REFLEXIÓN SOBRE LA VIVENCIA DE LA PASCUA EN LA IGLESIA.
Descubrimos que la evolución de nuestra Fe nos debe llevar a
la concepción de la existencia de la Iglesia no solo como un espacio asociado a
la función Cultica de los Ritos y Sacramentos vividos y celebrados en ella… La
Iglesia es antes de toda consideración, Madre Espiritual de los Bautizados y
nexo con las Realidades de sus Hijos, nuestra concepción de Fe nos dice a
gritos que la Pascua es perenne en la Actualidad Redentora de Cristo y
Trinitaria por las Procesiones de la misma (Ad-Extra e Intra) es ella como Institución
marcada por su clara Asistencia y Existencia
Antropológica y que conserva su Humanidad latente siendo santificada por el Espíritu
Santo con una poderosa connotación que Intrínseca
a la Persona Humana, realza y lucha por sus Valores, así como Derechos y
Deberes, es pues, la Iglesia un maravilloso receptor de la Voluntad de Dios y
conduce con prontitud a sus Hijos los Bautizados, es la nuestra una Eclesiología
unida a la Realidad Humana y al constante ir y venir de las Personas y sus
Circunstancias, en el Contexto de la Humanidad Eclesial diremos que la Pascua que vive la Iglesia clama eternamente
por y con sus Hijos, y de esta forma la Iglesia asume que el Camino de su
Espiritualidad es parte de su Historia de Salvación en una constante inclusión de
cada uno de sus Hijos…
La Autoridad de la Iglesia se vive en cada elemento de
nuestra concepción de la vida y el Universo como infinito mar de posibilidades
al servicio de la Creación y como obra dinámica donde la vida se manifiesta
bajo toda condición. La Pascua es vida y la obra Pastoral y Evangelizadora de
la Iglesia debe estar abierta a la Sociedad donde esta vive y asiste en la Fe y
cotidianidad a sus Hijos. Es una alusión a su Sustancia Total y Totalizante que
define constantemente la Ruta de la Persona Humana presa de su Subjetividad.
El Espíritu Santo, es el revelador de la Pascua de Cristo y
el Reconciliador por Antonomasia de la Creación con su Creador, con razón es
invocado por los PP. De la Iglesia en una Bella oración cuya centralidad cito: El Espíritu que Resucitó a Cristo de entre
los muertos.
La Resurrección de Cristo, es un acontecimiento motivador que
renueva la presencia Intrínseca de Dios Trinidad en ella y los suyos, no es
precisamente el desconocimiento Vestigia de Dios en la Institución sino el
dejar en claro y a salvo la Voluntad del Bautizado por renovar de la mano de la
Madre Iglesia, su Fe y Espiritualidad, cada Congregación se convierte en un
Faro que ilumina y manifiesta al Mundo este acontecimiento definitivo (Resurrección
del Salvador).
La concepción de los Apóstoles y de la Iglesia Primitiva
sobre la Pascua del Redentor esta motivada por los Textos Evangélicos, que fieles a la Tradición Escrituristica Judía
se delinearon bajo la concepción del MIDRASH
que busca en el corazón del Fenómeno
de la Resurrección la visión de lo que pasó y quiso enseñar, dejando que hable
la Emoción y el Corazón en una total Inmanencia de Sentimientos e interpretación
de la vida Renovada en Cristo, lo anterior es nuestro propósito al asociar su
Amor con el Sacrificio Real del Hijo de Dios, el Midrash desde luego es vivido
por Hombres y Mujeres de Fe, Judíos convencidos y Radicales, Gente capaz de
Interiorizar, Interpretar y hacer de este Fenómeno una Realidad a la hora de
construir todo cuanto esta abocado un Ser Humano (Trascendencia) es fenomenológico
desde la visión de la Fe y nos introduce en una Fenomenología trascendente que
busca en el espíritu la certeza de la Cruz y su drama al colmo mismo de la Resurrección
del Redentor, cuando el Episcopal o en general el Bautizado expresa que esto sucedió
hace mucho Tiempo y se queda en esa justificación para no asistir y vivir con
la Iglesia la Pascua de Cristo intrínsecamente esta expresando que el acontecimiento
se convirtió en Mito y por ende no
toca las fibras de su Fe y vida Eclesial. El Mito no trasciende las razones de
su finalidad y queda bajo el presupuesto de la Historia Emaús se inserta en la cotidianidad y desmitifica la Resurrección del
Salvador (Lc 24: 13-35).
La vida Sacramental en la Iglesia supone el Deposito Pascual
hecho Ministerio sin perder de vista que Cristo es la Justificación de todo
Ministerio y su razón de ser, en su Sacerdocio celebramos la Pascua y renovamos
su presencia constante.
El Sepulcro vacio, es tan solo la figura del acontecimiento
pero su mayor interlocutor es la voluntad de sus Amigos en vivir de cara a la
Sociedad lo que significa y significará el Mensaje de Cristo, esto implica que cada
uno de nosotros puede vivir la Pascua como ellos hace tanto tiempo atrás y que
los Frutos permanecen inmutables, la Actualidad
de la Resurrección toca el corazón y no tanto el signo Subjetivo casi Mítico
del sepulcro Vacio de Cristo… La Espiritualización de la misma desde su Metafísica
dicta que el Bautizado es Testigo elocuente de la Cruz y el Triunfo de su
Salvador y que en algún momento de su personal Pascua estará sujeto a la Cruz y
Resurrección, la Pascua nos dispone a preparar nuestro Triunfo de la mano del
Salvador y de la Iglesia, recordemos las palabras del Hiponense: Si Dios es Padre la Iglesia es Madre. Los
Textos Pascuales son una Interpretación a la Luz de la concepción y Cosmovision
del Creyente y según cree.
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