LA ESPIRITUALIDAD DE LA
CRUZ… CAMINO DE ESPERANZA.
INTRODUCCIÓN.
La Cruz representa para el Creyente un Signo de la Voluntad
salvífica de Dios que desde la perspectiva y “Altura” del Madero entra en la
crisis de la interpretación nuestra, pasando de “Caminar sobre el mar” dominar
el Clima a colgar literalmente de ella, dando para algunos la impresión de
abominación porque pone a Dios de “Rodillas” y le hace vulnerable, mientras que
para otros el no asociarlo con la Cruz lo muestra Poderoso y dispuesto a
conceder cuanto le pedimos, estamos pues, ante la visión del Dios Hijo ya no en
la Cruz y gozando de sus privilegios Divinos. La anterior afirmación no tiene
nada que ver con el Eterno retorno del Verbo al Padre sino más bien, con la
concepción “Milagrera de Cristo” que desafortunadamente el común de los
Creyentes representa constantemente en sus vidas e intenciones, nosotros vemos
en la Cruz un Signo del Amor
y la Misericordia de Dios que no apartó a su propio Hijo de ella por
nosotros.
Al portar la Santa Cruz estamos fundiendo cada experiencia de
Fe en su razón de ser, la Redención, y esta Imagen de Misericordia es para
nosotros un Estilo y Actitud de Vida. La Cruz como Madero no indica más que una
escena histórica contemplada en la Cultura Legal romana pero cuando nos ponemos
de frente a ella vemos que une tanto el Cielo como la Tierra, el Corazón de
Dios que toca poderosamente el nuestro, llegando a exclamar con el Hiponense: Oh feliz culpa que nos mereciste tal
Salvador.
VISIÓN PAULINA DE LA
CRUZ.
San Pablo después de su Conversión hace de la Experiencia de
la Cruz la Centralidad de su vida y Ministerio, pero la llevará a su máxima
expresión, a su Universalidad, convirtiéndose en Signo del Amor y la
Misericordia de Dios, siendo esto último, las dos poderosas razones de la Cruz
como Instrumento de Gracia en la Persona Adorable de Jesucristo el Hijo de
Dios, la Cruz se vive en Pablo como en cada uno de nosotros (Gal 2,20) pasando
de ser pecadores a Creyentes, Pablo entiende la Cruz como una manifestación de
la Gracia dando origen a una nueva concepción de nuestra
Experiencia de Fe, es pues, delante de ella como se vive la plenitud de la
confianza en Dios y su Poder Amoroso (1 Cor 2:1-5) enseñándonos que es también
signo vivo de Reconciliación (2Cor
5:14-21) y para Pablo es esencialmente vital en la concepción de su
Espiritualidad (Podemos decir con Pablo, nos amó y se entregó por mi)… No es
solo una vida o existir personal, es sobre todo, estar sumergidos en la Cruz y
en su contenido Testimonial.
Nuestras oraciones delante de ella siempre se impregnan de su
fuerza y Testimonio, ella personifica la constancia y confianza en Dios, es
como decir que en ella clavamos literalmente todo nuestro ímpetu y orgullo que
pretende sobreponerse y justificar su llamado a dejar a tras cualquier Símbolo
de Sacrificio y dolor, por naturaleza rechazamos el Dolor y no queremos saber
nada que implique su manifestación en nuestras vidas, Pablo durante su vida
enfrentó a la Cruz en su positiva incomprensión haciendo de cada Sacrificio una
Oblación reparadora equiparando su Sacrificio Humano con el del Salvador en el
Madero de la Cruz.
Nosotros como herederos de la Gracia y de la Cruz no la vemos
como castigo, reconocemos su valor como “Mojón” en el Camino de nuestra Espiritualidad
y una señal segura de estar en la Dirección de la Redención, ver hacia la Cruz
es ver delante de Dios el inmenso Sacrificio de su Amor por cada uno de
nosotros, y como si fuera poco cada Bautizado vive las marcas de la Cruz en su
personal experiencia terrena, esas marcas potencian nuestra fe, esas marcas son
santas y también Oblación al Dios de la vida, en este rango entran nuestras
dolencias y problemas, y como si eso no fuera suficiente cada uno carga con su
Cruz…
Su Testimonio es muy edificante para el Creyente que no
desconoce su valor y está dispuesto a portarla Espiritualmente, es la Cruz una
forma de vivir e interpretar el Mundo en el que nos movemos y edificamos, Hoy
ella manifiesta su actualidad en cada uno de los Bautizados y sobre todas las
cosas, es un Faro que ilumina cada Espiritualidad que la Iglesia en su multitud
de Carismas nos comparte. En la edad Media los grandes reformadores (Agustinos,
Carmelitas, Franciscanos, entre otros) tenían la concepción de la Cruz como
algo estático y cuya experiencia literalmente se vivía a los pies de la misma,
como indicando una constante actitud casi que Quietista, donde la Pasión de Cristo movía las entrañas del Místico
que alejado del Mundo se llenaba de ella, esta forma de vivir la Espiritualidad
los conducía a una mentalidad fatalista en algunos casos sobre la vida y su
valía, nosotros asumimos en la Cruz una actitud dinámica puesto que el redentor
no se quedó en ella y mucho menos edificó en ella su Trono, es por lo demás,
una forma de indicar la Madurez espiritual que convive con el Dolor y la
Enfermedad y que decir de la frustración que hace su aporte en la Cotidianidad
de los Bautizados, pero gracias a la Cruz comprendemos que de alguna manera
pendemos también de ella, y que si recibimos la Gracia del ser Hijos por
Adopción también nos solidarizamos con el Hijo de Dios y no renunciamos a
nuestra “Cuota” de Humanidad…
Al respecto diremos que la Cruz no retiene, ella sustenta
cada esfuerzo por ser mejores personas y Creyentes, ella es un apoyo
paradójicamente ante nuestros sufrimientos, su visión e interpretación positiva
dista muchísimo de verla como un simple castigo histórico para convertirse en
fuente de profunda Espiritualidad para el Bautizado, el propio Pablo ve en ella
la posibilidad de Crucificar todo
aquello que compone el que él llama el Hombre
viejo cuya condición en su reflexión personal está más orientado a Adán que
al propio Cristo, en esta perspectiva la Cruz puede dar “muerte” a todo aquello
que nos separa del Amor de Dios, y ella es Santa puesto que sobre ella el
Salvador derramó su Preciosa Sangre para remisión de pecados.
En la actualidad establecemos una relación que busca Adjetivarla y reconocer su aporte en
cada experiencia de Fe pero también se hace necesaria tanto Espiritualizarla como Objetivarla, solo
para indicar que la Cruz no es un Mito y tampoco equipararla a la Voluntad
Salvífica de Dios, pero si y de buena gana rescatar los valores que ella nos
inspira, en cuanto a su Adjetivación diremos, la Cruz es un Valor del
Cristianismo, es Símbolo de Piedad, Entrega, Amor, Fe y si entramos en la
discusión sobre su Objetivación diremos, la Cruz es Instrumento de Redención y
sobre ella colgó el Salvador de la Humanidad, lo que implica un grado si cabe
el termino de Santidad en la misma siendo el objeto inanimado de mayor
Sacralidad en el Cristianismo, pero superando lo anterior diremos en pie a su
Objetivación, que sobre el Madero de la Cruz reposó la Voluntad Salvífica del Padre Dios y de
esta forma después del Verbo Encarnado ella pudo simbolizar la Unión entre el
Cielo y la Tierra superando al Arcoíris
del imaginario religioso de la Alianza que sucede al Diluvio.
Por otro lado en cuanto a su Espiritualización diremos que la
Cruz generó por Voluntad del Salvador un vínculo esencialmente Espiritual que
la Santifica como tal y la hace partícipe de la Salvación, por extensión de la
Gracia del que en ella Murió y Resucitó.
LA MEDITACIÓN ASOCIADA
A LA SANTA CRUZ.
La Oración posee una dosis alta de Sacrificio y
reconocimiento de la propia limitación o “Poquedad” en esta perspectiva el
Creyente debe asumir su Meditación y trascender lo que Objetiva desde su mente
pasando por su Corazón, es aquí donde la
Cruz toca cada imaginario y recuerdo y lo asocia al Sacrificio, al respecto
sobre el inicio de la Meditación como movimiento de la Mente y el Alma nos dirá
el Hiponense: La Invocación es llamar a
Dios para que vaya dentro de nosotros… Y plantea la siguiente reflexión
sobre el inicio de la Oración como Invocación de Dios, Dame señor a conocer y entender qué es primero, si invocarte o
alabarte, o si antes conocerte que invocarte… la Razón es sin duda alguna
su punto de partida para asociar a la Oración cuanto es noble y vital para el
Bautizado, asumiendo que cada palabra brota de la familiaridad de Conocer a
Dios, aquí en su Cosmovisión de la Espiritualidad el Doctor de la Gracia,
equipara Amar con Conocer de esta forma Invocar es fruto del
Conocer y este del Amar, como sería posible invocar sin Amar o Amar sin conocer
lo que invocamos? Más que un predicamento es el desarrollo razonable de nuestra
Fe y Oración la que brota de nuestro conocimiento de lo amado y Adorado… La
Cruz impávida permanece frente a su Señor, inmutable ante el Devenir de la
Historia como indicando que ella es testigo fiel de cuanto acontece en la Creación
y particularmente en la vida del Creyente. Nuestra Oración de frente a la Cruz
nos recuerda constantemente que la vida como Existencia que explicita la
Voluntad de Dios requiere de la certeza y convicción de la Salvación por parte
nuestra y desde luego no estamos incurriendo
en un cierto determinismo puesto que la Salvación es una Gracia inmerecida…
Orar es fundamento de nuestro reconocimiento de Dios, Orar implica para
nosotros que la Cruz está presente y viva como un Madero de fuertes raíces donde
afincada en su Señor esta dispuesta también a sostenernos en este caminar
espiritual, no podemos asumir como algunos que es Símbolo de castigo, o
maldición, basta con mirar su Teología bellamente manifestada por Pablo de Tarso:
Porque el Amor de Cristo nos apremia al
pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por
todos, para que ya no vivan más para si los que viven, sino para aquel que
murió y resucitó por ellos… (2 Cor 5: 14-15) de esta forma solo en
perspectiva de nuestra Espiritualidad es también ella Signo de Asociación a
Cristo y a nuestros hermanos, en nuestra concepción no es factible dejar a la
Cruz fuera de nuestros Templos y Oratorios, ella hace parte de nuestra Liturgia
y distintivo fundamental de nuestra fe, Cristo mismo nos invita a llevar
nuestra propia Cruz ya no como renuncia como si de aceptación de nuestra
realidad y condición personal siempre necesitada de la Gracia y Santidad: La misma Gracia concedida al Hombre Jesús
desde toda la Eternidad para que llevara a cabo perfectamente su Misión
Salvadora, es la fuente desde donde se origina la Gracia que se difunde en
todos los miembros de su Cuerpo o Pleroma. San Agustín.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario