martes, 17 de marzo de 2015

DOMINGO DE PALMAS... ENTRADA TRIUNFAL DEL SALVADOR EN JERUSALEN...

ENTRADA MESIÁNICA DEL SALVADOR EN JERUSALEN (Mc 11:1-11).

Superando la Simbología que reina dramáticamente en este Pasaje Evangélico cuya escena primordial nos ofrece una confrontación que riñe  un tanto con las emociones y la adrenalina que invade el lugar… La entrada de Jesús en Jerusalén no es más ni menos, que la proclamación de una especie de Autoridad forjada por el imaginario colectivo pero desafortunadamente desligado de la Realidad Salvífica promulgada o fundamentada en Cristo… Es curioso que se indique la continuidad de este Mensaje unido a la experiencia del Monte de los Olivos donde el Salvador confrontara violentamente su Naturaleza Humana y Divina al aceptar la Redención en la Forma como esta se llevará a cabo.

Los acontecimientos desencadenan una serie de Sentimientos encontrados en los asistentes, pero Jesús tiene claro la gran significación de este momento y para (Mc) como el Secreto Mesiánico paulatinamente es develado no sin ser cuestionado el fin último de estos acontecimientos: Muchos extendieron sus mantos por el camino, otros Follaje cortado de sus campos y todos gritaban… Bendito el que viene en nombre del Señor, Bendito el Reino que viene de nuestro padre David, (el Evangelio cita al Salmo 118,26) sin duda alguna, la visión del Pueblo contrasta totalmente con la de Cristo,  mientras para ellos las aclamaciones son de corte Político evocando aquellos Reyes del pasado glorioso del Pueblo, propendiendo por la instauración de un orden similar, donde el Rey era impuesto por Voluntad de Dios (Saúl, David, Salomón) solo por dar un ejemplo, nosotros en cambio debemos salir a aclamar, entendiendo este salir como un constante retorno del Creyente que nunca deja de Volver literalmente al Padre en su vida y acciones.

Al entrar en Jerusalén como es de esperar entra en el Templo, signo diciente de sus raíces Judías y sobre todo de la necesidad de vincular cualquier transformación con la Realidad del Pueblo, no es posible pensar una acción transformadora de Dios alejada de la Realidad de las personas e incluso de la misma Iglesia, nosotros debemos propender por una aclamación Efectiva y concreta a través de los Medios de la Gracia que la Iglesia pone a nuestro alcance, aclamamos al Redentor y esta aclamación no es otra que la disposición de aceptar su Reinado en la Integralidad y extensión del término, es decir, materializar la Voluntad Salvífica de Dios en nosotros.  Todos somos responsables directos del Reino de Dios y facilitadores de su concreción en nuestro Entorno sin que ello implique la necesidad de trascender a su Plenitud…


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