JUAN
EL BAUTISTA… EL TESTIGO DE LA LUZ AL MUNDO. TERCER DOMINGO DE ADVIENTO (Jn 1:
6-8,19-28).
En el Prólogo del Evangelista Juan,
el Bautista es Testigo de excepción de la Revelación de Jesús como el enviado
del Padre Dios, esta por demás llamado a
dar Testimonio de la Luz y cuyo
encuentro señalado es directa e inicialmente con las Autoridades religiosas de
su Pueblo, la Identidad del Bautista es garantía de la Autoridad Revelada de
Jesús sobre su propia Naturaleza Divina: Yo
no soy el Mesías y ante la insistencia de vincularlo con la Tradición y sus
personajes más sobresalientes recalca su condición y sobre todo Ministerio: Yo Soy la voz que grita en el desierto,
Abran un camino derecho para el Señor, tal como dijo el Profeta Isaías… La grandeza histórica del Bautista esta
afirmada precisamente en la capacidad que tuvo para unir la Tradición del (A.T)
con las expectativas del (N.T) y de esta forma asegura la continuidad de la
Simbología Salvífica, desde la Génesis misma cuando se presenta la Alianza del
Arcoíris (Signo visible Gn 9,13) en Tiempo del Diluvio, pasando por la Liberación en el Mar de las
Cañas (Mar Rojo) hasta las posteriores manifestaciones de Jesús con los
pescadores que a la postre llamó a su Evangelio.
El Bautismo de Juan desde luego y lo
sabemos no era para el perdón de los pecados, no tenía ese componente
Restaurador y Regenerador como si el Bautismo de Cristo (Mandato y Ministerio Eclesial)
y su sustento en la Sangre derramada en
la Cruz, pero el Bautista llama vehementemente a la Penitencia como el primer
paso para reconocer la necesidad de la Salvación y manifestar a la Conciencia
como el fundamento de la Espiritualidad en la vida de la Fe, es pues, un
Bautismo de Intimidad y Conciencia sobre la propia reflexión Ético-Moral, en el
caso de los Judíos, reflexión sobre sus principios y Ley (Profetas).
Es pues este Símbolo del Bautista, el
preámbulo para el Advenimiento del Ministerio Salvífico de Jesús, el Bautista
se adelanta a su época y sobre todo a la concepción Judía sobre el Mesías y su
manifestación, es pues, el Bautista la materialización de la intuición de la
Salvación que llega en cumplimiento de las Profecías en la condición de Jesús y
su Humanidad asumida, para el Bautista
habla el Corazón antes que las apariencias o el Poder, tal como la megalomanía
Judía suponía seria el Salvador o Mesías esperado, para Juan el Poder del
Mesías reside en el Amor de Dios explicitado en su Hijo N.S. Jesucristo… Recordemos que el Agua es Signo de Purificación
y Juan no podía ser la Excepción Cultural y también Cultica. Este tercer
Domingo de Adviento, nos invita a reconocer la figura del Pacto Bautismal en el
Rito del Bautista llevado a la plenitud por Cristo Salvador cuyas promesas se
hacen realidad a partir de la Libre y Personal aceptación de su Mandato, el
Bautista como ninguno testimonió esta época en figura de su constante llamado
clarificando en la Penitencia un Signo visible de la aceptación del Reino
Predicado por Jesús como preámbulo de la introducción en la Cosmovision
Cristiana del Mandamiento Nuevo, que
desplazó a la penitencia y permitió la incorporación de la Caridad y el Amor
como detonante y potenciador del Don Amoroso de la Salvación…
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