miércoles, 16 de enero de 2019

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...


SEGUNDO  DOMINGO  DESPUÉS  DE  EPIFANÍA. Isaías capítulo 62 versículos 1-5. Salmo 36:5-10. 1 Corintios capítulo 12 versículos 1-11. Juan capítulo 2 versículos 1-11.  



El profeta Isaías (Trito-Isaías)  lo ubicamos en el periodo  posexilico cuando el rey Ciro ordenó décadas atrás la reconstrucción de Jerusalén (Un edicto de Ciro ordenaba Anunciar a Yahveh Dios de Israel y verdadero Dios, convirtiéndose así en instrumento de la Voluntad Divina)  pero tales obras estaban aplazadas por lo que el hambre y la pobreza de una ciudad en ruinas alimentó su mensaje y visión de la realidad presente, estamos hablando del año 538. La lectura propuesta para este domingo inicia en el capítulo 62 de Isaías con un bello poema que nos habla desde un espíritu nacionalista sobre la reconstrucción de Jerusalén y el profeta lo hace como si se tratará de un relato de ribetes escatológicos mostrando la gloria próxima de esta ciudad.  

Se trata de darle ánimo al pueblo que viene precisamente de un acontecimiento traumático y a la vez alentador como fue la repatriación de miles de judíos que llegaron del Norte al caer el imperio de Babilonia gracias a una maniobra militar del rey de Persia (Ciro), la postura Isainiana inspirará a los demás profetas posteriores en la evocación de una ciudad de características únicas, de una ciudad que resumía y a la vez simbolizaba todo lo que era el espíritu religioso del pueblo judío, ellos aprenden de aquella amarga lección del pasado y centran su esperanza en Dios antes que en sus vecinos. La teonomia como dependencia de Dios se abre camino en el espíritu nacionalista de Israel.

Los términos que usa el profeta en su poema son propios de esta ciudad y nación, no se trata de un simple recurso literario sino de la manera como era vista la realidad nacional en su época, por lo tanto cada término evoca un acontecimiento para ser ensalzado en esperanza y consuelo. De lo anterior podemos afirmar que esta tradición tuvo dos abanderados en las escuelas proféticas de Israel, nos referimos a los profetas Oseas e Isaías. Si la tristeza tiene nombre, pues la esperanza también y es Dios precisamente la fuente de toda su esperanza. Isaías describe acontecimientos que se quedaran en el futuro de su pueblo, una vez derrotados los asirios, los persas los gobernaran en toda Palestina hasta el año 333 antes del Señor y luego asumirá esta ignominiosa  misión Alejandro Magno. El amor de Dios se convierte en la auténtica posibilidad de liberación y salvación para Israel. Un Dios fiel a sus promesas aunque el pueblo no lo fuera y practicara cultos traídos de Babilonia.

El Salmo 36, nos habla en la misma dinámica del profeta Isaías, nos dice en palabras fáciles de asimilar que la esperanza y el auxilio Divino  se han materializado en un Dios amoroso que cuida y salva la vida de todos, incluso de los animales. Dios está listo para intervenir en nuestro favor y la vida es sagrada a sus ojos como quiera que es fruto de su amor creador. La paz y la prosperidad son atributos del cuidado amoroso de Dios por la vida en todas sus formas… Encontramos la expresión: “En Ti está la fuente de la vida, y tu luz nos hace ver la luz” en el versículo (10) los santos PP. de la Iglesia la emplean para designar al Señor, Cristo es la luz de la humanidad.

El Apóstol Pablo, nos habla sobre el buen uso de los dones que el Espíritu Santo concede a los bautizados en la Iglesia, estos dones son signo de unidad en la  vida eclesial ya que no se trata de estilos particulares o personales sino del servicio en la Iglesia de Cristo. La expresión Paulina sobre Carismas nos habla acerca de la posibilidad de servir con amor en el contexto de la Iglesia y sus comunidades de Fe. Estamos ante un principio sobrenatural de Comunión en el corazón de la institución eclesial.

Pablo está muy interesado en mostrar las consecuencias de una vida espiritual egoísta y fundamentalista y su ejemplo es claro,  los cultos violentos de los pueblos paganos donde la agresión física era parte de su liturgia, y entre nosotros los fenómenos espirituales cuando se salen del común interés entonces son también una forma de agredir a la comunidad que busca la unidad en su liturgia. Los dones son un instrumento para la edificación tanto de los bautizados como de la Iglesia.

Las enseñanzas son clave en la construcción de la Iglesia como cuerpo o Pleroma de Cristo y en esta misión cada bautizado entra perfectamente desde la conversión personal y el reconocimiento de las verdades de nuestra Fe, es importante tener presente (diría muy presente) que el Apóstol Pablo le confiere a la enseñanza un lugar relevante de suprema importancia en el cuerpo eclesial. La formación sobre las verdades de Cristo animó su obra misionera y catequética como síntesis de la naciente doctrina cristiana. Si hablamos de dones para el desarrollo ministerial de la Iglesia es importante bases sólidas y proclives al crecimiento lo que solo brinda una sólida formación en los bautizados para que su Fe no sea seducida por doctrinas fatuas o modelos importados de su entorno religioso.

Juan en su Evangelio describe el prodigio de las Bodas de Caná con el término “señales” empleado para designar la autenticidad de un profeta,  lo que une al Señor con la tradición de su pueblo. Maria como madre y esposa sabe lo que implica el éxito de una Boda para la nueva familia que se conforma y como entra en el medio social, por esta razón su intervención en favor de los nuevos esposos y por ende familia.

Solo una mujer puede entender el complejo contexto de una celebración plagada de detalles, eso generó la Niña María con sus amigas las que le comentaron lo que estaba pasando, este relato es un ejemplo desambiguado de la habilidad de la mujer para leer acontecimientos y relacionarlos entre sí, mientras nosotros los hombres no observamos detalles ellas si poseen esa  sensibilidad para darse cuenta de los detalles, aun los más pequeños, Maria y sus amigas ven en conjunto lo que  está sucediendo. Ella es la “nueva Eva” modelo en la Fe y seguimiento de Cristo,  no solo como Madre sino como la primera creyente en su Hijo y su Mensaje salvífico. El mérito de esta mujer no era solo su maternidad sino su Fe total en Jesús y como por medio de su Fe construyo una vida de creyente humilde y atenta.

 En  Caná el Señor inicia su ministerio y entra en el acontecer cotidiano de su pueblo, allí se vive lo que hoy vivimos por Fe,  una presencia amorosa y cotidiana sin sobresaltos y si mucha vida y amor. En cuanto a la hora de la que habla el Señor es una clara referencia al momento de su glorificación y retorno al Padre Dios, en esta  perspectiva hablaran los santos PP. de la Iglesia y fundamentaran nuestra escatología eclesial. La hora se traslada a nosotros y nuestro encuentro definitivo con el Señor pero solo desde el amor y su praxis tiene sentido tal señalamiento. Creerle a Cristo supera esta fase inicial de milagros y manifestaciones extraordinarias, hoy creemos sin ver y amamos sintiendo que somos amados por Cristo. En Caná y su Boda encontramos un adelanto de Dios presente en la familia y la vida de los esposos y sus hijos. 








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