OPCIÓN Y ELECCIÓN…
PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES.
Mateo nos presenta en su Evangelio (25:1-13) la Parábola de
las Vírgenes y enfrenta sus actitudes con el Reino de los Cielos, pero miremos
las palabras de la Tradición: Estas
Mujeres representan a las almas cristianas
que permanecen a la espera de su Esposo Cristo, aunque tarde. En este
contexto la Lámpara representa la actitud vigilante del Creyente… La
figura Esponsal empleada por (Mt) representa el vínculo Espiritual y Místico
que vive el Alma del Creyente ante su Dios, en una relación viva y Teonoma, es
decir, total y necesariamente dependiente por el Vínculo Relacional del Amor.
La Lámpara es en sí un Don Maravilloso de Dios que está lista
para fortalecer la experiencia de Fe de quien la posee y confía en su Gracia, tal
afirmación constituye un principio de Misericordia de Dios que no permite que
la Oscuridad de la personal experiencia del mal anonade nuestra vida. Hoy
estamos ante la opción esencial de responder a su llamado y cargar de “aceite”
este maravilloso recurso disipador de la situación o condición de pecado
personal.
La vida Eclesial se convierte en esa misma Lámpara solo en la
medida en la que profundizamos sus contenidos, teniendo presente que la Palabra
Divina es esa Lámpara que guía y estructura nuestra Conciencia, eso nos indica
el Salmista: Para mis pies antorcha es
tu Palabra, luz para mi sendero (119,105) La Palabra depositada en el Corazón
de la Iglesia nos Revela no solo la Voluntad de Dios sino también su cercanía y
disposición por el Amor que nos tiene, Amor en la Suma Perfección de su propia
donación, miremos las palabras del Hiponense: Porque me amaste me hiciste amable, no podemos suponer cosa
distinta al Amor Creador de Dios que continua actual en nosotros.
La Palabra es imperecedera y se hace una con el corazón del
Creyente al punto de llenarle con su Gracia y darle deseos de Dios… Los Padres
Latinos exclamaron: El Espíritu de las
Sagradas Escrituras están más en el Corazón de la Iglesia que en el Canon de los
Libros.
Es pues bien claro para nosotros que las Escrituras son esa Lámpara
que alimenta la Luz del Creyente y le dispone plenamente para vivir la
experiencia del Bien y el Amor en su tránsito por la existencia terrenal. Nos
queda como compromiso meditar y reflexionar a la luz de la Palabra Inspirada y
conocer la Voluntad de Dios en ella Revelada…
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