lunes, 25 de junio de 2018

SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS...


SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B 2 Samuel capítulo 1 versículos 1,7-27. Salmo 130. 2 Corintios capítulo 12 versículos 2-10. Marcos capítulo 6 versículos 1-13.



El Segundo libro de Samuel  da inicio a la historia de David como gobernante del pueblo, la muerte de Saúl y de sus herederos, particularmente de Jonatán permite a este asumir como Jefe de la nación judía, es interesante como los acontecimientos buscan darle dignidad a quien la había perdido en este caso se refiere a Saúl, reconocido por David y la tropa. Es llamado el “Ungido” evocando la misión y la escogencia por parte de Yahveh. Esta dinámica dará sus frutos porque afirmará también la autoridad de David como sucesor “Ungido” de Saúl. El pueblo expectante está ante la necesidad de reforzar la identidad perdida en el conflicto y derrota de su gobernante y que mejor que la figura “fresca” de David para hacerlo. El vacío de poder será colmado por la descendencia de David.

Que importante es para nosotros en el hoy de nuestra historia reconocer el papel de la justicia, la misma que está a nuestro alcance y que por medio de nuestras acciones puede ser signo de bendición. El actuar en justicia es el fundamento de nuestros valores institucionales porque cada bautizado no puede vivir y edificar fuera de la Iglesia su vida y relaciones, es un signo salvífico que asiste cada una de nuestras determinaciones. La justicia se impone y las consecuencias no se hacen esperar, la traición de la que fue víctima Dios repercutirá hasta en el último integrante de la familia real, no se trata de Dios castigando sino de cada uno de ellos asumiendo las consecuencias de sus actos frente a la sociedad del momento. La embestidura del rey lo compromete más con la realidad espiritual y social de su pueblo. Si son  mayores  los privilegios y la autoridad así mismo será  la exigencia y moral de los gobernantes.

Ser justos es una responsabilidad mayor del bautizado que debe ser testigo del Resucitado y vivir de cara a esa realidad que dice profesar en su vida.

El Salmo 130,  el De profundis,  es un Salmo penitencial pero también comporta una dosis fundamental de esperanza, es para nosotros confianza ante la pérdida de los seres  queridos y/o las dificultades que pretenden minar nuestra experiencia con el Dios vivo y trascendente. El salmista y por boca suya todos los bautizados tenemos la confianza puesta en el Señor y no seremos abandonados. El mundo es el primero en buscar atajos para evitar que esa confianza se materialice como nuestro estilo de vida… El amor de Dios es el fundamento de nuestra esperanza y así nos lo dice el autor de este bello Salmo: Porque en  Yahveh está el amor, junto a Él abundancia de rescate… (Versículo 7). La confianza en Dios no defrauda pero implica vivir una autentica teonomia, es decir, una real dependencia del amor y la voluntad del Dios revelado. El perdón es un ingrediente de la relación redimida por su amor y misericordia, eso es bien claro y no podemos olvidarlo.

En la segunda carta a los Corintios, Pablo,  deja ver su incomodidad ante las acciones de esta congregación que sin duda tienen todo que ver con la convivencia comunitaria y su relación con el medio de aquella metrópoli. Pablo está pensando en la “caridad” que alimenta las relaciones entre los bautizados y como cuando uno de ellos se equivoca en sus acciones puede afectar el desempeño de la misma. Es pues un ejemplo claro del valor de la fraternidad y la solidaridad más que para criticar y atacar para restablecer y sanar los daños en la convivencia congregacional. El amor y el perdón son valores sin discusión alguna de la vida de toda comunidad de Fe y es el medio por el cual la presencia de la Gracia se establece y continúa dando sus frutos. La paz es uno de los valores de la Resurrección de Cristo y como tal debe estar presente en todo ejercicio de vida fraterna en la congregación, si se adolece de  Paz entonces los esfuerzos eran solo humanos y carentes de trascendencia. Busquemos pues que en nuestras congregaciones la paz sea vital para la sana convivencia de los hermanos bautizados y de esta forma ser autentico testimonio a la hora de hablar de misión.

El fenómeno que se presenta hoy en la sociedad nos indica que la gente no se queda en una congregación por su doctrina sino que en gran medida lo hacen por el ambiente de paz y fraternidad que esta inspire y manifieste por medio de sus acciones y signos vivos. No se trata solo de música o predica, se trata sobre todo de fraternidad, perdón, responsabilidad y  amor de unos por otros, es lo más parecido a una familia y el creyente está buscando eso precisamente, la instrucción será el segundo paso buscando la identidad como tal.

Pablo tiene claro que el Evangelio que predica necesita disposición plena por parte de los feligreses de Corinto y que sin esa realidad asegurada es difícil proceder. Es probable que la dificultad sea signo de inmadurez en los creyentes, como bien puede suceder en el presente de nuestras propias congregaciones. Busquemos que el amor de Dios  sea nuestro fundamento y razón de ser.

Una vez superadas las manifestaciones del Señor por las regiones que visitó, el evangelista Marcos lo ubica en su tierra con expresiones como “patria” dando a entender  de esta manera que ellos y sus familias aguardaban al Señor pero que este debía pasar por las sinagogas como signo de poder y autoridad en las enseñanzas para los judíos. Desde luego la gente se interrogaba sobre el mensaje lo que deja ver la dificultad por permear sus corazones cuya única experiencia era el diario vivir, es decir, carentes de espiritualidad y meditación para reconocerle como tal. En este  punto Marcos deja claro el principio de su Evangelio y que nos remite a la necesidad de una relación personal con el Señor, esta relación no puede depender de los milagros o manifestaciones poderosas sino del amor y la intimidad fraterna. No es posible recocer al Señor sino hay amor de por medio, si solo es la necesidad la que aflora entonces la relación será solo por la satisfacción de una que otra prebenda. Así lo manifiesta en el versículo (4) de este Texto arriba citado. Tal expresión es asociada rápidamente con la falta de Fe, es pues, un medio realmente difícil sino existe la Fe para abrir literalmente nuestros ojos y conciencia ante el influjo de su Gracia.

Marcos ubica un llamado muy especial del Señor a sus discípulos pero no especifica nombres. Aquí la connotación del discipulado es abierta y descansa precisamente sobre la veracidad del que llama y la autenticidad de su mensaje, es también una forma de romper con el paradigma de los escogidos ya que la Palabra de Dios llama absolutamente a todos los creyentes al anuncio en sus vidas y a los clérigos en sus ministerios orientados en la vida eclesial. Ir de dos en dos, es una manera de asegurar el testimonio y ser testigos de las actuaciones de los demás. Es conveniente que el ministro ordenado nunca esté solo en la vida de su congregación y que cuente con el apoyo de sus hermanos, unos en la Fe y otros en el ministerio.

 Confiar en la Providencia de Dios es aquí un signo de Fe en los enviados, lo que no implica necesariamente que no vivan del ejercicio de su ministerio. La experiencia del anuncio está condicionado por el entorno y su composición, la forma como lo presenta Marcos es de índole universal como indicábamos antes, lo vital es que la Palabra llega por medios distintos pero todos alineados en bien de su difusión. Los signos que se describen al final del Texto señalado son esquemáticos  de las propiedades y valores del anuncio y de lo que se anuncia. Hoy como hace siglos la vida personal del ministro ordenado  y laico anunciantes,  es vital para la credibilidad del mensaje.

El desprendimiento total del que anuncia la Buena Nueva debe contrastar con los valores y paradigmas del mundo materialista. La Verdad, la Paz, y la Justicia son sus alforjas y bastones para el camino.

También se da el caso de ministros que compiten con el mundo argumentando necesidades que más parecen flores plantadas en el jardín de la superficialidad. Ministros de toda  índole que anuncian no la palabra sino el manejo exitoso de los recursos de la Iglesia en sus alforjas personales y muestran el  éxito del mundo y  no de la Palabra de Dios a ellos encomendada…Estamos llamados todos sin excepción a ser testigos y testimonio de Cristo Señor dueño de todo.  




viernes, 22 de junio de 2018

LA ÉTICA Y LA MORAL, UNA MIRADA A LA ACTUALIDAD Y SUS MANIFESTACIONES COYUNTURALES...


LA  ÉTICA  Y LA MORAL,  UNA  MIRADA  A  LA  ACTUALIDAD  Y SUS  MANIFESTACIONES  COYUNTURALES.


“Somos el material básico con el cual Dios empieza su obra”. Ray C. Stedman


Los antecedentes  para nuestra discusión los encontramos en la exposición sobre el camino vivencial de la Fe que hace el apóstol Pablo a la comunidad de Roma. (No sabemos cómo empezaría la iglesia en Roma, posiblemente lo hiciesen algunos cristianos que se habrían convertido en Pentecostés y regresarían a la capital. Pablo les estaba escribiendo porque había oído hablar acerca de la Fe de ellos y deseaba satisfacerla al máximo, deseando que se basase firmemente en la verdad. Por lo que esta epístola constituye una magnífica explicación del mensaje total del Cristianismo y contiene todas las doctrinas cristianas en alguna forma, además de ser un panorama del maravilloso plan que tiene Dios para la redención del hombre.) No todo lo que se observaba en aquella metrópoli era conveniente para la experiencia del creyente, el valor del Axioma  cristiano del amor y el respeto por el otro y su integridad se nutría de las enseñanzas sobre Cristo y su realidad de Dios y Hombre verdaderos. Es bien radical al ofrecer la posibilidad de una vivencia intrínseca del Evangelio cuando este edifica las actitudes y anima también las aptitudes del bautizado. El mal desconfigura el bien en potencia cuando es necesario operarlo en la praxis Del bautizado, simplemente nos está indicando que la dinámica vivencial se ajusta a la connotación racional, emocional y activa del bautizado. La Ética y la Moral en cuanto a la construcción del Ethos y la cotidianidad se expresan en categorías normativas. La apuesta por el Evangelio es la materialización de una visión distinta de proceder que se apoya fundamentalmente en la vivencia de la persona redimida, y sus expresiones cotidianas son el reflejo de dichas enseñanzas. Si existe una fuerza universal en el comportamiento humano, es sin duda el Amor. La supra-valoración de las relaciones superando el plano tangencial y ubicándose en la esfera de lo sobrenatural. La dinámica del redimido se transforma en la  opción fundamental de todas sus vivencias. El pensamiento cristiano reconoce definitivamente todo aquello que está en sintonía con el mensaje revelado y la praxis eclesial, pero también sabe discernir para superar los estadios de inferioridad personal y colectiva que ocasionan las expresiones de injusticia en el colectivo de lo social. “El Justo por la Fe vivirá” (Romanos capítulo 1 versículo 17). La crítica de Pablo es lapidaria a las prácticas de la sociedad romana y no por ello se alió para favorecerlas en alguna proporción, Pablo queda en un estado de indefensión que le hace acudir a Dios y verle en su realidad existencial. Es pues interesante como la realidad de su cosmovisión le hace estrellase literalmente contra los criterios sociales de aquella Urbe. Pues recordemos que la fuerza y motivación en personajes como Martín Lutero, y antes Agustín de Hipona brotó precisamente de la consideración de sus escritos, en el Hiponense fue determinante el Texto de los Romanos en (capitulo 13 versículo 13) sobre el bien moral de las acciones del ser humano y su identidad con el Acto Humano liberado o en su defecto envilecido por el pecado como ausencia del carácter de la Gracia.

 La concreción coherente nos ubica en el plano personal y relacional de frente al otro y su circunstancia. Las relaciones fundamentadas no solo en la funcionalidad de su necesidad sino en el poder transformador del amor asumen una naturaleza llamada a la eternidad. La banalidad, por el contrario, limita las expresiones de una sana y equilibrada emotividad, el auto-reconocernos y hacer lo propio con quienes nos rodean, algo así, como que el problema no son las leyes sino el poder afincarlas en la praxis del individuo y que este a su vez reconozca el valor intrínseco del otro en su personal existencia. El mayor ejemplo nos lo dio el Señor al entregar su Ser pleno en la Cruz por nosotros. La radicalidad de lo interpersonal contrasta con la vacuidad de lo a-personal e indiferente de los modelos actuales relacionales.

 El Acto Humano puede y necesita salir de lo intrínseco de su propia definición para reconocer las motivaciones de la presencia de los demás en nuestras vidas. La verdad misma asumida como un presupuesto personal carece de trascendencia dado que la realidad fue redimida y nosotros con ella. Una construcción intelectiva tal que en categorías palpables-racionales se puede y necesita expresar…El gran problema de la visión personal es que ella siendo importante cuando se centra en el solo individuo le hace apartarse de los otros que como él edifican y comparten una única realidad.  Este tipo de “autismo social” nos encierra en el envilecimiento de las relaciones interpersonales y todo aquello que involucra necesariamente el compartir con otras y otros. El medio eclesial puede ser un medio promovido para las relaciones interpersonales.

El indiferentismo aparece precisamente cuando los postulados ético-morales de la sociedad se relativizan al punto de perder su estructura y argumentación. Los dis-valores se autentican bajo la mirada complaciente del entorno o espacio vital de la persona. El hoy se presenta cargado de estos conceptos que hacen de los modelos anteriores un conjunto obsoleto en sus contenidos y visión. La coyuntura es bien aprovechada por los estereotipos que cobran toda su influencia en los llamados seudo-grupos culturales que son expresión de jergas y voluntades teñidas de innovación y cambio. La realidad cultural crea espacios compatibles dialécticamente y es así como los jóvenes se relacionan con los mayores particularmente en la vivencia de actividades como son el deporte presentándose un equilibrio entre ellos y sus mayores, eso sí, hablamos de seguimiento y connotación cultural aunque los jóvenes han llevado estas prácticas a un nivel casi identitativo gracias a la perdida de la estructura familiar, como pasa sobre todo en América del Sur con la incidencia y masificación del Fútbol. La familia es reemplazada por este tipo de aficiones que ocupan un lugar emotivo preponderante en el entorno social y cultural de nuestros pueblos.  

La respuesta desde una perspectiva ético-moral  inicia con la difusión de los Derechos  y la pedagogía para acercase a su cumplimiento y vivencia en el colectivo  e incluso en la misma noción de la persona sobre lo que implica existir legalmente y en perspectiva biológica.   El ser constitutivo del Ethos cultural es una clara alusión que nos enfrenta radicalmente con la cosmovisión de nuestro entorno.  La moral que se transmuta en juicios y criterios amañados de la realidad humana es una muestra de la perdida sustancial de fundamento y un desconocer tácitamente la historia y lo que ello implica en la desafortunada mezcla de culturas, en la dinámica colonialista ya no hablamos de invasión pero si de perdida Identitativa del Ethos cultural propio al ser suplantado por tendencias que definen valores y principios, en el choque generacional nuestros jóvenes conocen más de ritmos foráneos que propios y de hecho en cuanto a la moda y sus modos es significativo el no-uso o desuso de lo típico y tradicional. Esto último como perdida de los valores intangibles de la sociedad nos afecta a todos particularmente en América latina.

En la actualidad los modismos foráneos marcan la pauta y definen toda tendencia ya que es más productiva parecerse a un modelo exitoso que vivir el propio contaminado por factores externos pero paradójicamente intrínsecos a nuestro devenir. El discurso de un método nacionalista ha llevado a otros y muchos más  (cifrado en forma cuantitativa) a despreciar o condenar lo que no conocen y la realidad que no perciben, niños literalmente enjaulados, suena grotesco pero es la respuesta cultural de un modelo nacionalista que ve con preocupación la llegada masiva de extranjeros que por razones del utilitarismo económico son desechados en sus naciones. Y quienes propenden por acogerlos tampoco poseen la suficiente fuerza en el ámbito legal para cambiar esta forma de proceder que huele a desesperanza y pánico ante las culturas desconocidas y/o rechazadas. Debemos revisar la connotación de nuestro Ethos en la edificación del todo social y cultural. El Tras-nacionalismo hizo del mundo un espacio pequeño para todos. La respuesta del Ethos nacional debe enmarcarse en la tendencia universal del conglomerado Internacional de lo contrario se seguirá hablando de “tercer mundo” aquejado por prácticas contrarias a la verdad y a la dignidad de las personas que ante los corruptos de su nación buscan edificarse fuera de su territorio. La doble moral de las potencias al despreciar a estos y acoger diplomáticamente a sus verdugos nos habla de un Ethos exclusivista de fuerte y casi única tendencia económica y moralista solo bajo la percepción de sus intereses. La economía deshumaniza en todo el contexto sociológico de la expresión, las cifras son la tendencia y el consumismo su razón de ser. Hay cifras que francamente abruman como por citar solo una: Aproximadamente el 40% del presupuesto de América latina se desvía a los corruptos, lo que afecta grandemente y pone aun en mayor riesgo a nuestro jóvenes y sus pocas oportunidades de un empleo digno porque la tendencia se convierte en signo vivo de su realidad. La ignorancia es el factor predominante en nuestros procesos democráticos ya que quienes los dirigen hacen parte de ese conglomerado de rapiña. La dicotomía moral es grande y eso determina a su vez una perdida grande de modelos o referentes del “bien obrar” todos recuerdan a los “padres de la patria” pero pocos viven sus valores y principios. Eso último se convirtió en una ofrenda floral que a lo sumo dura una semana, paradójico trato a los valores institucionales.

La némesis como una hipótesis contradictoria la encontramos en la religión y la proliferación de manifestaciones coyunturales en dicha perspectiva. Es una imagen idolatra de un “dios” que toma partido político y se vende por prebendas a los más corruptos y hacen de sus feligreses el constituyente primario para refrendar sus acuerdos. El valor liberador de la religión se convirtió en un principio transformador de intereses tanto personales como familiares y grupales. Hay grupos proclives al distanciamiento y desconocimiento de las bases y fundamentos de su praxis religiosa, cultica y doctrinal. Vemos que se está presentando una reacción extrema en algunos sectores que ante los cambios y sus desventajas  están optando por ser más tradicionales y radicales, es una respuesta ante la pérdida de identidad y tristemente bajo un enunciado lleno de sátira paradójica: Hemos convertido la religión en algo tan humano que Dios se está quedando fuera de ella. Demasiado antropizar una realidad que asume su componente sobrenatural. No solo son respuestas, también son vivencias y contextos defendibles sin alterar la tradición que en últimas nos dice quiénes somos realmente. La concepción de una Ética universal la palpamos también en los PP. de Oxford (Movimiento de Oxford) y su deseo vivo de vivir bajo la primicia de la universalidad del ser eclesial como respuesta a quienes pretendían ver en la Iglesia de Inglaterra solo la expresión cultica y doctrinal de Bretaña, hoy entendemos que la universalidad no nos identifica tácitamente con Roma como algunos pretender ver en ellos,  sino una opción por recuperar la trascendencia de las enseñanzas eclesiales desde su fuente… El ser ético Episcopal es universal y su respuesta moral también lo es, somos por definición universales y no limitados por visiones y/o Ethos locales. No solo nos alineamos al interior de la vida de los países de donde procedemos o vivimos el ministerio ordenado sino que también nos adherimos a la tradición universal sobre la cual tiene sentido todo ministerio en la vida de la Iglesia. La sociedad y sus contenidos absolutistas están presentes de forma palpable en la configuración de la identidad y personalidad del servicio cristiano, y no por ello caeremos bajo lo que consideramos no es bueno y mucho menos procede del Evangelio. No podemos asumir una respuesta al problema cualquiera que se presente de manera unilateral debemos por conciencia eclesial estar unidos también en la respuesta. El ser parte de la “Comunión Anglicana” nos obliga positivamente a caminar en la misma dirección de la Iglesia y sus expresiones locales siempre y cuando sean reclamaciones legítimas a la luz de la verdad revelada.

 El retomar la ruta supone la evaluación pertinente de logros y/o resultados anteriores así como el terreno dialectico abordado por la Institución. Esta forma de actuar es proclive con la conciencia que mueve el análisis de toda causalidad en la que vivimos inserta nuestra Fe. El método es claro la introspección que permite juzgar bajo conceptos  entendibles en la dialéctica institucional, así mismo, que el impacto de las políticas formativas es determinante para la aprehensión de todo concepto y la materialización de una idea.  Retomamos el tema del aborto, la eutanasia, las uniones entre personas del mismo sexo, las adopciones homoparentales, las políticas económicas en nuestros países, la democracia, el medio ambiente, la libertad de credo, la objeción  de conciencia, la migración, son solo algunos de los temas álgidos del momento, así como la inclusión de la Iglesia y su doctrina no solo sobre la praxis de los DD-HH sino también sobre el ser eclesial como tal, sobre el seguimiento de la tradición y la afirmación dialéctica de nuestra institucionalidad, la respuesta a estos asuntos importantes se ha venido problematizando para abordarla como un fenómeno de cambio mundial, pero muy pocas veces se ha medido su verdadero impacto sobre la conciencia y crecimiento de la militancia del creyente. El modelo democrático deja también un gran vacío y es precisamente porque  su praxis tampoco se constituye en representativa de las mayorías.

Tenemos un reto de magnitud “mega”  en la  difusión y consolidación de una autentica vivencia evangélica que no dependa de grupo alguno sino de la visión misionera y evangelizadora de la Iglesia. Tal postura nos enmarca en la concepción viva de una Ética eclesial con argumentación absolutamente cristiana donde el contenido de los imaginarios son importantes y determinantes a la hora de trasmitir o comunicar las ideas y la doctrina reflejada en ellas. La realidad articulada paulatinamente aflora en la elaboración de los conceptos y la posible materialización de los principios supra de la doctrina  de nuestra catolicidad. La objetivación de la Ética institucional reclama de cada uno de los bautizados y particularmente de los ministros tanto ordenados como licenciados la capacidad de vivir sus contenidos y transformarlos en testimonio vivo y palpable de su Ethos religioso. El creyente bajo la ley del amor aprende fácilmente a potenciar su ser redimido y proyectarlo testimonialmente al mundo donde vive y convive en un ejercicio natural sofisticado donde construye constantemente nuevas relaciones. Las relaciones configuran una capacidad única de interactuar y acoger al otro en su medio y dinamizar con él el mundo circundante…

Un principio seguro de la universalidad de nuestra Fe es precisamente su connotación histórica, la misma que asiste a las acciones del ser eclesial, que unido a la vivencia del bautizado puede manifestar un seguro principio de unidad e identidad constituyendo el esfuerzo humano por vivir las notas y atributos esenciales de la Iglesia, esto es, que ella es Una, Santa, Católica y Apostólica. El ser universal de la Iglesia inmanente en nosotros nos confirma siempre que su  realidad divina y humana  es objetivada por la Gracia y el amor de los bautizados.

De la anterior primicia definimos el cómo se vive el Ethos eclesial y la noción de ser parte como Episcopales de la Iglesia de Cristo y más allá afirmar categóricamente que somos una expresión local de su universalidad.

La noción de la historia nos permite conocer la secuencialidad del ser eclesial y sus manifestaciones históricas, la verdad misma bajo los postulados dogmáticos se expresan en las categorías de nuestro intelecto produciendo en su asimilación una condición ético-moral propia de la identidad cristiana. Vivir la fundamentación de una Ética y Moral unidas al Evangelio es parte el ser vocacional y vocacionado del bautizado.    

Si deseas conocer a una persona simplemente pregúntale lo que ama. Agustín de Hipona.





miércoles, 20 de junio de 2018

PERCIBIMOS EL MAL O VALORAMOS LA GRACIA... DIALOGO DE UNA RESPUESTA ONTO-METAFÍSICA...


PERCIBIMOS  EL  MAL  O  VALORAMOS  LA  GRACIA.  DIALOGO  DE UNA RESPUESTA  ONTO-METAFÍSICA DEL SER.


INTRODUCCIÓN.


El mal no tiene naturaleza alguna, sino que la pérdida del bien tomó el hombre de mal.  Mali enim nulla natura est; sed amissio boni mali nomen accepit. Agustín de Hipona.



El ser humano sin importar su condición o su estilo de vida y que decir de sus creencias tiene absoluta noción sobre el bien y el mal. Tal apreciación esta contextualizada en el accionar rutinario (cotidiano) de la misma existencia (1).  El mal algunos lo identifican literalmente como ausencia de bien y el bien en oposición a la primera formulación. Lo realmente inquietante es la percepción de una fuerza que actua con absoluta libertad y poder sobre la existencia humana y del entorno natural donde esta se recrea. La vida es gran audacia. Llamar a las puertas de la Creación, como dijo Rimbaud (Arthur Rimbaud, Charleville, Francia, 1854  Marsella,  1891 Poeta francés, uno de los máximos representantes del simbolismo, tendencia dominante en la segunda mitad del siglo XIX que suele señalarse como el inicio de la lírica contemporánea. A pesar de su efímera carrera literaria, terminó sobre los 20 años de edad) -qué empresa más presuntuosa- Se enjuicia a Dios y al hombre: a Dios en su Creación y de ahí en su naturaleza; al hombre en su destino presente y porvenir. Avánzase hasta los confines humano-divinos y cosmo-divinos (2). El dolor y el mal solo pueden existir en lo finito y creado porque la perfección misma en su esencia no es creada y mucho menos dependerá de los límites naturales de la comprensión humana (3). En esta dirección nos enfocamos en la dimensión material del mal que fácilmente es asociado con el devenir histórico del bautizado (4). Según aquel axioma presentado por Escoto: Quod non est finitum, non est effectum, (Eso no ha terminado, no hay ningún efecto) en donde finitum y  effectum se entienden como el término de una causa eficiente que per se intenta una cosa, dependiendo ésta en su contenido ontológico de aquella; y en ese intentar o dirigir u ordenar puede entenderse todo lo intentado o sólo una parte. En nuestro caso del dolor se entenderían las partes del todo o las notas de una naturaleza que están ordenadas al todo esencialmente; caso en el cual, al perderse o arrebatarse al todo por cualquier agente externo o interno aquella parte, ese todo quedará clamando por lo que es elemento esencial de su naturaleza; ya su turno, la parte estará clamando por el todo (5). El mayor placer de Dios al haber creado fue contemplar y ver que "todo era bueno" (Génesis capítulo  1 versículo 31); esto es, que todo gozaba de la aptitud para "hacerse conforme a la imagen de su Hijo", según las admirables palabras de San Pablo (Romanos capítulo  8 versículo 29), extendidas por nosotros a toda la Creación. Pero el máximo placer de Dios, el máximo deleite que pueda otorgar el dar y darse, lo tuvo Dios cuando dijo al hombre por boca de Ezequiel: "Juro que no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Ezequiel capítulo 18 versículo 23). El mal pues no es solo ausencia de bien, es algo supremamente profundo que incluso puede cuestionar la concepción de libertad que nosotros vivimos, es más que solo suponer el actuar de fuerzas oscuras, es más que solo pensar en  estructuras que se oponen a las del bienestar humano. El creyente vive inmerso en su propia inmanencia y el mal  como manifestación del ser natural de cuanto existe se ha convertido en el discurso humano en algo insustituible como si se tratara de reemplazar lo malo con lo bueno. La realidad explicitada bajo la presencia de nuestro devenir nos permite eso si confrontar la realidad y argumentarla como experiencia concreta y signo claro de vivencias bajo la luz de la voluntad humana que reclama para sí el poder actuar y ser dueña de sus actos (6).  La Intencionalidad del Acto Humano nos remite a esa realidad y su total posibilidad (7).


TÉRMINOS CLAVE.


Pecado
Libertad
Voluntad
Gracia
Alienación
Dominio
Naturaleza
Albedrio
Acto Humano.
Metafísica
Ontología
Materia.


CONTENIDO TEMÁTICO.


Introducción
Página 1.
El mal desde la perspectiva  Agustiniana
Página 2.
Reflexión ético moral del pecado y su influencia en la conciencia del creyente.
Página 6.
Meta Comunicación Dialogante.
Página 11.
Bibliografía/Cibergrafia/Articulos/Insumos.
Página 12.


EL  MAL  DESDE  LA  PERSPECTIVA  AGUSTINIANA.


En cuanto al mal moral nos enseña que male facere nihil est, nisi a disciplina deviare (hacer el mal no es nada, a menos que alejarse del aprendizaje)  en donde "disciplina" significa la enseñanza recibida, y que todo aprendizaje, por el hecho de ser acción que sigue al ser, es bueno, Más adelante dice que c1arum est enim iam nihil aliud quam libidinem in tato malefaciendi genere dominari…  Por ahora no había nada que no sea un deseo en la Arum Tato es un tipo de hacer el mal, para gobernar)  (8)  Cuando del orden, de la forma (o belleza) y del modo se dice que son malos, no se habla refriéndose a lo que son, sino a lo que les falta: esto es, "porque son menos perfectos de lo que debían ser, o porque no se acomodan a las cosas a las que corresponden, de suerte que se dicen malos porque son imperfectos o inconvenientes (9) y en otro lugar: La naturaleza aun siendo viciada es un bien. El vicio no puede existir ni en el bien sumo ni en algo que no sea bien.  Pero también las privaciones de 1as cosas son empleadas por Dios para el orden del universo y sus planes. La oposición de (éstos) contrarios da un tono de belleza al lenguaje, así la belleza del universo resulta de una oposición en cierta elocuencia, no de palabras sino de hechos (10). Para el Hiponense las privaciones son también un medio por el cual Dios actúa por una razón, y desde luego, se constituye esto último en causa de su accionar. La expresión de la privación misma en su naturaleza también atañe a la Gracia que su ausencia la consolida, no es una definición cargada de Panteísmo o Animismo, es todo lo opuesto, es una concepción Teísta de la realidad y su manifestación en la creación.  La intervención de Dios está cargada de Estética y de Orden lo que sin duda es la primera oposición al pecado y sus consecuencias, cabe indicar que la manifestación del mal es obra de la humanidad en su suma imperfección ya que la ausencia de Dios no es esencial sino volitiva de las acciones humanas y su argumento antropizado de libertad sin restricción alguna. (11).

El pensamiento Agustiniano es absolutamente positivo y no entra en la contradicción del pecado como determinante incluso de la Gracia, como sucede con otras definiciones sobre el mal. Para Agustín el bien está y estará por sobre el mal y cualquiera de sus manifestaciones o estructuras reconocidas por el ser humano. Desde luego intuimos en lo personal que el bien como manifestación es figura cognoscible del Orden y Amor de Dios que puede en la contingencia de la humanidad recrearse y manifestarse como absolutamente transformador de la realidad que vive el bautizado. (12). Si nuestras acciones alejan el bien y caemos bajo el peso de las estructuras alienantes del pecado entonces el bien como parte viva de nuestra voluntad también se alejará de nosotros al ser reemplazado por otras formas y concepciones de existencia y desde luego de niveles de conciencia. (13). La dinámica del Hiponense sobre el mal supera las connotaciones del existencialismo que consideraba el actuar sin parvedad alguna, una causa intrínseca de  ser libres, luego estamos condenados a obrar el bien y en su defecto el mal. Esta visión tan negativa encadena la voluntad humana y libera de toda responsabilidad al ser humano en la vivencia y praxis de sus ideales y valores, aquí se introduce una Axiología pobre y condicionada por la comprensión utilitarista de la moral y la ética del creyente. (14). Tal definición deja fuera la libertad estructurada para caer en el ámbito de una libertad forzada y envilecida (Agustín). Esta cuestión es clara y objetiva si nosotros nos adentramos en la dialéctica por medio de la cual el creyente manifiesta al mundo su vivencia y la solidifica bajo el contexto de su ser libre es muy factible asumir que la libertad se dibuja con el prisma de la Gracia que la llena de color y vida. Para el Hiponense el problema de la percepción y vivencia del mal era posible gracias a la pérdida de fundamentos del bien en la vida y conciencia del bautizado, de esta forma no le concede categorías a su existencia, hablamos del mal, y mucho menos le da poder sobre la creación y la humanidad (lo retomaremos más adelante)  (15)…

El interés primario de la Teodicea es exculpar a Dios de cualquier responsabilidad del mal, pocos esfuerzos se harán para entender la naturaleza y variedades del mal, y menos para mostrar compasión por sus víctimas, porque la teoría de la privación funde de manera incoherente fenómenos claramente distintos, como las catástrofe naturales, la enfermedad o la muerte, que están fuera del control humano y no pueden ser descritos en términos de responsabilidad o libertad, como el genocidio,  el terrorismo, que sólo pueden describirse usando el lenguaje moral (16). La problematización del mal para definirlo inmerso en el medio cognoscitivo del bautizado implica desconocer si se quiere el poder de la voluntad que de no ser educada y fundamentada puede hacer del mal una opción distinta a la misma Gracia (17). La opción esencial que debe prevalecer en la vida y obra del bautizado es precisamente Cristo, no creemos en lo personal en el poder  enraizado en la naturaleza del mal porque sería tanto como decir que existe como persona aun por sobre la Soberanía de Dios, preferimos asumir una postura dialogada sobre las distintas escalas o gradaciones en las que el creyente se acerca o está cerca de Dios (Luz cognoscible pensamiento Agustiniano).  (18).

 En esta dirección es factible suponer que el mal actúa bajo la materia de las acciones humanas y que la conciencia y voluntad de cada uno de los seres humanos puede permitirle materializar su influencia al punto de reconocerle el derecho a existir. El pensamiento maniqueista centraba el mal en la materia y establecía un dualismo donde el mal cohabitaba con el bien en un medio eminentemente metafísico. La exposición metafísica apunta a la liberación del bien presente en el escenario del mal y de esta manera el ser humano era el liberador de fuerzas ajenas a su condición y realidad, desde la percepción moral es difícil asimilar tal postura. El mal no es una mera concepción metafísica que opera en la realidad pensada por el ser humano y se determina por medio de las acciones de este. Nuestro  accionar es liberador, en el maniqueísmo, como si se tratara de una presencia material del mal. Lo más parecido sería afirmar: El mal como una onto-manifestación de la realidad contraria a Dios y su Voluntad.

Es un problema aun mayor la existencia de “Dolor Inmerecido” del que muchas personas buenas son víctimas e incluso hay ejemplo de ello en las Sagradas Escrituras, siendo la vida de Job el vivo ejemplo de este tipo de sufrimiento. Si bien el dolor y por ende el sufrimiento se infringe tanto a nivel material-físico, como espiritual-emocional, no podemos desconocer que la misma contingencia de nuestra existencia y su contenido absolutamente intrínseco es también una de las causas del sufrimiento que es sin duda signo trágico de la imperfección de la humanidad. La realidad de nuestra Metafísica nos indica que vamos literalmente más allá de toda expresión física donde el sufrimiento es una extensión de nuestra propia naturaleza humana. (19). Es pues la humanidad por definición no solo singular sino contingente y ello resume la libertad e independencia como también la perfección implícita de nuestros actos y sus carencias lo que nos dispone dialécticamente al pecado como parte viva de esa vivencia.

 El dolor es una apreciación de la naturaleza tanto biológica como metafísica del ser humano y en este punto es factible aterrizar en la connotación ontológica de la afirmación. La tesis contraria es determinante para afirmar que el mal llámese como se llame no posee existencia metafísica lo que está implicando para nosotros la necesidad de convertir sus manifestaciones en la perdida sistemática del bien en el proceder. (20). La religión sitúa el mal dentro de un contexto narrativo que permite considerar su eliminación final y la posibilidad de combatirlo exitosamente, una vez reconocida tanto la responsabilidad humana por su origen como la incapacidad humana para superarlo. La paradójica situación de un mal terrible cuyo origen es el hombre, que lo afecta pero no puede dejarlo atrás; es en verdad indisoluble. Pero esta antinomia, lejos de anular el crédito de la visión religiosa del mal, la incrementa, pues advierte que la única forma en que la razón caída puede seguir siendo razón, y los seres humanos pueden mantener su genuina humanidad, es aceptando la inconmensurable gratuidad de Dios mismo en su sacrificio y actuando, dentro de la comunidad eclesial, como si la reparación del mal ya hubiera tenido efecto. (21). Miremos de nuestro ensayo sobre el problema del pecado en el pensamiento del Hiponense, apartes del mismo:

 “Para arrojar luces sobre esto el Hiponense distingue dos tipos de modalidades de mal: uno físico y el otro moral. Cabe aclarar que son dos modos de males diferentes y su origen se explica de modo distinto. Es por ello que Agustín al afrontar y dar solución al problema del mal les da respuesta por separado a cada uno de estos tipos de males: el físico y el moral. El mal físico es aquel mal que golpea la integridad física y sensible del hombre. Dentro de este se encuentran las enfermedades, las catástrofes naturales, la muerte. Por otra parte está el mal moral, que representan los males espirituales. Si el primero atenta contra la parte física del hombre, este lo hace a nivel espiritual. Dentro de estos tenemos todo tipo de desorden espiritual que vaya en contra de la justicia, la verdad, el alma del hombre y Dios. La realidad de pecado plantea en el Hiponense una pregunta de índole ontológica sobre la relación de la materia con el mal. Esta realidad es capaz de configurar la existencia del ser humano y limita (envilecer) su perspectiva de crecimiento tanto espiritual como moral. El Hiponense superó la postura dualista del maniqueísmo y retira la tesis del mal con origen en la materia para constituirlo en la respuesta del desorden ante la pérdida de su orden o estética trascendente…

*** El pecado no es más que el rechazo a Dios y a la ley eterna; al orden instaurado por Él, a su razón y a su voluntad. El pecado es una prevaricación contra Dios, es un intento de destrucción del orden divino. En esta medida, el hombre se convierte en un rebelde, en un adversario de Dios, en un enemigo que lucha contra Él y lo resiste. El hombre a través de su voluntad destruye un orden que es incapaz de volver a crear como fue creado. Pero, el hombre se halla en una tensión, por un lado se encuentra inclinado por los placeres sensibles y corporales, y por otro lado siente la necesidad de acercarse a lo eterno, a lo divino, a lo espiritual, a Dios. Esta concepción del pecado marcará su derrotero y verá en su principio la respuesta limitada del ser humano que no encuentra la felicidad pero aun así muda su realidad por el pecado del que se hace esclavo. (22) Es claro que el mal moral aparece como el resultado de una mala elección en la vida del ser humano. La naturaleza humana aunque redimida no puede renunciar a sus tendencias o inclinaciones pero si puede sublimar o engrandecer el bien que puede hacer. En este punto de la cuestión es innegable la necesidad esencial de la Gracia para superar la esclavitud y potenciar las cualidades del bautizado. No es posible salvación si ella y con ella es posible la eternidad como la elección, es decir, sin Gracia no es posible elegir a Dios o ser elegidos por Él. 

El rechazar a Dios es propio de la privación de su Amor o Gracia que en la cuestión es lo mismo. Dios nos dió la autonomía moral para acertar y desafortunadamente al ser usada mal produce situaciones de pecado, entonces el castigo del pecado es fruto y consecuencia de esta forma de emplearla.”  (23). En toda situación la libertad del ser humano se mantiene como parte viva de nuestro devenir, no será realmente posible asimilable la Gracia si el ser humano no está en absoluta posesión de su libertad. El esclavo no es libre de vivir conforme a su libre albedrío, en cuanto al bautizado la Gracia potencia todos los elementos o atributos propios de la libertad, de lo anterior re-afirmamos la tesis de la imposibilidad del mal para entrar en la vida del creyente, salvo cuando este lo permite o alimenta lo contrario a su propia percepción de la justicia. El ser humano posee esa particular característica que lo dispone a ser dueño de sí mismo o también a ser  el artífice de su propia condición envilecida. (24).

El pecado cuando aparece materializa todo tipo de alienación y por ende la libertad como atributo intrínseco de la Resurrección se convierte solo en una huella de lo que fue. No es pues factible asumir la presencia plena de la Gracia cuando el bautizado solo vive el recuerdo de su condición inicial y corre ahora a los brazos del pecado, de un pecado que asume. Para el Hiponense, el pecado era en si lo que es para todos nosotros, la perdida de la posibilidad y concreción de hacer el bien y ser dueños de nosotros mismos,  variadas formas y que impacta de la misma manera destructiva toda la vida y sus recreaciones. Es una conjugación de elementos portadores de la desesperanza, la misma que se apodera de la vida del bautizado y limita la ascensión de la Gracia en la integralidad de su ser redimido…  (25).


REFLEXIÓN ÉTICO MORAL DEL PECADO Y SU INFLUENCIA EN LA CONCIENCIA DEL CREYENTE.


 El mal es una vivencia si se desea antropizarlo en la conciencia humana,  de igual manera está dispuesto para alienar cualquier intento por vivir en la libertad esencial de los hijos de Dios. Recordemos que Dios no rechaza al ser humano, solo que no puede por su Naturaleza aceptar la imperfección alienante del pecado. Especulando diremos, que ni aun deseándolo podría hacerlo. La connotación de la conciencia humana nos permite inferir las implicaciones para nuestra vivencia tiempo espacial del paso del pecado por nuestras vidas. Este paso lo podemos describir como la pérdida paulatina de la perfecta libertad e intencionalidad de nuestro proceder. La concepción del mundo cambiante que tiene su fortaleza en la mutación conceptual tanto de valores como de sus estructuras sociales son claro indicio del contenido superficial de su cosmovisión, hoy estamos enfrentados con una realidad que parte de una Ética no absoluta sino aún más subjetiva que en el pasado. Miremos un ejemplo en el Evangelio sobre el signo de la esclavitud del pecado para escenificar nuestra reflexión (Lucas capítulo 8 versículos 26-39).


Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea. 27. Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros. 28. Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes. 29. Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto. 30. Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Él contestó: Legión; porque habían entrado en él muchos demonios. Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo. 32. Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió. 33. Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó. 34. Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas. 35. Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor. 36. Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. 37. Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. El, subiendo a la barca, regresó. 38. El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo: 39. Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo. Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él. (26).





La escena Lucana nos describe con todo su poder visual lo acontecido con aquella persona en la que  había toda una legión o cantidad de demonios (el termino legión corresponde a la milicia romana). La libertad es afectada gravemente por la postración del pecado y el influjo de su contaminación, el bien  no existe porque existe el mal como suponen muchos, el bien no guarda equilibrio con el mal, lo ideal en la existencia es el bien ya que el mal supone imperfección y  condición esencial de una determinada existencia en nosotros. Si pensamos en el mal en su connotación metafísica estamos afirmando una realidad que supera la materia y la Intencionalidad de todo Acto Humano, y tal situación es abordada por la Ética que plantea para si el fundamento de actuaciones  que no son fruto de explicitación distinta al sumo bien en el ser humano y su conciencia. La decadencia de la persona involucrada en situaciones de pecado le lleva a construir una metafísica de su entorno completamente equivocada y en contravía con la realidad vivida desde el Evangelio. En cuanto a su connotación ontológica podemos afirmar que la existencia del bien está relacionada con su esencia y origen mismo, es básicamente la percepción el ser racional  de  una concluyente libertad paradójicamente ambigua y movida por intereses estrictamente personales. El ser en cuanto tal no posee connotación esencial de pecado, esta  percepción es fruto de su posterior reflexión. Nadie nace proclive al mal en su plano conciencia, nadie vive sin conocer la razón esencialmente humana de sus acciones. (27). Desde luego no asumimos las connotaciones de enfermedades mentales que discapacitan el juicio y criterio.

La Gracia como fuente de conciencia nos eleva aun plano no material (supra-material)  de nuestros actos. El pecado es todo lo opuesto presentando una visión incoherente de la realidad cuando esta no es movida por la Gracia y explicitada en el amor como nexo real de todo lo edificado y vivido.  Las estructuras de pecado se heredan pero no esclavizan al ser humano, me refiero a la conducta que destruye manifestaciones de bien en nosotros. La corrupción en las instituciones hace de la pobreza y la ignorancia su mayor y triste herencia. La redención en el orden socio-cultural no pasa por el mayor número de templos construidos sino en la dinámica dignificante de toda existencia tanto humana como no humana (naturaleza) la vida se recrea en tantos medios como le sea posible y lo mismo acontece con la instrucción y la formación, por si solas, fundamentan todo proceso de madures institucional o colectivo. El pecado como conducta contamina toda concepción de moral y Fe al punto de distorsionar la realidad misma de quienes viven bajo su peso y esclavitud. Aquella persona poseída descrita por (Lucas capítulo 8 versículos 26-39) es ejemplo de ello. La connotación material de la Gracia se llama liberación tanto física como emocional y mental. (28). La realidad se construye por medio de la manifestación perceptiva del ser humano que gracias a la redención puede vislumbrar un estadio de conciencia superior al de aquella persona que no cuenta con Cristo como opción en su vida. La vida misma se expresa en categorías afectivas ligadas totalmente a la persona y las potencias de su alma para materializarlas.

Recordemos aquel hombre endemoniado expresando el dolor palpable de su postración y esclavitud.  Su ser  ha sido envilecido al grado de no ser dueño de su realidad. (29). La edificación de una auténtica realidad redimida es el empeño de la materialización de nuestras expresiones de Fe, lo que implica que los bautizados son llamados a edificar en justicia y amor su mundo, y con ello revalidar la presencia de la Gracia en sus vidas. No es una Utopía pretenderlo ya que se trata precisamente de edificar y promover. Mientras que el mal tipificando en  pecado es destructor de cualquier orden justo y amoroso. Si queremos aterrizar esta concepción en una respuesta material de nuestra actualidad diremos que el fenómeno de pérdida de valores y corrupción en la sociedad se refleja en las tasas altas de violencia y pobreza como de postración de los ciudadanos. Jesús fue testigo de la materialización del mal en la escena del poseído que referimos anteriormente.

Es realmente agobiante en la sociedad el peso de las injusticias y su poder para actualizar el mal llegando incluso a antropizarlo. Hoy se requiere una respuesta personal antes que colectiva en la toma de conciencia sobre la forma como el mal se hace uno a nuestro lado. (30). El mal puede ser percibido por muchas personas como circunstancial en cuanto se materializa en acciones que no siempre se conectan unas con otras. En el bautizado que hace de Cristo su opción fundamental deja de ser una cuestión de pensamiento o circunstancia sino de vivencia amorosa y respuesta a estas estructuras. La Teodicea (teología natural) busca explicar bajo la concepción de la perfección de Dios y los acontecimientos en nuestra naturaleza la absoluta inocencia de Dios frente al mal, es decir no es su Voluntad sino el proceder de la raza humana y su capacidad para determinar estructuras injustas. De esta manera, la teodicea se distingue de la teología sobrenatural que tiene como punto de partida el dato revelado por Dios, adquiriendo entonces, carta de presentación propia, como una especulación de carácter racional. En el punto de partida de la teodicea define a Dios como causa de los seres, por eso tendrá que mostrar que las cosas, no tienen la razón de existir en sí mimas sino que su ser es dado por otro Ser, que es principio supremo, es decir, argumentar que Dios es la causa de los seres reales. También tendrá que deducir o teorizar sobre los atributos de Dios, esto tiene que ver con lo que se le denomina ser por sí o ser perfecto. (31).

Dios es Ser por sí, Él mismo es su razón de ser; es el ser perfecto, no solamente como un acabado en cierto orden, sino el Ser sin límites desde cualquier punto de vista; el absoluto, en el sentido más fuerte del término, plenamente libre de toda condición y de todo vínculo, con aquella total independencia que garantiza la plena libertad de su acto creador. (32). El filósofo de Leipzig, (Gottfried Wilhelm von Leibniz; Leipzig, actual Alemania, 1646 - Hannover, id., 1716) Filósofo y matemático alemán. Su padre, profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig, falleció cuando Leibniz contaba seis años. Capaz de escribir poemas en latín a los ocho años, a los doce empezó a interesarse por la lógica aristotélica a través del estudio de la filosofía escolástica) toma dos cursos para elaborar las pruebas de la existencia de Dios, estos son la naturaleza a priori y a posteriori. En el argumento denominado cosmológico.  Leibniz parte de una observación empírica de la realidad fenoménica, este argumento está principalmente elaborado sobre la premisa del principio de razón suficiente, en donde afirma que nada es sin razón; a saber que todo lo que existe tiene una razón suficiente para ser tal cual es, y no de otra manera, en este mismo argumento Leibniz llega a la idea de un Ser Necesario mediante la noción ontológica de la contingencia del mundo y de los seres, cabe destacar, que él entiende por contingente, aquello que por negación no implica contradicción, es decir, aquello que podría ser de otra manera sin que por ello se incurriese en un absurdo lógico. Para crear el mundo, Dios se basó en el principio de razón suficiente. (33). La razón por la que Dios obró la creación queda absolutamente libre bajo el signo de su Voluntad, la misma que refleja en sí y formalmente una obra salvífica cómo y en cuanto es comunicación del Amor y Voluntad de Dios.

En el caso de los seres contingentes, el paso de la esencia a la existencia, exige una causa. La causa suprema del universo es Dios. Y Dios crea libremente. En el desarrollo de este argumento se pone de manifiesto que el universo tiene en Dios su causa y que pudo ser de cualquier otra manera posible, ya que no tiene en sí su propia causa, y si la tuviera no fuera contingente, su causa es dada por un Ser Necesario. Cada conjunto de posibilidades, constituye un mundo posible, y el número de los mundos posibles, que vienen dados con el ser de Dios, es infinito. La razón final de las cosas ha de buscarse en una sustancia necesaria (?) Y a eso es lo que llamamos Dios (34). La expresión del mal posee límites y son puestos por la Gracia, no es solo la concepción  del maestro Descartes sobre la Rex Extensa de la realidad de los seres ya que el mal posee por decirlo distintos tamaños e incidencia y eso depende del bautizado y sus mismas vivencias. Estamos incluyendo a Descartes y su percepción de la Duda Metódica frente a la elaboración mental de las categorías que pueden percibir el mal y dejarlo a un lado, aquí la espiritualidad y la formación se toman de la mano y caminan hacia la perfecta integralidad el cristiano. (35). La armonía  en la creación es obra del Dios amoroso y justo que en si manifiesta su perfección cada una de las cosas y realidades creadas y por ende evolucionadas… (36). El pecado prolonga la muerte física y espiritual del creyente y contamina la obra de Dios (naturaleza) con su permanente influjo.

La Gracia esta pues más que nunca historiada para dar respuesta al hoy concreto del bautizado. La misma expresión del perdón de Dios lo conocemos por amor y en amor trasciende en cada uno de nosotros. Somos por definición amables, es decir, somos amados por otros. (37).

El mal no es una sustancia (opinión personal) a la que debamos dar crédito y reconocer peso alguno ya que sería tanto como decir que se origina en la perfecta obra de Dios y no en la flaqueza de la humanidad.  Sobre esta primicia prefiero unirme a la concepción Agustiniana sobre el mal fundamentado en el pensamiento del neoplatónico Plotino, de esta manera no incurrimos en la trivialidad fanática de darle existencia consciente y optativa en nosotros, sino es sustancia estará por debajo de nuestra libertad y no acechándola como un guardián a su presa. Sino es visto como un “ente” entonces es explícitamente verdadero afirmar que el mal es la expresión de una ausencia en este caso del bien en nuestras vidas y actuaciones que equivale a la pérdida de conciencia sobre el bien que debemos obrar. (38). La configuración de la existencia es libre ante el mal cuando la Gracia toma el lugar de regeneración de nuestra realidad como bautizados. No podemos pensar distinto a la necesidad de afirmar el bien a costa de nuestras acciones. La materia del bien reposa también en nuestro Libre Albedrío como lo definirá el propio Hiponense.  Cuando expresa “Ama y haz lo que quieras” sin duda se refiere a la capacidad de vivir el amor y con su influjo condicionar nuestra realidad y de paso afirmar la libertad de los hijos de Dios que brota precisamente del amor. Es una apuesta sensata por el bien antes que nada.


Cuando la razón, mente o espíritu gobiernan los movimientos irracionales del alma, entonces y sólo entonces, es cuando se puede decir que domina lo que debe dominar, y domina en virtud de la ley que dijimos era la ley eterna. (39).


El pensamiento Agustiniano sobre el mal no es una concepción  de Teodicea (natural) como se supone, es algo más profundo porque supera las implicaciones naturales de esta, y se adentra en la misma concepción de Fe del bautizado… Tal propuesta nos invita a considerar la naturaleza moral desde la perspectiva de la Gracia y su influjo, es decir, no obramos optativamente solo porque tenemos conciencia y razón sino porque somos impactados positivamente por el influjo el amor de Dios que esencialmente es su aliento creador en cada uno de nosotros. Sin amor no hay creación porque ella es consecuencia del amor de Dios y más aún explicitación ontológica de tal aseveración. A diferencia del Panteísmo es comunicación de su amor no incorporación de su Ser o Naturaleza Divina. (40). La naturaleza humana tampoco se incorpora al mal sino que por su praxis se desdibuja la huella o imagen de Dios en nosotros los bautizados (Imago Dei) el dominio de lo irracional deja al ser humano civilizado siendo gobernado por el cerebelo lo que implica que la civilidad como Ethos de comportamiento y fundamento institucional desaparece y retrocedemos en la evolución y dominio de nuestras facultades, es lo más parecido al instinto. El instinto fue reemplazado  en la evolución por la facultad de nuestra propia racionalidad y en un grado de mayor perfección aparecen las “potencias del alma”. (41). Esta  descripción del ser Psicológico es coherente con la vivencia de la conciencia humana y la manifestación de la persona redimida, la cual vive inserta en el mundo y sus dinámicas.

El Hiponense como los demás PP. de la Iglesia dejan para la posteridad sus intentos por acercarnos a una individualización del problema del mal y sacarlo de una respuesta subjetiva que incluya el derrotero de la  de la praxis y civilidad del colectivo de creyentes. Es pues, un asunto que atañe a la humanidad el poder traducir la convivencia en valores asequibles por todas y todos bajo su condición y reflexión. El modelo social es determinante para aflorar instintivamente connotaciones sobre la moralidad y la eticidad imperante, las cuales son ahora vistas desde sus vertientes tanto individuales como colectivas. Hoy como hace muchos siglos en el pasado la sombra de la libertad se ve amenazada por corrientes de pensamientos y más íntimamente por la confusa tendencia narcisista del creyente que se deja seducir por un orden de ideas temporal. (42).


META-COMUNICACIÓN  DIALOGANTE. (43).


 La estructuración de todo proceso emancipador de las tendencias modernistas de nuestro entorno está reclamando para si todo el protagonismo y absolutismo que paradójicamente rechazan… (44). Los choques culturales están determinando patrones de comportamientos que esconden la frustración de quienes buscan expresar sus ideales sin ser mayoría. La tendencia de las estructuras por contener enunciados emancipadores no siempre son acertados ya que se está cayendo en la secularización de los modelos sociales y culturales, donde el Ethos heredado y vivido está siendo transformado por estas necesidades. La capacidad comunicativa trasciende cualquier enunciado ya previamente reflexionado por nosotros. El Ciber-espacio nos ofrece el reto de ver una realidad Supra que hace tiempo esta creando paralelismos generacionales entre una y otra población. El mal como estructuración contraria a la verdad está permeando ya este modelo dialogal supra, es decir, más allá que la conversación y el dialogo cara a cara por introducirnos en una realidad perceptible de forma individual sin convencionalismos colectivos, es decir, hoy podemos sostener más de una conversación sin ver a las personas y mucho menos sin estar presente físicamente, de esta manera opera ya esta  Ciber-realidad y Supra-realidad.

La Gracia lucha contra el pecado pero también necesita caer positivamente hablando en esta connotación de comunicación sin límite alguno. Antropizar la Ciber-comunicación es su equivalencia con la posibilidad de establecer una comunicación del ser con su realidad o entorno percibido. El pecado también emplea la comunicación esencialmente para abordar al ser humano en su postura dialogante con el entorno y su percepción. Digamos que la dinámica metafísica de la comunicación permite a la Gracia llegar a las figuras objetivadas por la persona humana, es decir, permite que la verdad esencial del ser humano perciba el dialogo inefable del amor y el perdón en su existencia. Recordemos que las parábolas eran explicadas por el Señor a sus discípulos en privado. La connotación de su contenido no era solo la formalidad de las palabras sino de su identidad bajo la Gracia y su perfecta asimilación. Solo citando a vuelo de pájaro, no olvidar tampoco la manera como Saulo en su viaje a Damasco cae del caballo y escucha la voz de quien no puede conocer, pues sin una clara meta-comunicación asistida por la Gracia el Evangelio solo son palabras y relatos que no trascienden en la vida del que escucha… La naturaleza de nuestra comunicación es clave para la dialéctica de la Gracia o en su defecto para el pecado, las palabras reflejan poderosamente el contenido eidético de la persona. (45). Solo en Cristo revelador del misterio Trinitario el creyente unido a la Madre Iglesia puede vivir perfectamente el don de la Gracia salvífica, bella redundancia… (46).


BIBLIOGRAFIA/CIBERGRAFIA/FUENTES/ARTICULOS.

1-      Nota del autor.
2-      SERTILLANGES, O. P., A. D. opus citatum, p. 15/Restrepo González, Publio El problema del mal en San Agustín Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 146, mayo-agosto, 2007, pp. 97-117 Universidad de San Buenaventura Bogotá, Colombia.
3-      Nota del autor.
4-      Nota del autor.
5-      Confesiones I, 1, 1. Nota: todas las citas de San Agustín, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (Hay varias ediciones y fechas: 1958... 1993...). 5 "Los bienes pueden existir solos en alguna parte, pero los males en sí solos, nunca". SAN AGUSTÍN. De Civitate Dei XII, 3. 6 Cl. scoruS. De Primo Principio, Cap. II. In: Opera Omnia. Civitas Vaticana, 1950, p. 12-14. https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Biblia-de-Jerusalem-1976.
6-      Nota del autor.
7-      Nota del autor.
8-      De Libero Arbitrio I, m, 8.
9-      De Natura Boni XXIII.
10-  De Natura Boni XXIII.
11-  Nota del autor.
12-  Nota del autor.
13-  Nota del autor.
14-  Nota del autor.
15-  Nota del autor.
16-  Agustín, San, Obispo de Hipona (1982), La naturaleza del bien, en Obras completas de san Agustín, vol. III, Madrid, España, BAC.
17-  Nota del autor.
18-  Nota del autor.
19-  Nota del autor.
20-  Nota del autor.
21-   Agustín, San, Obispo de Hipona (1982b), Contra los académicos, en Obras completas de san Agustín, vol. III, Madrid, España, BAC.
22-  Evangelio Práctico: COMPRENSIÓN DEL PENSAMIENTO ...
23-  cristoeseltema.blogspot.com/2017/10/comprension-del-pensamiento-agustiniano.html.
24-  Nota del autor.
25-  Nota del autor.
27-  Nota del autor.
28-  Nota del autor.
29-  Nota del autor.
30-  Notad el autor.
31-  FERRATER MORA J., Diccionario de filosofía, Tomos III y IV, Ariel, Barcelona, 2001.
32-  GRISON M., Teología natural o teodicea, Herder, Barcelona, 1978.
33-  GARCÍA MORENTE M., Lecciones preliminares de filosofía, Edimusa, México, 1983./ Nota del autor sobre la libertad creadora de Dios.
34-  www.monografias.com › Religión/ filosofiauny.blogspot.com › El renacimiento › Leibniz y La Teodicea.
35-  Nota del autor/ reflexión sobre la inclusión metafísica del mal como respuesta a las actuaciones del bautizado.
36-  Nota del autor/ sobre la vida de Leibniz, tomamos información citando a: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/leibniz.htm.
37-  Nota del autor.
38-  Nota del autor.
39-  Agustín, 1982a: I, 8, 18.
40-  Nota del autor.
41-  Nota  del autor.
42-  Nota del autor.
43-  Nota del autor.
44-  Nota del autor.
45-  Nota del autor.
46- Nota del autor.














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