JUEVES SANTO Y VIERNES
SANTO… LA PASIÓN DEL REDENTOR.
El Jueves
Santo iniciamos
el Triduo
Pascual y de esta forma la
Liturgia de la Iglesia nos muestra el derrotero de los Misterios de nuestra Salvación,
es una gran Celebración que esta enmarcada en la vida y obra del Redentor que
en los valores de su Evangelio descubre para nosotros la Vocación del Servicio
Cristiano y la Fraternidad que debe reinar entre los Bautizados: Sabiendo Jesús que había llegado la hora de
pasar de este Mundo al Padre… (Jn 13,1) este transito no es más que la afirmación
de su retorno definitivo al Padre como Hombre y como Dios Verdadero, la escena
que sigue a estas palabras sobre el Lavatorio de los Pies, recordemos que era
para el Judío de su época un Signo de
Acogida Fraterna que Jesús lleva a otro nivel, a la posibilidad de ver al otro
como Igual en todo a mí, de esta forma la Claridad de su Palabra germina
entre iguales.
Desde luego esta acción no es comprendida por Pedro que en el
inconsciente la asocia a los rituales de Purificación de su Pueblo, dejando de largo el principio de Universalidad
y Pluralidad de esta acción, ya no se trata de servir y Purificar a un Pueblo,
se trata de la misma Humanidad que debe ver en este Signo una prueba del amor Redentor
y por lo tanto Universal del Salvador (Vers. 3-15). En esta acción queda claro
la determinación del Salvador por manifestar a los suyos la Intimación del que le envió (16).
La figura de Judas tan agredida por la Tradición y la Memoria
Religiosa, no es más que la manifestación del Juicio y carácter de la Humanidad
que busca por sí misma la razón y condición de las cosas, aun en este Personaje
queda a salvo la Libertad Humana y la Gracia, capaz de respetar a quienes
deciden caminar solos… Pero sin duda quienes son guiados por ella tendrán mejores
frutos en sus vidas (Predestinación
Agustiniana).
Jesús une en su Discurso Evangélico la celebración de la
Pascua (Cena del Salvador) con la exposición del Mandamiento Nuevo, sin duda
nos genera una idea sobre la continuidad de sus palabras y la búsqueda del
ideal cristiano de Amar y vivir en la Fraternidad (31-35) es clave para
nosotros entender dos principios frente al Orden
Ministerial y la Eucaristía (Sacramentos Pascuales)… El primero distingue
del Sacerdocio común recibido en el Santo Bautismo y la Praxis del Pacto
Bautismal, este es por lo demás asumido por la Iglesia en virtud de su Señor y
para su servicio (Continuidad del Mensaje) al respecto dirá el Hiponense: Este Sacramento es administrado bajo la
Autoridad de la Iglesia y para el servicio de ella, una vez administrado no se
permite ni necesita ser administrado otra vez, San Agustín nos habla del carácter
que imprime en el Bautizado… En cuanto a la Santa Eucaristía nos dice el
Hiponense: Cristo se tomó así mismo entre sus manos, no queda en los PP. De
la Iglesia duda sobre la Santidad y necesidad de estos Sacramentos en la vida
de la Iglesia y de sus Hijos, porque así como Dios es Padre Ella es Madre, afirmación
que esta en el Corazón de la Tradición y en su Magisterio.
De esta forma encontramos que en este maravilloso Día la
Santa Madre Iglesia Celebra tanto el servicio de sus Hijos Sacerdotes como los
Dones dispensados por la Rectitud y Compromiso con este Ministerio al servicio
de cada Bautizado.
Sobre la Celebración del Viernes Santo, atendemos a una única objetivación
posible y es precisamente la necesidad del Sacrificio Redentor de Cristo, la
Cruz se convierte en el Epicentro de su Amor y entrega radical, la Cruz se hace
una con la Humanidad y juntos son cubiertos con la Sangre Reparadora del Hijo
de Dios, para nosotros y para la Creación: Cristo
se convierte en Ofrenda, Altar, Victima, y expiación por cada uno de nosotros,
tanto por el pasado como el presente y el tiempo que vendrá (Interpretando
al Hiponense) no perdamos de vista que la Pasión
es intrínsecamente necesaria y procede de la Voluntad del Redentor que al
asumirla asume las debilidades de la Humanidad hasta el colmo posible de su
Amor y Restauración… Para despejar dudas sobre este acontecimiento de nuestra Salvación
los PP. Siguieron las palabras de San Agustín cuando afirma: En la Cruz murió el Hijo de Dios pero no en
cuanto a Hijo de Dios, sino en la Carne y Sangre de Jesús, y murió el Hijo de
Dios en cuanto a la Unión Personal del Verbo Eterno con Jesús.
Este Sacrificio esta contenido en la Tradición Judía pero
superado ya no por una Sangre de animales ofrecida por la expiación de los
pecados personales sino por la Santísima Sangre del Redentor que fue derramada
por la universal necesidad de Redención de cuanto existe y fue llamado por el
Padre a la existencia, es pues su Sacrificio Universal y Atemporal, es decir, nada
esta fuera de este sacrificio y todo esta contenido en el… La Iglesia asiste a
su Salvador y como Madre acude presta a llenar de Gracia y Fortaleza a los
suyos que ven en el Dolor de su Señor una muestra de su Amor incondicional por
Ella, este tiempo no es propicio sino para Orar y reconocer nuestra personal participación
en sus sufrimientos y lo que es aún mayor en su Triunfo: Sino somos solidarios en sus sufrimientos como esperamos serlo en su
Triunfo? Es un interrogante que cuestiona la vivencia de nuestro
Cristianismo insensible ante la Cruz y ante los dolores del Redentor… El Amor
es el principio Solidario por excelencia y el mayor distintivo de la Humanidad…
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