jueves, 25 de junio de 2020

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS...


CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Génesis capítulo 22 versículos 1-14. Romanos capítulo 6 versículos 12-23. Mateo capítulo 10 versículos 40-42.


El libro del Génesis nos propone para nuestra consideración uno de los pasajes de mayor carga y contenido emocional en el Texto Sagrado de Tradición. Abraham dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac como ofrenda al Dios vivo, desde luego, en la concepción de un sacrificio nuevo muy probablemente se realizó la escena en la dedicación de un santuario o lugar de adoración. El autor subraya la calidad creyente de Abraham y cómo su Fe está por sobre cualquier otra consideración aun de índole afectiva.  Los santos PP. de la Iglesia han visto desde siempre en esta escena una figura de la Pasión del Señor y como el Padre Dios lo dispone de esta manera. La dinámica de los sacrificios involucraba a la familia que ofrecía de sus bienes a Dios los tributos y sacrificios como parte de su responsabilidad cúltica y como signo de total adoración como de confianza en el Dios que provee, de esta afirmación se desprende la confianza de Abraham, miremos el versículo 14: “Abraham llamó a aquel lugar Yahveh provee”. Pues el Dios que provee está presente en la vida de los bautizados y prodiga cuidados según nuestra confianza en su amor y Gracia. La respuesta de Dios es referida a la Fe de quienes piden.

El sacrificio no solo involucra necesariamente la vida sino también la privación de actitudes y hábitos destructivos. El bautizado corrupto desconfía del Dios que provee al dejarse seducir por el mundo y sus prebendas. El bautizado que vive plenamente la Providencia de Dios estará más preocupado por ser que por tener porque lo que necesite llegará a su vida sin demora. Dios cuida de sus hijos. Recordemos que esta escena también tiene por móvil la “educación sobre el valor y respeto por la vida” y como nosotros debemos promoverla y defenderla en todas sus formas. En la época de este patriarca eran comunes los sacrificios de niños como tributo a algunas deidades y como “prácticas eugenésicas” para preservar tanto la raza como sus genes. La enseñanza experimentada por Abraham camina también en esa dirección. Para concluir en la Ley Mosaica y la Alianza, se insiste en el rescate de los primogénitos y no en su sacrificio, es sin duda un Texto formativo para el pueblo judío y para nosotros sobre el valor y defensa de la vida y como esta es valiosa a los ojos de Dios.

La doctrina Paulina es clara al respecto, el pecado es consecuencia de nuestra antigua condición, pero la Gracia que recibimos en el santo Bautismo es la que siembra en nosotros la inmortalidad, pero si el cristiano deja espacio donde no actúe la Gracia ciertamente el pecado permeará su vida. La Sangre del Señor nos justifica, pero Él espera coherencia en la vivencia de nuestra Fe y Pacto Bautismal, Cristo espera respuesta positiva al influjo de su presencia Trinitaria en nosotros, es decir, una constante renuncia al pecado.  La Sanación Integral que asumimos en todos los aspectos de nuestra vida pasa por la vocación de mantenernos fieles a Cristo a pesar de las tendencias que inundan el mundo y sus propuestas de vida cada vez más inmersas en el egoísmo y el autismo socio-cultural. Pablo nos invita a involucrarnos en la praxis de nuestra Fe como el encuentro con el resucitado configurando así nuestra vida y santificando nuestro entorno. La figura de la esclavitud aterriza en los desposeídos de Derechos que en este caso no tienen voz, pues lo mismo ocurre con quienes no renuncian al pecado y viven bajo la sombra del hombre viejo. La corrupción de toda índole (moral, académica, espiritual, afectiva, social, política) se constituye en reflejo de la actividad del “hombre viejo” que nos relaciona más con Adán que con Cristo. Dios Padre en su infinito Amor nos comunica su Santidad por medio de su Hijo y nosotros debemos dar respuesta positiva a su influjo rechazando el pecado y viviendo para Dios, es decir, para el hombre nuevo en Cristo. No es la Ley la que domina en nosotros sino el Amor de Dios.

El Texto Mateano que consideramos para este domingo sin duda lo enmarcamos en la dinámica de dos actitudes para el bautizado, por un lado hace referencia de la misión y de nuestro papel como misioneros permanentes y los compromisos con el otro que debemos vivir y cultivar como cristianos o creyentes.  El envío se convierte en una opción de vida en general para todos los cristianos ya que el Evangelio debe ser anunciado en todo momento y circunstancia de vida y ese anuncio no puede perder su componente poderoso de testimonio que da credibilidad al que anuncia. El problema actual radica en que el testimonio se separa del anuncio (dicotomía) y son lastimosamente los bautizados quienes con actitudes poco cristianas se relacionan con el mundo. Jesús pide compromiso coherente con su Palabra y que nuestras vivencias sean testimonio de su Gracia actuante en cada bautizado.  La recompensa será consecuencia de nuestra profunda vida espiritual donde nos relacionamos íntimamente con nuestro Señor y Salvador. Es pues nuestro compromiso decisivo para el crecimiento de la vida de la Iglesia y desde luego para que el Evangelio alcance a más personas y Cristo toque más vidas. Nadie puede decir que es auténticamente cristiano si a base de ejemplo y vida comprometida no muestra al mundo el triunfo del Señor. La resurrección hace nueva nuestras vidas y todo aquello que la compone. Busquemos el amor de Dios y nuestra vida será definitivamente autentica.


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