viernes, 30 de octubre de 2020

DOMINGO XXII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. CELEBRACIÓN DE TODOS LOS SANTOS…

 

DOMINGO XXII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. CELEBRACIÓN DE TODOS LOS SANTOS…

 

“1. Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos 2. y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. 3. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. 4. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. 5. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; 6. quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7. que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí". 8. «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. 9. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. 10. Ni tampoco os dejéis llamar "directores", porque uno solo es vuestro director: el Cristo. 11. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. 12. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/mateo/23/.

La liturgia de la Palabra propuesta para este domingo nos ofrece la posibilidad de considerar las prioridades en la praxis de nuestra Fe personal y comunitaria. El legalismo denunciado por el propio Señor le restaba fuerza al auténtico testimonio de fidelidad a la Palabra revelada. Las “filacterias” eran pequeños estuches que los fariseos usaban para guardar pequeños textos sobre la Ley Mosaica y de esta manera los exhiben en sus brazos, ropas y frentes, una manera para recordar la ley y conocer su contenido, pero el testimonio no guardaba relación con su contenido abiertamente impulsado por la legalidad y la norma. La designación con el término maestro evoca sin duda la imposibilidad de asumirlo sin un auténtico testimonio que eduque con cada una de sus acciones, hablar de maestros implica necesariamente la afirmación de la existencia de estudiantes, discípulos y similares. La imitación de una forma de vida o de actuar supone reconocer en ella una serie de contenidos sublimes y auténticamente edificantes. Jesús se nos ofrece amorosamente como el verdadero modelo de vida y superación al alcance de todos y cada uno de los bautizados, “la Gracia busca en nosotros ser de igual manera a cómo vivió el Señor en el mundo y amar de la misma forma”.

El título “maestro” posee una forma solemne que solo se emplea en el Evangelio para designar al resucitado en los episodios que describen gráficamente este fenómeno de Fe. “Mi Maestro” corresponde al Señor y en su época también era empleado por los maestros de la ley y doctores judíos, desde esta realidad que implica el reconocimiento y dimensión de la autoridad debemos comprender que es el Señor quien se revela como tal y cuya autoridad no es siquiera discutible… Los títulos que emplea el Señor son en gran parte fruto de la tradición de su pueblo, solo para citar otro ejemplo “Abbá”.  Otro título que la versión de Jerusalén (Biblia) nos permite conocer es el empleado en el versículo (10) nos referimos a “directores” muy probablemente el Señor se estaba refiriendo a la comunidad de Qumrán, aquí los títulos usados para designar al Mesías no pueden ser los mismos que  son destinados a señalar autoridades humanas. 

En la celebración de todos “Todos los Santos” es bueno puntualizar que en el siglo IX Gregorio IV instituyó esta celebración contrarrestando el poder de la celebración de origen celta y romana, la primera conmemoraba los muertos y durante esa noche creían que los difuntos caminaban entre los vivos por lo que el disfraz era necesario para despistarlos y que los siguieran a casa. Los romanos llevaron a Inglaterra en el año 50 de nuestra era el culto a la diosa “Pomona” que era la guardiana de los jardines y árboles frutales, por esta razón a los niños se les continúa dando dulces y frutas en esta celebración especialmente en el mundo “anglo “, el cristianismo adoptó una celebración para exaltar el triunfo de la vida y como el plan de Dios se realiza en quienes acatan su invitación a la santidad bajo Cristo nuestro modelo. La conmemoración de Todos los santos nos muestra como la realidad del creyente debe ser informada por la Gracia que en última instancia es la Causa Eficiente de toda santidad. Dios es santo y nada que no lo sea podrá verle, tenemos en el Evangelio un medio impresionante de vivencia de la santidad, la Iglesia también dispone de la vida sacramental, la oración y la meditación de su Palabra. Los regalos espirituales que hemos llamado “Medios de Gracia”. La santidad brota en la conciencia de los bautizados cuando la presencia de Dios desplaza paulatinamente los apegos de nuestra sola voluntad.

La celebración de “Todos los Santos” es un estímulo a vivir en santidad nuestro llamado a ser propiedad de Dios. Los santos vivieron y viven en todas las épocas dejando a Dios tomar auténticamente el “control de su ser” y no solo una expresión espiritual de nuestra realidad unitaria “cuerpo y espíritu” Dios es Santo y la santidad en el ser humano es un reflejo de su amor y bondad infinitas, Dios desea que nosotros compartamos de su infinita misericordia.  La Gracia entra y no modifica nuestro ser configurado, sino que potencia la realidad humana en la que vivimos. Como la luz que atraviesa un cristal y no lo deforma o altera en manera alguna.

 

 

 

viernes, 23 de octubre de 2020

VIGÉSIMO-PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

VIGÉSIMO-PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. Propio 25. Deuteronomio capítulo 34 versículos 1-12. Salmo 90: 1-6,13-17. 1 tesalonicenses capítulo 2 versículos 1-8. Mateo capítulo 22 versículos 34-46.

 

La escena que describe el último capítulo del Deuteronomio se resume en el versículo (4) no obstante el propio Moisés toma posesión de la tierra prometida para su pueblo, recordemos que solo el patriarca habla con Yahveh lo que implica una representación viva ante Dios en favor de sus compañeros de peregrinación por el desierto. Moisés vivió 120 años (según el texto Deuteronomista) recordemos que una larga vida era considerada signo inequívoco de bendición por parte de Dios. Su cuerpo inerte fue sepultado y su lugar tomado por Josué del que se dice que el propio Moisés le impuso las manos versículo (9) este rito designa al sucesor y entra bajo el signo del Espíritu de Dios que le concede los dones y gracias necesarias para su presente misión. El cristiano no puede perder de vista que su esperanza es cierta y que, aunque no veamos el Reino de Dios es posible sentirlo en el corazón como recompensa de una obra bien desarrollada que no es otra que la vivencia y materialización del Evangelio de Cristo en nosotros y en nuestro entorno haciendo de la tierra un hogar digno de todas y todos. Es la promesa que para el pueblo de Israel se convierte en un lugar de destino que posteriormente les permitirá construir su identidad como sucede aún hoy en día. La obra de Moisés marcará el destino de los semitas y los conducirá a enarbolar las banderas de la lucha en todo tiempo y lugar. La presencia de este líder espiritual y caudillo nos recuerda que ante toda circunstancia no podemos perder de vista que somos parte activa de la vida y el quehacer de la Iglesia y nuestras congregaciones, y que en ellas luchamos por ser liberados de las cargas que trajimos cuando decidimos vivir en la Iglesia nuestro llamado cristiano. Cada uno atraviesa su propio desierto espiritual lo que implica una constante dinámica de crecer en el espíritu hasta alcanzar nuestro ideal de vida cristiana.

 La historia de Israel está marcada por la guerra y los conflictos de credo con sus vecinos. Recordemos que ellos llegaron a una tierra habitada desde hacía miles de años antes que su llegada. Es una condición propia de quienes migran buscando una oportunidad de vida o simplemente un espacio para recomenzar.  Continuamos como bautizados caminando en pos de esta realidad que atesora nuestra esperanza, ya no de un reino que mana leche y miel (expresión del antiguo Oriente) empleada por la tradición judía sino del mismo Dios que nos invita a ser parte de su Reino, es decir, de su inefable presencia.

El apóstol Pablo nos dice una vez más que el Evangelio es predicado entre luchas de todo tipo y que esta condición precisamente debe mantenernos en actitud vigilante. Pablo es radical y su anuncio es por demás integro ya que se vale tanto de sus palabras como de su ejemplo de vida. Pablo deja en manos del Espíritu Santo los frutos de su obra misionera asumiendo humildemente su total dependencia de la Gracia salvífica de Cristo. El prestigio Paulino descansa en su fidelidad al Evangelio y en su labor bien hecha, la misma que hoy nos cuestiona grandemente cuando en calidad de ministros ordenados buscamos prebendas que no son fruto del Evangelio sino de compromisos no muy evangélicos.  Pablo indirectamente les pide a los suyos obrar bajo el signo de la Caridad y no del orgullo. Servir a la Iglesia en el mensaje Paulino es sobre todo servir con amor y humildad y buscar solo el respeto de la autoridad de Cristo y no del siglo. La calidad de su donación es incuestionable y su contenido llena de Esperanza a quienes sin duda escucharon sus palabras. La única carga posible es la que impone el Amor y la Promoción de nuestro medio eclesial. Hoy recuerdo las expresivas palabras de san Bernardo de Claraval Monje francés del siglo XI. “Se atraen más moscas con una cucharadita de miel que con todo un barril lleno de vinagre”. Cristiano que quiera servir en la Iglesia de Cristo debe ser dulce y agradable de lo contrario su servicio se convertirá en una pesadilla para sus hermanos en la Fe.

El Evangelio de Mateo, nos presenta a nuestra consideración dos relatos contenidos en una sola línea de tiempo, es decir, que constituyen una unidad temática y una intencionalidad doctrinal definida la cual sirve como argumentación para los capítulos que se suceden a continuación. Rescatamos para nuestra reflexión eclesial que es necesario explicitar que la exposición de los mandamientos (1 y 2) que hace el Señor se apega a las tradiciones tanto Levítica como Deuteronomista, resaltando la responsabilidad del creyente en la forma como reconoce a Dios y le adora y de igual forma como acentúa su relación con el otro partiendo precisamente de la concepción de un único Padre de todas y todos. El Señor asume su postura desde una visión universalista como personal. La discusión de tinte mesianista tiene por objeto esclarecer su origen frente a las afirmaciones judías sobre la supremacía del rey David que, aunque el Señor desciende de su genealogía, lo hace en lo humano, más resalta de esta forma su origen Divino. Estamos viendo un principio de la Cristología Mateana y es la exaltación de la condición de Dios del Mesías, es decir, de Cristo que queda claro en la psique de este evangelista y así desea transmitirlo en su Evangelio. 

 

viernes, 16 de octubre de 2020

DÚO-DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

DÚO-DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. Propio 24. Éxodo capítulo 33 versículos 12-23. Salmo 99. 1 tesalonicenses capítulo 1 versículos 1-10.  Mateo capítulo 22 versículos 15-22.

 

El Texto que propone la Liturgia de la Palabra sobre el Éxodo es sin duda uno de los textos más bellos en su simpleza. En la forma como describe el autor sagrado la manifestación personal de Dios con quien le busca sinceramente. Es también un entronque perfecto entre las tradiciones Yavista y Deuteronomista que enriquecen con su cosmovisión la escena. Ver a Dios es imposible, esta alusión es parte de la tradición judía que reconocía la imposibilidad para un simple mortal de ver la Majestad del Todopoderoso, pero aun así de forma atrevida si se quiere Moisés insiste en tamaña pretensión. Ver a Dios implica para el bautizado un cambio radical de todos los conceptos y formas de vida posibles como la praxis perfecta de su destino. No es posible siquiera el pretender antropizar esta afirmación pentateuca.  La Liturgia del A.T. nos recuerda que ni siquiera los ángeles, querubines y serafines podían ver el “Rostro” de Dios (aquí alusión a su Naturaleza Divina) para nuestra meditación citamos a (Isaías capítulo 6 versículo 2). No es de extrañarnos que en la escena de la Transfiguración del Señor aparezcan Moisés y Elías con experiencias místicas similares y de gran profundidad espiritual. Dios se revela como amigo y su contenido es maravilloso porque es un amigo que nunca fallará a pesar de las dudas y temores que nos hacen construir todo tipo de ídolos que buscan suplantar al Dios vivo.

Seguir a Dios es tremenda empresa para los bautizados, conocer su Nombre implica vivir verdaderamente para Dios y su plan salvífico, no es solo una declaración de Fe y Moisés lo sabe por eso insiste en “hallar gracia a sus ojos” que es en su contexto encontrar el sosiego que solo brinda la Fe cuando se alimenta de la Gracia de Dios que directamente se revela en la vida y obra del creyente. Es estar dispuestos una vez más a convertirnos en receptáculo para su presencia, la misma que sellamos en el santo Bautismo. Moisés se cubre la cara es una forma de mostrar la Gracia que, aunque no vemos la experimentamos y en este personaje lo más importante es continuar con vida por la Misericordia de Dios. En Moisés como en cada uno de nosotros el corazón se convierte en nuestros ojos. El temor es necesario, pero quien ama lo trasforma en humildad y entrega radical. Moisés lleno de temor que es lo mismo que decir lleno de amor.

Pablo nos presenta una Iglesia que se fortalece por medio de sus cualidades, las mismas que son altamente potenciadas por el Espíritu Santo en la oración y testimonio de los cristianos. Sin duda no es fácil vivir el Evangelio, pero el creyente es ampliamente fortalecido para enfrentar en lo cotidiano las dificultades que a la postre forman nuestro carácter y nos preparan para la lucha del día a día. La Madre de los bautizados es tenaz, llena de Esperanza y persuasiva, son los valores del Espíritu de Dios manifestándose en ella y en toda su ministerialidad. Es una muestra de la nueva economía de salvación a la que llegamos por medio del Bautismo y en la que construimos tanto nuestra Fe como nuestra existencia de índole social y cultural como quien dice, que por nuestro medio la Gracia se manifiesta en todo cuanto emprendemos. La Palabra está presente y es nuestro reto difundirla y encarnarla y mostrarla viva al mundo o entorno somático donde edificamos y hacemos historia de salvación. Su Cristología insiste de forma denodada en la segunda venida o retorno del Salvador. Una venida que puede ser inminente o postergada según las actuaciones de los bautizados que marcaran la pauta para clamar por el regreso del Hijo de Dios. Pablo mismo no tiene presente el desenlace, pero aquí habla como un ser humano de una profunda Fe y experiencia con Cristo.

La enseñanza Mateana, nos presenta la hostilidad de un lado ejercida por las autoridades religiosas de Israel y por otro lado los “herodianos” que eran una especie de policía secreta que estaba a favor de Herodes, y su trabajo básicamente consistía en denunciar a quienes se oponían a su gobierno. El propósito es claro buscar la forma de hacerle caer para poder levantarle un proceso en su contra. Es interesante como el Impuesto da pie para afirmar la soberanía de Dios que no depende del poder civil que el Estado ejerza. Jesús acude a la afirmación del dinero como instrumento de dominio y esclavitud porque no se trata solo de cadenas también de actitudes, prioridades y valores en la existencia del cristiano que muchas veces se rinde a sus pies. Estamos llamados a reconocer otras riquezas que son vitales en nuestra existencia, a potenciar los valores y habilidades que el Señor nos ha concedido tener y disfrutar. La vida como tal necesita de nuestras acciones positivas, de nuestro crecimiento integral, este será el tributo que presentaremos a Dios una vez nos llame ante su presencia.

El mayor tributo a Cristo se expresa en un corazón libre de tantos apegos y con el suficiente espacio para tenerle y nunca dejarle, por nada, por absolutamente nada. El Amor de Dios se manifestó en su Adorado Hijo y ese precio significó la Cruz, somos hijos de la Cruz y receptáculos de su preciosísima Sangre. El Tributo es signo de poder terrenal ya que solo pagamos a quien reconocemos posee la autoridad, pero a Dios le pertenece todo, y aquellos que abusan del poder rendirán cuentas en su presencia.  Somos pues hijos de Dios y como tal nuestro tributo se llama amor. Nosotros debemos acatar el orden institucional pero nunca asumir la injusticia y la corrupción que ofende al Dios y Señor dueño de todo. Somos testimonio vivo en el mundo y en las relaciones que edificamos sobre la primicia del señorío de Dios en nuestras vidas y en la sociedad.

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

CARTA MEDITADA. POST CRISTIANISMO, CARACTERÍSTICAS INCONFUNDIBLES EN EL PRESENTE TIEMPO.

 

CARTA MEDITADA.

POST CRISTIANISMO, CARACTERÍSTICAS INCONFUNDIBLES EN EL PRESENTE TIEMPO.

 

Apreciado hermano lector, brevemente comparto esta reflexión personal que no deberá tomarte más de 15 minutos de tu valioso tiempo.

 

“La Iglesia está naciendo en un parto dramático de gozo y de dolor inmensos, así como también el nacimiento del cosmos es un drama gozoso y doloroso. Evidentemente también la antropología, que exige una nueva definición de la naturaleza humana y se exige una nueva concepción del sufrimiento y de la muerte, porque en su Pasión y en su Cruz, el Señor no solo asumió el sufrimiento de la historia sino también el sufrimiento cósmico”. John F. Haught. Teólogo y astrónomo estadounidense.  

 

El presente siglo brilla por su sentido exacerbado de individualismo y autosuficiencia lo que sin duda alguna genera un encuentro desde el Yo pleno y sin necesidad del nosotros. La realidad creada desde tal perspectiva nos plantea una pregunta que el propio Señor se hizo hace ya muchos siglos: "8. Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/lucas/18/ este interrogante parece quedarse en el tiempo, pero en realidad se actualiza constantemente con la respuesta del creyente y su forma de vivir y explicitar la Fe. Realmente el flujo de eventos y sobre todo el cambio de mentalidad supone que tal afirmación hoy está más viva que nunca y se puede evidenciar en la vivencia de nuestra condición cristiana, Jesús piensa en su gente y nosotros hoy podemos decir con el Señor ¿será posible ver seres humanos esperando la salvación? Este interrogante existencialmente conectado con la praxis cristiana nos introduce en un entorno donde la duda no es el centro de su ser vital sino el des-creer formalmente hablando. Una manera de inmolar los conceptos al “dios” de la desidia y la pereza espiritual. Aquí es factible observar como el Ethos multicultural absorbe del medio tendencias cada día más antropizadas que desconocen la realidad trascendente de la condición humana, todo lo anterior le resta todo el valor a la vida, el sufrimiento, la felicidad y convirtió estas manifestaciones de humanidad en el blanco de toda objetivación racional posible. Hoy no tiene sentido el sufrimiento y tampoco la alegría sino es la mía que anule esa condición chocante del bienestar de otros y no propio.  

Los temas de interés en otras épocas como el juicio final, el pecado, el mal, la riqueza y la pobreza, generaron una serie continua de polémicas al interior de la vida y conciencia de los bautizados. Este tipo de contenidos polémicos que enfrentaron tanto doctrina como ideas personales de los creyentes durante tantos años deterioraron la percepción de vida y obra en las sociedades mayoritariamente cristianas. El conflicto en los distintos conceptos preparó el camino para la dicotomía tacita entre la reflexión en el ámbito de una cultura religiosa a otra absolutamente secular. El llamado humanismo secular con toda su praxis dialéctica que se afirma en la propia y personal interpretación del fenómeno religioso y todo ello solo reconoce una fuente y nos referimos a la natural. El asombro ante la obra y sobre todo ante su Creador hace que la relación con la naturaleza sea utilitarista y depredadora. Una sociedad que no ve la conexión con lo sagrado. Cuya interpretación del fenómeno es solo epistemológica. Desde esta postura la Gracia se pierde como iniciadora de todo proceso de transformación y deificación del ser humano. El componente intrínseco de la naturaleza humana se ha venido a convertir en la razón de ser de la vida como la conocemos. La connotación espiritual y la interioridad como viaje a lo más profundo de nuestro ser está siendo abandonada por la praxis de una reflexión tan humana como natural solamente. El mañana solo es visto desde la cifra que nos ofrece la economía y las relaciones con la productividad, el contacto y relación vital con el otro cada día es más reservado a escenarios y espacios dominados por intereses personales o productivos. La misma sociedad donde se mueve el creyente hoy según su tamaño se distancia de cada realidad. Lo anterior se resume afirmando que mientras más sofisticada es la vida del ser humano más lejos se muestra de su origen y contenido espiritual. En las llamadas relaciones “open mind”. Los involucrados no se preocupan por el compromiso, solo desean vivir el ahora. Es una “unión” relajada y sin ataduras en la que se reúnen cuando pueden, sin presiones ni reclamos. Ambos pueden contar con otros compañeros sin temor alguno. Dan espacio y esperan recibirlo. Esto puede cambiar si alguna de las partes termina enamorándose, lo que es una decepción para el implicado que quiere continuar bajo los mismos parámetros. Este concepto emocional de libertad absoluta ante convencionalismos morales e incluso religiosos se está llevando a la vivencia de la Fe y escuchamos personas que sin profundidad alguna afirman aceptar cualquier iniciativa de índole religiosa si está para ellas. Bajo tal idea o referencia de acción es imposible afirmar una identidad y por ende un viaje seguro a nuestra propia intimidad espiritual.

 

“La pandemia en el presente nos mostró cómo los poderes, y me refiero, a la vida y la economía se enfrentaron y como la economía ganó esta batalla en el mundo, como la economía reclamó las manos y mentes de cada hombre y mujer para hacer de la fortuna la razón de la vida y la muerte” …  Pbro. Diego Sabogal.

 

La aceptación de todo orden implica asimilar sus normas y tendencias, lo anterior nos permite apreciar como en el plano de las relaciones humanas esta categoría de indiferentismo desfigura la relación con ese Dios personal de quien esperamos recibir la salvación. Aquí la necesidad espiritual se camufla con la inmadurez para asumir una realidad que hay en nosotros, nos referimos a la espiritualidad o interioridad. El crecimiento de la persona redimida se adelanta en cada momento de su existencia y la manera como esta evalúa su realidad a partir de la inclusión segura de la Gracia. Las formas de articular el pensamiento moderno pueden derivar en una especie de ateismo tácito en cuanto a lo que se espera de la reflexión religiosa y como aterrizarla en el imaginario de los compromisos necesarios para vivir la Fe en el Dios revelado. La sociedad que se mueve en los escenarios conocidos por todos no necesariamente transita en el ámbito de los valores trascendentes de la existencia que esta dice abiertamente defender. La conclusión salta a la vista, la realidad percibida solo desde el amaño de las concepciones personales debe ser enfocadas gravitalmente en orden al mensaje de Cristo y su esperanza segura.

Estamos inmersos en un mundo que reclama los derechos de autoría de la condición humana y como esta puede o pudiera afectar la idea de una realidad que supera la sola exposición material de la vida. La connotación sobre tales afirmaciones debemos distinguirla de las acciones por la vida en orden a la Gracia y su construcción de la realidad humana redimida en la historia, la dinámica perceptiva de los sucesos del “estar vivos” demanda una interacción acertada con la experiencia del bautizado que muestra en su inmanencia la presencia de Dios que no es limitante alguno sino el amoroso Dios que llama a su plenitud. Hoy debemos romper con el autismo formal (percepción social) que se manifiesta en la construcción antropizada de nuestro entorno. El hombre post-cristiano no espera ser salvo, supone que su vida solo puede tener una connotación material y ve las afirmaciones sobre la vida escatológica como una realidad por fuera o en la periferia de su propio pensamiento. No es de extrañarnos que la dialéctica de la vida solo en sentido biológico-orgánico sea tan fuerte en el presente y que la interpretación de las realidades espirituales tenga por escenario el mismo mundo como entorno somático desconociendo literalmente la connotación sobrenatural de la existencia humana. Un referente que supera las postraciones de una entidad biológica como es considerada la vida racional. La historia es clara y sus postulados fueron vividos en potencia por todos y cada uno de los seres humanos y quienes no hemos estado en determinado pasado hemos sido constituidos en solidarios con aquellos de otras épocas. Tal solidaridad nos hace responsables del presente y del porvenir. La lógica de toda expresión de la Gracia es la salvación y con ella la posibilidad real de esperar por nuestro Dios en el tiempo y en el espacio de la vida racional, amable, emotiva y trascendente de la humanidad. Desde la realidad de los bautizados en Cristo hemos renunciado a la letra por sobre el espíritu. Nuestra opción es una enmarcada hermenéutica y su Epiqueya. Ante la propuesta del post-cristianismo, la letra de la ley y su consecutivo énfasis cae de si por la ausencia de la Gracia transformadora, y este fundamento hermenéutico es una mirada al hoy de nuestra historia con sus implicancias. La cultura de la vida no puede ser indiferente a la necesidad de la fidelidad al Evangelio de Cristo.

En algunos sectores del colectivo el cristianismo parece haber agotado sus aportes a la vida de la humanidad. A la existencia supra biológica que dicta una realidad más que material. Una determinada comprensión cualitativa del mundo y sus décadas, el refugio de lo material y tecnológico hace posible caminar en la real posibilidad de dominio humano para muchos de los bautizados. Incluso en algunos sectores de nuestra Fe anglicana la religión se convirtió en solo eso religión con una militancia social fuerte y no como respuesta a la oferta salvífica de Dios en su Iglesia. Este último concepto lo sometemos a la constante idea de cambios y más cambios sin resultados reales y constatables desde la perspectiva del mundo y su intríngulis. Queremos que esta sea invisible y que no limite la moralidad del funcionario que se dice creyente y se presta para el fenómeno de la corrupción y el clérigo que solo busca incrementar sus ingresos y estatus. Estamos pues, al servicio de una tendencia que destruye las bases de la interioridad por ver en esta un enemigo. Hoy somos más y más funcionalistas y la moral singular invade nuestro actuar, es decir, solo cuenta cuando realmente se convierte en un beneficio directo. La postura moral no puede ser convertida en la excusa apropiada para librarnos del embate de la conciencia personal del bautizado. Aquí la moral fragmentada opera directamente en los escenarios donde nos movemos tanto emocional como económicamente. La connotación de pecado como estructura fue “lavado” por la ley que dicta normas aun complejas y muchas reamente injustas. La legalidad es una apreciación legalista de los eventos enfrentados a esta. La lucha por los Derechos de todos implica una visión amplia del fenómeno social y sus connotaciones. Ahora muchos se refugian en el pecado estructural de todos, especialmente en las entidades y estados.

La Axiología como tal no es precisamente la más clara de todas las expresiones de valores y virtudes. La construcción de tales afirmaciones y sus ideales materializados, me refiero a los valores que pasan hoy por una notoria perdida de esencia. El Evangelio se presenta desde siempre como la mayor “fabrica” de valores para el creyente. El mensaje de Cristo debe retornar con toda la potencia de la personalización del hombre para el hombre en donde este se encuentra, es decir, el testimonio habla más que cualquier programa por grande que este sea. Aquí el fenómeno de la evangelización choca posiblemente con los medios para adelantarla y con lo que realmente buscamos tener de ella y su puesta en marcha.  Solo para recordar que el ministerio en la Madre Iglesia es de índole universal y naturaleza sobrenatural. Los presupuestos y conceptos unidos a la expresión de la doctrina de la Iglesia es una barrera fundamental en la edificación que pretenden hacer aquellos en la construcción de un entorno que se dice creyente, pero en realidad solo buscan una apreciación general y no navegar por las aguas de la experiencia de los bautizados en el ámbito de la Iglesia. Precisamente el post-cristianismo es enemigo de toda institución eclesial y con mayor razón de las históricas (romanos, griegos y anglicanos). La evangelización bajo los signos empleados antes debe ser tenida en cuenta bajo una posibilidad de encuentro distinta. Evangelizar la realidad de la persona y no buscar un cambio tan solo personal como respuesta al mundo.

 El paradigma griego de pensamiento nos ha condicionado a pensar que la eternidad espacial, estática era lo perfecto y lo temporal lo imperfecto. Para el paradigma bíblico lo perfecto es lo vital, que es dinamismo. Ese mismo paradigma nos había inducido a pensar el alma como una realidad inmortal encarnada en el cuerpo, mientras que la ciencia actual nos dice que lo que llamamos alma es creada por Dios en el proceso evolutivo. Igualmente, hoy somos conscientes que el cielo y el infierno no son realidades espaciales situadas arriba y abajo, y que tampoco es el espacio el que determina la realidad sino el tiempo. A todo esto, se agrega que la explicación de la doctrina cristiana se ha hecho con base en la metafísica cosmológica estática, mientras que hoy se nos presenta una metafísica temporal del futuro y dinámica. Desde esta consideración el contenido cristiano debe aterrizar en la praxis de una total y totalizante existencia que ocupe primordialmente la realidad creada por el ser humano y la realidad de lo sobrenatural enunciada por el propio Señor, es pues realmente urgente ante el llamado y la formación y del propio Cristo cuando delante de Pilato afirmó: “mi Reino no es de este mundo”. (Juan capítulo 18 versiculo 36). Esta dinámica de la revelación nos dice intuitivamente que la condición del creyente debe ser afirmada en los presupuestos salvíficos de Cristo que son por definición y naturaleza “inagotables”. El tiempo y la historia son parte importante de la explicitación existencial de los seres humanos y los creyentes vemos en sus manifestaciones parte de la Voluntad de Dios que sabiamente articuló la creación y todo cuanto hay en ella.

La materialización de la esperanza en la vida y obra de los bautizados lucha tenazmente contra el post-cristianismo que pretende haber agotado la razón de ser de la lucha por la vida y su promoción desde el Evangelio de Cristo. El post-modernismo quiere ver los hechos y luego la doctrina de estos. Desde el punto de vista de la escolástica ese énfasis estaba en considerar la persona de Jesús en su facticidad terrena y humana, contra la imagen de Cristo cósmica y universal de la era patrística. Se acentuaba lo “positivo” de la jerarquía eclesiástica. “El mundo en el que ha tomado lugar la encarnación es verdaderamente mundo mundano: no una sombra o copia simbólica de un mundo universal más alto, espiritual e ideal”. Así que la escolástica intentó clarificar la tensión no resuelta entre Dios y el mundo, pasando de Platón a Aristóteles. Esto significaba reemplazar el esquema de participación por el esquema de efecto a causa. En lugar de la gran cadena del ser platónico, surge ahora el cosmos cerrado en sí mismo y en el cual cada cosa individual posee su valor y su dignidad. El peligro de esta posición es terminar en un sistema inmanente y puramente filosófico. El énfasis en el fundamento natural tiene el peligro de dividir al ser en dos mundos que no se comunican: una zona natural y otra sobrenatural. Pero también hay peligro de creer que todo es naturalmente bueno estableciendo un principio de moralidad y eticidad tan amplio que no hay forma de acortar distancias entre la realidad vivida y la percibida, esto último para mi es consecuencia de una tendencia de ver natural todo e incluso lo que claramente es trascendente quitándole su contenido espiritual. El hombre, en nuestro siglo, se presenta como un ser histórico y como parte de la historia cósmica, es decir, somos parte de un proceso histórico cósmico y vivimos al ritmo cósmico, al ritmo de los astros, en comunión con el universo. Todos los interrogantes sobre el cosmos confluyen en el ser humano, en él se explican el Big Bang, la evolución cósmica o cosmogénesis, según Teilhard de Chardin, la radiación cósmica de fondo, la sopa cósmica de quarks, las galaxias, los asteroides, meteoritos y cometas, el sol y todas las estrellas. El hombre hace parte del drama del mar y las estrellas, pues la cosmogénesis como la antropogénesis son un drama histórico. Hoy se relaciona un principio que dio origen a la realidad material que contemplamos y el discurso se queda corto al relacionar solamente los elementos estructurales y estos desprovistos de una finalidad absolutamente sublime (paisaje intelectivo antropizado). En este rango entra favorablemente la connotación de la historia de la humanidad que ve como la sucesión de los tiempos no altera su idea mental de cambio y evolución.

El hoy de nuestra historia nos presenta una dinámica bien interesante y en muchos de sus juicios perdida tan solamente en sus divagaciones intelectuales. Ser hoy episcopal es afirmar contundentemente la necesidad salvífica de la historia bajo el influjo de la Gracia y sus arquetipos bien conocidos por todos. Los discursos absolutistas se están quedando en desuso, no se trata de imponer una idea sino de relacionarla vitalmente con la promoción y acontecer de la vida humana y la naturaleza en nosotros y nosotros en ella.  La realización de nuestra Fe tanto personal como colectiva en la Iglesia supone una concepción madura del mundo y sus ingredientes como en una receta de miles de millones de años. No podemos quitarle hoy la connotación finita a la existencia de los elementos no sea que estos reclamen una eternidad material ya cansada por el hombre moderno.

El acontecer salvífico no se pierde en la conciencia dominante de la humanidad, sino que se explicita en la necesidad perenne de actualidad que solo Dios nos ofrece. Un mapeo histórico que no puede estar a merced de los vientos de cambio finitos de la sociedad que los reclama como su derecho y que desea vivirlos con autoridad finita, es decir, nada perdura y menos por las estructuras de pecado que desgastaron la exposición de sus contenidos. Un post-cristianismo que podemos derrotar, pero solo si Dios es el centro no del derrotero social sino de los corazones que ascienden en su búsqueda (espiritualidad Agustiniana). Un corazón que amorosamente lo busca transformará su ser actuante y reflexivo en las categorías de la Gracia. Una historia de salvación para tiempos modernos y tormentosos donde la libertad es la primera en ser paradójicamente enajenada por todo aquello que considera autentica expresión de su ser identitativo, razón tenía Sartre cuando habla de la libertad como una condena al mejor estilo dramático de Heidegger, la náusea de Sartre es su paradigma nuevo y distinto frente al mundo que se cansó de ser libre. Asistimos a la espiritualización y ascensión de lo efímero y narcisista del medio o entorno somático. La revisión de la vida como plataforma de la Gracia en la historia debe ser asumida por los bautizados que están llamados a recuperar el protagonismo de su axiología y gnoseología donde Dios se revela como Creador y nosotros como los interpretes comprometidos de su obra. Una metafísica estática como legado de la cultura clásica (especialmente los griegos) debe ser superada por una connotación viva y dinámica de los presupuestos históricos de la humanidad y donde la Gracia de Dios aparece inserta en los triunfos de la humanidad y la vida en todas sus formas. “No es posible suponer la salvación sin saber de dónde nos viene, los post-cristianos no esperan ya ese regalo maravilloso, lo consideran un derecho por el mero acontecimiento de existir liberándose de la carga que implica la conciencia y moral de los bautizados y la respuesta positiva integral ante la gratuidad que supone la bella oferta salvífica de Dios”.

 Hoy reclamamos una metafísica viva y en constante movimiento del ser hacia la realidad construida y constituida a partir de la percepción de sus contenidos bajo la guía de Dios que en la Fe de los bautizados entra en la realidad del universo creado. La paradoja del siglo XXI la encontramos en sus intentos por aclamar el absolutismo de sus ideas seculares por sobre las que consideraban absolutistas y religiosas, aquí la dialéctica se confunde al suponer que una postura si es positiva y la otra explicitada de la misma manera no lo es. El ser eclesial necesita por extensión el ser material de cada uno de los bautizados en la creación de testimonios vivos y auténticos en el mundo y sus relaciones. Mostrarnos en el mundo dominado por el absolutismo materialista es imperativo de la acción de la Gracia en la conciencia de cada uno de los bautizados. Un Evangelio materializado por Cristo en nosotros y nosotros en Cristo puede mostrar la actualidad testimonial de cuanto es anunciado y creído al punto debe ser llevado a la sana praxis de los bautizados. Nuestra locuacidad no puede quedar corta en el mundo y sus relaciones salvíficas. La salvación no puede verse como un producto terminado que establezca una especie desviada de existencialismo y nadaísmo (Filosofia latinoamericana reconocida cuyo origen es colombiano). La expresión viva de la Fe del bautizado establece un principio de constatación importante en el mundo, este fundamento testimonial motiva grandemente la vivencia de la praxis cristiana en el mundo y sus relaciones.

La historia se ofrece así misma como un producto terminado de triunfos y fracasos de derrotas y alegrías, pero también de muchas lagrimas, así paulatinamente toma forma nuestra respuesta y postura ante el mundo y su intríngulis. La constatación vital de las relaciones entre los seres humanos deja una estela de triunfo y fracaso sea la dinámica establecida y como está siendo permeada por la historia de salvación, o son solo esfuerzos antropocéntricos. Aquí bien podríamos decir sin temor a la equivocación, que nuestros esfuerzos cuando están desprovistos de la Gracia son meros esfuerzos atropo-centrados, porque buscamos de una u otra forma hacer de la experiencia humana el arquetipo fundamental de la interpretación de los eventos y su fenómeno constatable.  No se tarta de ser el centro de la reflexión sino de reflexionar desde cualquier punto en el que nosotros abordemos la cuestión sin descartar obviamente la centralidad y periferia de los conceptos determinados.  El post-cristianismo se ubica dialécticamente en el centro y periferia de la realidad y condición humana, desde los intelectuales hasta los no formados académicamente porque es la noción de Dios en sus vidas y esto último no puede ser fácilmente apostado a un determinado nivel cultural o social. “La pandemia en el presente nos mostró cómo los poderes, y me refiero, a la vida y la economía se enfrentaron y como la economía ganó esta batalla en el mundo, como la economía reclamó las manos y mentes de cada hombre y mujer para hacer de la fortuna la razón de la vida y la muerte” …  

 

 

 

 

jueves, 8 de octubre de 2020

DÉCIMO NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

 

DÉCIMO NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. Propio 23. Éxodo capítulo 32 versículos 1-14. Salmo 106:1-6,19-23. Filipenses capítulo 4 versículos 1-9.  Mateo capítulo 22 versículos 1-14.

 

La escena descrita por el Éxodo se constituye en un acto de desobediencia del pueblo ante la ausencia de su líder y guía, es decir, de Moisés. Las figuras que podemos encontrar como el becerro de oro era en verdad la imagen de un toro joven que los pueblos del oriente antiguo tenían por deidad. Es importante que tengamos presente que se refieren con el tema de esta imagen a la construcción de un nexo físico con el Dios que se revela y que solo habla con Moisés. Es una equiparación a lo divino o trascendente o incomprensible para el pueblo cuyo contacto constante con otras naciones le permitió ser permeado por sus distintas costumbres socio-culturales que sin duda no dejaron lo cultico a un lado, sino que fue parte integral de su culturización o transferencia de fundamentos culturales en la construcción de su Ethos. Las implicaciones de esta imagen trascienden la simple imitación de un ídolo mesopotámico o asirio sino en realidad la necesidad de materializar o visualizar una liturgia que les permitiera sentir la presencia del Dios que los sacó de Egipto. Es una necesidad humana el tener control o conocimiento de los asuntos o estadios importantes en la vida y su intríngulis.

El becerro de oro aterriza la connotación de Dios entre los suyos y expresa una necesidad vital por parte de la recreación cultural de Israel desprovisto de vínculos con el Dios vivo (más allá de los conocidos). La incomprensión de la relación con Yahveh es fruto de la poca profundidad espiritual en general de este pueblo que bajo la pedagogía divina transita en el desierto afirmando así que viven un proceso o noviazgo con el Dios revelado. Recordemos la figura del Arca de la Alianza que contiene los signos de esta relación ya digeridos para el pueblo en su elaboración de una conciencia religiosa. Encontramos que su función no dista mucho del intento de antropizar la imagen del Dios vivo y subsistente. Lo verdaderamente importante es que nosotros como bautizados en pacto de amor y eternidad no permitamos que los ídolos del mundo nos alejen de Dios y su propósito salvífico para cada uno de nosotros.

Pablo conoce de su medio y se desenvuelve con absoluta facilidad y atina en su reflexión. La Virtud de la que habla en la imitación a Cristo nos dice con claridad que se encuentra en medio de una comunidad llena de moralistas de ascendencia griega y judíos helenizados.    Los que reconocen en la palabra Virtud una relación viva con el término Hábito (acto repetitivo bueno) que define las prácticas cotidianas. Pablo acude a la comparación con la disciplina tanto de un filósofo como también de un deportista, esta disciplina es modelo de vida aun en la imitación de Cristo sea que lo hablamos por ejemplo de otro bautizado o del mismo Pablo. El seguimiento de Cristo es fuente de toda virtud y sano hábito en el cristiano. Las gracias espirituales son un don amoroso de Dios y solo el que reconoce su valía podrá emplearlos en la edificación de su vida espiritual. La oración es una virtud que el cristiano debe practicar constantemente y sin distracciones por lo que Pablo la asocia a la perfección de los creyentes. La alegría es de índole existencial y es testiga de la vivencia de Cristo en la configuración de los bautizados. La realidad que abordamos desde la perspectiva de nuestra Fe se hace cada día más sólida cuando ponemos en práctica las enseñanzas evangélicas que nos motivan a ser mejores. El cristiano debe reflejar en su vida tanto la alegría de la Gracia como la dedicación de su Fe en Cristo y en su Iglesia.

La visión Mateana sobre el fin de los tiempos es bien diciente. Acude a la figura de una boda donde a pesar de estar todo preparado y de ser el Señor quien convoca a los invitados estos se excusaron despreciando su invitación. Sobre los personajes que intervienen para ubicarnos en el contexto escatológico diremos: El Rey es el Padre Dios, el Hijo es nuestro Señor, los siervos son sin duda los profetas y apóstoles, los invitados iniciales son el pueblo de Israel, y las personas que finalmente aceptaron la invitación son en general los cristianos que escucharán en todas las épocas el llamado de Dios en su Hijo y lo atenderán. Es interesante como se relacionan los relatos para confluir en una unidad temática que es el juicio final donde la preparación es vital ya que nadie podrá entrar a la presencia del Todopoderoso sin la debida Gracia para hacerlo. La preparación salvífica se encuentra contenida en la Palabra de Dios que como guía de nuestra vida sobrenatural está presente en el ministerio de la Madre Iglesia. Pues en cuanto al “traje” necesario para esta celebración está constituido por las obras de Justicia que acompañan al bautizado en su peregrinación por el mundo y la forma como esta traba relaciones con su entorno siendo posible establecer una relación salvífica-restaurada. Toda celebración está enfocada al disfrute de la persona y lo mismo acontece con la Fe de los bautizados, es el disfrute de la felicidad que la Justicia construye en el mundo la que de manera imperfecta nos prepara para la eterna donde no hay imperfección y donde Dios mismo es el objeto de tanta felicidad. Vivamos pues como invitados y preparémonos para asistir cuando el Dios de la vida así lo determine.

martes, 6 de octubre de 2020

AGUSTÍN DE HIPONA Y SU AMOR POR LA EVANGELIZACIÓN.

 

AGUSTÍN DE HIPONA Y SU AMOR POR LA EVANGELIZACIÓN.

 

Tan vivo en la memoria eclesial como hace ya 1500 años. Y hoy como ayer es de suprema importancia la misión eclesial que busca comunicar las gracias amorosas de la Palabra de Dios recibida. Para el Hiponense la evangelización crea conciencia sobre el valor de la persona humana y su gran componente de interioridad y vida que busca constantemente ser perfeccionada. Para el Hiponense el dolor, el sufrimiento, las alegrías, el bienestar no son componentes paralelos de una misma realidad humana sino un total de supremo valor y sentido para el mismo Dios revelado. La expresión misma de la existencia humana es vital para esta relación salvífica que se inicia con el anuncio amoroso de Dios y su Palabra, era tal el valor de la Palabra de Dios para Agustín que durante el servicio eucarístico, frecuentemente cuando llegaban a la liturgia de la Palabra decía a sus hermanos: “Qué alegría, el amoroso Dios nos envió una carta llena de su amor” una vez más podemos ver el valor del mensaje revelado en la construcción de espiritualidad y pertenencia que sin duda apuntaban en Agustín a una vida que revele el poder de la Gracia por medio del Evangelio.  

En su viaje e introspección reconoce que el mayor de los obstáculos o dificultades las ofrece la persona humana, con su marcado interés de la reafirmación de su propio yo aun por sobre la verdad revelada. Esta postura genera un entorno individualista que paulatinamente busca desfigurar el influjo de la Palabra en la vida y obra de los bautizados. La posesión personal es una clara idea del egoísmo y el dominio de sí que el creyente ofrece cuando el Evangelio modifica su propia forma de vivir. Aquí la tesis central se explicita en la siguiente sentencia: “evangelizarte a ti mismo cambia la forma como ves tu propia vida y tus relaciones con el medio”. La concreción de la misión de la Iglesia parte de la identidad de los seres humanos y su relación con la trascendencia.  Buscar la misión inicia con el convencimiento personal de ser un supremo valor por el que vale la pena gastar la vida y sus fuerzas. El amor que está atento a otros y otras, es el amor que brota de la Cruz y que el creyente no puede perder de vista en la praxis de nuestra propia Fe.

El valor de la Palabra revelada marca en nosotros una nueva experiencia y ruta de vida que nos lleva a los pies de Cristo en este caminar de la mano de la Iglesia. Agustín argumenta la suprema filiación eclesial como el motor inspirado de toda obra de evangelización. La realidad de los tiempos que estamos viviendo está marcada por la necesidad de una espiritualidad que afirme los valores evangélicos compartidos en el anuncio. Agustín emprende un viaje a las profundidades del ser de la humanidad para encontrar razones de la necesaria obra misionera. La persona redimida es sin duda un modelo de evangelización y cómo sus contenidos modifican la configuración del ser creyente. La congregación asume el reto de “parir” nuevos hijos en la Fe de la pila bautismal lo que implica positivamente un testimonio y vivencia de la Fe anunciada en la Palabra de Dios al mundo. Para el Águila de Hipona el testimonio es quien realmente afirma el contenido salvífico de la Palabra predicada y compartida en el terreno de la misión tanto interior como congregacional del bautizado. Agustín establece en su comprensión de la obra misionera y evangelizadora una relación de absoluta vitalidad que hace de cada uno de nosotros un evangelizador cuando con amor y compromiso “parimos” en el Evangelio la vida de la Gracia. La Iglesia tiene una responsabilidad ingente en el anuncio y cuenta con el bautizado para llegar a todos los escenarios donde este gasta su vida, en el plan de evangelización y misión la figura y actividad del ministro laico es de capital importancia. La modernidad reclama de nosotros y de la Iglesia un testimonio de vida tan poderoso que mueva las barreras actuales para instalar la Palabra salvífica en la psique de los hombres y mujeres de nuestro siglo.  Sin duda alguna que Agustín si viviera en esta época tendría acceso a las redes sociales para continuar lo que inicia en la mente y corazón de los bautizados. Agustín es pionero en la propuesta de vivenciar la evangelización con una auténtica conversión de quien anuncia y refuerza la naturaleza valida del mensaje con su vida. El axioma evangélico “Por sus obras los reconocerán” deja la puerta abierta a una conversión dinámica cuya vitalidad está afirmada en el día a día del contenido evangélico.  La Palabra es vida y no cualquier vida como la ofrece el mundo sino realmente vida al convertir a quien la vive en dueño de su propia existencia y destino, esta última expresión es audaz, pero dibuja perfectamente la voluntad salvífica del creyente influido positivamente por la Gracia.

La Ciudad de Dios “es el reflejo de una vida ordenada y con un propósito que es la salvación. Este antagonismo como tesis de vida y creencia está también a nuestro alcance y es de esta forma como nosotros interpretamos nuestra pertenencia a un Reino. La “ciudad terrenal” es la némesis del concepto anterior y es fácil reconocerla en los valores exacerbados de un humanismo que se ha vuelto tolerante ante las estructuras de pecado que vive a diario. Nuestra antropología con sus imperfecciones puede ponerse a salvo gracias a la Inhabitación y magnitud del amor Dios revelado en su ser y configuración, el ser amables es un término clave en la valoración de las Sagradas Escrituras y aceptación de su propia Inerrancia. Estamos ante una forma de evangelizar que cuenta con nosotros y la praxis cristiana que ha tenido éxito en los bautizados comprometidos con su ser y salvación. Por último, el Doctor de la Gracia ve en el culmen de su misión el asumir un Reino y una propuesta que supera las estructuras inmanentes de nuestra propia existencia, Somos el canal más eficiente de propagación de la Palabra de Dios en el mundo y nuestra propia praxis con respecto a ella es definitiva para darle peso y contundencia a su contenido salvífico. Agustín cree que el proceder del creyente actualiza por decirlo así automáticamente el contenido de la verdad revelada. Una especie de “alter ego” vital en el anuncio que da valor a la suma de todos nuestros esfuerzos por ser mejores cristianos cada día. Esta dinámica es propia de un influjo constante de la Gracia en nosotros y contrarrestando   las experiencias de Des-gracia que vive hoy nuestro mundo agobiado por tantos y delicados males. La Des-gracia se acrecienta en la medida en la que la Palabra de Dios   es la gran ausente de la vida de los seres humanos. Los postulados del Evangelio están en franca resistencia al pecado y sus estructuras conocidas por todos, donde la injusticia se ha convertido en expresión de legalidad en un entorno competitivo.

Agustín de Hipona asume realmente como vital en su retórica evangelizadora la necesaria vivencia de los contenidos eclesiales uniendo la eclesiología con la vida de los bautizados dimensionando de esta manera el valor real de todos y cada uno de los creyentes. No se trata de una cifra sino de una vivencia transformadora de personas y realidades en el mundo. Aquí el mundo son las experiencias del estar vivos y conocer las implicancias de una existencia en contacto con su mundo material y espiritual. Agustín no está en posesión de una categoría dualista como tal sino en control de una existencia que reconoce el valor de lo material y lo espiritual en la configuración del “estar vivos”.  La vida evangelizada es una realidad segura y conocedora de sí misma y sus alcances en cuanto a su entorno. Santificar las relaciones humanas (RR-HH) es parte de ese cometido de testimoniar el valor de la Palabra de Dios en el mundo. La comunidad humana necesita de modelos realizables y el bautizado debe cumplir con las expectativas de un entorno vital o somático que aprecia sus esfuerzos por vivir la alteridad de su propia Fe. Agustín emprende un caminar hacia su ser más íntimo y en su profundidad descubre a Dios revelado y amante pleno. Esta condición de interioridad define en gran medida su percepción de la realidad evangelizadora: “Antes de salir a hablar de Cristo entra y conócelo en lo profundo de tu ser soberano”. Queda pues claro para cada uno de nosotros que la obra evangelizadora inicia en las profundidades de la psique y conciencia de los bautizados. Queda claro que nos movemos de adentro hacia afuera de nosotros mismos. Queda claro una vez más que evangelizar es un cambio real que nos mueve a una auténtica conversión. El mundo cobra un sentido bien especial cuando estamos viviendo por el influjo de la Gracia de Dios. Las palabras de la Biblia toman más fuerza que simples unidades lingüísticas que se pronuncian como cualquier otro texto. La vida y la vitalidad de sus contenidos definen el derrotero de una existencia de Fe cuyo centro y centralidad es el Dios revelado en cada una de las líneas de su Palabra convertida en Texto por los escritores sagrados. La vida misma se convierte en letra y texto. Es bueno decir que la actividad bíblica del Hiponense fue gobernada por la “alegoría” en su máxima expresión. Incluso podemos afirmar que cometió algunos excesos por dicha praxis analítica. Creer en la Palabra de Dios es fundamental para poder siquiera pensar en el anuncio. De no lograr esta comunión entonces el anuncio se tornará en vacío y sin fundamentación alguna.

El Hiponense vio con claridad la relación del testimonio personal con el eclesial, dándole gran importancia a la comunión entre el sujeto que vive y su interior que asume como verdad lo revelado en las Escrituras de Dios. El componente psicológico es de capital importancia para lograr una estabilidad en el anuncio y en el testimonio fruto de la vivencia de lo que se está proclamando. Un binomio lleno de éxito que logra establecer una relación de supremacía entre la Palabra y su praxis, no sale del creyente, sino que profundiza su propia Fe. No hay otra manera de producir frutos sanos en este caminar de nuestra Fe cristiana. Agustín un incansable evangelizador al que el mundo cristiano debe un contenido contundente de su propia doctrina.

 

Pbro. Diego Sabogal.

Cristoeseltema.blogspot.com

 

 

jueves, 1 de octubre de 2020

DÉCIMO-OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

DÉCIMO-OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. propio 22. Éxodo capítulo 20 versículos 1-4,7-9,12-20. Salmo 19. Filipenses capítulo 3 versículos 4b-14. Mateo capítulo 21 versículos 33-46.

 

La versión del Éxodo nos presenta la exposición del Decálogo o mandamientos de la Ley de Dios que se convertirán en signo seguro de Alianza entre Dios y los israelitas. Esta Ley acompañará la travesía del pueblo en el desierto y se instalará definitivamente en el colectivo y en los signos de relación salvífica que empezaran a gestar… Israel como nación escogida vive en los Mandamientos inicialmente una serie de normas de contenido social diseñadas para convivir en paz y estas mismas normas abordan el tema religioso que terminará por definir la cultura judía. La visión del Éxodo resume la postura de la revelación frente a la alianza y compromiso de cada judío.

 También en cuanto a la prohibición de imágenes culticas se plantea con este enunciado una separación entre Israel y los demás pueblos (politeístas) como también se afirma la soberana presencia de Dios, el único Dios entre el pueblo. Haciendo remembranzas el mayor pecado que los gobernantes de Israel cometieron fue precisamente el adorar o construir imágenes de las deidades vecinas e inducir al pueblo a realizar liturgias para rendirles tributo. La idolatría es un fenómeno que nunca hemos dejado atrás, existe también hoy en día culto a personas y cosas cuyo valor supera la realidad. Los apegos emocionales, el materialismo, el llamado amor a muerte a una persona, son solo muestras de las situaciones que están tomando el lugar de Dios en el corazón del ser humano. El recuento permanente de los Mandamientos trae consigo el crecimiento y referencia de una Fe comprometida con Dios en su Hijo Jesucristo.

Recordemos entre otras cosas que la Iglesia descansa en su dinámica moral sobre el soporte de los Mandamientos y que todas nuestras enseñanzas de índole moral y social parten de su continua explicitación. El Evangelio está unido esencialmente a los Mandamientos de la Ley de Dios, es un rasgo judío que nuestro Señor nunca perdió. Es pues importante que reconozcamos que nuestras vidas necesitan ser configuradas a las enseñanzas del Decálogo y que su vivencia en profundidad es también signo inequívoco de alianza de amor personal con el Dios de la vida.

Pablo nos presenta una serie de señalamientos sobre su vida personal y como se vuelca totalmente sobre su Fe y ministerio en Cristo. Nos dice entre otras cosas, que estas diferencias, son de índole pastoral al presentarlas en el contexto de su relación con el Evangelio. En cuanto a su origen sin duda alguna lo pone en contraposición con los judíos helenizados, esta afirmación brota de los versículos en los que define su origen y filiación (5-7) Pablo tiene interés en demostrar, lo que en el mundo se considera vital e importante como es el apellido, el poder, la fama, y otros más, son solo situaciones humanas pasajeras y que el auténtico valor del creyente es Cristo. Es por demás interesante como presenta la contraposición entre la justicia humana y la de Dios (Romanos-Gálatas) pero que en la presente Epístola nos afirma con absoluta contundencia la necesidad de estar unidos a Cristo y saber escoger lo que verdaderamente trasciende en la existencia de los bautizados. Solo Dios establece la diferencia entre los buenos y los “no tan buenos” la ley surte efecto, pero su efecto no se compara con el Evangelio y su opción por Cristo, es aquí donde radica la auténtica felicidad y eternidad del creyente, palabras dichas por Pablo celoso cumplidor de la norma judía antes de su conversión.

La visión Mateana, nos muestra un típico ejemplo de alegoría propiamente dicha ya que podemos identificar con absoluta facilidad a los personajes que en ella (relato) intervienen. Es decir, cada rasgo expuesto posee su significación concreta. En esta dirección diremos que el propietario es Dios, la viña es el pueblo elegido Israel, los siervos los profetas y el hijo heredero es Jesús crucificado fuera de las murallas de Jerusalén. En relación con los asesinos se refiere a los israelitas infieles, y el otro pueblo al que se le confiará la viña. Algunos PP. De la Iglesia lo atribuyen a la Madre de los bautizados En orden a la justificación temática es posible encontrar su relación con un Texto Isainiano (capitulo 5 versículo 1) que hace mención de una viña propiedad del Señor.

Es supremamente claro el contenido y su significación, solo queda de nuestra parte tener muy presente que las costumbres, actitudes y forma de vida, son clave a la hora de aceptar o rechazar el Reino de Dios y su justicia. Hoy debemos revisar nuestra vida y como estamos cuidando la viña que el Señor nos entregó y en esta viña las relaciones con Él y con quienes nos rodean son la imagen de un fruto sano o debilitado por las estructuras de pecado. La viña necesita de nosotros y de nuestros cuidados de lo contrario sus frutos no podrán saltar hasta la eternidad como es el deseo del Señor. Es apenas natural que el Señor quiera los frutos de la semilla que el Bautismo plantó en nosotros. La figura de la viña es un recordatorio de cómo somos simples administradores de la vida y sus recursos, y como todo confluye en Dios, tanto el que trabaja, como la tierra y sus frutos.

 

  

LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO…

  LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Éxodo capítulo 34 versículos 29-35. 2 Pedro capítulo 1 versículos 13-21. Salmo 99. Lucas c...