QUINTO DOMINGO DE
PASCUA. Año A, Hechos de los Apóstoles capítulo 7 versículo 55-60. 1 Pedro
capítulo 2 versículo 2-10. Juan capítulo 14 versículo 1-14.
Esteban llamado “proto
mártir” por ser el primero en ser sacrificado a causa de su fidelidad a Cristo
y su evangelio nos presenta una escena reveladora sobre la condición del resucitado
una vez abandona la realidad terrena y retorna al Padre Dios. Esta visión
contradice las enseñanzas judías sobre Dios lo que le cuesta el ser
martirizado. Este hombre fue premiado con una muy especial visión de Cristo,
pero antes fue signo de coherencia en la vivencia de su Fe la misma que lo
lleva al patíbulo. Nosotros hoy no llegamos en nuestras congregaciones a tales
fines, pero si somos bautizados, testigos del triunfo de Cristo como lo fue en
su época este hombre. Esteban vio el “el cielo abierto” y la realidad revelada
de Dios Trinidad. Esteban vio a Dios en su infinita misericordia y alimentó su
Fe al punto de aceptar cualquier desenlace incluyendo el sucedido, su lapidación,
porque aquellas personas lo consideraron un blasfemo. Saulo era testigo de
aquello y sin duda que antes de su conversión aceptaba esta forma de proceder
como necesaria para salvaguardar las instituciones religiosas de su
época. Saulo testigo será luego Pablo cristiano. Los
primeros en lapidarlo fueron los “testigos” como consta en la tradición judía,
esto implica que aun los llamados falsos testigos que operaron aquí en la
acusación inicial, ellos los que literalmente dejaron sus ropas a los pies del
joven Saulo como lo relata el versículo 58. Esteban inocente entrega su vida
como testimonio de la resurrección de Cristo y Lucas emplea una fórmula similar
a la descrita en el sacrificio de la Cruz con el propósito de resaltar la
inocencia de la víctima que se ofrece en sacrificio.
El apóstol Pedro en su Primera Carta resalta el crecimiento espiritual y lo circunscribe a la Palabra de Dios predicada por la Iglesia. Es una analogía relacionada con el cuerpo y su proceso de madurez. La Palabra nutre la vida y todas sus expresiones potenciando todo aquello destinado a la trascendencia en el ser humano sin descuidar la Gracia que irradia y toca al ser en su total Integridad… La vida del espíritu o nuestra espiritualidad es comparada con un edificio que pacientemente se levanta de los cimientos (Palabra y Gracia) y puede contener todo tipo de estructura. Pues Cristo es esa Piedra que desecharon los judíos pero que edifica en cada uno de los bautizados Salvación y eternidad. Pedro en su discurso cita constantemente a los profetas y especialmente a Isaías lo que implica la relación directa con la tradición profética de Israel y el advenimiento de la era mesiánica referida a Cristo plenamente. Pedro advierte que nosotros los que nos unimos a Cristo por Fe somos anexados a su Pueblo escatológico y destinados a la Salvación, cosa contraria sucederá con aquellos que intencionalmente rechacen el Evangelio esos deberán asumir su responsabilidad en el mundo y en el medio en el que viven. La unidad que implica pertenecer a Cristo está desafiando continuamente las estructuras creadas en el mundo. Cristo es el Señor y como tal anuncia su reino y es absolutamente libre de vincular a quien quiera a su realidad gloriosa. Es pues también un modelo de Catequesis primitiva para los que se acercan al Evangelio y necesitan conocer a Cristo y su Palabra. Pedro desarrollará una fuerte labor instructiva en orden a insertar a Cristo y su Evangelio en la realidad de su mundo o entorno…
La enseñanza Joanica se
orienta a robustecer la Fe de los discípulos que se enfrentan al acontecimiento
de la Cruz y su drama así lo deja ver el comienzo del versículo 1 de este
capítulo (14) No se turbe vuestro corazón. La respuesta del Señor es
contundente y en sí sola encierra toda la justificación de la Promesa y la
espera de la Madre Iglesia y sus hijos los bautizados, tal ilustración la
encontramos en el versículo 3: Y cuando haya ido y os haya preparado un
lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también
vosotros. Es pues gratificante para el cristiano que la Promesa sea
expresada por boca del mismo Jesús y que en la Resurrección el evento
fenomenológico de paso a la certeza de la Fe en Cristo. Las moradas de Dios
serán nuestras habitaciones también, pero para que la promesa sea efectiva el
bautizado deberá vivir de cara a esta realidad y construir con ella su vida en
este mundo y en medio de los suyos. Pablo tomará esta Promesa para orquestar
con ella todo el edificio de la doctrina cristiana y así mismo lo enseñará a la
Iglesia primitiva y esas enseñanzas se conservan intactas en la Iglesia de
nuestra época. Para ilustrar la afirmación presente citaremos solo un ejemplo
de ello: “El Señor mismo a la orden dada por la voz de un arcángel y por
la trompeta de Dios, bajará del cielo y los que murieron en Cristo resucitaran
en primer lugar” 1 Tesalonicenses capítulo 4 versículo 15-17 ss.
La Fe es y será
determinante como la vida adornada por las obras que en Cristo son inspiradas
para manifestar nuestra Fe. Hacemos visible lo que por Fe sabemos es invisible,
al menos en este mundo y sus sentidos. El Camino, la Verdad y la
Vida se abre paso en este mundo y es Cristo quien señala el Camino de
acceso al Padre y su Gloria. Es Cristo quien revela plenamente la vida de la Trinidad
Divina y nosotros adheridos a su Gracia podemos alcanzar aquella promesa y
hacerla realidad. Ver al Padre es como ver al Hijo y al Espíritu Santo, como en
Esteban es una Gracia del Amor de Dios transformando nuestras vidas,
prioridades y sentidos. Solo por la Fe descubrimos a Dios Padre y a su
Adorado Hijo y solo por la Fe podemos caminar en su dirección. Jesús mismo
en sus milagros y predicación reveló para nosotros su naturaleza y
lenguaje. Nuestro caminar es un caminar creyente.
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