REFLEXIÓN ECLESIOLOGICA… ANUNCIO Y PRESENCIA DE LA SALVACIÓN TRAÍDA POR CRISTO.
Iniciamos esta reflexión como escriben los “Literatos
Actuales” comenzando por el final… La Iglesia como Pueblo y empleando EL
TERMINO SE VINCULA EFICAZMENTE A LA REALIDAD de las Culturas que toca con su
influjo y en una Evolución de su forma de ver y experimentar la Trascendencia… Para
los Griegos y latinos el término Iglesia hacía referencia a la reunión de
personas que se desplazan a un lugar determinado para una acción específica,
desde luego el desarrollo doctrinal de la misma sobre la Resurrección de Cristo
y la presencia del Espíritu Santo como revelador de las Sagradas Escrituras,
recordemos que la Iglesia como Institución se revela así misma en Comunión con
la Palabra de Dios y que la Causa Eficiente de esa acción esta Espiritualizada
en su inserción en el Mundo (Objetiva- Subjetiva).
Tal acción redunda en la “Fe Apostólica”, que llega a
nosotros como a los PP. En clara consonancia con su anuncio Kerygmatico
expresado por San Pablo. De lo anterior concluimos que la Iglesia no es ajena y
tampoco lo podría ser a la vida del Mundo y los Seres Humanos, en un ejercicio
Antropológico que determinará su vida en la Esperanza, ella es consciente de la Escatología en el Mundo, retomando
la visión del Teólogo Alemán concluiremos con sus propias palabras “La postura Eclesial de masas se alterna y
concilia con su entorno hacia una opción de Fe, Personal, Clara, Consciente,
ella no es solo objeto de Fe, es la que reúne, vive, y celebra la Fe en un
mismo Señor y Salvador” A esta oración es posible y factible agregar la
definición Eclesiológica de San Agustín
“El Mundo reconciliado es la Iglesia”, Este Mundo es Total y Totalizante y
no suprime o deja fuera absolutamente nada que constituye tanto el actuar del
Ser Humano como sus hábitos, y no necesariamente estamos incurriendo en
rigorismos de carácter Moral, estamos por el contrario, asumiendo una postura
que no deja nada fuera de ella y su componente Redimido. El propio Ireneo,
fundamenta el obrar Eclesial sobre la base de los Apóstoles, esta es la fe de
la Iglesia y sobre todo es la fe enseñada y transmitida al Mundo desde adentro
del Mundo, y dignificada plenamente en Cristo Salvador…
Cuando asumimos que la transmisión de la Fe es intima a la Creación
como la acción salvífica misma de Dios
en la Persona de su Hijo y comunicada por el Espíritu Santo, es pues, el signo
Santo de la Nueva Creación, y
principio indiscutido de la Universalidad
del Mensaje de Cristo.
Es determinante asumir que la Potestad Eclesial es un
Atributo del Espíritu Santo manifestado en ella y para ella, y hace que la
Autoridad de la Iglesia la convierta en la depositaria de la fe y trascendencia
de sus Hijos es pues, Sacramento de
Salvación, claramente los PP. Enseñarán sobre la Potestad de Suplir en el
Mundo y para el Mundo y el Hombre parte intrínseca de la Creación y su
escenario de Gracia y conflicto, de paz y tensión… “La Iglesia es Sierva de Dios y Madre de los Fieles o Creyentes” San
Agustín.
La Iglesia se convierte en Testigo elocuente de la
Resurrección de Cristo y vive su perenne Pentecostés como comunicación de Dones
Saludables para sus Hijos e Hijas que a lo largo y ancho de la Historia le
viven y aman como fuente de vida e instrumento especialísimo de Dios en
nosotros, empleamos el término Vívida,
para acentuar que en ella se vive y construye Historia personal y Cósmica de
Salvación y que la Justificación (Doctrina de la Justificación de los PP.), no
es otra que la Predestinación (Agustiniana), para recibirle y aceptarle en todos los ámbitos de la existencia,
así determinamos que la Gracia de Dios hace de la Iglesia, Predicado de su amor
Pleno y Salvífico.
La Antropología trascendente (Agustiniana), nos dirá
posteriormente “Dios es aquel de quien se puede Predicar con mayor propiedad el Ser”,
pero tal “Huella” Divina asume en nosotros la Potestad de la Razón y el Amor en
la configuración de la obra Humana, del Acto Humano que define su Moral en
comunión con sus acciones y todas ellas en camino o ruta de Salvación. Visto así es posible garantizar que la
Vida Eterna como regalo Eclesial, toma también Humanidad, toma carne como
en una Hipostasis necesaria (redundante el término ), pero que a la postre
vincula perfectamente la Humanidad con la Persona Divina de nuestro Salvador,
que así mismo decide quedarse con nosotros asumiendo la Naturaleza humana, con
una radicalidad tan plena y Totalizante que Diviniza en obra y Voluntad lo
constituido por el Ser Humano como Persona en el Mundo y para la trascendencia,
si tomamos el Discurso de Jesús en (Jn 17), y lo interpretamos en la dinámica
Relacional que Él mismo nos enseña concluiremos lo siguiente: Jesús trasciende al Mundo, y nosotros en su Potestad trascenderemos al
Mundo no como una mera Realidad material de relaciones complejas y cotidianas,
sino en orden a la plenitud que la experiencia terrena es imposible de
consolidar en la Persona Humana Redimida o llamada a la Eternidad, es Sublimar
su presencia en nosotros y permitirle actuar como solo su Soberanía puede
hacer, es hacer de la Inmutabilidad el sustento de nuestra Humana Mutabilidad… Es
permitir al Infinito entrar en Comunión con la imperfección finita de nuestra
Realidad, así parece indicarnos el Salvador en el Vers 16 del presente Capitulo
Joanico, es sin duda el Mundo escenario
Cósmico de opción y decisión para cada Creyente o Testigo de Cristo, para Juan
vencer al Mundo es una lucha Espiritual que asegura ininterrumpidamente nuestra
opción Salvífica y Relacional con Cristo en el seno Trinitario.
“Santifícalos en la
Verdad, tu Palabra es la Verdad” (17), Juan sintetiza con total claridad la Potestad Eclesial
transmitida por su Señor, y que durante muchos Eones, le afirmó en su Kerygma
Eclesial, y el reto de transmitir a los suyos su propio Ser e Identidad… (Mt
28,20).
Jesús insiste en su ausencia del Mundo, (18-19) como una
manera o formula verbal de aclarar que la Realidad trascendente es una muy
particular connotación de la Redención, donde la naturaleza del Mundo a pesar
de contar con la “Huella de su Creador”, esa maravillosa Verdad de la que habla
Cristo es posteriormente la razón misma de su trascendencia al Padre.
La Conciencia de Jesús le puede llevar a suponer la
Pre-existencia de su Ser en el Padre pero unido a la Iglesia le permite a cada
Cristiano pensar en la propia Pre-destinación para la Salvación en la consabida
responsabilidad de cada uno de nosotros sus Testigos y por tanto Creyentes.
Aquí la Unidad es consecuencia del Amor depositado en nuestro Salvador y en el
vínculo Eclesial a conciencia que hacemos de nuestra Experiencia de Fe.
En el ámbito de Iglesia la “ausencia de Cristo” nos asegura
la entrada en la Historia redimida, del Espíritu Santo y con su Gracia el
camino de la Comunión con Él, es suponer que la transformación del cristiano se
efectúa en la presencia del Paráclito y con su Poder se reescribe la Historia
de la Humanidad en las páginas de cada uno de nosotros, (Jn 16:7).
Es pues el Espíritu Santo, la ratificación de nuestra
experiencia religiosa o Cosmogonía, en clara actitud de discernimiento y
madurez cristiana, así lo expresaría San Pablo y otros grandes personajes de
las Sagradas Escrituras. Así establecemos que la Revelación de Dios al Ser
Humano nunca deja ni dejará de ser Intima
y gratificante, es tomar otros elementos y construir con ellos la tan necesaria
apertura al Mundo y a la Realidad espiritual que vivimos. La Iglesia como
Testiga de Cristo, vive abierta al Mundo y a cada uno de sus Hijos, es
imposible sacarla del Mundo puesto que su vínculo es Histórico, único e
irrepetible, que en consonancia son constituyentes de Cristo Resucitado en la
Historia de la Creación.
En lo más recóndito del alma podemos hallar un ser trascendente por eso en los monasterios se contempla a Cristo entre luchas y vaivenes del pecado, los cuales el ser humano se debate diariamente en el mundo que se muestra en su condición, tal como se trata es la forma cristiana de llegar a una trascendencia espiritual, los cursos que se buscan son temas de misticismo y espiritualidad.
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