ECOS DEL
ASCENDIDO A LOS
CIELOS. CRITICA DE LA REALIDAD ANTROPIZADA.
Nos parece recrear la
escena Lucana de la Ascensión del
resucitado a los cielos, y nos preguntamos muy seguramente el motivo por el cual el Señor se marchó más
allá de volver donde nunca se había ido o desear estar donde siempre estuvo y
esto antes de todo tiempo posible… Qué tipo de realidad estamos construyendo
desde la perspectiva aumentada de nuestra propia Fe, Cristo subió a los cielos
y dejó a un lado nuestra realidad o será mejor qué ella ascendió de su mano e
impronta, en el ADN de Cristo se grabó todo el sentimiento de la humanidad, en
su ADN glorificado iba implícita la información de todas las generaciones en
los siglos de los siglos, en su mirada mientras reconocía la Gloria de su Padre
se quedaban en sus pupilas las luchas sociales, la pobreza material y
espiritual de muchísimos seres humanos, la esclavitud invisible del mal sobre
los hijos de Dios y ahora sus hermanos adoptivos, en la marca de su Pasión y
Cruz y en cada llaga ahora gloriosa no había cicatriz posible que borrara la
huella del amor redentor y reconciliador de Dios Padre con todos y cada uno de
nosotros. Qué se preguntaba cuando al pasar por los cielos de los cielos era
Adorado por la multitud de los redimidos, y de las criaturas angélicas creadas
para reverenciarle en el último y más alto de los cielos, qué sentía su corazón
gozosamente traspasado por una lanza, todavía
abierto para recibir más y más amor. Pero
qué mundo dejaba atrás el Creador del universo, pero qué imagen imprimía su
sello en su mente cuando en su pensamiento esta todo cuanto existe. Que decirle
al Padre que le recibe como al hijo prodigo en sus brazos, como mostrarle esas huellas
que romperían cualquier corazón, pero hablamos de un Ser maravilloso que nos ama tanto como
Padre y como si tuviera en su pecho un corazón de Madre…
Que realidad cuestionaste
con tu partida sino la de un mundo renuente a ver en sus actos las consecuencias
nefastas del pecado que divide y hace proliferar cada día formas más
sofisticadas de alienación e incertidumbre, un mundo vivido y contado como
desde un cuento donde la verdad es ahora relativa y la identidad es cambiada
constantemente por motivaciones sensacionalistas. Un mundo donde la esperanza
ahora es un artículo de incalculable valor que solo produce momentos de solaz
en quienes dicen poseerla. Un mundo pesimista que quiere ser libre pero bajo
ninguna circunstancia aceptar un precio como el de la sangre de Dios Encarnado.
Un mundo cuya exposición es ampliamente difundida desde un computador hasta un
satélite artificial y paradójicamente la verdad está por desaparecer bajo el
peso de la ciber tecnología… Todos la quieren poseer pero muy pocos están
dispuestos a vivir conforme a sus enseñanzas, un cambio radical es impensable
en un modelo cultural cuyo Ethos responde a la interpretación personal y
personalista de todos los fenómenos sociales, un mundo que hace rato viene
transformando el concepto de amistad por estar hoy por hoy reducido a un medio
de comunicación y no a una realidad comunicativa…
Qué dejaste atrás Señor
con tu Ascensión sino las luchas por constituir pueblos en imperios y personas
en ídolos, dejaste atrás un mundo relativizado por el carácter de la verdad
personal y solo cuestionable por el implacable yo que vive en mí y en ti y en
nosotros… Un mundo deseoso de reconocimiento con grandes luminarias que se
distinguen en cada uno de los continentes, ya no es un Pangea deseoso de ser
dividido sino un mundo dividido que no encuentra sosiego. La mirada al posarse sobre el ascendido no
puede distraernos de la realidad percibida por este, de lo que está sucediendo
en el medio relacional o entorno somático en el que nos desenvolvemos. La
composición estructural de la realidad percibida necesita urgentemente ser
alineada bajo la guía ejemplarizante del Evangelio de Cristo. Las alienaciones
son muy difíciles de superar si se insertan en la conciencia de los bautizados,
los valores también se mutan dependiendo de su injerencia en la mente del
cristiano, el mundo posee su propia estructura y escala axiológica, tal
cuestión nos obliga a educar con la concepción de universalidad que asiste a
una Iglesia histórica que brota del medio consciente de la catolicidad. Ante la
partida del resucitado la respuesta se hace o convierte en existencial.
La esperanza sin duda
alguna es el motor que mueve al resucitado a dejar la realidad tal y como la
vivió desde su Encarnación, una realidad que percibió lleno de amor y deseoso
de transformarla en la vida y sique de cada uno de sus amigos y por extensión
de todos los bautizados. Una esperanza bendita que no sede ante las presiones
de un medio arrollador cuya praxis carece paradójicamente de lo que ofrece, tres
años viviste edificando esta esperanza y
ahora que asciendes la dejas en manos de tus amigos, qué es tu Iglesia sino la
testiga de tu esperanza y anhelos… Nada hay en tu corazón que pueda superar el
amor por la humanidad, nada hay que pueda entorpecer la ascensión de la
humanidad al Padre Dios ya que Tú nos mostrarte el camino, ya que Tú te convertiste
en Cruz y Pasión en Muerte y Resurrección, y cuando para muchos todo estaba perdido
para Ti Hijo de Dios el mundo y nosotros estábamos ganados para tu Reino. Una Ascensión que sublimó toda posible expresión amorosa del Creador sobre sus criaturas,
una alianza formal entre las realidades mundanales y las eternas. Toda
estructura de pensamiento e idetica fue trasformada bajo el influjo de la Gracia
y la noción cierta de libertad, una libertad que sus estereotipos precedentes
abren paso a la certeza y coherencia del anuncio evangélico.
La Ascensión cuestiona
directamente todo aquello que se supone trasciende y lo hace precisamente para
refrendar su valor y autenticidad. La realidad descrita en el Texto Lucano es
simple pero cargada de una muy profunda significación sobre el discurso inmediato
de la Iglesia ante el reto que implica ver ascender a su Señor, no haya aquí un
sentimiento huerfanista, o de soledad palpable, es todo lo opuesto, se vive ese
momento con gran expectativa la misma que será colmada en Pentecostés. Creemos hoy que sin Ascensión no tendríamos
Pentecostés y la oportunidad de madurar en nuestra propia opción por el Señor. Es
esencial para la Fe del creyente explicitar tales acontecimientos y hacer de
ellos una manifestación de su aguda visión del mundo y de las realidades que en
él son percibidas. No podemos pensar siquiera en un medio relacional sin la
expresión de nuestras convicciones de Fe dibujadas en cada palabra del
Evangelio. La Ascensión cuestiona siempre los modelos sociales en los que los
bautizados construyen familia y nación y lo hace como el llamado del centinela a
su tropa para estar atentos y absolutamente despiertos, la Ascensión es nuestro
centinela ante los cambios y dificultades por las que atravesamos en la presentación material de nuestra existencia. Cristo
asciende y con este gesto de poder y
gloria rompe todas las cadenas y ataduras que retienen la mente del creyente impidiéndole
soñar con una sociedad mejor y libre de cualquier alienación, puede sonar a utopía
pero lo cierto es que la humanidad redimida en Cristo está por sobre cualquier
consideración y determinación que no brote del Ascendido. El amor no es una utopía es una voluntad tan poderosa que la podemos
llamar ley natural del alma y los sentidos.
La Ascensión como fenómeno
transformó la concepción de la relación entre el cielo y la tierra dejando
aquella idea sobre la imposibilidad de llegar hasta él, Cristo mismo se
constituye en su camino y posibilidad. No hay discurso alguno cuya expresión dialéctica
limite la posibilidad de la Ascensión del Salvador, la vida como tal es
plenificada y no encuentra esa plenitud bajo las categorías que conocemos,
luego la Ascensión es una necesidad
esencialmente unida a la vida resucitada de Cristo. La razón se llena de
expectación y la Gracia le manifiesta el cómo de la realización plena del Señor
como Salvador y Redentor. El Pantocrátor vestido de poder está a punto de
ascender cargado de humanidad y con ella de humildad. No hay posibilidad alguna
de ser dejados atrás ya que Él se vistió de carne para entrar en las alegrías eternas…
Cristo Señor cabeza y guía de su Iglesia
y ella le esperará ataviada como una novia para consumar su entrega por los
siglos eternos.
Qué momento aquel cuando le veamos regresar
para reinar entre y con nosotros, maravillosa y única promesa del Señor en su
Evangelio… Volverás y nos llevaras contigo si ese bello momento no es ahora
será sin duda luego pero la humanidad ascenderá contigo a la eternidad, la
Iglesia recibirá el premio de su amor y espera, convertida hoy en la más grande esperanza posible. Amén siempre al
Dios y Señor Ascendido, Trino y Uno…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario