SANTÍSIMA TRINIDAD.
Reflexión personal.
RESUMEN.
El
misterio de la Trinidad de Dios llega a nosotros por la manifestación de la
Trinidad Económica que buscando nuestra salvación y generó amorosamente el
misterio de la Encarnación, el Verbo de Dios presente en el vientre de la Virgen
Madre establece un vínculo que hace de Dios el cercano por antonomasia y de
nosotros los próximos por su infinita misericordia. La SS. Trinidad es la más
profunda expresión del amor de Dios en su personalidad de donde inferimos que
es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pose en si la existencia porque nunca se agota
como Ser maravilloso, mientras que nosotros no poseemos tal cualidad ya que
somos limitados por la misma expresión de nuestra particular o singular
inmanencia. Un Dios amoroso que entra en nuestra historia haciéndose uno de
nosotros para que nosotros seamos como Él. Desde luego esta última expresión no
es literal, sino que corresponde a la praxis del amor de Dios en nosotros como
especie e individuos donde la individualidad del amor cuenta poderosamente. Es
pues, Dios nuestra realidad salvífica por su donación amorosa, solo Dios se da
a si mismo expresaría Tomas de Aquino, desde luego el Angélico se refiere
a la procedencia del Espíritu santo en referencia directa al Padre y al
Hijo. Mientras que el Hiponense habla del Patrem Principaliter o Dios el
principal en cuanto a que el Padre engendró al Hijo en un acto volitivo, es
decir, de su voluntad amorosa.
UNA MIRADA
ANTROPOLÓGICA.
La concepción humana sobre la unidad parte de los
contenidos simultáneos entre iguales. Un grupo de personas sean hombres o
mujeres o la mezcla de estos no pueden agotar todas las posibilidades de
la naturaleza humana. Nuestra singularidad no arrebata todo lo que somos y
vivimos, pero nuestras relaciones siempre están en continuidad de
acciones. Nunca paramos de amar, pensar o relacionarnos, nunca agotamos
nuestro lenguaje o sus expresiones por sintéticas que estas sean o se
conviertan. Somos como personas un bien elaborado intríngulis y la paradoja de
nuestra personal soberanía es que en realidad no hay tal. Hoy actuamos de una
manera concreta y mañana nuestras experiencias podrán sin duda someter a juicio
esas acciones y determinar la impronta de otras. Nosotros nos reconocemos como
individuos y las motivaciones muchas veces son compartidas por la especie.
Somos consecuencia de nuestro auto-reconocimiento en lo
referente a la dinámica antropológica. Nuestra antropología gira en la
dirección de la duda y la razón, la tristeza y la felicidad, el pasado, el hoy
y el mañana. Las categorías de tiempo son signo inequívoco de madurez y en
visión negativa de proximidad a la muerte física. La vida que vivimos bajo el
imperio de lo intelectivo es sin duda la ratificación del ser racional que
hay en nosotros. La concepción de nuestra propia inmanencia no agota ni una
coma de la naturaleza que reclamamos como nuestra, aunque no implica la
realización plena de lo antropizado, es decir, siempre faltará el “peso para
completar el millón”. Aquí es fácil ver como la realidad que nosotros
construimos, aunque seamos sus arquitectos no conocemos cuando esta termina o
cambia de estadio evolutivo, sea de madurez o inmadurez.
La Alteridad parece una posibilidad de
proyectarnos en el otro y hacerlo participe de nuestra realidad, pero su
inmanencia choca abiertamente con la nuestra. Qué difícil es para nuestra
vocación singular aceptar que los demás sean diferentes a nosotros, es un
misterio paradójico de la humanidad, el pretender que todos sean iguales como
la serie de un billete. La SS. Trinidad como la centralidad de
nuestras celebraciones no se queda fuera de nuestros escenarios
personales. La esencia de la relación humana es figura imperfecta de la
profunda entrega e identidad de las Personas Divinas. El leguaje humano
no limita o siquiera puede expresar su naturaleza cognoscible. Esta
expresión solo es plena en Dios quien en cada idea de su Mente Divina se conoce
así mismo y al otro Consubstancial en su Esencia de Dios bajo las distinciones
de Padre, Hijo y Espíritu Santo. El paralelo dinámico siendo
nosotros criatura de Dios se aproxima Volitivamente a la revelación de Dios y a
la manifestación de Dios en cuanto a que somos su imagen racional e intelectiva
como afectiva. La cultura nuestra guarda paralelismos interesantes
con la figura del Dios Trinidad que bajo la dinámica relacional Ad-Extra
establece un nexo salvífico que en el ser humano traduce en esperanza
cierta y concreta de los misterios anunciados en la revelación bajo la acción
de la Gracia del Espíritu Santo. Antropizar la expresión consciente de nuestra
Fe puede ayudarnos a ubicar a Dios en el contexto tanto Económico como
Inmanente de la SS. Trinidad. No es solo la revelación de Dios sino la
intervención salvífica de su Gracia y funciones de las Divinas Personas en
la Creación- Redención- Santificación. La inmanencia de Dios en sí y
para sí fundamental en la comprensión de un Dios que es amor no como
acción sino como esencia y conocimiento. El amor de Dios se asume como el medio
que expresa la totalidad inacabable de sus relaciones Trinitarias. Solo Dios en
sí y para si no agota lo que es, por el contrario, lo ejemplariza y plenifica
en las relaciones entre las Divinas Personas. Las relaciones humanas o RR-HH se
mueven sobre el fundamento de los Derechos o DD-HH lo que implica que la
sociedad debe reconocerlos para hacer visible al individuo o sujeto cuya
existencia biológica debe ser reconocida por estancias legales. Nosotros como
seres creados no poseemos personalmente ningún atributo socio-cultural que
antes no sea reconocido y otorgado al colectivo o individualizado en la persona
humana. Estas relaciones son singulares e inmanentes en sí mismas y en el
colectivo social para existir. El salir fuera de nosotros “no” es posible sin
la apreciación tiempo-- espacial o la percepción de una realidad material que
nos sujeta. La relación con la Trinidad Divina sublima y libera
nuestra percepción material del mundo y sus causalidades para remitirnos a Dios
su Creador…
TRINIDAD Y SOCIOLOGÍA EN LA DINÁMICA PERCEPTIVA DEL SER
HUMANO REVELADO.
La sociología como estudio y reflexión de los procesos
humanos no permanece lejos de la realidad revelada de Dios Trinidad. La cultura
expresa su conciencia sobre la existencia de la trascendencia en la edificación
de lugares sagrados o templos, en estos sitios la relación cultica se
manifiesta apreciativa y deliberante de su entorno o medio. Jesús nuca salió
realmente de la sinagoga en sus interpretaciones y mensajes, es decir, siempre
vivió su ministerio unido al templo que posteriormente adquirió la naturaleza
de nuestra identidad y condición reflexiva hasta convertir a cada creyente en
templo de lo celebrado por el colectivo. De una manera consciente se hace
presente en el templo (Lucas capítulo 2 versículo 41-51) interactúa en el mismo
argumentando sus principios Identitativos (Juan capítulo 2 versículo 13-25) y
que decir de la profecía Isainiana que se cumple en su Persona Divina (Lucas
capítulo 4 versículo 18) en referencia primaria al profeta Isaías en (capitulo
61 versiculo 1). La conciencia liberadora de Jesús le ubica muy por
sobre la estructura política y social de su nación que a pesar de la situación
con el imperio romano sigue pensando en una salida de índole político y no en
su inevitable retorno a Yahveh. Los esquemas sociales que toca la profecía
liberadora que se cumple en el propio Jesús es el anuncio de la necesaria
conciencia para enfrentar el problema de la nación y sus relaciones de
conveniencia con su vecino poderoso. Jesús percibe el orden político al que se
enfrenta liberando la conciencia de los suyos. La transmutación cultural de
Israel es un verdadero problema que amenaza seriamente la integridad de su Fe
en Dios (cultura helenizante y pro-romana) la vida en Israel se movía entre el
poder de los romanos y la vivencia legalista de su Fe y presencia ritual en el
templo. La cultura hacía poco perceptible la posibilidad de una idea monoteísta
compartida en una especie de “triada” más común en la mitología romana como
quiera que ellos tenían la Triada capitolina o
Tri-funcional la arcaica en la mitología romana estaba conformada
por Júpiter, Marte y Jano. Es la idea de la presencia compartida de
deidades que se referían a sus eventos con la humanidad y la dependencia que se
establecía de ellas para:
· Cosechas
· Salud
· Guerra
· Suerte
· Cultos
cívicos.
· Naturaleza
y sus manifestaciones.
· Estadios
fetichistas.
· Supersticiones.
Mientras que en la cultura judía la concepción Trinitaria
se aproximaría arcaicamente desde el libro del Génesis a las funciones de Dios
con la gente y sus relaciones, ejemplo de ello es: escogencia, llamado y visita
a Abraham, La Torre de Babel, guía del pueblo en el desierto, literatura
profética y Sapiencial, entre otros. La concepción monoteísta de Israel es una
dificultad lingüística a ser percibida por las expresiones de adoración a un
solo Dios en referencia al judío promedio. Jesús con sus discípulos tiene la
misma dificultad de allí que emplea términos íntimos y vivenciales comunes en
las relaciones de los niños judíos con sus padres Abba lenguaje
arameo usado entre los siglos (III a de C--- III d. de Cristo) (Marcos capítulo
14 versículo 36). La connotación supera las barreras culticas y se instala en
la conciencia religiosa popular como es posible asimilar en la relación
personal del creyente que se dirige a Dios. El padre enseña su connotación de
familia e identidad de los individuos que la componen. Somos como especie
humana una bien definida analogía limitada de la percepción de Dios Trinidad.
La familia es figura racional y biológicamente necesaria de la expresión de
Dios Trinidad en medio de nosotros los bautizados. Citamos
a Orígenes fundador de la Escuela de Alejandría en el Siglo III
cuando establece una relación natural que dinamiza el vínculo de Cristo y la
humanidad representada y potenciada por Él en el Misterio Trinitario. Miremos
el contenido comparativo y alegórico propio de esta Escuela:
“Adán y Eva formaban una sola carne” (Genesis
capítulo 2 versículo 24) Pablo nos enseña su postura frete a la relación de los
bautizados con Dios al afirmar en (1 Corintios capítulo 6 versículo
17) “El que se allega al Señor se hace un solo espíritu con Él” Se
estable un principio de Hipostasis relacional como indica la naturaleza de la
expresión Paulina. (En Juan capítulo 10 versículo 30) “Yo y mi Padre somos
Uno” La experiencia de las relaciones trinitarias son la perfección misma
de su entrega, Dios Padre se da literalmente al Hijo y Juntos al Espíritu
Santo. La Trinidad es vista como un signo de Comunión percibido por la
naturaleza humana que tiende a sublimar el encuentro con el otro en la forma
conocida e identificada en:
· El
Yo
· El
Nosotros
· El
Vosotros.
Habla la conciencia de la existencia del otro en la
realidad que vivimos y aunque es intransferible si podemos incluirlos en la
esfera del afecto y la emoción como expresión del amor. El percibir a los demás
es una acción que descubre nuestra propia humanidad. Orígenes nos
muestra tres formas básicas de relaciones y vehículos prácticos de ellas a
saber:
· Unidad
en la Carne (Adán y Eva).
· Unidad
en el Espíritu (Dios—Creyente)
· Unidad
en la Divinidad (SS. Trinidad).
En la concepción de nuestra dinámica sociológica no
podemos olvidar que las relaciones Trinitarias se dan en sí y para sí, al ser
inmanentes y estar presentes en Dios mismo. En Dios no hay imposibilidad
relacional plena como si en nosotros criaturas. De lo que si estamos
seguros y es del sentido teológico al suponer que las relaciones de la SS.
Trinidad al crear cuanto existe fueron de carácter Transeúnte de
tránsito en la expresión de su más absoluta radicalidad lingüística. El Padre
es toda la Divinidad, el Hijo es toda la Divinidad y el Espíritu Santo es toda
la Divinidad. Las implicaciones de Unidad nos tocan poderosamente a todas
y todos sin importar condición alguna que denote posibilidad de exclusión entre
nosotros mismos, Dios busca la unidad de las familias y la humanidad contenida
en cada uno de sus integrantes (Génesis capítulo 1 versículo 27) El remanente
sociológico que persiste en las relaciones humanas lo encontramos reflejado en
la absoluta perfección de las relaciones vitales de Dios que la teología define
como Perichoresis (Donde está una Persona Divina están las otras y en
sentido contrario pleno) es un fundamento de su Inhabitación o
Circuminsesion de las relaciones Trinitarias. Nosotros podemos
percibir la relación de unidad plena en las Divinas Personas cuando por Fe y
amor llegamos a la certeza de la presencia de Dios en nosotros y en nuestro
entorno. Una idea no tan alejada de la realidad antropológica es el
ejemplo del amor que una persona tiene por muchas personas y como las lleva en
su mente y sentimientos y siendo así como las recuerda y ama
constantemente. Dios se Piensa y se Ama eternamente. En la concepción
de esa relación con la humanidad con cada bautizado es factible distinguir
tanto la Trinidad Inmanente como la Trinidad Económica, es decir Dios que
se ama y piensa eternamente como se entrega cada Persona Divina y la económica
o salvífica expresada en la creación, redención y santificación del creyente y
la creación. Antriopizando la cuestión tratada en el presente ensayo
agregaremos que la Gracia establece esa bella relación entre una y
otra expresión de la vida Trinitaria manifestando en su auto comunicación la
Unidad de Dios Trinidad y la potencia desplegada en la creación como en el
corazón de los bautizados. El amor es la plena y perfecta realización de la
Trinidad Divina. El Padre Dios se realiza plenamente cuando se entrega al Hijo
eterno y el Hijo se da totalmente glorificando a Dios su Padre eterno (Juan
capítulo 17 versículo 5). El Apóstol Juan reconoce el acontecer de Dios Amor,
pero la hace percibiendo la relación eterna que mueve o encierra la perfección
de amar y ser amado (1 Juan capítulo 4 versículo 8) Dios se ama y nos ama
porque es el amor pleno y eterno como lo es su Voluntad de amarnos siempre. En
Dios el amor no es un sentimiento mudable sino una realidad vital. Dios no
aspira a amar como la humanidad lo expresa. Dios se entrega eternamente en ese
caminar de su Ser Amor. El Dios invisible se expresa en la contundente
realidad perceptible de su amor y justificación por la humanidad y la creación,
es decir, existimos porque Dios nos ama. No es invisible quien ama con el poder
de Dios contenido en su eterno amarse (Colosenses capítulo 1 versículo 15). En
cuanto a la comparación que establecemos con nuestra comunicación personal
decimos que en ese orden lingüístico modelo perfecto la intuición se condensa
en la seguridad de su expresión entendible y la dificultad idiomática es
superada por el lenguaje del amor. Para ilustrar este principio
imaginemos un círculo, el Padre es el centro de la comunicación Divina y el
Hijo es el borde o la periferia que contiene el círculo y el Espíritu Santo se
encuentra entre ambos y brota del lenguaje eterno de Entrambos. Ese eterno
ir y venir de las Personas Divinas. Los Padres. de la Iglesia entendieron que
la relación Trinitaria tenía su origen en el Padre y en referencia con el Hijo,
el Hiponense emplea el termino latino Principaliter
(principalmente) es la absoluta relación con el Padre. Agustín acude al
término citado para definir la procedencia del Espíritu Santo. La
diferencia radica en dos expresiones de la Esencia Divina Intelectiva y Volitiva el
primer referente al Hijo y la otra al Espíritu Santo como sabemos. La
concepción en el A.T era distinta y movida por los vínculos relacionales que
tenían a Moisés y los profetas como referentes. La visión de Dios era desde la
norma y la consabida responsabilidad ritualista que limitaba su concepción de
cercanía y vinculo salvífico. Miremos con detenimiento este señalamiento:
La noción de Dios como Padre es
asumida desde la concepción de su poder creador (Dt capítulo 32 versículo 6) y
es también referencia de su presencia en la Alianza (Ex capítulo 4 versículo
22) y Padre de Israel (2 Samuel capítulo 7 versículo 14) en la dinámica que
asume como Padre del Pueblo recae su Amor misericordioso sobre los
desprotegidos (Salmo 68,6). La idea del Pueblo de Israel es clara, tienen la
noción de una relación de escogencia como se advierte infinidad de veces en
el Pentateuco, pero no se desarrolla una teología de la paternal
escogencia de Dios. Es un Dios que castiga según su código legal entregado en
el desierto a Moisés y este al Pueblo. Rompiendo con ese esquema relacional
aparece la perspectiva paternal de Dios en boca del Redentor. Jesús nos revela
al Padre Dios en un sentido totalmente nuevo como también convierte al Espíritu
Santo en la causa formal de la revelación de su relación con el Padre Dios, así
lo percibimos en (Juan capítulo 14 versículo 17). Es una relación caracterizada
por la intimidad ausente en el A.T donde el Amor es el referente
primario de toda su conversación con los discípulos. Para comprender este
señalamiento teológico es necesario que esclarezcamos la relación terminológica
entre Substancia ---y--- Persona --- y --- Relación --- como ---
Hipostasis. La Persona está constituida en la naturaleza y se expresa
consciente de su Ser como Identidad, y la Relación se manifiesta como Persona
dueña de su existencia, la que posee plenamente. Para nuestra inquietud
académica podemos consultar los anales del Concilio II de Constantinopla, sus
definiciones sobre la Trinidad Consubstancial. El Dios
que revela Jesús es Padre y Señor y ama a sus hijos por igual. La única
diferencia está asumida en las funciones de las expresiones de nuestra
filiación y su Paternidad.
PERCIBIMOS LA REALIDAD REVELADA DE LA TRINIDAD INMANENTE.
La Trinidad Divina es un misterio y como tal su
exposición no está agotada. La Fe en el Dios viviente es nuestro empeño y
tesoro. La realidad está siendo constantemente afectada por las percepciones de
orden y estética que llegan a nosotros como quiera que somos básica y
formalmente seres contingentes, y nuestra Contingencia responde al
medio como al estímulo espiritual. Las notas perceptibles de la identidad
de Dios en nosotros las constatamos básicamente en la siguiente exposición:
· Unidad
· Igualdad
· Relación
· Necesidad
· Donación
y Entrega
· Intimidad
vital.
Son cualidades plenas que la relación de Dios con la
humanidad expresada en sus cometidos objetivados, es decir, no es un Dios
lejano sino un Padre todos y misericordioso por antonomasia. La Igualdad de
Dios es la esencia de su amor en términos fácilmente asimilados en nuestros
discursos. La relación con Dios debe convertirse no en una necesidad
existencial sino en una forma de ser, amar y existir independientemente de la
realidad de nuestra naturaleza, sin miedo o temor a la trascendencia. La
intimidad con Dios es un regalo que solo Él nos hace y nos plenifica como
Deifica palabras que emplearan los PP. Griegos para definir la relación de
intimidad vital con el Dios de la vida. Solo Dios se entrega a Dios vital y
plenamente solo Dios, solo el Padre se realiza plenamente cuando se entrega al
Hijo eternamente y el Espíritu Santo cuando es fruto eterno del amor comunicado
esencialmente entre el Padre y el Hijo. La Trinidad
es tanto comunión como entrega eterna. La inmanencia de la SS.
Trinidad se refleja en la felicidad que las Divinas personas poseen y viven
eternamente.
Cuando trabajamos por encontrar y conservar la
felicidad nos estaremos moviendo en la dirección del Dios fuente de
felicidad y vida plena. La felicidad de Dios no acepta
división, pero si distinción en cuanto a la forma como se relaciona con
nosotros desde la posibilidad de ser manifestada en la existencia de la persona
redimida. La substancia de la relación Trinitaria es igual en términos de
nuestro entendimiento. Tal relación está verificada en la unidad de amor que
por analogía vivimos. Dios es Padre como Persona y la distinción está en
el ser Padre y su significación activa como relacional mientras que la esencia
no se altera o divide en funciones. Dios es Hijo en cuanto a Persona, pero no
en cuanto a la división de la Substancia Divina. El Espíritu Santo que procede
de Entrambos lo es como Persona y sus manifestaciones como entrega y no se
establece diferencia en la Esencia de Dios. Uno de los PP. Latinos
lo ejemplariza aún más claro: Dios es la “Trinidad de Una
Divinidad” Tertuliano. El salir de nosotros superando nuestra
natural imposibilidad es posible solo si lo hacemos hacia Dios, solo Dios puede
hacer que superemos nuestra propia inmanencia. La transformación por definición
de nuestra metafísica es comprobable desde la posibilidad cierta de
transformar nuestro ser aún bajo el signo de nuestra conciencia. Estamos
seguros solo en la medida en la que nuestra Fe lo dicte al entendimiento. Las
propiedades del ser, persona humana son adjudicadas a la especie cómo y en
cuanto tal racional y emotiva como afectiva. La
transformación ontológica solo es posible si estamos unidos a
Dios y esa unidad esencial nos permite trascender la anteriormente
descrita imposibilidad o inmanencia. Recordemos que el propio Jesús nos
habla sobre la verdad como fuente de libertad. Pues la verdad de Dios es su
revelación plena en la Persona del Espíritu Santo. La verdad es esencial y
no conceptual. La verdad es el ADN de nuestro ser
redimido. Aquella Samaritana (Juan capítulo 4 y ss) tenía sed y Cristo le
ofrece su Gracia, ella continuó con sed porque la obra redentora estaba en
proceso. Dios no sale de su realidad trinitaria Dios es su realidad Trinitaria,
plena y acción de todo Acto. En su Ser no hay Potencia alguna Dios
Es. El Espíritu de Dios es agua viva por encontrase en el
cauce de toda Salvación así querida por Dios. La Voluntad del Padre es
salvífica para nosotros y no se necesita cosa distinta a que Dios la piense.
Nosotros hemos recibido en Pentecostés un Espíritu de vida y
plenitud. Los dones del don por antonomasia se traducen en salud y
eternidad.
La realidad de la Encarnación abre las puertas
de una antropización perceptiva de la Santísima Trinidad y como Dios entra en
la historia de la humanidad sin desmontar los conceptos naturales de la
generación de la vida y realidad singular de la persona humana. La igualdad
tacita entre el Dios encarnado y la humanidad fue la primera señal inequívoca
de la Voluntad Salvífica del Padre Dios. Una señal que asume la condición y su
naturaleza humana pero provista de la inseparable personalidad del Hijo de
Dios. Somos consecuencia del amor que se socializa por decirlo así con la
humanidad. Un Dios tan cercano y aún más que la misma humanidad a su realidad
como realización de lo contrario la redención sería un postulado fallido no
aprovechado por nuestra naturaleza herida por el pecado.
DEFINICIONES TEOLÓGICAS EN SINTESIS DEL MISTERIO
TRINITARIO.
· El
Padre Dios sostiene toda la creación, es la justificación de su amor en
nosotros.
· El
Espíritu Santo llega a nosotros por Voluntad de Dios.
· El
Verbo eterno concede el Espíritu Santo según la voluntad salvífica de Dios.
· El
Padre está por sobre todos los seres.
· Cristo
Señor y cabeza de la Iglesia (1 Corintios capítulo 11 versículo 3)
· El
Espíritu Santo está en nosotros como agua viva.
· Por
medio de todas las cosas obra el Verbo.
· Espíritu
Santo causa final de la Creación.
· El
Padre inhabita en el Hijo y en el Espíritu Santo y el Hijo en el Padre y en el
Espíritu Santo y Este en el Padre y en el Hijo.
· Todos
son Uno por Unidad Substancial.
· El
Padre es la cabeza de su Hijo.
· Trinidad
y comunión como signo de redención.
· Las
relaciones vitales de la Trinidad están definidas por el amor.
· La
misma esencia.
· La
misma substancia, aunque haya distinción en las Personas.
· Trinidad
Económica.
· Trinidad
Inmanente.
· Hipostasis
Trinitaria.
· Patrem Principaliter.
· En
las relaciones trinitarias el Padre es el centro, el Hijo la periferia y el
Paráclito es el vínculo amoroso en expresión plena del lenguaje divino.
· Solo
Dios se da a sí mismo.
· La
comunión entre Dios y la humanidad es un signo del amor trinitario.
· Orígenes
empleó la afirmación –polémica en su época- Tres Dioses y un solo Dios.
· Tertuliano
el primer PP. De la Iglesia en emplear el termino Trinidad o Triada.
· Nuestra
concepción trinitaria no es subordinacioncita como ocurrió con muchos PP.
Griegos.
· La
presencia trinitaria durante la creación de todo fue transeúnte, es decir, no
permanece en ella, sino que mueve su Voluntad.
· En
la salvación es permanente.
· Nuestra
relación antropizada con la SS. Trinidad es de Auto-reconocimiento de sus
huellas o improntas en nosotros.
· Dios
es Amor.
· La
familia es el modelo trascendente de la Idea Trinitaria antropizada.
· La
Psicología que enfrenta la realidad con la percepción y recreación del sujeto
se encuentra asumiendo la identidad del creyente que se afirma en la
trascendencia y se identifica con los postulados de sus creencias. Estas
creencias subliman la noción de Dios en expresiones comunitarias tanto en la visión
del misterio Trinitario como en la sociedad y su colectivo referente. La
relación salvífica se percibe como parte de un esquema ritualista, pero en
realidad es la percepción del colectivo que busca experimentar y conocer el
movimiento de la Massa de Fe. La presencia de Dios es una referencia
personal de índole trascendente según apunta la praxis cultica del bautizado.
Somos en síntesis generadores del misterio que buscamos comprender o
asimilar. Dios se revela en la intimidad superando las nociones universales de
la especie humana. Conocer implica antes amar para tener referencia autentica
de lo conocido. La dialéctica Agustiniana lo expresa simplemente
afirmando: “Nadie ama lo que no conoce”.
· La
relación y sus nociones con la SS. Trinidad se antropiza bajo la percepción
humana y su voluntad de caminar en pos de su Señor. El Hiponense afirma en este
contexto interpretativo: “Si quieres conocer a una persona no le preguntes
lo que sabe sino lo que ama”. El amor nos une a la Trinidad como fuente de
Gracia y vida…
·
“Tres Divinas Personas no para conocer sino para amar y callar” Agustín
de Hipona.
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