LA FAMILIA EN
CUARENTENA. Respuesta al fenómeno mundial Covid-19.
“La medida del amor, es amar sin medida” … Agustín
de Hipona. Siglo V.
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REFLEXIONES…
La familia como
fundamento de la sociedad y pilar de la vida eclesial genera en si y por si una
serie de Ethos que definen y redefinen su valor intrínseco a cada individuo de
nuestra especie. Tal pertenencia hace de la familia el receptáculo ideal para todo
tipo de comportamientos, valores y actitudes. La familia humana se extiende
pasando por distintos estadios de madurez y/o maduración en sus postulados y
bases. No siempre la reunión de personas conforma una familia, no se trata solo
de la facultad biológica para generar vida en nuestra especie, sino de los
convencionalismos que la fundamentan y dan sentido de ser. El modelo nuclear y
burgués que pasa por la presencia de los padres y los hijos en el presente
siglo XXI y en postrimerías del anterior, nos ofrecen un modelo cambiante que
hace lejana la posibilidad de la reconciliación de los individuos y su manejo
personal de las diferencias. Las familias definidas por ideologías
claramente se presentan desde una perspectiva más jurídica o legal que
biológica. La pandemia tocó las fibras de muchas de ellas al punto de
mostrar sus problemas más íntimos acelerando la violencia intrafamiliar, las
incompatibilidades, los traumas de modelos de crianza anteriores a la familia,
las dificultades por edad y motivaciones en la comunicación de sus integrantes,
aficiones y pasatiempos, todo ello y aun más aparece reflejado en estados de
convivencia permanente que son impulsados por una necesidad de cuidado en la
salud, como sucede en el presente. La familia se enfrenta a dibujar en estos
escenarios sus verdaderas motivaciones a la hora de ser conformada. La
pandemia no convirtió a la institución familiar en intolerante o violenta, ella
responde a este panorama del que no puede huir teniendo que dejar ver su forma
de ser autentica y para otras familias simplemente el reflejo de sus valores se
fortaleció en vista de la misma situación de confinamiento. Abogamos pues
por una sana y equilibrada conformación de nuestras familias en el presente.
Los actores involucrados en esta situación son las Iglesias, la sociedad, el
estado y sus políticas de educación y profundización en los valores de los
ciudadanos, los modelos y actitudes ejemplarizantes de los adultos en sus
familias ya conformadas, etc.… La familia refleja como una impronta el
modelo amoroso de Dios revelado como familia donde el amor es la clave y razón
de ser de esta mutua edificación.
EN PERSPECTIVA.
“La familia es la primera evangelizadora y
conductora de la Fe cristiana”.
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La familia cristiana
conformada por los bautizados temerosos de Dios aparece como el modelo ideal de
la realidad relacional de hombres y mujeres y sus intereses son saneados
literalmente por la motivación de su propia Fe. El amor es el vinculo sagrado
entre las personas y ese vínculo se convierte en la fuente de valores que
emanan de la familia como institución humana proyectada en el plano de lo
trascendente. Una trascendencia que hace de la familia una institución
constituida para entrar en el Reino de Dios porque los individuos que se aman
son la muestra viva del plan salvífico de Dios. Un plan movido por el amor y lo
que este puede producir en las personas que se aman al punto de hacer familia
en la presencia de Dios. Nuestra Iglesia es defensora de la vida y la familia
motivando en los bautizados el ferviente deseo de unirse en el vínculo sagrado
del santo Matrimonio. Hablamos del vinculo matrimonial porque este encaja
perfectamente en el plan de Dios preparado para sus hijos adoptivos, nos
referimos a todos y cada uno de los bautizados. La especie humana es una gran
familia donde los individuos son generados a la vida por la mano de Dios
Creador y la coparticipación de los individuos. Los padres se constituyen en
parte visible del plan amoroso de Dios y su amor se materializa en la
generación de la vida que posteriormente llamamos hijos. Una entrega a nivel
molecular que todos conocemos y que todos compartimos por sobre cualquier
consideración posible. La Iglesia debe poner más empeño en la formación de los
futuros padres y madres de familia, en la categórica praxis de valores que
fundamenten su pastoral familiar. Los
cambios sociales todos sin excepción entran por la familia y se instalan en
ella. Todos los individuos de nuestra especie somos uno y todos a la vez y esta
relación vital nos obliga a ver en la familia la base y fundamento de las
operaciones de la sociedad y también de su razón de ser. Hoy podemos leer sobre
líneas imaginarias algunas posturas sobre la familia moderna, es factible ver una
cierta elección de la familia como vehículo de manifestaciones que superan su
materialidad, me refiero a la postura.
(1) Visión seudo-metafísica de la familia, va
más allá de la configuración de los roles en ella, nos referimos a los padres y
los hijos y sus entornos tanto vinculados por la sangre como por la amistad,
esta expresión univoca nos puede permitir ver algo que no es tan claro de ver y
es buscar en la familia una razón distinta al amor que debe moverla. Relaciones
por cuestiones económicas, afectos desordenados en el trabajo o lugares de
estudio que solo generan promiscuidad son solo algunos de los males en los que
se puede ver sumergida la familia actual. La dinámica que va más allá de su
razón amorosa de ser, hace presa a sus integrantes de necesidades y
motivaciones que no están contenidas en el amor que debe moverlos. Esta
consideración que va más allá de la razón amorosa que mueve a sus integrantes
es de cuidado porque cae en el indiferentismo y entra en un estadio de
sensualismo animado por estándares de calidad materialistas. Esposos y
esposas buscando “consuelos” fuera de sus hogares es el típico reflejo de una
desdibujada metafísica de emociones y sentimientos encontrados.
(2) Visión seudo-ontológica de la
familia. Es aquella que solo busca en la familia la generación de la vida y
la descendencia, su absoluta realización dotando al instinto de un toque de
racionalidad en vinculo relacional que puede excluir otras formas de visión,
muchas personas ven en la familia solo una condición necesaria para luchar
contra el fenómeno de la soledad. Creando roles sobre los integrantes de esta,
padres que solo desean ver a sus hijos con sus propios hijos (nuevas familias)
y entorno de amigos y parientes que confrontan abiertamente a quienes no se
casaron todavía. Una visión de esta forma solo persigue un ideal natural en la
familia y no centra sus expectativas en la trascendencia de esta sociedad de
amorosa pertenencia. La plenitud del ser se encuentra en el amor y este como
entrega mutua y donación amorosa, asunto tal, que en la fundamentación de esta
forma de familia no es muy relevante. Existe un problema gnoseológico que
relaciona a la familia con este tipo de taras existenciales, se determina en el
no conocimiento de la familia como eje amoroso de sus integrantes donde unos y
otros velan por la edificación y felicidad del todo y del individuo.
(3) Visión
seudo-utilitarista de la familia. Es difícil de determinar porque este tipo
de desviaciones del ser de la familia como institución y escuela de todos, se
“camufla” en los roles de lo masculino y femenino afectando gravemente las
relaciones entre ellas y ellos, tanto la pareja como los hijos y su entorno. La
postura de lo público y privado en la familia fomenta este tipo de
disparidades, nos referimos a la praxis del hombre por lo público y a la mujer
por lo privado, el primero sale con mayor libertad y la mujer permanece en casa
cuidando de la prole, desde luego, este modelo cambió afortunadamente pero
todavía existen rezagos a nivel cultural exacerbados por las definiciones
sexistas en el ambiente social latinoamericano. El utilitarismo no es una
actividad saludable en el ámbito de la familia cristiana, los modelos que
perduran en dichas practicas no son propios de estas latitudes.
(4) Visión de
la familia con déficit en la construcción de límites. Nos referimos al
modelo familiar imperante en el presente siglo donde los valores
institucionales propios de la familia entraron en un tremendo desgaste. Estamos
asistiendo a tiempos donde la libertad se fija por el deseo y el instinto
irracional y no por la necesidad del amor y el respeto. Niños que no son
educados sino vistos como sujetos de negociación en casa para que cumplan con
sus deberes, aun los más básicos. La negligencia de los padres y su visión
libre pensante genera tal postura que no condiciona positivamente, sino que
libera a los integrantes de la familia a su libre albedrio no formado. La
ausencia de limites también genera poca resistencia al fracaso, asunto que
perjudica el carácter de los más chicos en la familia. Este tipo de modelos
están atacando las bases de la familia y el respeto por la vida de su entorno,
crea hijos maltratadores y fracasados en el ámbito social donde se
desenvuelven. La crisis des sentimientos es conocida por todos, la Iglesia
trabaja para educar a sus hijos en la vivencia de los valores evangélicos y la
moral cristiana.
EDIFICANDO
INSTITUCIÓN FAMILIAR EN EL AMOR DE DIOS.
“Los niños malcriados y no educados en la
construcción de limites y las normas de convivencia terminan siendo víctimas de sus propios padres, quienes les negaron el derecho a una educación sana y
equilibrada. Los padres de hijos malcriados no son victimas de estos sino
victimarios de sus propios hijos” ...
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No es necesario tocar
aspectos definidos sobre el modelo natural y otros modelos originales de la
familia y algunos considerados modernos, dejamos en libertad y respetamos a las
personas en las configuraciones del ideal familiar por ellos trazados, solo quiero
remarcar que el contenido plausible y dinámico de la familia tiene por núcleo
el amor y la presencia de Dios, Las dificultades son parte de la vida y ellas
agregan la sal necesaria para la construcción del plan familiar, pero la Gracia
y solo ella tiene la última palabra en el ámbito del hogar, los esposos y los
hijos. El amor de Dios es el constitutivo esencial en la familia cristiana, en
la comunidad de los creyentes que en su auto donación reflejan en su entorno
imperfecto al sumo perfecto y perfección misma, nos referimos a Dios. La
familia cristiana es el modelo salvífico llevado a niveles creados por el amor
de Dios Trino y Uno. La familia es nombrada 119 veces en las Sagradas
Escrituras.
"14. Por eso doblo mis rodillas ante el Padre,
15. de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra,"
https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/efesios/3/
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Pablo en su declaración
afirma contundentemente el valor intrínseco de la familia como institución
inspirada en el amor del Padre Dios y todo lo que en ella pasa es el reflejo
del corazón de los creyentes o integrantes de la misma. La Voluntad
salvífica de Dios se manifiesta en la familia cuando esta se consolida como
comunidad de amor al servicio y protección de la vida. Dios es el Padre de
toda familia y esa afirmación entronca perfectamente con la realidad que
compone nuestro ser familia, una realidad que vive en el mundo y atraviesa todo
tipo de pruebas y aun, así como la barca en el Evangelio permanece a flote
porque Cristo hace presencia en ella, si Cristo no se manifiesta en el corazón
de la familia entonces esta zozobra y pierde su rumbo salvífico. Dios no
condiciona la libertad de la familia por el contrario la potencia a una expresión
que ella sola no podría siquiera imaginar. La presencia de Dios potencia
sus valores y clarifica sus caminos y realidades. La verdad misma del amor se
concretiza en la familia y en cada uno de sus integrantes. Un vinculo relacional que perdura por toda la
eternidad, las familias constituidas en el modelo de Cristo saltan hasta la
vida eterna. Tal figura nos hace pensar en todo su valor como escuela en la Fe
y maestra en la vida del espíritu, padres y mayores en el seno del hogar deben
educar y mostrar vivo al Dios amoroso por medio de sus acciones ordenadas y
coherentes como veraces.
“La Fe es un valor esencial en la familia y en la
generación de su propio y personal bienestar, Los hogares constituidos en el
temor de Dios son bendecidos por la Gracia de la familia de Nazaret donde
Dios es y será siempre su centralidad absoluta. Tal centralidad es vital en
el crecimiento de sus integrantes y la forma como estos asumen su compromiso
en la sociedad que conforman por ser familia y comunidad de amor del Dios revelado. La
familia es un bello modelo comunitario de la entrega de Dios en su creación”.
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Nuestra comunidad de
creyentes se hace nueva en el ser personal de cada familia cristiana que se
conforma bajo el vinculo del sagrado Matrimonio donde se vive la intimidad del
amor y las relaciones sexuales a un nivel de “castidad perfecta” entre
los esposos que se aman auténticamente. Tal entrega es un bello recuerdo y
reflejo de la entrega de la Iglesia a Cristo su Esposo y Señor. Esta entrega es
dinámica y perdura en los hijos y en quienes los esposos influyen
positivamente, el testimonio es importante cuando de una familia cristiana se
trata. El amor es fundamento de esta configuración y redefinición de sus
integrantes, el pecado cuando irrumpe por voluntad de sus miembros afecta
grandemente la visión de estos sobre el Dios liberador y como se manifiesta en
el corazón de la familia que es amor tanto esponsal como filial. Estas
manifestaciones son vida plena entre sus miembros y ellos a su vez al
relacionarse constituyen sociedades amorosas entre sí, padres, hijos, hermanos,
amigos y todos los que comparten en sus distintos escenarios personales y
sociales. Los valores de la entrega entre los integrantes de la familia son
vitales para mantener sus relaciones estables y sanas, una familia sana es la
mejor escuela para los chicos, y gracias a estas consideraciones serán en el
futuro personas de bien y bien intencionados en sus acciones y relaciones. Existe
una responsabilidad latente de la Iglesia y sus distintas pastorales donde la
familia, los esposos y los chicos son su prioridad. El evangelio, necesita de
la familia para ser propagado eficientemente y de una manera viva y
testimonial. La familia es la primera evangelizadora y conductora de la Fe
cristiana.
ORACIÓN POR LOS HIJOS: Padre Santo,
los hijos que han nacido de nuestro amor existen porque Tú los amas desde
toda la eternidad. Enséñanos a cuidarlos siempre con cariño exigente y con
exigencia cariñosa. Danos luz y consejo para que podamos transmitirles las
palabras de tu Hijo. Ayúdales a vivir según tu Amor. Protégelos de los peligros
del mundo. Sobre todo, permítenos ser, como esposos y como padres, ejemplos
limpios y alegres de tu bondad y de tu misericordia. Para que así, algún día,
podamos cantar tu gloria, todos juntos, como familia, en el lugar que Cristo
nos ha preparado en el cielo. Amén”.
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La familia cristiana debe
conservar la oracion para santificar todas las acciones y tiempos necesarios en
la conservación de la vida y las ocupaciones habituales. La familia ora dando
gracias por los alimentos en casa y fuera de esta teniendo presente a sus
integrantes y a su gran familia extendida donde entran también sus amigos y
cercanos. La oración es parte importante de la espiritualidad escondida en la
vida familiar, la oracion es fundamento de la unidad familiar. El cristiano
que conforma una familia debe trasladar a esta sus motivaciones y vivencias de
Fe. La vida en el espíritu se nutre de los quehaceres de la familia y su
respuesta al mundo es un claro testimonio de la presencia de Cristo en ella. La
oración es un constitutivo de nuestra vocación cristiana y el servicio es parte
vital de la manera como lo explicitamos al mundo, pero antes al interior de
nuestra familia. La espiritualidad de nuestra familia es vital y debe estar
siempre ordenada a la vida sobrenatural en nosotros. Los tiempos difíciles
requieren de una constante voluntad de trabajar para enfrentarlos y sacar lo
mejor de ellos. Los problemas actuales son vistos no en la esencia de la
familia y su finalidad sino en la confusión en la que muchos viven antes de
haberla conformado. El amor aparece siempre como el fundamento de todo
vínculo familiar. Hagamos pues del amor una experiencia transformadora de
nuestra presencia e interactuar sobre el medio y entorno de nuestra familia.
Las crisis son producto elaborado de toda convivencia, pero cuando el amor es
auténtico entonces es posible superarlas y encontrar un constante aprendizaje
en ellas. Miremos pues, al interior de nosotros mismos para poder dimensionar
el valor intrínseco del amor en la institución familiar de la que todos hacemos
parte. Nuestras familias están
escondidas en el corazón amoroso de Dios, ellas como parte de un todo que
llamamos familia humana, se recrean siempre en la vida y sus contenidos, hijos
y padres, nietos y hermanos se renuevan en las vitales relaciones familiares
donde la fraternidad y la entrega hace fuertes los vínculos de sangre y de
amistad. Nuestra familia es un modelo “micro” de la sociedad donde los más
chicos imitando a sus padres y entorno afectivo practican todo aquello que será
vital en sus relaciones de cada día. Los más chicos pueden comprender como
funciona el mundo viendo en las vidas de sus padres y de sus hermanos. Una
expresión en pequeño de la macro familia humana.
“Una familia sana es aquella en la que se puede
hablar con libertad, en la que hay disgustos y se aceptan, donde impera la
sonrisa y se comparten iniciativas y afecto”.
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Vivamos hermanos la
entrega al ser de la familia como realización de nuestros afectos y concreción
de todas y cada una de nuestras metas. La vida familiar es parte integral de la
identidad de todo Episcopal y aun de quienes no contrajeron matrimonio, sepan
que son parte de la familia de los bautizados y ellos también son vitales en
sus familias por extensión, ya que realmente el amor es el vinculo que supera
la misma sangre. Si alguien te ama, aunque no lleve tu sangre es parte de tu
ser familiar y personal. La extensión amorosa de nuestras familias enriquece
su visión del mundo y de la Gracia. Una respuesta positiva nos conduce a
experimentar el valor supremo del vinculo familiar. Dios bendiga nuestras
familias en ellas a toda la familia humana.
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