llevándole a casa y atendiéndole como a uno mayor respetuosamente. La Iglesia en el hoy de su historia lo hace de muchas otras formas, solo para resaltar, los distintos ministerios de acogida y asistencia como es el caso de nuestra Diócesis y solo para mencionar,  visita y trabajo cristiano en los centros de reclusión (Kairós), la oración permanente y solidaria de las Hijas del Rey, las Damas Episcopales y su trabajo social en favor de los más necesitados, el Ministerio “Canasta de Lázaro”, atención y captación de todo tipo de recursos que la Diócesis destina cuando se presentan emergencias o  catástrofes naturales en el país, y las distintas acciones de nuestros clérigos por mitigar las necesidades que se dan en las congregaciones y con otras personas que se acercan buscando algún tipo de ayuda, el carisma de la educación que se vive en nuestras estancias y colegios son extensión de la Eucaristía y el signo del Mandamiento Nuevo.    

Jesús manifiesta lo que es Dios poniéndose al servicio de los demás.

Deshaciéndose, alcanza la plenitud.

Hoy lo descubrimos en el signo del lavatorio y la eucaristía.

Mañana, con la realidad de su muerte.

Yo soy pan partido y repartido.

Yo soy sangre (Vida) que se derrama en todas direcciones.

Eso tengo que llegar a ser yo

Si quiero alcanzar la plenitud humana.

Si soy capaz de morir a mi egoísmo,

Alcanzaré la plenitud de Vida.

Si soy capaz de darme hasta la muerte,

Permaneceré para siempre en la verdadera Vida (Fray Marcos, Cristianos Siglo XXI).

 

 

 

 

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