QUINTO DOMINGO DE
PASCUA. Año B. Hechos de los Apóstoles capítulo 8 versículos 26-40. Salmo 22:
24-30. 1 Juan capítulo 4 versículos 7-21. Juan capítulo 15 versículos 1-8.
El Apóstol Felipe en su
dialogo con aquel personaje venido de África (Etiopía) en la actualidad es el
segundo País más poblado de este continente, no posee salida al mar. El Texto
Isainiano da fe de la manera como los escritos proféticos intervenían en la predicación
de la Iglesia primitiva, particularmente aquellos de índole mesiánica. Es
interesante la revelación y el mandato sobre la fuente de la misma misión
eclesial, ellos no obran por si mismos, sino que el Texto citado nos dice que
es obra del Señor y que aun después de su Ascensión continúa guiando a su
Iglesia. La Liturgia bautismal da la impresión de manifestarse en esta escena
que es propia de la Iglesia primitiva, que ven ya la necesidad de la
instrucción de fuentes estrictamente bíblicas como es de esperarse, antes de
proceder a administrar el Bautismo. Es pues, una forma de conservar las
enseñanzas y crear conciencia en los seguidores del Nuevo Camino. El
funcionario etíope es signo de la universalidad del mensaje y su capacidad de
impregnar para convertirse en vital en otras culturas distintas a la judía.
Digamos que la intención de la Iglesia era precisamente salir al mundo y
ampliar así su influencia. La presencia del Espíritu Santo confirmará el
contenido salvífico del rito bautismal, más tarde la formula evolucionará hacia
lo que es en nuestro presente. La actitud de aquel hombre es determinante para
darle peso a su decisión de aceptar el mensaje mediante el signo vivo del
bautismo. Nosotros los bautizados, tenemos el compromiso implícito de vivir
testimoniando su actualidad y de esta manera convertirnos en auténticos
testigos de esta realidad trascendente.
Los signos de nuestra
nueva condición son leídos a diario en el mundo, son prueba de la vida
abundante de Cristo en nosotros. Somos por naturaleza los anunciantes de la
Verdad suprema de la salvación dada por Cristo en su muerte y Resurrección.
Aquel hombre le permitió a Dios entrar en su ser y con absoluta claridad
reconoció su influjo al punto de pedir ser bautizado y de esta manera disponer
su vida para la aprehensión inmediata de la Buena Nueva. Esa intuición se
convierte en una fórmula de amor total al Dios revelado sin importar cultura o
tradición alguna.
El Salmo 22, en los versículos citados, la salmodia nos recuerda en el contexto de la asamblea o reunión de creyentes aquellas gracias que solo son posible por el Amor incondicional de Dios. “Los pobres comerán y quedaran saciados” (versículo 27) es una alusión al banquete mesiánico, a esas comensalías del Señor con sus discípulos y amigos, a la necesaria presencia de la Gracia en el quehacer del bautizado. Nada está por fuera de su Voluntad y mucho menos la conciencia el creyente que viviendo en completa providencia aguarda a su Misericordia. La Esperanza se conserva y es segura aun por sobre las dificultades del mundo y toda su hostilidad ante el Evangelio y la vivencia de este por parte el creyente. Buscar a Dios es otro signo certero de la más absoluta confianza en su Palabra y Promesa.
Juan en su primera Carta
encabeza con su acostumbrada defensa del amor como nexo con el Dios de la vida
y razón de nuestra redención, miremos: Quien no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que
Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él…En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (versículos
8-10).
El amor es propio de los
hijos de Dios porque Dios es Amor, aquí encontramos el punto focal de esta
Carta y de la cita tomada para la Liturgia de la Palabra de este V domingo de
Pascua. Juan no espera otra actitud por parte de los cristianos de todas las
latitudes y de todas las épocas. Es Dios quien en su Adorado Hijo nos hace
participar de su Ser-Amor. Dios se reveló a Israel desde su raíz, desde Ur de
Caldea, en la Zarza ardiendo, en el paso del mar de las cañas, en las luchas
tribales por el dominio de la tierra prometida, en el Decálogo junto al Sinaí.
Juan pareciera citar de manera encriptada las intervenciones de Dios en la
mentalidad judía. Juan cree
necesariamente en una construcción espiritual de nuestra relación con Cristo y
dicha relación no significa un conocimiento en tiempo presente de los misterios
de nuestra salvación y escogencia para la eternidad, la prueba es el amor como
ideal de vida realizable (versículo 12).
El bautizado es
afortunado por estar destinado a la eternidad y mientras tanto debe vivir con
esa realidad en medio de sus hermanos en la Fe. No es posible vislumbrar la
realidad redimida sin una relación personal con Cristo resucitado. Cristo
permanece en nosotros y nosotros en Él, es la nueva condición inhabitada de
Dios en el ser humano redimido y consagrado a su Majestad por medio del santo
Bautismo. No hay temor para el cristiano porque Dios es en sí para nosotros una
prueba contundente de amor o como olvidar que entregó a su propio Hijo por
nosotros. YA NO HAY TEMOR, AHORA HAY ALEGRÍA Y AMOR. La cosmovisión Joanica
rica en imágenes nos evoca la relación vital entre el fruto y la planta y como
uno es la razón del otro y también su propia continuidad ya que el fruto es
semilla, es decir, es comienzo y esperanza. El Texto nos evoca futuras imágenes
de la santa Eucaristía y los dones consagrados al Dios viviente en el
Ofertorio. Esta misma imagen en los sinópticos reflejara la absoluta y vital
esperanza de la manifestación del Reino de Dios y Juan la lleva más allá al
relacionarla con el Nuevo Israel, con la Nueva Jerusalén, con la Madre Iglesia.
Los santos PP. griegos
afirmaron con Juan- Είμαι η αμπέλου, είσαι τα κλαδιά-Yo Soy la vid y vosotros
los sarmientos (versículo 5), solo Cristo es la razón de ser de la vida, y la
Esperanza se escribe con su Santísimo Nombre, solo Dios alimenta y nutre al ser
eclesial y a cada uno de los bautizados unidos a Él. El Amor una vez más hará la diferencia ante
el mundo y sus propios ideales de éxito y libertad. Solo quienes se aman
esencialmente como lo hizo Cristo nuestro modelo están unidos a Él. La relación
vital que se establece será definitiva porque su fundamento este puesto para
serlo, no es una relación estereotipada sino vital como una planta produce
fruto y este es parte de ella, así mismo el bautizado está unido a Cristo y a
su Iglesia para la eternidad ya que las relaciones con Dios no son pasajeras
como las que se construyen en el mundo.
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