miércoles, 24 de junio de 2020

LLAMADO VOCACIONAL DE MATEO.


EL LLAMADO VOCACIONAL DE MATEO.


MEDITACIONES.



Mateo se desempeñaba como “cobrador de impuestos” muy probablemente llevando la contabilidad de aquella oficina donde lo encuentra el Señor, un llamado que afirma la soberana voluntad de la persona humana que escudriña en la profundidad de su ser para dejarse seducir por el Señor. Una respuesta positiva implica para nosotros el conocernos a nosotros mismos para no ser “víctimas” de espejismos a la hora de optar por el seguimiento de Cristo. En el capitulo 9 y versiculo 9 de su evangelio se describe brevemente este momento definitivo en la vida de Mateo. Seguramente no era la única vez que Mateo vio al Señor, seguramente ya habían conversado y conocido más el uno del otro, pues todo llamado inicia con un vinculo de amistad que nos familiariza con quien dispuso llamarnos. Mateo un hombre de aguda percepción por su trabajo y personalidad se acerca al plan de Dios para su vida y futuro ministerio. Jesús lo mira a los ojos y luego pronuncia su nombre, conoce lo que hay en su interior y camina por la más profunda experiencia de familiaridad posible, el “ven y sígueme” es consecuencia de esta experiencia amorosa. Mateo no sabía de que se trataba, pero estaba dispuesto a caminar y descubrirlo por su propia cuenta. No se dejó vencer por la incertidumbre de este llamado, sino que respondió con amor y total entrega. Era parte de un Reino que ya estaba naciendo en su propio corazón. Dejó a un lado todo aquello que su trabajo le podría proporcionar para ser empujado por su propia meditación a un bien absolutamente superior, Mateo no se quedó contemplando la condición humana, sino que miró aun más profundo en su propio ser donde solo Dios puede estar con nosotros. Fue un encuentro amoroso que cambió el rumbo de su existencia. Atrás quedó la ceguera del mundo y sus encantamientos, atrás quedó el poder de seducción de las cosas materiales diestramente usadas por el entorno en el que nos desenvolvemos. Mateo pudo ver y escuchar en su alma y conciencia como era de esperarse la voz existencial de Jesús que resuena en cada una de las fibras de su ser. Ahora la única riqueza que moverá a este creyente será el Evangelio de su Señor. Ya no se afanara por el dinero judío o romano su meta va más allá de esta ocupación desde el mismo instante en el que escuchó la voz de su Señor. Será amigo, compañero y anunciante de las palabras y enseñanzas de su Señor.

Mateo como cualquier persona de su época o la nuestra buscaba su promoción en el trabajo y condición de vida, pero aun así superó esta tendencia natural para nosotros y camino por una ruta diseñada por el Señor y contenida en el amor de su corazón, Mateo más que caminar contempló el amor de Jesús en su vida. Mateo más que caminar por la ruta del anuncio la vivió amando y dando de su amor como creyente. La contradicción del mundo aparece siempre que el bautizado decide auténticamente seguir el camino de Jesús y buscar lo que nunca pasará. Nos recuerda las palabras de Agustín de Hipona sobre su propia conversión, en las Confesiones, una de sus obras más importantes, el Hiponense relata como el mundo le atraía y cuando decidió seguir a Cristo, las tentaciones tomaban forma y voz humana, “ven con nosotras que te haremos falta” y él dejándose en principio seducir exclamaba “Señor quiero seguirte, pero no ahora” …   cuando el mundo pesa más que la experiencia de amor entonces es factible retrasar nuestra búsqueda de la perfección cristiana. Todos fuimos llamados a amar a Dios por sobre todas las cosas. La entrega total del creyente le permite como a Mateo ver el amor de Dios y no buscar cosa distinta que entregarnos y amarle por sobre todo lo que somos y hay en nosotros. Cristo mismo está en la profundidad de nuestro ser dispuesto a dejarse encontrar con los ojos del amor que hay en nosotros, solo una relación auténticamente salvífica es de absoluta entrega a su Divino Ser. La vocación es la extensión positiva de la Voluntad de Dios en el quehacer del creyente y bautizado. Mateo esta viendo como su vida busca una dirección plena y satisfactoria para él. Un llamado vocacional puede tocar a cualquier persona, el punto central es la respuesta valiente y decidida a este llamado por parte de nosotros. Cristo mismo no se ahorra lenguaje alguno para llegar a nosotros y mostrarnos en el llamado vocacional nuestra autentica realidad de vida por vivir y construir. La conversión es un proceso de aceptación de nuestra condición y un reconocimiento esencial de la misericordia de Dios en ella. Sin conversión no es posible vivir una vocación a la salvación. La realidad en tiempo de este hombre y evangelista era bastante caótica por razones que todos conocemos. Los romanos estaban en dominio total muchos años antes incluso del advenimiento del Salvador. La política interna israelita era por ende una pugna constante por alcanzar privilegios, lo que permitió que las instituciones religiosas encargadas de guiar a la gente se relajaran. Para analizar o asumir un llamado vocacional es importante analizar con detenimiento el entorno que sufre poderosamente modificaciones en la persona. La visión de la esperanza encaja en todo llamado porque ella es una luz que busca por todos los medios transformar esta realidad y hacerla proclive al mensaje salvífico.
Mateo como hombre de Fe confronto todo su ser y la vida de su entorno con la Palabra ofrecida por el Señor, ya lo había escuchado y su mensaje sonaba en lo más profundo de su ser inquieto ante Jesús y su poderosa palabra que sin duda confronto su realidad. Un cambio de visión es necesario para poder percibir la bondad del llamado vocacional. Un cambio de actitud asegura que la semilla caiga en tierra fértil y proclive a la misión salvífica iniciada en nosotros.

Un llamado que se escucha en lo más profundo de nuestro ser y donde la mente procesa estas palabras, aunque no reconozca su sonido y contenido. Aquel Supremo Pastor de la Iglesia llama y lo hace en cada corazón y en cada corazón espera una respuesta vital que sea necesaria para acatarlo y realizarlo. Las palabras se escriben en el amor que acata y responde valientemente a su llamado. Mateo en su realidad personal vivía como cualquiera lo hace en el presente y los valores sobrenaturales eran atacados como ahora por la concepción materialista de la vida por lo que el creyente fábrica positivamente hablando un entorno que busca de Dios. Reconocer la voz del Señor en estas circunstancias de vida no es nada fácil. Los colores de la vida son para algunas personas muy vivos y complejos y para otros apenas se pueden ver, la voluntad de seguir a Cristo de manera libre y amorosa hace que la percepción de la vida brille con la luz del amor y la esperanza donde todos y cada uno de los colores y sus variantes construyen un entorno amoroso y amigable para el bautizado que reconoce y busca vivir este llamado. Mateo como los demás evangelistas es llamado a anunciar un mensaje que no es propio pero que vivirá como si lo fuera, es parte viva de la condición de la Gracia que nos mueve a vivir distinto y dar frutos. Ser alguien distinto implica una constante transformación cuyo tiempo no se mide como habitualmente lo hacemos, sino que responde a la experiencia amorosa con el Resucitado que nos hace priorizar una relación vital amorosa con el Dios revelado.

Reconocer la necesidad de Dios es también un signo inequívoco de la vocación naciendo en nosotros. Un alumbramiento que nos permite vivir para una vida que no es esta, aunque tengamos que vivirla y amarla también. Una vivencia que reconoce el orden de las cosas y sabe cuál es la justa medida para ellas. Si hablamos de medida hablamos del tipo de vida que estamos viviendo, una vida amorosa que estamos anhelando y en practica habitual estamos teniendo ya en el presente, una cárcel que con gusto retenemos si se trata de amar a Dios y sentirle paulatinamente cerca de nosotros. Un apasionado encuentro de vida y vitalidad para el creyente. Descubrir el llamado personal es ver el llamado de personajes como Mateo. Hay situaciones que cambian nuestra percepción y es de la manera como el impacto de ser llamados a ser otros impregna nuestra vida presente. Una tal alteridad que se refugia en la psique del vocacionado para dar una respuesta positiva a Cristo en cuyo llamado encierra un misterio salvífico determinado para la persona que llama. Ese misterio se vive en la cotidianidad del creyente y en los escenarios donde este afirma su identidad, por ende, un llamado vocacional es la manifestación de un plan sobre la persona que es invitada amorosamente por Cristo a vivir según su Voluntad salvífica. Partamos de la base de que todo llamado persigue un ideal salvífico. Ese ideal es sustancialmente presentado en las facetas de vida del bautizado. Mateo vivió de manera comprometida su ser eclesial en potencia siendo parte del anuncio concreto de la futura Iglesia de Cristo. Ser valientes es nuestra consigna a la hora de aceptar este llamado a ser felices y realizados en los valores cristianos. Dios nos llama por nuestros nombres y todas las implicancias que este llamado existencial encierra en nosotros. Vivamos pues con amor y alegría su llamado a la santidad y auténtica libertad como hijos de un mismo Padre nuestro Dios. Atemporal es su llamado pero concreto e histórico en el acontecer de cada uno de nosotros.


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