viernes, 11 de mayo de 2018

ECOS DEL ASCENDIDO...


ECOS  DEL   ASCENDIDO  A  LOS  CIELOS. CRITICA DE LA REALIDAD ANTROPIZADA.



Nos parece recrear la escena  Lucana de la Ascensión del resucitado a los cielos, y nos preguntamos muy seguramente  el motivo por el cual el Señor se marchó más allá de volver donde nunca se había ido o desear estar donde siempre estuvo y esto antes de todo tiempo posible… Qué tipo de realidad estamos construyendo desde la perspectiva aumentada de nuestra propia Fe, Cristo subió a los cielos y dejó a un lado nuestra realidad o será mejor qué ella ascendió de su mano e impronta, en el ADN de Cristo se grabó todo el sentimiento de la humanidad, en su ADN glorificado iba implícita la información de todas las generaciones en los siglos de los siglos, en su mirada mientras reconocía la Gloria de su Padre se quedaban en sus pupilas las luchas sociales, la pobreza material y espiritual de muchísimos seres humanos, la esclavitud invisible del mal sobre los hijos de Dios y ahora sus hermanos adoptivos, en la marca de su Pasión y Cruz y en cada llaga ahora gloriosa no había cicatriz posible que borrara la huella del amor redentor y reconciliador de Dios Padre con todos y cada uno de nosotros. Qué se preguntaba cuando al pasar por los cielos de los cielos era Adorado por la multitud de los redimidos, y de las criaturas angélicas creadas para reverenciarle en el último y más alto de los cielos, qué sentía su corazón gozosamente traspasado por una lanza,  todavía abierto para recibir más y más amor.  Pero qué mundo dejaba atrás el Creador del universo, pero qué imagen imprimía su sello en su mente cuando en su pensamiento esta todo cuanto existe. Que decirle al Padre que le recibe como al hijo prodigo en sus brazos, como mostrarle esas huellas que romperían cualquier corazón, pero hablamos   de un Ser maravilloso que nos ama tanto como Padre y como si tuviera en su pecho un corazón de Madre…

Que realidad cuestionaste con tu partida sino la de un mundo renuente a ver en sus actos las consecuencias nefastas del pecado que divide y hace proliferar cada día formas más sofisticadas de alienación e incertidumbre, un mundo vivido y contado como desde un cuento donde la verdad es ahora relativa y la identidad es cambiada constantemente por motivaciones sensacionalistas. Un mundo donde la esperanza ahora es un artículo de incalculable valor que solo produce momentos de solaz en quienes dicen poseerla. Un mundo pesimista que quiere ser libre pero bajo ninguna circunstancia aceptar un precio como el de la sangre de Dios Encarnado. Un mundo cuya exposición es ampliamente difundida desde un computador hasta un satélite artificial y paradójicamente la verdad está por desaparecer bajo el peso de la ciber tecnología… Todos la quieren poseer pero muy pocos están dispuestos a vivir conforme a sus enseñanzas, un cambio radical es impensable en un modelo cultural cuyo Ethos responde a la interpretación personal y personalista de todos los fenómenos sociales, un mundo que hace rato viene transformando el concepto de amistad por estar hoy por hoy reducido a un medio de comunicación y no a una realidad comunicativa…

Qué dejaste atrás Señor con tu Ascensión sino las luchas por constituir pueblos en imperios y personas en ídolos, dejaste atrás un mundo relativizado por el carácter de la verdad personal y solo cuestionable por el implacable yo que vive en mí y en ti y en nosotros… Un mundo deseoso de reconocimiento con grandes luminarias que se distinguen en cada uno de los continentes, ya no es un Pangea deseoso de ser dividido sino un mundo dividido que no encuentra sosiego.  La mirada al posarse sobre el ascendido no puede distraernos de la realidad percibida por este, de lo que está sucediendo en el medio relacional o entorno somático en el que nos desenvolvemos. La composición estructural de la realidad percibida necesita urgentemente ser alineada bajo la guía ejemplarizante del Evangelio de Cristo. Las alienaciones son muy difíciles de superar si se insertan en la conciencia de los bautizados, los valores también se mutan dependiendo de su injerencia en la mente del cristiano, el mundo posee su propia estructura y escala axiológica, tal cuestión nos obliga a educar con la concepción de universalidad que asiste a una Iglesia histórica que brota del medio consciente de la catolicidad. Ante la partida del resucitado la respuesta se hace o convierte en existencial.

La esperanza sin duda alguna es el motor que mueve al resucitado a dejar la realidad tal y como la vivió desde su Encarnación, una realidad que percibió lleno de amor y deseoso de transformarla en la vida y sique de cada uno de sus amigos y por extensión de todos los bautizados. Una esperanza bendita que no sede ante las presiones de un medio arrollador cuya praxis carece paradójicamente de lo que ofrece, tres años viviste  edificando esta esperanza y ahora que asciendes la dejas en manos de tus amigos, qué es tu Iglesia sino la testiga de tu esperanza y anhelos… Nada hay en tu corazón que pueda superar el amor por la humanidad, nada hay que pueda entorpecer la ascensión de la humanidad al Padre Dios ya que Tú nos mostrarte el camino, ya que Tú te convertiste en Cruz y Pasión en Muerte y Resurrección, y cuando para muchos todo estaba perdido para Ti Hijo de Dios el mundo y nosotros estábamos ganados para tu  Reino.  Una Ascensión que sublimó toda posible  expresión amorosa del Creador sobre sus criaturas, una alianza formal entre las realidades mundanales y las eternas. Toda estructura de pensamiento e idetica fue trasformada bajo el influjo de la Gracia y la noción cierta de libertad, una libertad que sus estereotipos precedentes abren paso a la certeza y coherencia del anuncio evangélico.

La Ascensión cuestiona directamente todo aquello que se supone trasciende y lo hace precisamente para refrendar su valor y autenticidad. La realidad descrita en el Texto Lucano es simple pero cargada de una muy profunda significación sobre el discurso inmediato de la Iglesia ante el reto que implica ver ascender a su Señor, no haya aquí un sentimiento huerfanista, o de soledad palpable, es todo lo opuesto, se vive ese momento con gran expectativa la misma que será colmada en  Pentecostés. Creemos hoy que sin Ascensión no tendríamos Pentecostés y la oportunidad de madurar en nuestra propia opción por el Señor. Es esencial para la Fe del creyente explicitar tales acontecimientos y hacer de ellos una manifestación de su aguda visión del mundo y de las realidades que en él son percibidas. No podemos pensar siquiera en un medio relacional sin la expresión de nuestras convicciones de Fe dibujadas en cada palabra del Evangelio. La Ascensión cuestiona siempre los modelos sociales en los que los bautizados construyen familia y nación y lo hace como el llamado del centinela a su tropa para estar atentos y absolutamente despiertos, la Ascensión es nuestro centinela ante los cambios y dificultades por las que atravesamos en la  presentación material de nuestra existencia. Cristo asciende y con este gesto de  poder y gloria rompe todas las cadenas y ataduras que retienen la mente del creyente impidiéndole soñar con una sociedad mejor y libre de cualquier alienación, puede sonar a utopía pero lo cierto es que la humanidad redimida en Cristo está por sobre cualquier consideración y determinación que no brote del Ascendido. El amor no es una utopía es una voluntad tan poderosa que la podemos llamar ley natural del alma y los sentidos.

 La Ascensión como fenómeno transformó la concepción de la relación entre el cielo y la tierra dejando aquella idea sobre la imposibilidad de llegar hasta él, Cristo mismo se constituye en su camino y posibilidad. No hay discurso alguno cuya expresión dialéctica limite la posibilidad de la Ascensión del Salvador, la vida como tal es plenificada y no encuentra esa plenitud bajo las categorías que conocemos, luego la Ascensión es una necesidad esencialmente unida a la vida resucitada de Cristo. La razón se llena de expectación y la Gracia le manifiesta el cómo de la realización plena del Señor como Salvador y Redentor. El Pantocrátor vestido de poder está a punto de ascender cargado de humanidad y con ella de humildad. No hay posibilidad alguna de ser dejados atrás ya que Él se vistió de carne para entrar en las alegrías eternas… Cristo Señor cabeza y guía de su Iglesia y ella le esperará ataviada como una novia para consumar su entrega por los siglos eternos.

 Qué momento aquel cuando le veamos regresar para reinar entre y con nosotros, maravillosa y única promesa del Señor en su Evangelio… Volverás y nos llevaras contigo si ese bello momento no es ahora será sin duda luego pero la humanidad ascenderá contigo a la eternidad, la Iglesia recibirá el premio de su amor y espera, convertida hoy en la más  grande esperanza posible. Amén siempre al Dios y Señor  Ascendido,  Trino y Uno…

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