sábado, 10 de enero de 2015

LA ESPIRITUALIDAD DE LA SANTA CRUZ... CAMINO DE ESPERANZA. MEMORIA SEMINARIO.

LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ… CAMINO DE ESPERANZA.

INTRODUCCIÓN.

La Cruz representa para el Creyente un Signo de la Voluntad salvífica de Dios que desde la perspectiva y “Altura” del Madero entra en la crisis de la interpretación nuestra, pasando de “Caminar sobre el mar” dominar el Clima a colgar literalmente de ella, dando para algunos la impresión de abominación porque pone a Dios de “Rodillas” y le hace vulnerable, mientras que para otros el no asociarlo con la Cruz lo muestra Poderoso y dispuesto a conceder cuanto le pedimos, estamos pues, ante la visión del Dios Hijo ya no en la Cruz y gozando de sus privilegios Divinos. La anterior afirmación no tiene nada que ver con el Eterno retorno del Verbo al Padre sino más bien, con la concepción “Milagrera de Cristo” que desafortunadamente el común de los Creyentes representa constantemente en sus vidas e intenciones, nosotros vemos en la Cruz un  Signo del Amor  y la Misericordia de Dios que no apartó a su propio Hijo de ella por nosotros.

Al portar la Santa Cruz estamos fundiendo cada experiencia de Fe en su razón de ser, la Redención, y esta Imagen de Misericordia es para nosotros un Estilo y Actitud de Vida. La Cruz como Madero no indica más que una escena histórica contemplada en la Cultura Legal romana pero cuando nos ponemos de frente a ella vemos que une tanto el Cielo como la Tierra, el Corazón de Dios que toca poderosamente el nuestro, llegando a exclamar con el Hiponense: Oh feliz culpa que nos mereciste tal Salvador.

VISIÓN PAULINA DE LA CRUZ.

San Pablo después de su Conversión hace de la Experiencia de la Cruz la Centralidad de su vida y Ministerio, pero la llevará a su máxima expresión, a su Universalidad, convirtiéndose en Signo del Amor y la Misericordia de Dios, siendo esto último, las dos poderosas razones de la Cruz como Instrumento de Gracia en la Persona Adorable de Jesucristo el Hijo de Dios, la Cruz se vive en Pablo como en cada uno de nosotros (Gal 2,20) pasando de ser pecadores a Creyentes, Pablo entiende la Cruz como una manifestación de la Gracia  dando origen a una nueva concepción de nuestra Experiencia de Fe, es pues, delante de ella como se vive la plenitud de la confianza en Dios y su Poder Amoroso (1 Cor 2:1-5) enseñándonos que es también signo vivo de Reconciliación (2Cor 5:14-21) y para Pablo es esencialmente vital en la concepción de su Espiritualidad (Podemos decir con Pablo, nos amó y se entregó por mi)… No es solo una vida o existir personal, es sobre todo, estar sumergidos en la Cruz y en su contenido Testimonial.

Nuestras oraciones delante de ella siempre se impregnan de su fuerza y Testimonio, ella personifica la constancia y confianza en Dios, es como decir que en ella clavamos literalmente todo nuestro ímpetu y orgullo que pretende sobreponerse y justificar su llamado a dejar a tras cualquier Símbolo de Sacrificio y dolor, por naturaleza rechazamos el Dolor y no queremos saber nada que implique su manifestación en nuestras vidas, Pablo durante su vida enfrentó a la Cruz en su positiva incomprensión haciendo de cada Sacrificio una Oblación reparadora equiparando su Sacrificio Humano con el del Salvador en el Madero de la Cruz.

Nosotros como herederos de la Gracia y de la Cruz no la vemos como castigo, reconocemos su valor como “Mojón” en el Camino de nuestra Espiritualidad y una señal segura de estar en la Dirección de la Redención, ver hacia la Cruz es ver delante de Dios el inmenso Sacrificio de su Amor por cada uno de nosotros, y como si fuera poco cada Bautizado vive las marcas de la Cruz en su personal experiencia terrena, esas marcas potencian nuestra fe, esas marcas son santas y también Oblación al Dios de la vida, en este rango entran nuestras dolencias y problemas, y como si eso no fuera suficiente cada uno carga con su Cruz…

Su Testimonio es muy edificante para el Creyente que no desconoce su valor y está dispuesto a portarla Espiritualmente, es la Cruz una forma de vivir e interpretar el Mundo en el que nos movemos y edificamos, Hoy ella manifiesta su actualidad en cada uno de los Bautizados y sobre todas las cosas, es un Faro que ilumina cada Espiritualidad que la Iglesia en su multitud de Carismas nos comparte. En la edad Media los grandes reformadores (Agustinos, Carmelitas, Franciscanos, entre otros) tenían la concepción de la Cruz como algo estático y cuya experiencia literalmente se vivía a los pies de la misma, como indicando una constante actitud casi que Quietista, donde la Pasión de Cristo movía las entrañas del Místico que alejado del Mundo se llenaba de ella, esta forma de vivir la Espiritualidad los conducía a una mentalidad fatalista en algunos casos sobre la vida y su valía, nosotros asumimos en la Cruz una actitud dinámica puesto que el redentor no se quedó en ella y mucho menos edificó en ella su Trono, es por lo demás, una forma de indicar la Madurez espiritual que convive con el Dolor y la Enfermedad y que decir de la frustración que hace su aporte en la Cotidianidad de los Bautizados, pero gracias a la Cruz comprendemos que de alguna manera pendemos también de ella, y que si recibimos la Gracia del ser Hijos por Adopción también nos solidarizamos con el Hijo de Dios y no renunciamos a nuestra “Cuota” de Humanidad…

Al respecto diremos que la Cruz no retiene, ella sustenta cada esfuerzo por ser mejores personas y Creyentes, ella es un apoyo paradójicamente ante nuestros sufrimientos, su visión e interpretación positiva dista muchísimo de verla como un simple castigo histórico para convertirse en fuente de profunda Espiritualidad para el Bautizado, el propio Pablo ve en ella la posibilidad de Crucificar todo aquello que compone el que él llama el Hombre viejo cuya condición en su reflexión personal está más orientado a Adán que al propio Cristo, en esta perspectiva la Cruz puede dar “muerte” a todo aquello que nos separa del Amor de Dios, y ella es Santa puesto que sobre ella el Salvador derramó su Preciosa Sangre para remisión de pecados.

En la actualidad establecemos una relación que busca Adjetivarla y reconocer su aporte en cada experiencia de Fe pero también se hace necesaria tanto Espiritualizarla como Objetivarla, solo para indicar que la Cruz no es un Mito y tampoco equipararla a la Voluntad Salvífica de Dios, pero si y de buena gana rescatar los valores que ella nos inspira, en cuanto a su Adjetivación diremos, la Cruz es un Valor del Cristianismo, es Símbolo de Piedad, Entrega, Amor, Fe y si entramos en la discusión sobre su Objetivación diremos, la Cruz es Instrumento de Redención y sobre ella colgó el Salvador de la Humanidad, lo que implica un grado si cabe el termino de Santidad en la misma siendo el objeto inanimado de mayor Sacralidad en el Cristianismo, pero superando lo anterior diremos en pie a su Objetivación, que sobre el Madero de la Cruz reposó  la Voluntad Salvífica del Padre Dios y de esta forma después del Verbo Encarnado ella pudo simbolizar la Unión entre el Cielo y la Tierra superando al Arcoíris del imaginario religioso de la Alianza que sucede al Diluvio.

Por otro lado en cuanto a su Espiritualización diremos que la Cruz generó por Voluntad del Salvador un vínculo esencialmente Espiritual que la Santifica como tal y la hace partícipe de la Salvación, por extensión de la Gracia del que en ella Murió y Resucitó.

LA MEDITACIÓN ASOCIADA A LA SANTA CRUZ.

La Oración posee una dosis alta de Sacrificio y reconocimiento de la propia limitación o “Poquedad” en esta perspectiva el Creyente debe asumir su Meditación y trascender lo que Objetiva desde su mente pasando por su Corazón,  es aquí donde la Cruz toca cada imaginario y recuerdo y lo asocia al Sacrificio, al respecto sobre el inicio de la Meditación como movimiento de la Mente y el Alma nos dirá el Hiponense: La Invocación es llamar a Dios para que vaya dentro de nosotros… Y plantea la siguiente reflexión sobre el inicio de la Oración como Invocación de Dios, Dame señor a conocer y entender qué es primero, si invocarte o alabarte, o si antes conocerte que invocarte… la Razón es sin duda alguna su punto de partida para asociar a la Oración cuanto es noble y vital para el Bautizado, asumiendo que cada palabra brota de la familiaridad de Conocer a Dios, aquí en su Cosmovisión de la Espiritualidad el Doctor de la Gracia, equipara Amar con  Conocer de esta forma Invocar es fruto del Conocer y este del Amar, como sería posible invocar sin Amar o Amar sin conocer lo que invocamos? Más que un predicamento es el desarrollo razonable de nuestra Fe y Oración la que brota de nuestro conocimiento de lo amado y Adorado… La Cruz impávida permanece frente a su Señor, inmutable ante el Devenir de la Historia como indicando que ella es testigo fiel de cuanto acontece en la Creación y particularmente en la vida del Creyente. Nuestra Oración de frente a la Cruz nos recuerda constantemente que la vida como Existencia que explicita la Voluntad de Dios requiere de la certeza y convicción de la Salvación por parte nuestra  y desde luego no estamos incurriendo en un cierto determinismo puesto que la Salvación es una Gracia inmerecida… Orar es fundamento de nuestro reconocimiento de Dios, Orar implica para nosotros que la Cruz está presente y viva como un Madero de fuertes raíces donde afincada en su Señor esta dispuesta también a sostenernos en este caminar espiritual, no podemos asumir como algunos que es Símbolo de castigo, o maldición, basta con mirar su Teología bellamente manifestada por Pablo de Tarso: Porque el Amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan más para si los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos… (2 Cor 5: 14-15) de esta forma solo en perspectiva de nuestra Espiritualidad es también ella Signo de Asociación a Cristo y a nuestros hermanos, en nuestra concepción no es factible dejar a la Cruz fuera de nuestros Templos y Oratorios, ella hace parte de nuestra Liturgia y distintivo fundamental de nuestra fe, Cristo mismo nos invita a llevar nuestra propia Cruz ya no como renuncia como si de aceptación de nuestra realidad y condición personal siempre necesitada de la Gracia y Santidad: La misma Gracia concedida al Hombre Jesús desde toda la Eternidad para que llevara a cabo perfectamente su Misión Salvadora, es la fuente desde donde se origina la Gracia que se difunde en todos los miembros de su Cuerpo o Pleroma. San Agustín.     
   
 

  
    


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