REFLEJO DE LA
NATURALEZA DEL REDENTOR… LA
TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR. (Mateo capítulo 17, versículos 1-9).
Mateo inicia su escena empleando una medida de tiempo no “cronológica”
sino vivencial y de interiorización que pone de relieve la evolución espiritual
de quienes asistían al Redentor en aquel lugar. Mateo expone la Transfiguración
un tanto diferente a como lo hacen los demás sinópticos. El objetivo de este
evangelista es presentar a Jesús como un Nuevo
Moisés y aquel “monte” un nuevo Sinaí por las implicaciones y contenidos
que trae a la tradición de Israel. La Sacralización de estas imágenes expresan
tanto su metafísica como la unidad esencial temática que logra alcanzar al
centrar absolutamente todo lo acontecido fuera del dominio tiempo espacial en
la Persona Adorada del Redentor. Es una posibilidad que abre el propio Señor al
permitir hasta donde nuestra Fe y Razón lo permitan de apreciar su verdadera Naturaleza. Este reflejo de
su Identidad como Dios es importante en la construcción de la Fe de sus discípulos
que sin duda eran los más cercanos. El Rostro
luminoso y sus vestimentas blancas como la luz (cita textual) son el reflejo
de su condición que encontramos similitud en las escenas que describen el encuentro
de Yahveh con Moisés en el Sinaí, lo mismo que la presencia de la nube (Éxodo capítulo
24, versículos 15-18; Éxodo capítulo 34, versículos 29-35). Recordemos que la
presencia de Moisés y Elías no solo
describen su relación con el profetismo y la Ley de Israel sino que nos
contextualizan en la relación de dos personajes que vivieron su Ministerio en
relación con el Monte Sinaí… Recordemos
que no solo son figuras aleatorias en la escena descrita sino que sus
implicaciones son definitivas en la concepción y cosmovisión de la Fe hebrea.
El miedo que
expresan sus acompañantes es fruto de la incertidumbre que confronta la Fe con
el fenómeno cuando expresamos creer sin ver. Tal postura será definitiva para
el cristiano en lo sucesivo y Jesús quiere que los suyos contemplen la doble realidad de su experiencia espiritual que más
tarde se confrontará radicalmente en la Cruz y en la Resurrección… El tiempo
una vez más obedece a la percepción de nuestra Fe y no a la medida de una
acción determinada. La percepción de nuestra Fe es la clave para vivir una vez
más este fenómeno amoroso de Dios. En cuanto a la percepción de la Ley y los
profetas no olvidemos que el Señor la cumplió y potenció al máximo de sus
contenidos dejando al Amor como la suma de todos sus contenidos sublimados. En
aquel lugar (Monte Tabor) El
Salvador nos regala la metamorfosis de
su Amor por la Humanidad y la Creación) y de paso deja en fundamento la
construcción del Jesús histórico capaz
de conciliar el mito con la realidad de su vida en medio del pueblo y sus discípulos.
La luz de su Sagrado Rostro nos indica
la dirección del auténtico Creyente capaz a la luz de su Señor de vivir en su
vida la Metamorfosis del amor dejando atrás todo rezago o huella de pecado
alienante. Es también la grande posibilidad de construir dialécticamente la
manifestación del Cristo de nuestra Fe que no obstante ser Dios se humilló
hasta convertirse en uno de nosotros LA
KÉNOSIS DEL REDENTOR, HIJO DE DIOS. La Identidad del Señor solo puede ser
revelada en la intimidad de la experiencia espiritual, no es solo el fenómeno es
sobre todo la más bella aproximación a la Realidad
Personal y Trascendente de Dios.
La Transfiguración nos “huele”
a la futura (Escatológica)
perfección del bautizado, siendo en síntesis la Unión personal de nuestra naturaleza con el Dios Vivificador. Con todo
ello nos queda una enseñanza vital de esta experiencia de Fe y es que con todo Jesús
también es el Siervo de Yahveh y retoma la ruta de su sacrificio para
confrontar y relacionar te sugerimos entrar en (Isaías capítulo 42). Como
también meditar la manifestación de Dios en el Sinaí (Libro del Éxodo).
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