miércoles, 22 de mayo de 2019

SEXTO DOMINGO DE PASCUA...


SEXTO DOMINGO DE PASCUA,  Hechos de los Apóstoles capítulo 16 versículos 9-15. Salmo 67. Apocalipsis capitulo 21:10,22-22:5. Juan capítulo 14 versículos 23-29.



Pablo se encuentra en la ciudad de Filipo, resaltamos que en aquella no había sinagoga por lo tanto los devotos judíos tenían que aproximarse a una fuente de agua o rio para sus rituales de purificación y sus oraciones. Pablo actúa desde su característica fundamental como misionero contactando a estas personas,  y sumándose a sus condiciones lleva el mensaje. Toda esta región era parte del imperio conquistado por Alejandro Magno el “macedonio” y que se convirtió en parte de una provincia romana. Es interesante tener presente que Alejandro reinó un tiempo sobre los territorios de la nación judía.

El modelo de Filipo  era sobretodo de marcada influencia latina como quiera que Roma tenía intereses en la región. Es también factible suponer que la herencia griega no se había perdido del todo. Pablo enfrenta como en todas estas ciudades una serie de dificultades de índole cultural, la resistencia de los judíos no es tan alta como era de esperarse por factores como los descritos antes, creemos el más determinante en el caso de Filipo, como era la ausencia de un templo que centrara la formación y cultura religiosa de Israel…

El Bautismo es el centro de toda la actividad misionera de la Iglesia primitiva y lo es porque por medio de este signo vivo la Iglesia primitiva como la actual fundamenta su misión y propuesta al mundo. La connotación sacramental de la Iglesia desde siempre fue ratificada como la forma novedosa de llegar al mundo plagado de tanto ritual y sacrificios cruentos, recordemos que la liturgia pagana y judía consistía en sacrificios de animales de distintas especies  y algunas corrientes paganas incluso de personas, especialmente de niños.  Lo demás que se percibe en las distintas escenas es parte de un elaborado esquema de actuaciones que justifican la inclusión del mensaje salvífico en las distintas realidades que los misioneros y en este caso particular que Pablo percibe de su entorno…

El Salmo 67,  se recitaba especialmente cuando se daba por terminada la cosecha, lo que implicaba que el pueblo al unísono agradecía la misericordia de Dios y la manera como su Dios proveía a sus necesidades, es un principio básico de Teonomia que ellos llamaron Providencia Divina. Su contenido es esperanzador totalmente,  y también como podemos observar en el estribillo del versículo 4, es universal su idea del Dios amoroso y misericordioso, en la connotación de la Providente mano de Dios sobre los suyos.

La concepción Joanica que se refleja con toda claridad en el libro del Apocalipsis,  nos habla sobre  la manera de percibir en la teología de la Iglesia primitiva la realidad de la trascendencia, la misma que Juan describe maravillosamente sin abandonar la idea de una Jerusalén redimida en sus estructuras convencionales, es decir, proclive a la Justicia y esta como signo del amor providente de Dios. Tal estado glorificado reñía con posturas sobre la inmediatez de la segunda venida de Cristo y especulaciones sobre un orden justo en la sociedad. Juan lo remite a la trascendencia de la experiencia de Fe de los creyentes.

Un Dios amoroso que provee a los suyos y les muestra un orden de cosas ignorado anteriormente, un Dios cuya Gracia puede modificar y re-diseñar la existencia humana y la calidad de la misma. Las necesidades que conocemos todos son convertidas en una oportunidad de ser agradecidos y reconocer al Dios que cuida de los suyos y que siempre está a nuestro lado, este grado de intimidad,  es y será,  reconocido por los creyentes que auténticamente ponen sus vidas en manos de Dios y le buscan amorosos antes que interesados o necesitados… “Primero amamos y luego como expresión del amor que sentimos y vivimos por nuestro Dios viene el pedir humildemente”. Juan tiene claro que la cotidianidad del Reino de Dios se deja sentir en los estándares que interesan a los judíos de su época que durante siglos viven un estado fallido de gobierno y por ende de identidad.

La visión de un orden distinto conecta con Cristo, quien habló y se expresó de forma distinta recordándonos el Dios revelado del libro del Éxodo que se relacionó con su pueblo bajo principios impensados en dicha época. Juan camina de la mano de la esperanza y la libertad que solo disfrutaran los creyentes en Cristo. Un comienzo sin precedentes antes vistos, un anuncio que se convertirá en promesa y es visto desde su principio escatológico por el Vidente de Patmos.

El Texto Joanico,  centra su atención en la comprensión de la nueva relación de los bautizados con Cristo, deja ver la realidad de su partida pero también de la presencia del Espíritu Santo, quien a su vez “reemplazará” al Señor, revelando lo misterioso de la personalidad de Cristo y dará la capacidad para comprender sus palabras y construir con ellas el mensaje salvífico. Las  promesas de Dios se materializan en Cristo quien dará cumplimiento a todo el mensaje Escrituristico. Juan está viendo directamente como creyente, como discípulo que su Señor tiene un plan y dicho plan se podrá concretizar solo en la medida en la que los bautizados dejan entrar libremente al Espíritu de Dios en sus vidas.

El amor aparece en escena  como conexión directa con la trascendencia y motor de la relación Trinitaria donde  el ser humano se manifiesta  como obra de dicha relación. El Padre y el Hijo  se identifican gracias a la presencia del Espíritu Santo, las Personalidades de Dios Trinidad son afirmadas por la generosa inclusión de su Espíritu en la vida y conciencia de los creyentes. No estamos solos Cristo nos deja su Espíritu para Adorarlo y reverenciarlo como Dios y Señor en nuestras vidas.

La Paz que el resucitado   nos ofrece rompe los esquemas del protocolo para instalarse en la psique animada y fraterna de los bautizados, una Paz esencial  y necesaria para la consolidación del Evangelio en nosotros y su testimonio. Aquí el mundo no puede ejercer su influencia ya que no depende de lo que pueda ofrecernos sino de Dios y su presencia misteriosa en su obra,  la humanidad.




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