viernes, 4 de mayo de 2018

ARTICULO REVISTA EPISCOPAX...


DE LA RESURRECCIÓN  DEL  SEÑOR  A  PENTECOSTÉS.




“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz con vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan capítulo 20 versículos 19-22).

Cristo el vencedor de la muerte se aparece en una serie de coloquios espirituales a sus discípulos que místicamente asisten nuestra Pascua, la visión Joanica sobre este acontecimiento nos deja ver dos gracias o dones nuevos que el Señor concede a sus discípulos y por extensión a la Madre Iglesia, estamos invocando  la Paz  con dimensiones escatológicas y   la  presencia del Espíritu Santo. Cristo inaugura de esta forma el ministerio bendecido de la Iglesia y le concede tales dones no como los ofrece el mundo basado en sus “dioses” y perdida de toda noción de eternidad y justicia   cuya hostilidad es bien conocida por el bautizado. El Resucitado rompe las cadenas de la violencia, del miedo, del complejo, de la pena, y afirma el camino salvífico que llamamos Pascua… Oh maravilloso don de Dios increado  a la humanidad redimida, ven Paráclito y defensor nuestras mentes a visitar. Las huellas de la Cruz no son otra cosa que un recordatorio del triunfo del Amor. La muerte ya no tiene escenario, sus víctimas preferidas ahora son compradas a precio de Sangre resucitada.

 Durante estos días nuestra Liturgia empleará el color “Blanco” significando la victoria de Cristo. Cuando el Señor hubiere afirmado la Fe de los suyos y continuando con su ser glorioso Ascenderá a los cielos (Hechos de los Apóstoles capítulo 1 versículos 6-9) en este momento de gran expectación se manifiesta con mayor fuerza y ya destinando gracias para la difusión del Evangelio el Espíritu de Dios cuyos dones serán el “Pan de vida” para la Iglesia en su largo proceso de evangelización. En el futuro vendrán las persecuciones, los desafíos misioneros a todo el mundo (Ad gentes), el afianzamiento de las comunidades de bautizados, la institucionalización eclesial, entre otros, y solo así se conocerá el poder del Espíritu Santo  como el Reconciliador  por antonomasia, como la luz y guía de los nuevos tiempos salvíficos (es el argumento central de la mentalidad Lucana al momento de escribir su evangelio y posteriormente los Hechos de los Apóstoles y la narración de la Ascensión del Señor).

 La venida  del Espíritu Santo está registrada en su acontecer litúrgico (mistagógico) para este año  el 20 de Mayo y el color litúrgico sugerido es el “Rojo”… Pentecostés (Hechos de los Apóstoles capítulo 2 versículos 1-13)  que significa 50 días de preparación para recibir al Espíritu de Dios y quien con su presencia en la vida del bautizado Engendra a la Madre Iglesia. Los discípulos recibirán en  este santo día de Pentecostés la Gracia del que procede de Entrambos (del Padre y del Hijo)  y en su Glosalalia  proclamarán el inefable lenguaje del Dios Espíritu Santo. Día de gran fiesta   para la Iglesia Madre de los bautizados que con solemne Tedeum y cantos inspirados se regocijaran por tan excelso huésped. El Don de Lenguas lo encontramos prefigurado en el profeta Isaías (capitulo 5 versículo 24 y 6:6-7) en forma de llamas, este tipo de manifestaciones eran comunes en los comienzos de la Iglesia como parte de la pedagogía  divina que instruía sobre la necesidad del discernimiento y la defensa de las enseñanzas de los Apóstoles. Este fenómeno era un bello anticipo de la misión universal de la Iglesia. La Glosalalia registrada aquí empleaba lenguas extranjeras para cantar alabanzas a Dios.    

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la Pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

Es nuestra fiesta y ella afirma en su naturaleza salvífica que somos hijos de Dios por adopción y que el mismo Espíritu que clama en Jesús Abba (Padre) es el mismo que nos mueve hoy a llamar a Dios nuestro Padre (Marcos capítulo 14 versículo 36).  Todos los bautizados y confirmados delante de Dios celebraremos Pentecostés  y sus dones nos afirmaran en esta santa vocación a la santidad, Don de Fortaleza para no retroceder en nuestra militancia Episcopal, Don de  Consejo para guiar con ejemplo y amor a quienes vienen a los pies de Cristo en nuestras congregaciones, Don de Temor de Dios para amar y solo amar en la más absoluta confianza a nuestro Creador, Redentor y en Pentecostés Santificador, Don de Ciencia para ver los cambios y trasformaciones del mundo, reconocer en los progresos de la humanidad la mano inspiradora de Dios visitando nuestras mentes, Don de Piedad para adorarte Señor Dios y vivir en nuestra liturgia el misterio de tu revelación al mundo, para orar y no desmayar, para siempre darte  gracias, Don de Entendimiento  para hurgar nuestro corazón aunque el mundo y sus escenarios hablen a veces muy fuerte, para recocer tu voz y decirte con Pedro “A quien iremos si solo tú tienes palabras de vida eterna” (Juan capítulo 6 versículo 68)…  Solo el Espíritu Santo nos dará la sabiduría para comprender la realidad divina de nuestra Fe. Un nuevo tiempo un nuevo Kairos revelado a la humanidad, Pascua y Pentecostés, signos vivos del Dios Resucitado.  



Rvdo. Pbro. Diego Sabogal.
Decano C.E.T.



 


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