LA CONVERSIÓN
ES FRUTO DE LA PASCUA
VIVIDA A CONCIENCIA.
La Pascua como renacer en
la Fe y la experiencia con Cristo resucitado nos dispone en un auténtico camino
al discipulado vivo y comprometido como manifestación de Dios revelado en el misterio
que se esclarece a sí mismo en la
Resurrección del Señor (1). Pablo habla con cada bautizado de la siguiente
manera: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba,
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de
arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con
Cristo escondida en Dios” (confrontar. Colosenses capítulo 3 versículos 1-4***). Renovarnos en la praxis de un horizonte distinto donde reina
la vida consciente del creyente y todas
sus relaciones con el entorno, haciendo de su experiencia de Fe un auténtico
modo de vivir y expresar su disposición plena al influjo de la Gracia. La
indiferencia que puede implicar seguir como antes no tiene objeto de ser
conservada, por el contrario, la indiferencia es rasgo fehaciente del “hombre
viejo” de aquel cuya vida no fue tocada por la Gracia. El “Hombre Nuevo” figura de Cristo se dispone genuinamente para dimensionar en su ser la alegría de la
Resurrección (2). Cristo vivo y glorificado es el triunfo de la creación
que durante muchísimo tiempo aguardó ser redimida, es también para nosotros en
tiempo presente la oportunidad de vivir conforme a las enseñanzas del Evangelio
y sufrir positivamente la transformación que produce la Fe…
Pedro citado en el libro
de los Hechos de los Apóstoles por Lucas, su autor, deja ver en su discurso
paradigmático, el primer anuncio Kerigmatico de la cristiandad, recordándole a
los judíos de qué manera ellos procedieron con Jesucristo: “lo mataron colgándolo
de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo
el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos
comido y bebido con él después de la resurrección”, dice Pedro (para confrontar Hechos de los Apóstoles
capítulo 10 versículos 34.37-43***). Es
determinante que la Voluntad salvífica de Dios Padre al ser intimada en su
Adorado Hijo sella de esta manera nuestra redención, tal argumento asume en
Pedro características de una verdadera declaración de Fe post-pascual. Los
discípulos, en figura, representan a
cada bautizado de distintas épocas en su recorrido hasta afirmar
categóricamente que Cristo está vivo. No hay espacio para la indiferencia o el
temor ya que en Cristo la vida se asegura el derecho de reinar eternamente. El
creyente es parte de la vida y lo será también de la redención, el sacrificio anunciado y
prefigurado en la pascua judía (confrontar. Éxodo capítulo 12 versículos 1 y ss***)
es solo la figura de la potencia amorosa de Dios y la forma como dispuso
nuestra salvación, estos eventos son muestra fehaciente del amor de Dios y la
necesaria disposición de nuestra parte para ser parte de ellos voluntariamente
y por amor, de lo contrario, no tendría objeto una oferta por temor (3).
Pedro a diferencia de los acontecimientos anteriores
cuando negó a Jesús, se siente parte de la oferta amorosa de Dios y reconoce la
figura del Señor en la plenitud de su manifestación salvífica, como quien dice,
puede ahora sí recitar las palabras del Salmo 118:*** “La piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha
sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra
alegría y nuestro gozo” la “piedra” ha sufrido en la Pasión, Muerte, y vencido
en su gloriosa Resurrección. Cristo victorioso nos enseña el camino de su Reino
y se transforma en ese Reino maravilloso, es pues una declaración que en figura
anuncia el triunfo de su amor y la simiente de la Pascua para cada uno de los
bautizados (4).
La conversión aparece en el plano dimensional
de nuestra propia Fe como una necesaria manera de interrogarnos y ver ahora sí,
la vitalidad de un cambio que transforme
las estructuras personales y sociales. Tal confrontación es alimentada por la
Gracia que no resiste el pecado y mucho menos lo tolera en nosotros, las
estructuras de nuestro Ethos deben ser ajustadas y afirmadas en la Esperanza
del resucitado y glorioso Salvador nuestro…
Nuestra adhesión al
Kerigma anunciado en el N.T nos introduce en la propuesta transformante de Dios
para nuestras vidas. La proclamación del
kerigma, aceptado por la Fe y la conversión, pone en acto el Reino de Dios, sus
valores y su cosmovisión (5). Aceptar el kerigma es derrotar toda otra
soberanía que no sea la Trinitaria: la del mal en todas sus formas y
alienaciones, la de los espíritus impuros, la de los ídolos, la del pecado y la
maldad, la de las potencias del cielo y de la tierra (para nuestra lectura
personal y complementaria del presente párrafo recomiendo: Filipenses capítulo 2 versículos 9-11***). Por esto, la adhesión al kerigma introduce al
discípulo en el Reino de Dios. En un Reino completamente otro, frente al mundo
y sus costumbres abiertamente anti-cristianas. La fuerza de esta transformación
dependerá de la docilidad de nuestra parte a la Gracia del Resucitado. La
renuncia al mundo no se hace efectiva más allá de nuestra conversión personal. En la Edad Media, los monasterios se llenaron
de creyentes porque entendían que esta renuncia al mundo y sus estructuras
anti-cristianas se hacía en el retiro y la soledad, pero hoy comprendemos que
no se trata de los lugares sino de nuestro estado espiritual.
La lógica cristiana se mueve complacientemente
entre la Fe y la conversión personal y
la manera como vemos el mundo y sus relaciones, todo renovado por el triunfo de
Cristo que de la misma manera que sucedió con Pablo “hoy quita de nuestros ojos las costras que nos impiden ver el accionar
amoroso de la Gracia de Cristo resucitado” (6). El primer paso para una
eficiente y autentica conversión se fundamenta en la capacidad de confiar más
en Dios y poner a su disposición nuestras vidas con las realidades que creemos
son seguras y estables, familia, trabajo, posesiones materiales, prestigio, entre otros, solo así sentiremos una sana y
vital dependencia de Dios o Teonomia… De estas cabalgaduras como Pablo, debemos
desmontarnos y confiarlas a Cristo, como reza una litografía del siglo XX (Cristo el amigo que nunca falla) (7) las
llamadas seguridades terrenas en muchísimos momentos de nuestra vida pueden
tomar el lugar de Dios, si eso sucede entonces nuestra paz y seguridad ya están
canceladas por la riqueza del mundo y sus relaciones
vitales…
El
kerigma acontece realmente por la
Fe y la conversión personal, pues lo que se proclama “en nombre de Jesús” y enviado por Jesús se hace acontecimiento
salvífico en virtud del Señor, de su palabra, su obra y su Espíritu. El kerigma, vivido con amor y grande esperanza
se transforma en el tiempo de Dios en nosotros (tiempo como extensión de su
presencia viva y vivificante) un Kairos
(Posibilidad) (8) es decir, tiempo propicio para la intervención salvífica de
Dios, cuya Gracia es motivadora de toda obra buena.
|
La conversión es parte
fundamental de la materialización de la Pascua cristiana, un Dios que se revela
dando más oportunidades al ser humano, un Dios vivo que mediante sus
manifestaciones busca generar en cada
uno de los bautizados la suficiente conciencia para reconocerle primordial en
sus corazones… hoy estamos seguros de vivir el tiempo ideal de la presencia
activa de Dios en nosotros y ese tiempo es nuestro Kairos. Dios en su
providente accionar dejó todo bajo la guía de su Espíritu marcando de esta
manera la ruta necesaria para nuestro crecimiento en la Fe. Una familia, sociedad, y cultura alimentada
por la Pascua es capaz de auto-regenerarse por medio de su reconocimiento del
Dios amoroso (9).
Pascua es tiempo propicio
de conversión, aquí la conciencia del ser humano de Fe se une hasta el punto de
hacer suyas las palabras de Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y
ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas capítulo 2 versículo 20) (10). Una
total auto-negación para permitirle a Cristo vivir en nosotros, el nuevo Cristo revelado es el mismo que amorosamente se
entregó en la Cruz y en ella resucitó para darnos vida abundante. Pablo está
seguro de la dimensión que la Pascua tomó en su vida, él como el último de los discípulos
pudo vivir radicalmente el contenido pascual de la revelación de Cristo. Es un
privilegio que no solo es propio de los apóstoles sino de cada uno de los
bautizados, Cristo cambia toda realidad para convertirla en realidad camino a
la salvación. Cuándo un bautizado dice que cada año es lo mismo y no se motiva
a vivir la respuesta es clara, todavía no hay conversión fruto de la Pascua en
su vida. Camino de salvación inaugurado por Jesús y de esta manera con sus
amigos y discípulos el Señor mostró literalmente en valor de una experiencia de
Fe madura capaz de vivir por sobre las dificultades más apremiantes. Tal
posición de su amor por nosotros nos permite hoy como hace tantos años acudir
confiados a su misericordia, eso no descarta que necesitemos ser auténticos en nuestro
seguimiento y vida espiritual (12).
PASCUA Y
CONVERSIÓN. Es
el tiempo especialísimo en el que se une nuestro amor con la misericordia de
Dios y por ende, con la necesaria materialización del amor de
Dios en nuestras obras, nuestra voluntad se une a la misericordia de Dios en
un abrazo que no tendrá fin. Pascua y Conversión paso necesario o transito
consciente de nuestra existencia a la
de Dios. Criaturas nuevas y una nueva forma de ser y vivir las relaciones con
el mundo. Pascua y Conversión es un determinante Ethos último para el
bautizado…(13).
|
DATOS
Y FUENTES.
1.
Nota del autor.
2.
Nota del autor.
3.
Nota del autor.
4.
Nota del autor.
5.
Nota del autor.
6.
Nota del autor.
7.
Nota del autor.
8.
Nota del autor.
9.
Nota del autor.
10.
Escritura tomada de la Versión
Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
11.
*** Estas citas bíblicas fueron tomas
siguiendo el Texto de la Biblia de Jerusalén// https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Biblia-de-Jerusalen.
12.
Nota del autor.
13.
Nota del autor.
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