jueves, 16 de febrero de 2017

HOMILÍA... DOMINGO 26 DE FEBRERO. LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR.

REFLEJO DE LA NATURALEZA DEL  REDENTOR… LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR. (Mateo capítulo 17, versículos 1-9).


Mateo inicia su escena empleando una medida de tiempo no “cronológica” sino vivencial y de interiorización que pone de relieve la evolución espiritual de quienes asistían al Redentor en aquel lugar. Mateo expone la Transfiguración un tanto diferente a como lo hacen los demás sinópticos. El objetivo de este evangelista es presentar a Jesús como un Nuevo Moisés y aquel “monte” un nuevo Sinaí por las implicaciones y contenidos que trae a la tradición de Israel. La Sacralización de estas imágenes expresan tanto su metafísica como la unidad esencial temática que logra alcanzar al centrar absolutamente todo lo acontecido fuera del dominio tiempo espacial en la Persona Adorada del Redentor. Es una posibilidad que abre el propio Señor al permitir hasta donde nuestra Fe y Razón lo permitan de apreciar su verdadera Naturaleza. Este reflejo de su Identidad como Dios es importante en la construcción de la Fe de sus discípulos que sin duda eran los más cercanos. El Rostro luminoso y sus vestimentas blancas como la luz (cita textual) son el reflejo de su condición que encontramos similitud en las escenas que describen el encuentro de Yahveh con Moisés en el Sinaí, lo mismo que la presencia de la nube (Éxodo capítulo 24, versículos 15-18; Éxodo capítulo 34, versículos 29-35). Recordemos que la presencia de Moisés y Elías no solo describen su relación con el profetismo y la Ley de Israel sino que nos contextualizan en la relación de dos personajes que vivieron su Ministerio en relación con el Monte Sinaí… Recordemos que no solo son figuras aleatorias en la escena descrita sino que sus implicaciones son definitivas en la concepción y cosmovisión de la Fe hebrea.

El miedo que expresan sus acompañantes es fruto de la incertidumbre que confronta la Fe con el fenómeno cuando expresamos creer sin ver. Tal postura será definitiva para el cristiano en lo sucesivo y Jesús quiere que los suyos contemplen la doble  realidad de su experiencia espiritual que más tarde se confrontará radicalmente en la Cruz y en la Resurrección… El tiempo una vez más obedece a la percepción de nuestra Fe y no a la medida de una acción determinada. La percepción de nuestra Fe es la clave para vivir una vez más este fenómeno amoroso de Dios.  En cuanto a la percepción de la Ley y los profetas no olvidemos que el Señor la cumplió y potenció al máximo de sus contenidos dejando al Amor como la suma de todos sus contenidos sublimados. En aquel lugar (Monte Tabor) El Salvador nos regala la metamorfosis de su Amor por la Humanidad y la Creación) y de paso deja en fundamento la construcción del Jesús histórico capaz de conciliar el mito con la realidad de su vida en medio del pueblo y sus discípulos. La luz de su  Sagrado Rostro nos indica la dirección del auténtico Creyente capaz a la luz de su Señor de vivir en su vida la Metamorfosis del amor dejando atrás todo rezago o huella de pecado alienante. Es también la grande posibilidad de construir dialécticamente la manifestación del Cristo de nuestra Fe que no obstante ser Dios se humilló hasta convertirse en uno de nosotros LA KÉNOSIS DEL REDENTOR, HIJO DE DIOS. La Identidad del Señor solo puede ser revelada en la intimidad de la experiencia espiritual, no es solo el fenómeno es sobre todo la más bella aproximación a la Realidad Personal y Trascendente de Dios.

La Transfiguración nos “huele” a la futura (Escatológica) perfección del bautizado, siendo en síntesis la Unión personal de nuestra naturaleza con el Dios Vivificador. Con todo ello nos queda una enseñanza vital de esta experiencia de Fe y es que con todo Jesús también es el Siervo de Yahveh y retoma la ruta de su sacrificio para confrontar y relacionar te sugerimos entrar en (Isaías capítulo 42). Como también meditar la manifestación de Dios en el Sinaí (Libro del Éxodo).  


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