LA ÉTICA Y LA
MORAL, CONSTRUCCIÓN EN TIEMPO PRESENTE.
“Somos el material
básico con el cual Dios empieza su obra”. Ray C. Stedman
CONCEPTUALIZANDO.
La realidad del presente
nos invita a asumir con total responsabilidad el acontecer en tiempo real ya
que las manifestaciones del orden en el que nos movemos así lo requieren. La
economía está delineando las posturas éticas y morales al punto de diseñar sus
propios esquemas afincados en una praxis donde el bien común se sectorizó
incluso en hemisferios, se está pensando que el mundo opinante solo vive en
Europa (UE) y Estados Unidos EE-UU), pero si analizamos el postulado
encontraremos que solo estos bloques poseen el 17% de la repartición mundial
pero su riqueza se construye sobre otras realidades que no entran en sus
políticas económicas. Un mundo polarizado no da respuesta a sus realidades
multicolor. Tampoco podrá dibujar una respuesta más o menos coherente al
mensaje contenido en el Evangelio que busca la consecución de postulados
auténticamente liberadores. Las nociones de propiedad privada y pública, parece
que están siendo revaloradas por los autores de la comunidad universal como se
pretenden autorregularse. América latina y con ella tanto el Norte como el
Caribe son realidades distintas que no pueden ser aglutinadas bajo un solo y
único ideal de vida o interpretación de una falseada “hermenéutica social y
política” la persistencia de los paradigmas entre ricos y pobres es fruto de
tales posturas absolutistas. La libertad para definir y vivir el Evangelio nos
debe conducir a valores dinamizadores del todo social y político en nuestros
entornos. “El imperio romano, lega al mundo actual los sueños de poder y
dominio casi que excluyentes de otros y su realidad”. El orden al que llama
Pablo en su carta a los Romanos especialmente en el (capítulo 13 versículos 1,2
y ss). Se refiere en tiempo real a la
condición necesario de un estado de derecho y gobierno justo y equitativo cuyos
postulados sean universalmente aceptados por todos (Tomás de Aquino) y Civitas
Dei de Agustín de Hipona en su máxima de teología política “De las leyes
injustas se muestra ausente el pueblo”.
SOBRE NUESTRA REFLEXIÖN.
Los antecedentes para
nuestra discusión los encontramos en la exposición sobre el camino vivencial de
la Fe que hace el apóstol Pablo a la comunidad de Roma. (No sabemos cómo empezaría
la iglesia en Roma, posiblemente lo hiciesen algunos cristianos que se habrían
convertido en Pentecostés y regresarían a la capital. Pablo les estaba
escribiendo porque había oído hablar acerca de la Fe de ellos y deseaba
satisfacerla al máximo, deseando que se basase firmemente en la verdad. Por lo
que esta epístola constituye una magnífica explicación del mensaje total del
cristianismo y contiene todas las doctrinas cristianas en alguna forma, además
de ser un panorama del maravilloso plan que tiene Dios para la redención del
hombre.) No todo lo que se observaba en aquella metrópoli era conveniente para
la experiencia del creyente, el valor del Axioma cristiano del amor y el
respeto por el otro y su integridad se nutría de las enseñanzas sobre Cristo y
su realidad de Dios y Hombre verdaderos. Es bien radical al ofrecer la
posibilidad de una vivencia intrínseca del Evangelio cuando este edifica las
actitudes y anima también las aptitudes del bautizado. El mal desconfigura el
bien en potencia cuando es necesario operarlo en la praxis Del bautizado,
simplemente nos está indicando que la dinámica vivencial se ajusta a la
connotación racional, emocional y activa del bautizado. La Ética y la Moral en
cuanto a la construcción del Ethos y la cotidianidad se expresan en categorías
normativas.
La apuesta por el
Evangelio es la materialización de una visión distinta de proceder que se apoya
fundamentalmente en la vivencia de la persona redimida, y sus expresiones
cotidianas son el reflejo de dichas enseñanzas. Si existe una fuerza universal
en el comportamiento humano, es sin duda el Amor. La supra-valoración de las
relaciones superando el plano tangencial y ubicándose en la esfera de lo
sobrenatural. La dinámica del redimido se transforma en la opción fundamental
de todas sus vivencias. El pensamiento cristiano reconoce definitivamente todo
aquello que está en sintonía con el mensaje revelado y la praxis eclesial, pero
también sabe discernir para superar los estadios de inferioridad personal y
colectiva que ocasionan las expresiones de injusticia en el colectivo de lo
social. “El Justo por la Fe vivirá” (Romanos capítulo 1 versículo 17). La
crítica de Pablo es lapidaria a las prácticas de la sociedad romana y no por
ello se alió para favorecerlas en alguna proporción, Pablo queda en un estado
de indefensión que le hace acudir a Dios y verle en su realidad existencial. Es
pues interesante como la realidad de su cosmovisión le hace estrellase
literalmente contra los criterios sociales de aquella Urbe. Pues recordemos que
la fuerza y motivación en personajes como Martín Lutero, y antes Agustín de
Hipona brotó precisamente de la consideración de sus escritos, en el Hiponense
fue determinante el Texto de los Romanos en (capítulo 13 versículo 13) sobre el
bien moral de las acciones del ser humano y su identidad con el Acto Humano
liberado o en su defecto envilecido por el pecado como ausencia del carácter de
la Gracia.
La concreción coherente nos ubica en el plano
personal y relacional de frente al otro y su circunstancia. Las relaciones
fundamentadas no solo en la funcionalidad de su necesidad sino en el poder
transformador del amor asumen una naturaleza llamada a la eternidad. La
banalidad, por el contrario, limita las expresiones de una sana y equilibrada
emotividad, el auto reconocernos y hacer lo propio con quienes nos rodean, algo
así, como que el problema no son las leyes sino el poder afincarlas en la
praxis del individuo y que este a su vez reconozca el valor intrínseco del otro
en su personal existencia. El mayor ejemplo nos lo dio el Señor al entregar su
Ser pleno en la Cruz por nosotros. La radicalidad de lo interpersonal contrasta
con la vacuidad de lo a-personal e indiferente de los modelos actuales
relacionales. El Acto Humano puede y necesita salir de lo intrínseco de su
propia definición para reconocer las motivaciones de la presencia de los demás
en nuestras vidas. La verdad misma asumida como un presupuesto personal carece
de trascendencia dado que la realidad fue redimida y nosotros con ella. Una
construcción intelectiva tal que en categorías palpables-racionales se puede y
necesita expresar. El gran problema de la visión personal es que ella siendo
importante cuando se centra en el solo individuo le hace apartarse de los otros
que como él edifican y comparten una única realidad. Este tipo de “autismo social” nos encierra en
el envilecimiento de las relaciones interpersonales y todo aquello que
involucra necesariamente el compartir con otras y otros. El medio eclesial
puede ser un medio promovido para las relaciones interpersonales. El indiferentismo
aparece precisamente cuando los postulados ético-morales de la sociedad se
relativizan al punto de perder su estructura y argumentación. Los disvalores se
autentican bajo la mirada complaciente del entorno o espacio vital de la
persona. El hoy se presenta cargado de estos conceptos que hacen de los modelos
anteriores un conjunto obsoleto en sus contenidos y visión. La coyuntura es
bien aprovechada por los estereotipos que cobran toda su influencia en los
llamados seudo-grupos culturales que son expresión de jergas y voluntades
teñidas de innovación y cambio. La realidad cultural crea espacios compatibles
dialécticamente y es así como los jóvenes se relacionan con los mayores
particularmente en la vivencia de actividades como son el deporte presentándose
un equilibrio entre ellos y sus mayores, eso sí, hablamos de seguimiento y
connotación cultural aunque los jóvenes han llevado estas prácticas a un nivel
casi identitativo gracias a la perdida de la estructura familiar, como pasa
sobre todo en América del Sur con la incidencia y masificación del Fútbol. La
familia es reemplazada por este tipo de aficiones que ocupan un lugar emotivo
preponderante en el entorno social y cultural de nuestros pueblos.
La respuesta desde una
perspectiva ético-moral inicia con la difusión de los derechos y la pedagogía
para acercase a su cumplimiento y vivencia en el colectivo e incluso en la
misma noción de la persona sobre lo que implica existir legalmente y en
perspectiva biológica. El ser
constitutivo del Ethos cultural es una clara alusión que nos enfrenta
radicalmente con la cosmovisión de nuestro entorno. La moral que se transmuta en juicios y
criterios amañados de la realidad humana es una muestra de la perdida
sustancial de fundamento y un desconocer tácitamente la historia y lo que ello
implica en la desafortunada mezcla de culturas, en la dinámica colonialista ya
no hablamos de invasión pero si de perdida Identitativa del Ethos cultural
propio al ser suplantado por tendencias que definen valores y principios, en el
choque generacional nuestros jóvenes conocen más de ritmos foráneos que propios
y de hecho en cuanto a la moda y sus modos es significativo el no-uso o desuso
de lo típico y tradicional. Esto último como perdida de los valores intangibles
de la sociedad nos afecta a todos particularmente en América latina.
En la actualidad los
modismos foráneos marcan la pauta y definen toda tendencia ya que es más
productiva parecerse a un modelo exitoso que vivir el propio contaminado por
factores externos, pero paradójicamente intrínsecos a nuestro devenir. El
discurso de un método nacionalista ha llevado a otros y muchos más (cifrado en
forma cuantitativa) a despreciar o condenar lo que no conocen y la realidad que
no perciben, niños literalmente enjaulados, suena grotesco, pero es la
respuesta cultural de un modelo nacionalista que ve con preocupación la llegada
masiva de extranjeros que por razones del utilitarismo económico son desechados
en sus naciones. Y quienes propenden por acogerlos tampoco poseen la suficiente
fuerza en el ámbito legal para cambiar esta forma de proceder que huele a
desesperanza y pánico ante las culturas desconocidas y/o rechazadas. Debemos
revisar la connotación de nuestro Ethos en la edificación del todo social y
cultural. El Transnacionalismo hizo del mundo un espacio pequeño para todos. La
respuesta del Ethos nacional debe enmarcarse en la tendencia universal del
conglomerado Internacional de lo contrario se seguirá hablando de “tercer
mundo” aquejado por prácticas contrarias a la verdad y a la dignidad de las
personas que ante los corruptos de su nación buscan edificarse fuera de su
territorio. La doble moral de las potencias al despreciar a estos y acoger
diplomáticamente a sus verdugos nos habla de un Ethos exclusivista de fuerte y casi
única tendencia económica y moralista solo bajo la percepción de sus intereses.
La economía deshumaniza en todo el contexto sociológico de la expresión, las
cifras son la tendencia y el consumismo su razón de ser. Hay cifras que
francamente abruman como por citar solo una: Aproximadamente el 40% del
presupuesto de América latina se desvía a los corruptos, lo que afecta
grandemente y pone aun en mayor riesgo a nuestros jóvenes y sus pocas
oportunidades de un empleo digno porque la tendencia se convierte en signo vivo
de su realidad. La ignorancia es el factor predominante en nuestros procesos
democráticos ya que quienes los dirigen hacen parte de ese conglomerado de
rapiña. La dicotomía moral es grande y eso determina a su vez una perdida
grande de modelos o referentes del “bien obrar” todos recuerdan a los “padres
de la patria” pero pocos viven sus valores y principios. Eso último se
convirtió en una ofrenda floral que a lo sumo dura una semana, paradójico trato
a los valores institucionales.
La némesis como una
hipótesis contradictoria la encontramos en la religión y la proliferación de
manifestaciones coyunturales en dicha perspectiva. Es una imagen idolatra de un
“dios” que toma partido político y se vende por prebendas a los más corruptos y
hacen de sus feligreses el constituyente primario para refrendar sus acuerdos.
El valor liberador de la religión se convirtió en un principio transformador de
intereses tanto personales como familiares y grupales. Hay grupos proclives al
distanciamiento y desconocimiento de las bases y fundamentos de su praxis
religiosa, cultica y doctrinal. Vemos que se está presentando una reacción
extrema en algunos sectores que ante los cambios y sus desventajas están
optando por ser más tradicionales y radicales, es una respuesta ante la pérdida
de identidad y tristemente bajo un enunciado lleno de sátira paradójica: Hemos
convertido la religión en algo tan humano que Dios se está quedando fuera de
ella. Demasiado antropizar una realidad que asume su componente sobrenatural.
No solo son respuestas, también son vivencias y contextos defendibles sin
alterar la tradición que en últimas nos dice quiénes somos realmente. La
concepción de una Ética universal la palpamos también en los PP. de Oxford
(Movimiento de Oxford) y su deseo vivo de vivir bajo la primicia de la
universalidad del ser eclesial como respuesta a quienes pretendían ver en la
Iglesia de Inglaterra solo la expresión cultica y doctrinal de Bretaña, hoy
entendemos que la universalidad no nos identifica tácitamente con Roma como
algunos pretender ver en ellos, sino una
opción por recuperar la trascendencia de las enseñanzas eclesiales desde su
fuente. El ser ético Episcopal es universal y su respuesta moral también lo es,
somos por definición universales y no limitados por visiones y/o Ethos locales.
No solo nos alineamos al interior de la vida de los países de donde procedemos
o vivimos el ministerio ordenado, sino que también nos adherimos a la tradición
universal sobre la cual tiene sentido todo ministerio en la vida de la Iglesia.
La sociedad y sus contenidos absolutistas están presentes de forma palpable en
la configuración de la identidad y personalidad del servicio cristiano, y no
por ello caeremos bajo lo que consideramos no es bueno y mucho menos procede
del Evangelio. No podemos asumir una respuesta al problema cualquiera que se
presente de manera unilateral debemos por conciencia eclesial estar unidos
también en la respuesta. El ser parte de la “Comunión Anglicana” nos obliga
positivamente a caminar en la misma dirección de la Iglesia y sus expresiones
locales siempre y cuando sean reclamaciones legítimas a la luz de la verdad
revelada.
ACTUALIDAD Y
CONCEPTO.
“Sirve
más una hora de justicia que un año de oración”. Agustín de Hipona. |
El retomar la ruta supone la evaluación
pertinente de logros y/o resultados anteriores, así como el terreno dialéctico
abordado por la Institución. Esta forma de actuar es proclive con la conciencia
que mueve el análisis de toda causalidad en la que vivimos inserta nuestra Fe.
El método es claro la introspección que permite juzgar bajo conceptos
entendibles en la dialéctica institucional, así mismo, que el impacto de las
políticas formativas es determinante para la aprehensión de todo concepto y la
materialización de una idea. Retomamos
el tema del aborto, la eutanasia, las uniones entre personas del mismo sexo,
las adopciones homoparentales, las políticas económicas en nuestros países, la
democracia, el medio ambiente, la libertad de credo, la objeción de conciencia, la migración, son solo algunos
de los temas álgidos del momento, así como la inclusión de la Iglesia y su
doctrina no solo sobre la praxis de los DD-HH sino también sobre el ser
eclesial como tal, sobre el seguimiento de la tradición y la afirmación
dialéctica de nuestra institucionalidad, la respuesta a estos asuntos
importantes se ha venido problematizando para abordarla como un fenómeno de
cambio mundial, pero muy pocas veces se ha medido su verdadero impacto sobre la
conciencia y crecimiento de la militancia del creyente. El modelo democrático
deja también un gran vacío y es precisamente porque su praxis tampoco se
constituye en representativa de las mayorías.
Tenemos un reto de
magnitud “mega” en la difusión y consolidación de una auténtica vivencia
evangélica que no dependa de grupo alguno sino de la visión misionera y
evangelizadora de la Iglesia. Tal postura nos enmarca en la concepción viva de
una Ética eclesial con argumentación absolutamente cristiana donde el contenido
de los imaginarios es importantes y determinantes a la hora de trasmitir o
comunicar las ideas y la doctrina reflejada en ellas. La realidad articulada
paulatinamente aflora en la elaboración de los conceptos y la posible
materialización de los principios supra de la doctrina de nuestra catolicidad.
La objetivación de la Ética institucional reclama de cada uno de los bautizados
y particularmente de los ministros tanto ordenados como licenciados la
capacidad de vivir sus contenidos y transformarlos en testimonio vivo y
palpable de su Ethos religioso. El creyente bajo la ley del amor aprende
fácilmente a potenciar su ser redimido y proyectarlo testimonialmente al mundo
donde vive y convive en un ejercicio natural sofisticado donde construye
constantemente nuevas relaciones. Las relaciones configuran una capacidad única
de interactuar y acoger al otro en su medio y dinamizar con él el mundo
circundante…
Un principio seguro de la
universalidad de nuestra Fe es precisamente su connotación histórica, la misma
que asiste a las acciones del ser eclesial, que unido a la vivencia del
bautizado puede manifestar un seguro principio de unidad e identidad
constituyendo el esfuerzo humano por vivir las notas y atributos esenciales de
la Iglesia, esto es, que ella es Una, Santa, Católica y Apostólica. El ser
universal de la Iglesia inmanente en nosotros nos confirma siempre que su
realidad divina y humana es objetivada por la Gracia y el amor de los
bautizados. De la anterior primicia definimos el cómo se vive el Ethos eclesial
y la noción de ser parte como Episcopales de la Iglesia de Cristo y más allá
afirmar categóricamente que somos una expresión local de su universalidad. La
noción de la historia nos permite conocer la secuencialidad del ser eclesial y
sus manifestaciones históricas, la verdad misma bajo los postulados dogmáticos
se expresa en las categorías de nuestro intelecto produciendo en su asimilación
una condición ético-moral propia de la identidad cristiana. Vivir la
fundamentación de una ética y moral unidas al Evangelio es parte el ser
vocacional y vocacionado del bautizado.
“Si deseas conocer a una persona simplemente pregúntale lo que ama”.
Agustín de Hipona.
Pbro. Diego Sabogal.
Dean. C.E.T. Seminario
Provincial.
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