PERCIBIMOS EL
MAL O VALORAMOS
LA GRACIA. DIALOGO DE UNA
RESPUESTA ONTO-METAFÍSICA DEL SER.
INTRODUCCIÓN.
El mal no tiene naturaleza alguna, sino
que la pérdida del bien tomó el hombre de mal. Mali enim nulla natura est; sed amissio
boni mali nomen accepit. Agustín de Hipona.
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El ser humano sin
importar su condición o su estilo de vida y que decir de sus creencias tiene
absoluta noción sobre el bien y el mal. Tal apreciación esta contextualizada en
el accionar rutinario (cotidiano) de la misma existencia (1). El mal algunos lo identifican literalmente
como ausencia de bien y el bien en oposición a la primera formulación. Lo
realmente inquietante es la percepción de una fuerza que actua con absoluta
libertad y poder sobre la existencia humana y del entorno natural donde esta se
recrea. La vida es gran audacia. Llamar a las puertas de la Creación, como dijo
Rimbaud (Arthur Rimbaud, Charleville, Francia, 1854 Marsella,
1891 Poeta francés, uno de los máximos representantes del simbolismo,
tendencia dominante en la segunda mitad del siglo XIX que suele señalarse como
el inicio de la lírica contemporánea. A pesar de su efímera carrera literaria,
terminó sobre los 20 años de edad) -qué empresa más presuntuosa- Se enjuicia a
Dios y al hombre: a Dios en su Creación y de ahí en su naturaleza; al hombre en
su destino presente y porvenir. Avánzase hasta los confines humano-divinos y
cosmo-divinos (2). El dolor y el mal solo pueden existir en lo finito y creado
porque la perfección misma en su esencia no es creada y mucho menos dependerá
de los límites naturales de la comprensión humana (3). En esta dirección nos
enfocamos en la dimensión material del mal que fácilmente es asociado con el
devenir histórico del bautizado (4). Según aquel axioma presentado por Escoto: Quod non est finitum, non est effectum,
(Eso no ha terminado, no hay ningún efecto) en donde finitum y effectum se
entienden como el término de una causa eficiente que per se intenta una cosa,
dependiendo ésta en su contenido ontológico de aquella; y en ese intentar o
dirigir u ordenar puede entenderse todo lo intentado o sólo una parte. En
nuestro caso del dolor se entenderían las partes del todo o las notas de una
naturaleza que están ordenadas al todo esencialmente; caso en el cual, al
perderse o arrebatarse al todo por cualquier agente externo o interno aquella
parte, ese todo quedará clamando por lo que es elemento esencial de su
naturaleza; ya su turno, la parte estará clamando por el todo (5). El mayor
placer de Dios al haber creado fue contemplar y ver que "todo era
bueno" (Génesis capítulo 1
versículo 31); esto es, que todo gozaba de la aptitud para "hacerse
conforme a la imagen de su Hijo", según las admirables palabras de San
Pablo (Romanos capítulo 8 versículo 29),
extendidas por nosotros a toda la Creación. Pero el máximo placer de Dios, el
máximo deleite que pueda otorgar el dar y darse, lo tuvo Dios cuando dijo al
hombre por boca de Ezequiel: "Juro
que no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Ezequiel
capítulo 18 versículo 23). El mal pues no es solo ausencia de bien, es algo
supremamente profundo que incluso puede cuestionar la concepción de libertad
que nosotros vivimos, es más que solo suponer el actuar de fuerzas oscuras, es
más que solo pensar en estructuras que
se oponen a las del bienestar humano. El creyente vive inmerso en su propia
inmanencia y el mal como manifestación
del ser natural de cuanto existe se ha convertido en el discurso humano en algo
insustituible como si se tratara de reemplazar lo malo con lo bueno. La
realidad explicitada bajo la presencia de nuestro devenir nos permite eso si
confrontar la realidad y argumentarla como experiencia concreta y signo claro
de vivencias bajo la luz de la voluntad humana que reclama para sí el poder
actuar y ser dueña de sus actos (6). La Intencionalidad del Acto Humano nos remite a esa realidad y su
total posibilidad (7).
TÉRMINOS CLAVE.
Pecado
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Libertad
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Voluntad
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Gracia
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Alienación
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Dominio
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Naturaleza
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Albedrio
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Acto
Humano.
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Metafísica
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Ontología
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Materia.
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CONTENIDO
TEMÁTICO.
Introducción
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Página
1.
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El
mal desde la perspectiva Agustiniana
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Página
2.
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Reflexión
ético moral del pecado y su influencia en la conciencia del creyente.
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Página
6.
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Meta
Comunicación Dialogante.
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Página
11.
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Bibliografía/Cibergrafia/Articulos/Insumos.
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Página
12.
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EL MAL
DESDE LA PERSPECTIVA
AGUSTINIANA.
En cuanto al mal moral
nos enseña que male facere nihil est,
nisi a disciplina deviare (hacer el mal no es nada, a menos que alejarse del
aprendizaje) en donde "disciplina" significa la
enseñanza recibida, y que todo aprendizaje, por el hecho de ser acción que
sigue al ser, es bueno, Más adelante dice que c1arum est enim iam nihil aliud quam libidinem in tato malefaciendi genere dominari… Por ahora no había nada que no
sea un deseo en la Arum Tato es un tipo de hacer el mal, para gobernar)
(8) Cuando del
orden, de la forma (o belleza) y del modo se dice que son malos, no se habla
refriéndose a lo que son, sino a lo que les falta: esto es, "porque son
menos perfectos de lo que debían ser, o porque no se acomodan a las cosas a las
que corresponden, de suerte que se dicen malos porque son imperfectos o
inconvenientes (9) y en otro lugar: La
naturaleza aun siendo viciada es un bien. El vicio no puede existir ni en el bien sumo ni en algo que no sea bien.
Pero también las privaciones de 1as
cosas son empleadas por Dios para el orden del universo y sus planes. La
oposición de (éstos) contrarios da un tono de belleza al lenguaje, así la
belleza del universo resulta de una oposición en cierta elocuencia, no de
palabras sino de hechos (10). Para el Hiponense las privaciones son también un
medio por el cual Dios actúa por una razón, y desde luego, se constituye esto
último en causa de su accionar. La expresión de la privación misma en su
naturaleza también atañe a la Gracia que su ausencia la consolida, no es una
definición cargada de Panteísmo o Animismo, es todo lo opuesto, es una
concepción Teísta de la realidad y su manifestación en la creación. La intervención de Dios está cargada de
Estética y de Orden lo que sin duda es la primera oposición al pecado y sus
consecuencias, cabe indicar que la manifestación del mal es obra de la
humanidad en su suma imperfección ya que la ausencia de Dios no es esencial
sino volitiva de las acciones humanas y su argumento antropizado de libertad
sin restricción alguna. (11).
El pensamiento
Agustiniano es absolutamente positivo y no entra en la contradicción del pecado
como determinante incluso de la Gracia, como sucede con otras definiciones
sobre el mal. Para Agustín el bien está y estará por sobre el mal y cualquiera
de sus manifestaciones o estructuras reconocidas por el ser humano. Desde luego intuimos en lo personal que el
bien como manifestación es figura cognoscible del Orden y Amor de Dios que puede
en la contingencia de la humanidad recrearse y manifestarse como absolutamente
transformador de la realidad que vive el bautizado. (12). Si nuestras
acciones alejan el bien y caemos bajo el peso de las estructuras alienantes del
pecado entonces el bien como parte viva de nuestra voluntad también se alejará
de nosotros al ser reemplazado por otras formas y concepciones de existencia y
desde luego de niveles de conciencia. (13). La dinámica del Hiponense sobre el
mal supera las connotaciones del existencialismo que consideraba el actuar sin
parvedad alguna, una causa intrínseca de ser libres, luego estamos condenados a obrar
el bien y en su defecto el mal. Esta visión tan negativa encadena la voluntad
humana y libera de toda responsabilidad al ser humano en la vivencia y praxis
de sus ideales y valores, aquí se introduce una Axiología pobre y condicionada
por la comprensión utilitarista de la moral y la ética del creyente. (14). Tal
definición deja fuera la libertad estructurada para caer en el ámbito de una
libertad forzada y envilecida (Agustín). Esta cuestión es clara y objetiva si
nosotros nos adentramos en la dialéctica por medio de la cual el creyente
manifiesta al mundo su vivencia y la solidifica bajo el contexto de su ser
libre es muy factible asumir que la libertad se dibuja con el prisma de la
Gracia que la llena de color y vida. Para
el Hiponense el problema de la percepción y vivencia del mal era posible
gracias a la pérdida de fundamentos del bien en la vida y conciencia del
bautizado, de esta forma no le concede categorías a su existencia, hablamos del
mal, y mucho menos le da poder sobre la creación y la humanidad (lo
retomaremos más adelante) (15)…
El interés primario de la
Teodicea es exculpar a Dios de
cualquier responsabilidad del mal, pocos esfuerzos se harán para entender la
naturaleza y variedades del mal, y menos para mostrar compasión por sus
víctimas, porque la teoría de la privación funde de manera incoherente
fenómenos claramente distintos, como las catástrofe naturales, la enfermedad o
la muerte, que están fuera del control humano y no pueden ser descritos en
términos de responsabilidad o libertad, como el genocidio, el terrorismo, que sólo pueden describirse
usando el lenguaje moral (16). La problematización del mal para definirlo
inmerso en el medio cognoscitivo del bautizado implica desconocer si se quiere
el poder de la voluntad que de no ser educada y fundamentada puede hacer del
mal una opción distinta a la misma Gracia (17). La opción esencial que debe
prevalecer en la vida y obra del bautizado es precisamente Cristo, no creemos
en lo personal en el poder enraizado en
la naturaleza del mal porque sería tanto como decir que existe como persona aun
por sobre la Soberanía de Dios, preferimos asumir una postura dialogada sobre
las distintas escalas o gradaciones en las que el creyente se acerca o está
cerca de Dios (Luz cognoscible pensamiento Agustiniano). (18).
En esta dirección es factible suponer que el
mal actúa bajo la materia de las acciones humanas y que la conciencia y
voluntad de cada uno de los seres humanos puede permitirle materializar su
influencia al punto de reconocerle el derecho a existir. El pensamiento
maniqueista centraba el mal en la materia y establecía un dualismo donde el mal
cohabitaba con el bien en un medio eminentemente metafísico. La exposición
metafísica apunta a la liberación del bien presente en el escenario del mal y
de esta manera el ser humano era el liberador de fuerzas ajenas a su condición
y realidad, desde la percepción moral es difícil asimilar tal postura. El mal
no es una mera concepción metafísica que opera en la realidad pensada por el
ser humano y se determina por medio de las acciones de este. Nuestro accionar es liberador, en el maniqueísmo, como
si se tratara de una presencia material del mal. Lo más parecido sería afirmar:
El mal como una onto-manifestación de la
realidad contraria a Dios y su Voluntad.
Es un problema aun mayor
la existencia de “Dolor Inmerecido”
del que muchas personas buenas son víctimas e incluso hay ejemplo de ello en
las Sagradas Escrituras, siendo la vida de Job el vivo ejemplo de este tipo de
sufrimiento. Si bien el dolor y por ende el sufrimiento se infringe tanto a
nivel material-físico, como espiritual-emocional, no podemos
desconocer que la misma contingencia de nuestra existencia y su contenido
absolutamente intrínseco es también una de las causas del sufrimiento que es
sin duda signo trágico de la imperfección de la humanidad. La realidad de
nuestra Metafísica nos indica que vamos literalmente más allá de toda expresión
física donde el sufrimiento es una extensión de nuestra propia naturaleza
humana. (19). Es pues la humanidad por definición no solo singular sino
contingente y ello resume la libertad e independencia como también la perfección
implícita de nuestros actos y sus carencias lo que nos dispone dialécticamente
al pecado como parte viva de esa vivencia.
El dolor es una apreciación de la naturaleza
tanto biológica como metafísica del ser humano y en este punto es factible
aterrizar en la connotación ontológica de la afirmación. La tesis contraria es
determinante para afirmar que el mal llámese como se llame no posee existencia
metafísica lo que está implicando para nosotros la necesidad de convertir sus
manifestaciones en la perdida sistemática del bien en el proceder. (20). La
religión sitúa el mal dentro de un contexto narrativo que permite considerar su
eliminación final y la posibilidad de combatirlo exitosamente, una vez reconocida
tanto la responsabilidad humana por su origen como la incapacidad humana para
superarlo. La paradójica situación de un mal terrible cuyo origen es el hombre,
que lo afecta pero no puede dejarlo atrás; es en verdad indisoluble. Pero esta
antinomia, lejos de anular el crédito de la visión religiosa del mal, la
incrementa, pues advierte que la única forma en que la razón caída puede seguir
siendo razón, y los seres humanos pueden mantener su genuina humanidad, es
aceptando la inconmensurable gratuidad de Dios mismo en su sacrificio y
actuando, dentro de la comunidad eclesial, como si la reparación del mal ya
hubiera tenido efecto. (21). Miremos de nuestro ensayo sobre el problema del
pecado en el pensamiento del Hiponense, apartes del mismo:
“Para
arrojar luces sobre esto el Hiponense distingue dos tipos de modalidades de
mal: uno físico y el otro moral. Cabe aclarar que son dos modos de
males diferentes y su origen se explica de modo distinto. Es por ello que
Agustín al afrontar y dar solución al problema del mal les da respuesta por
separado a cada uno de estos tipos de males: el físico y el moral. El mal
físico es aquel mal que golpea la integridad física y sensible del hombre.
Dentro de este se encuentran las enfermedades, las catástrofes naturales, la
muerte. Por otra parte está el mal moral, que representan los males
espirituales. Si el primero atenta contra la parte física del hombre, este lo
hace a nivel espiritual. Dentro de estos tenemos todo tipo de desorden
espiritual que vaya en contra de la justicia, la verdad, el alma del hombre y
Dios. La realidad de pecado plantea en el Hiponense una pregunta de índole
ontológica sobre la relación de la materia con el mal. Esta realidad
es capaz de configurar la existencia del ser humano y limita (envilecer) su
perspectiva de crecimiento tanto espiritual como moral. El Hiponense
superó la postura dualista del maniqueísmo y retira la tesis del mal con origen
en la materia para constituirlo en la respuesta del desorden ante la pérdida de
su orden o estética trascendente…
*** El pecado
no es más que el rechazo a Dios y a la ley eterna; al orden instaurado por Él,
a su razón y a su voluntad. El pecado es una prevaricación contra Dios,
es un intento de destrucción del orden divino. En esta medida, el hombre se
convierte en un rebelde, en un adversario de Dios, en un enemigo que lucha
contra Él y lo resiste. El hombre a través de su voluntad destruye un orden que
es incapaz de volver a crear como fue creado. Pero, el hombre se halla en una
tensión, por un lado se encuentra inclinado por los placeres sensibles y
corporales, y por otro lado siente la necesidad de acercarse a lo eterno, a lo
divino, a lo espiritual, a Dios. Esta concepción del pecado marcará su
derrotero y verá en su principio la respuesta limitada del ser humano que no
encuentra la felicidad pero aun así muda su realidad por el pecado del que se
hace esclavo. (22) Es claro que el mal moral aparece como el resultado
de una mala elección en la vida del ser humano. La naturaleza humana aunque
redimida no puede renunciar a sus tendencias o inclinaciones pero si puede
sublimar o engrandecer el bien que puede hacer. En este punto de la
cuestión es innegable la necesidad esencial de la Gracia para superar la
esclavitud y potenciar las cualidades del bautizado. No es posible
salvación si ella y con ella es posible la eternidad como la elección, es
decir, sin Gracia no es posible elegir a Dios o ser elegidos por Él.
El rechazar a Dios es
propio de la privación de su Amor o Gracia que en la cuestión es lo mismo. Dios
nos dió la autonomía moral para acertar y desafortunadamente al ser usada mal
produce situaciones de pecado, entonces el castigo del pecado es fruto y
consecuencia de esta forma de emplearla.” (23). En toda
situación la libertad del ser humano se mantiene como parte viva de nuestro
devenir, no será realmente posible asimilable la Gracia si el ser humano no
está en absoluta posesión de su libertad. El esclavo no es libre de vivir
conforme a su libre albedrío, en cuanto al bautizado la Gracia potencia todos
los elementos o atributos propios de la libertad, de lo anterior re-afirmamos
la tesis de la imposibilidad del mal para entrar en la vida del creyente, salvo
cuando este lo permite o alimenta lo contrario a su propia percepción de la
justicia. El ser humano posee esa particular característica que lo dispone a
ser dueño de sí mismo o también a ser el
artífice de su propia condición envilecida. (24).
El pecado cuando aparece
materializa todo tipo de alienación y por ende la libertad como atributo
intrínseco de la Resurrección se convierte solo en una huella de lo que fue. No
es pues factible asumir la presencia plena de la Gracia cuando el bautizado
solo vive el recuerdo de su condición inicial y corre ahora a los brazos del
pecado, de un pecado que asume. Para el Hiponense, el pecado era en si lo que
es para todos nosotros, la perdida de la posibilidad y concreción de hacer el
bien y ser dueños de nosotros mismos, variadas
formas y que impacta de la misma manera destructiva toda la vida y sus
recreaciones. Es una conjugación de elementos portadores de la desesperanza, la
misma que se apodera de la vida del bautizado y limita la ascensión de la
Gracia en la integralidad de su ser redimido…
(25).
REFLEXIÓN ÉTICO MORAL DEL PECADO Y SU INFLUENCIA EN LA CONCIENCIA DEL CREYENTE.
El mal es una vivencia si se desea
antropizarlo en la conciencia humana, de
igual manera está dispuesto para alienar cualquier intento por vivir en la
libertad esencial de los hijos de Dios. Recordemos que Dios no rechaza al ser
humano, solo que no puede por su Naturaleza aceptar la imperfección alienante del
pecado. Especulando diremos, que ni aun deseándolo podría hacerlo. La
connotación de la conciencia humana nos permite inferir las implicaciones para
nuestra vivencia tiempo espacial del paso del pecado por nuestras vidas. Este paso lo podemos describir como la
pérdida paulatina de la perfecta libertad e intencionalidad de nuestro
proceder. La concepción del mundo cambiante que tiene su fortaleza en la
mutación conceptual tanto de valores como de sus estructuras sociales son claro
indicio del contenido superficial de su cosmovisión, hoy estamos enfrentados
con una realidad que parte de una Ética no absoluta sino aún más subjetiva que
en el pasado. Miremos un ejemplo en el Evangelio sobre el signo de la
esclavitud del pecado para escenificar nuestra reflexión (Lucas capítulo 8
versículos 26-39).
Arribaron a la
región de los gerasenos, que está frente a Galilea. 27. Al saltar a
tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios,
y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino
en los sepulcros. 28. Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: ¿Qué
tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.
29. Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre;
pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y
grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el
demonio al desierto. 30. Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Él
contestó: Legión; porque habían entrado en él muchos demonios. Y
le suplicaban que no les mandara irse al abismo. 32. Había allí una gran
piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera
entrar en ellos; y se lo permitió. 33. Salieron los demonios de aquel hombre
y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio,
y se ahogó. 34. Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo
contaron por la ciudad y por las aldeas. 35. Salieron, pues, a ver lo que
había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían
salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de
Jesús; y se llenaron de temor. 36. Los que lo habían visto, les contaron cómo
había sido salvado el endemoniado. 37. Entonces toda la gente del país de los
gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran
temor. El, subiendo a la barca, regresó. 38. El hombre de quien habían salido
los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo: 39. Vuelve a
tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo. Y fue por toda la ciudad
proclamando todo lo que Jesús había hecho con él. (26).
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La escena Lucana nos
describe con todo su poder visual lo acontecido con aquella persona en la que había toda una legión o cantidad de demonios
(el termino legión corresponde a la milicia romana). La libertad es afectada
gravemente por la postración del pecado y el influjo de su contaminación, el
bien no existe porque existe el mal como
suponen muchos, el bien no guarda equilibrio con el mal, lo ideal en la
existencia es el bien ya que el mal supone imperfección y condición esencial de una determinada
existencia en nosotros. Si pensamos en el mal en su connotación metafísica
estamos afirmando una realidad que supera la materia y la Intencionalidad de
todo Acto Humano, y tal situación es abordada por la Ética que plantea para si
el fundamento de actuaciones que no son
fruto de explicitación distinta al sumo bien en el ser humano y su conciencia. La
decadencia de la persona involucrada en situaciones de pecado le lleva a construir
una metafísica de su entorno completamente equivocada y en contravía con la
realidad vivida desde el Evangelio. En cuanto a su connotación ontológica
podemos afirmar que la existencia del bien está relacionada con su esencia y
origen mismo, es básicamente la percepción el ser racional de una
concluyente libertad paradójicamente ambigua y movida por intereses
estrictamente personales. El ser en cuanto tal no posee connotación esencial de
pecado, esta percepción es fruto de su
posterior reflexión. Nadie nace proclive
al mal en su plano conciencia, nadie vive sin conocer la razón esencialmente
humana de sus acciones. (27). Desde luego no asumimos las connotaciones de
enfermedades mentales que discapacitan el juicio y criterio.
La Gracia como fuente de
conciencia nos eleva aun plano no material (supra-material) de nuestros actos. El pecado es todo lo
opuesto presentando una visión incoherente de la realidad cuando esta no es movida
por la Gracia y explicitada en el amor como nexo real de todo lo edificado y
vivido. Las estructuras de pecado se heredan pero no esclavizan al ser humano,
me refiero a la conducta que destruye manifestaciones de bien en nosotros. La corrupción en las instituciones hace de
la pobreza y la ignorancia su mayor y triste herencia. La redención en el
orden socio-cultural no pasa por el mayor número de templos construidos sino en
la dinámica dignificante de toda existencia tanto humana como no humana
(naturaleza) la vida se recrea en tantos medios como le sea posible y lo mismo
acontece con la instrucción y la formación, por si solas, fundamentan todo
proceso de madures institucional o colectivo. El pecado como conducta contamina
toda concepción de moral y Fe al punto de distorsionar la realidad misma de
quienes viven bajo su peso y esclavitud. Aquella persona poseída descrita por
(Lucas capítulo 8 versículos 26-39) es ejemplo de ello. La connotación material
de la Gracia se llama liberación tanto física como emocional y mental. (28). La
realidad se construye por medio de la manifestación perceptiva del ser humano
que gracias a la redención puede vislumbrar un estadio de conciencia superior
al de aquella persona que no cuenta con Cristo como opción en su vida. La vida
misma se expresa en categorías afectivas ligadas totalmente a la persona y las
potencias de su alma para materializarlas.
Recordemos aquel hombre
endemoniado expresando el dolor palpable de su postración y esclavitud. Su
ser ha sido envilecido al grado de no
ser dueño de su realidad. (29). La edificación de una auténtica realidad
redimida es el empeño de la materialización de nuestras expresiones de Fe, lo
que implica que los bautizados son llamados a edificar en justicia y amor su
mundo, y con ello revalidar la presencia de la Gracia en sus vidas. No es una
Utopía pretenderlo ya que se trata precisamente de edificar y promover. Mientras
que el mal tipificando en pecado es
destructor de cualquier orden justo y amoroso. Si queremos aterrizar esta
concepción en una respuesta material de nuestra actualidad diremos que el
fenómeno de pérdida de valores y corrupción en la sociedad se refleja en las
tasas altas de violencia y pobreza como de postración de los ciudadanos. Jesús
fue testigo de la materialización del mal en la escena del poseído que
referimos anteriormente.
Es realmente agobiante en
la sociedad el peso de las injusticias y su poder para actualizar el mal llegando
incluso a antropizarlo. Hoy se requiere una respuesta personal antes que
colectiva en la toma de conciencia sobre la forma como el mal se hace uno a
nuestro lado. (30). El mal puede ser percibido por muchas personas como
circunstancial en cuanto se materializa en acciones que no siempre se conectan
unas con otras. En el bautizado que hace de Cristo su opción fundamental deja
de ser una cuestión de pensamiento o circunstancia sino de vivencia amorosa y
respuesta a estas estructuras. La Teodicea (teología natural) busca explicar
bajo la concepción de la perfección de Dios y los acontecimientos en nuestra
naturaleza la absoluta inocencia de Dios frente al mal, es decir no es su
Voluntad sino el proceder de la raza humana y su capacidad para determinar
estructuras injustas. De esta manera, la teodicea se distingue de la teología
sobrenatural que tiene como punto de partida el dato revelado por Dios,
adquiriendo entonces, carta de presentación propia, como una
especulación de carácter racional. En el punto de partida de la
teodicea define a Dios como causa de los seres, por eso tendrá que mostrar que
las cosas, no tienen la razón de existir en sí mimas sino que su ser es dado
por otro Ser, que es principio supremo, es decir, argumentar que Dios es la
causa de los seres reales. También tendrá que deducir o teorizar sobre los
atributos de Dios, esto tiene que ver con lo que se le denomina ser por sí o
ser perfecto. (31).
Dios es Ser por sí, Él mismo es su razón de ser; es
el ser perfecto, no solamente como un acabado en cierto orden, sino el Ser sin límites
desde cualquier punto de vista; el absoluto, en el sentido más fuerte del
término, plenamente libre de toda condición y de todo vínculo, con aquella
total independencia que garantiza la plena libertad de su
acto creador. (32). El
filósofo de Leipzig, (Gottfried Wilhelm von Leibniz; Leipzig, actual Alemania,
1646 - Hannover, id., 1716) Filósofo y matemático alemán. Su padre, profesor de
filosofía moral en la Universidad de Leipzig, falleció cuando Leibniz contaba
seis años. Capaz de escribir poemas en latín a los ocho años, a los doce empezó
a interesarse por la lógica aristotélica a través del estudio de la filosofía
escolástica) toma dos cursos para elaborar las pruebas de la
existencia de Dios, estos son la naturaleza a priori y a
posteriori. En el argumento denominado cosmológico. Leibniz parte de
una observación empírica de la realidad fenoménica, este argumento
está principalmente elaborado sobre la premisa del principio de razón
suficiente, en donde afirma que nada es sin razón; a saber que todo lo que
existe tiene una razón suficiente para ser tal cual es, y no de otra manera, en
este mismo argumento Leibniz llega a la idea de un Ser Necesario mediante la
noción ontológica de la contingencia del mundo y de los seres, cabe destacar,
que él entiende por contingente, aquello que por negación no implica
contradicción, es decir, aquello que podría ser de otra manera sin que por ello
se incurriese en un absurdo lógico.
Para crear el mundo, Dios se basó en
el principio de razón suficiente. (33). La
razón por la que Dios obró la creación queda absolutamente libre bajo el signo
de su Voluntad, la misma que refleja en sí y formalmente una obra salvífica cómo
y en cuanto es comunicación del Amor y Voluntad de Dios.
En el caso de los seres contingentes, el paso de la
esencia a la existencia, exige una causa. La causa suprema del universo es
Dios. Y Dios crea libremente. En
el desarrollo de este argumento se pone de manifiesto que el
universo tiene en Dios su causa y que pudo ser de cualquier otra manera
posible, ya que no tiene en sí su propia causa, y si la tuviera no fuera
contingente, su causa es dada por un Ser Necesario. Cada conjunto de posibilidades, constituye un mundo posible, y el
número de los mundos posibles, que vienen dados con el ser de Dios, es
infinito. La razón final de las cosas ha de buscarse en una sustancia necesaria
(?) Y a eso es lo que llamamos Dios (34). La expresión del mal posee límites y
son puestos por la Gracia, no es solo la concepción del maestro Descartes sobre la Rex Extensa de
la realidad de los seres ya que el mal posee por decirlo distintos tamaños e
incidencia y eso depende del bautizado y sus mismas vivencias. Estamos incluyendo a Descartes y su
percepción de la Duda Metódica frente a la elaboración mental de las categorías
que pueden percibir el mal y dejarlo a un lado, aquí la espiritualidad y la
formación se toman de la mano y caminan hacia la perfecta integralidad el
cristiano. (35). La armonía en la
creación es obra del Dios amoroso y justo que en si manifiesta su perfección
cada una de las cosas y realidades creadas y por ende evolucionadas… (36). El
pecado prolonga la muerte física y espiritual del creyente y contamina la obra
de Dios (naturaleza) con su permanente influjo.
La Gracia esta pues más que nunca historiada para
dar respuesta al hoy concreto del bautizado. La misma expresión del perdón de
Dios lo conocemos por amor y en amor trasciende en cada uno de nosotros. Somos
por definición amables, es decir, somos amados por otros. (37).
El
mal no es una sustancia (opinión personal) a la que debamos dar crédito y
reconocer peso alguno ya que sería tanto como decir que se origina en la
perfecta obra de Dios y no en la flaqueza de la humanidad. Sobre
esta primicia prefiero unirme a la concepción Agustiniana sobre el mal
fundamentado en el pensamiento del neoplatónico Plotino, de esta manera no
incurrimos en la trivialidad fanática de darle existencia consciente y optativa
en nosotros, sino es sustancia estará por debajo de nuestra libertad y no
acechándola como un guardián a su presa. Sino es visto como un “ente” entonces
es explícitamente verdadero afirmar que el mal es la expresión de una ausencia
en este caso del bien en nuestras vidas y actuaciones que equivale a la pérdida
de conciencia sobre el bien que debemos obrar. (38). La configuración de la
existencia es libre ante el mal cuando la Gracia toma el lugar de regeneración
de nuestra realidad como bautizados. No podemos pensar distinto a la necesidad
de afirmar el bien a costa de nuestras acciones. La materia del bien reposa
también en nuestro Libre Albedrío como lo definirá el propio Hiponense. Cuando
expresa “Ama y haz lo que quieras” sin
duda se refiere a la capacidad de vivir el amor y con su influjo condicionar
nuestra realidad y de paso afirmar la libertad de los hijos de Dios que brota
precisamente del amor. Es una apuesta sensata por el bien antes que nada.
Cuando
la razón, mente o espíritu gobiernan los movimientos irracionales del alma,
entonces y sólo entonces, es cuando se puede decir que domina lo que debe
dominar, y domina en virtud de la ley que dijimos era la ley eterna. (39).
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El pensamiento
Agustiniano sobre el mal no es una concepción
de Teodicea (natural) como se supone, es algo más profundo porque supera
las implicaciones naturales de esta, y se adentra en la misma concepción de Fe
del bautizado… Tal propuesta nos invita a considerar la naturaleza moral desde
la perspectiva de la Gracia y su influjo, es decir, no obramos optativamente
solo porque tenemos conciencia y razón sino porque somos impactados
positivamente por el influjo el amor de Dios que esencialmente es su aliento
creador en cada uno de nosotros. Sin amor no hay creación porque ella es
consecuencia del amor de Dios y más aún explicitación ontológica de tal
aseveración. A diferencia del Panteísmo
es comunicación de su amor no incorporación de su Ser o Naturaleza Divina. (40).
La naturaleza humana tampoco se incorpora al mal sino que por su praxis se
desdibuja la huella o imagen de Dios en nosotros los bautizados (Imago Dei) el dominio de lo irracional
deja al ser humano civilizado siendo gobernado por el cerebelo lo que implica
que la civilidad como Ethos de comportamiento y fundamento institucional
desaparece y retrocedemos en la evolución y dominio de nuestras facultades, es
lo más parecido al instinto. El instinto fue reemplazado en la evolución por la facultad de nuestra propia
racionalidad y en un grado de mayor perfección aparecen las “potencias del
alma”. (41). Esta descripción del ser Psicológico es coherente
con la vivencia de la conciencia humana y la manifestación de la persona redimida,
la cual vive inserta en el mundo y sus dinámicas.
El Hiponense como los
demás PP. de la Iglesia dejan para la posteridad sus intentos por acercarnos a
una individualización del problema del mal y sacarlo de una respuesta subjetiva
que incluya el derrotero de la de la
praxis y civilidad del colectivo de creyentes. Es pues, un asunto que atañe a
la humanidad el poder traducir la convivencia en valores asequibles por todas y
todos bajo su condición y reflexión. El modelo social es determinante para
aflorar instintivamente connotaciones sobre la moralidad y la eticidad
imperante, las cuales son ahora vistas desde sus vertientes tanto individuales
como colectivas. Hoy como hace muchos
siglos en el pasado la sombra de la libertad se ve amenazada por corrientes de
pensamientos y más íntimamente por la confusa tendencia narcisista del creyente
que se deja seducir por un orden de ideas temporal. (42).
META-COMUNICACIÓN DIALOGANTE. (43).
La estructuración de todo proceso emancipador
de las tendencias modernistas de nuestro entorno está reclamando para si todo
el protagonismo y absolutismo que paradójicamente rechazan… (44). Los choques
culturales están determinando patrones de comportamientos que esconden la
frustración de quienes buscan expresar sus ideales sin ser mayoría. La
tendencia de las estructuras por contener enunciados emancipadores no siempre
son acertados ya que se está cayendo en la secularización de los modelos sociales
y culturales, donde el Ethos heredado y vivido está siendo transformado por
estas necesidades. La capacidad comunicativa trasciende cualquier enunciado ya
previamente reflexionado por nosotros. El Ciber-espacio
nos ofrece el reto de ver una realidad Supra
que hace tiempo esta creando paralelismos generacionales entre una y otra
población. El mal como estructuración contraria a la verdad está permeando ya
este modelo dialogal supra, es decir, más allá que la conversación y el dialogo
cara a cara por introducirnos en una realidad perceptible de forma individual
sin convencionalismos colectivos, es decir, hoy podemos sostener más de una conversación
sin ver a las personas y mucho menos sin estar presente físicamente, de esta manera
opera ya esta Ciber-realidad y Supra-realidad.
La Gracia lucha contra el
pecado pero también necesita caer positivamente hablando en esta connotación de
comunicación sin límite alguno. Antropizar la Ciber-comunicación es su
equivalencia con la posibilidad de establecer una comunicación del ser con su
realidad o entorno percibido. El pecado también emplea la comunicación esencialmente
para abordar al ser humano en su postura dialogante con el entorno y su percepción.
Digamos que la dinámica metafísica de la comunicación permite a la Gracia
llegar a las figuras objetivadas por la persona humana, es decir, permite que
la verdad esencial del ser humano perciba el dialogo inefable del amor y el perdón
en su existencia. Recordemos que las parábolas
eran explicadas por el Señor a sus discípulos en privado. La connotación de
su contenido no era solo la formalidad de las palabras sino de su identidad
bajo la Gracia y su perfecta asimilación. Solo citando a vuelo de pájaro, no
olvidar tampoco la manera como Saulo en su viaje a Damasco cae del caballo y
escucha la voz de quien no puede conocer, pues sin una clara meta-comunicación asistida por la Gracia el Evangelio
solo son palabras y relatos que no trascienden en la vida del que escucha… La
naturaleza de nuestra comunicación es clave para la dialéctica de la Gracia o
en su defecto para el pecado, las palabras reflejan poderosamente el contenido eidético
de la persona. (45). Solo en Cristo
revelador del misterio Trinitario el creyente unido a la Madre Iglesia puede
vivir perfectamente el don de la Gracia salvífica, bella redundancia… (46).
BIBLIOGRAFIA/CIBERGRAFIA/FUENTES/ARTICULOS.
1-
Nota del autor.
2-
SERTILLANGES, O. P., A. D. opus
citatum, p. 15/Restrepo González, Publio El problema del mal en San Agustín
Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 146, mayo-agosto,
2007, pp. 97-117 Universidad de San Buenaventura Bogotá, Colombia.
3-
Nota del autor.
4-
Nota del autor.
5-
Confesiones I, 1, 1. Nota: todas las
citas de San Agustín, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (Hay varias
ediciones y fechas: 1958... 1993...). 5 "Los bienes pueden existir solos
en alguna parte, pero los males en sí solos, nunca". SAN AGUSTÍN. De
Civitate Dei XII, 3. 6 Cl. scoruS. De Primo Principio, Cap. II. In: Opera
Omnia. Civitas Vaticana, 1950, p. 12-14.
https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Biblia-de-Jerusalem-1976.
6-
Nota del autor.
7-
Nota del autor.
8-
De Libero Arbitrio I, m, 8.
9-
De Natura Boni XXIII.
10- De
Natura Boni XXIII.
11- Nota
del autor.
12- Nota
del autor.
13- Nota
del autor.
14- Nota
del autor.
15- Nota
del autor.
16- Agustín,
San, Obispo de Hipona (1982), La naturaleza del bien, en Obras
completas de san Agustín, vol. III, Madrid, España, BAC.
17- Nota
del autor.
18- Nota
del autor.
19- Nota
del autor.
20- Nota
del autor.
21- Agustín, San, Obispo de Hipona (1982b), Contra
los académicos, en Obras completas de san Agustín, vol. III,
Madrid, España, BAC.
22- Evangelio
Práctico: COMPRENSIÓN DEL PENSAMIENTO ...
23- cristoeseltema.blogspot.com/2017/10/comprension-del-pensamiento-agustiniano.html.
24- Nota
del autor.
25- Nota
del autor.
27- Nota
del autor.
28- Nota
del autor.
29- Nota
del autor.
30- Notad
el autor.
31- FERRATER
MORA J., Diccionario de filosofía, Tomos III y IV, Ariel,
Barcelona, 2001.
32- GRISON
M., Teología natural o teodicea,
Herder, Barcelona, 1978.
33- GARCÍA
MORENTE M., Lecciones preliminares de filosofía, Edimusa, México, 1983./ Nota del
autor sobre la libertad creadora de Dios.
34- www.monografias.com
› Religión/ filosofiauny.blogspot.com › El renacimiento › Leibniz y La Teodicea.
35- Nota
del autor/ reflexión sobre la inclusión metafísica del mal como respuesta a las
actuaciones del bautizado.
36- Nota
del autor/ sobre la vida de Leibniz, tomamos información citando a: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/leibniz.htm.
37- Nota
del autor.
38- Nota
del autor.
39- Agustín,
1982a: I, 8, 18.
40- Nota
del autor.
41- Nota del autor.
42- Nota
del autor.
43- Nota
del autor.
44- Nota
del autor.
45- Nota
del autor.
46- Nota del autor.