TERCER DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS. Marcos capitulo 4 versiculos 26-34.
26. "También decía:
«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; 27. duerma
o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.
28. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después
trigo abundante en la espiga. 29. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le
mete la hoz, porque ha llegado la siega.» 30. Decía también: «¿Con qué
compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? 31. Es como un
grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que
cualquier semilla que se siembra en la tierra; 32. pero una vez sembrada, crece
y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves
del cielo anidan a su sombra.» 33. Y les anunciaba la Palabra con muchas
parábolas como éstas, según podían entenderle; 34. no les hablaba sin
parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado."
https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/marcos/4/
El Texto Marcano que
reúne una serie de breves parábolas que ocupa todo el capitulo 4 corresponde al
genero “Masal” cuya característica unica nos permite interpretarlas según el
contexto en el que son citadas. Las
enseñanzas que emplea el Señor llegan con claridad y cotidianidad a quienes las
escuchan y pueden de una manera concreta situarse en ellas. Un Reino que no
necesita de nuestros esfuerzos en el mejor sentido de la palabra, pero que
espera de nuestra cooperación para establecerse en medio de nuestra realidad.
Un Reino que procede del amor de Dios deseoso de compartir con nosotros su
Gracia.
Es pues, una alusión a la
transformación total y totalizante de la condición de los bautizados y como su
espectro de felicidad se amplia de tal manera que no hay comparación con la
realidad terrenal. Crecer, crecer, crecer, es la consigna de nuestra vida tanto
física como espiritual sin importar las limitaciones, injusticias y arrogancias
de este mundo que busca siempre minimizar al otro y su vida e ignorar su
sufrimiento y necesidades. Pero aun así el reino en figura de una semilla muere
al mundo para vivir plenamente en Dios su Señor. Un Reino lleno de vida donde
la praxis y madre de todos los Ethos posibles es el amor que hace de unos y
otros hermanos en el Dios de la vida.
La configuración de su
Reino demanda de los bautizados el desarrollo de un estado de conciencia sobre
la Gracia y como esta interviene en su personal divinización, la persona que
somos y la que debemos llegar a ser pasa por la Gracia y Cristo nuestro modelo
perfecto. Un estado donde la identidad fundamental construye la vida en todas
sus manifestaciones rompiendo así cualquier vínculo con la esclavitud del
pecado y el amor desmedido por las posesiones materiales. La Palabra revelada
precisamente entra a formar en nosotros la necesidad de ese Reino de paz y
justicia. Vivamos pues con firmes convicciones sobre la actualidad del amor de
Dios y su poder para ir transformando definitivamente nuestro ser y
configurarnos para la salvación como esperamos todos los bautizados animando
nuestras vidas con fuertes experiencias testimoniales de la transformación de
nuestra verdadera condición.
Toda semilla trae la
información explicita de lo que puede y debe llegar a ser en el tiempo, la
dinámica de la vida espiritual nos lleva a nacer una vez más en el espíritu
para asumir tal realidad de cambios y transformaciones… la intimidad es
propicia para la enseñanza cuando esta brota del espíritu del creyente que hace
de su conciencia un santuario para adorar a su Dios. Marcos al final de este paquete de enseñanzas
deja claro que el valor de la relación con el Señor es la llave que permite a
nuestro entendimiento interpretar su contenido bajo el modelo eclesial.
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