SOLEMNE
CELEBRACIÓN DE DOMINGO DE RESURRECCIÓN. Año B. hechos de los Apóstoles capítulo
10 versículos 34-43. Salmo 118: 1-2,14-2. 1 corintios capítulo 15 versículos
1-11. Juan capítulo 20 versículos 1-18.
El discurso paradigmático
de Pedro, nos hace pensar en la alusión Isainiana sobre el valor de los
sacrificios de los gentiles que serían aceptados por Dios (Isaías capítulo 56
versículo 7) La concepción de Pedro al resumir la historia recibida para
salvación es clara y coherente con la forma del evangelio Lucano. Emplea
formulas básicas usadas en la Iglesia primitiva para dar a conocer y/o predicar
el mensaje de Cristo. La Buena Nueva
llega primero a los israelitas y luego a todos los que aceptan y aceptaran el
Evangelio de Jesucristo. La aceptación de estos acontecimientos marcara el
inicio de la vida ministerial de la Iglesia. Pedro esta ante la elaboración de
un principio o germen de nuestro futuro Credo que parte precisamente de la
revelación de Dios en medio de la humanidad y se complementará con la Pasión,
Muerte y Resurrección del Señor. El paradigma petrino es fundamental en la
cosmovisión de los primeros cristianos ya que de sus enseñanzas se elaboró una
síntesis predicada y dada a conocer en el pueblo judío. Pedro es sobre toda
consideración un creyente que confía en la manifestación victoriosa de Cristo
de la cual ya fue testigo en las apariciones y coloquios fraternos del
Resucitado. La seguridad del perdón de los pecados como obstáculo salvífico
descansará solo en la potestad y autoridad del Resucitado. El testimonio de
Pedro es contundente y busca con ello afirmar la Fe de los que escuchan sus
palabras. No olvidemos hermanos que la alusión a la Resurrección al tercer día
corresponde a las fórmulas de predicación que aterrizan en los imaginarios de
los escuchas, en referencia al evento salvífico. (La primera referencia la
toman los santos PP. De la Iglesia del profeta Oseas capítulo 6 versículo 2).
La escogencia de Dios es necesaria desde la
perspectiva tanto salvífica como ministerial, Pedro se desliga de la primera
para enfocar sus esfuerzos en la segunda, es decir, la ministerial y por ende
misionera. Ellos son testigos cotidianos de los fenómenos que presenciaron y
los llevan precisamente al plano ordinario (trivial) para relacionarlos con la
revelación del Dios Humanado. Los discípulos se convierten en referencia
directa de la Resurrección del Señor y como tal asumirán roles distintos en el
afianzamiento de este mensaje salvífico.
El Salmo 118, nos
presenta un cantico de alabanza ante el Dios salvación cuya presencia entre los
escogidos es por ende signo de liberación que se centrará inicialmente en la
casa de Israel, en un reinado que no tiene solo la jurisdicción judía, sino que
trasciende a los gentiles y pueblos vecinos de Israel. No es la Ley la norma
fundamental, pasa a ser el Amor de Dios por la humanidad. Esta bella
composición explicita la acción de gracias en la perspectiva del templo como el
epicentro de la liturgia del pueblo judío. Nosotros al entrar en el templo lo
emplearemos para dar gracias a Dios y reconocer su Señorío. La Fe se explicita
ante el devenir de los acontecimientos que este Salmo describe en la dinámica del
fiel creyente que espera totalmente en Dios, es un principio totalitario de la
Fe monoteísta.
Dad gracias a
Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor
(Salmo 118,1).
La naturaleza de este
reconocimiento solo será posible desde una vivencia totalizante del amor de
Dios que se siente en los acontecimientos salvíficos del pueblo durante su
peregrinar por el desierto. El Amor de Dios es aquí un atributo manifestado al
ser humano y a su vez la presencia de Dios nos permite ser depositarios de esta
analogía maravillosa, Dios es Amor y nosotros fuimos dotados de la capacidad de
amar y ser por otros amables (condición única de la persona humana) … Aquí el
Amor no es un sentimiento es la misma Esencia de Dios así revelada.
El Apóstol Pablo en su
Carta a los Corintios, hace una defensa
tenaz de la Resurrección del Señor, pensemos que esta ciudad estaba ubicada en
un enclave cultural, académico y económico bastante importante, recibían
visitantes de todo el mundo conocido, lo
que sin duda permitió el establecimiento de una nueva doctrina, la cristiana,
pero también se convirtió en una gran dificultad puesto que los postulados
griegos no consideraban siquiera la posibilidad de la Resurrección, y algunos
bautizados judaizantes no aceptaban de buena gana la Resurrección del Señor y
de los bautizados. Pablo ante este panorama confecciona su Kerigma, dando
origen a esta síntesis al mejor estilo misionero y tocando los fundamentos
antes descritos por Pedro en Hechos de los Apóstoles. Es pues la exaltación del
misterio pascual vivido por el Señor. Entra en la perspectiva de las
apariciones como prueba fundamental de la Resurrección del Señor.
En toda esta construcción
se cuida de no dejar fuera expresiones conocidas por los judíos y las
autoridades religiosas como una manera de emparentar la doctrina y formularla
desde la perspectiva conocida por ellos (judíos). Aquí es deber de todos
proclamar a Cristo Resucitado y glorioso, es pues, un elemento usado por la
Iglesia en sus primeros años. La memoria religiosa del pueblo no se puede
perder y menos cuando se han vinculado tradiciones distintas al solo
cristianismo (judaísmo). Pablo como Pedro están dejando la clave de la futura
consignación de nuestra doctrina que será conocida como la Formula Conciliar o
Credo, explicitando la definición de los apóstoles. El testimonio es totalmente
seguro ya que ha sido ratificado con la sangre de los apóstoles y de los
mártires que sacrificaron todo por ser testigos del triunfo de Cristo. El
Apóstol de los gentiles piensa en la Iglesia futura y en las consecuencias de
la inclusión de pensamientos y cosmovisiones distintas a las iniciales y cómo
conciliarlas para evitar el detrimento de nuestras enseñanzas. Pablo asume la
existencia de más testigos que los tradicionales, nos permite pensar en el
establecimiento de los testigos vivenciales de la vida ministerial del Señor.
Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4.que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5. Que se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles 8. Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9. Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios (1 Corintios capítulo 15 versículos 3-9).
El Kerigma unido a las
apariciones del Señor es sin duda la razón fundamental de la confección de este
relato Paulino pensando en el desarrollo doctrinal y misionero de la Iglesia. La
dinámica Joanica, se adelantará a las enseñanzas eclesiales y señalará el Día
del Señor esperado por los profetas y así mismo anunciado, en el de la
Resurrección. Un acontecimiento dimensionado en la paciente espera de los
judíos piadosos que desde el propio Abraham esperan su manifestación. La
descripción de la escena y sus detalles es el argumento primitivo para
testificar la Resurrección ya que en la tradición judía una vez depositado el
cuerpo inerte no era pensable siquiera el moverlo y mucho menos entrar en
contacto con él. EL arribo de Pedro coincide con su temperamento y carácter, el
mismo que lo llevará a ser figura importante dentro de los apóstoles.
Y el sudario que cubrió
su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8. Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro;
vio y creyó, 9. pues hasta entonces no habían comprendido que según la
Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. 10. Los discípulos,
entonces, volvieron a casa. 11. Estaba María junto al sepulcro fuera llorando.
Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12.y ve dos ángeles de blanco,
sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los
pies. 13. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque
se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14. Dicho esto, se
volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15. Le dice Jesús:
«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado
del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y
yo me lo llevaré (Capitulo 20 versículos 7-15).
Juan asume el carácter
sacrificial y lo une a la Resurrección dándole sentido a la Redención como
triunfo sobre la muerte y establecimiento de una cultura nueva que es la de la
vida unida a la Gracia que potenciará todas las manifestaciones vividas por los
creyentes. El culto lo relaciona con la convicción de Fe de cada uno de los bautizados.
Existe en su visión un planteamiento nuevo y es determinante para nuestra
experiencia íntima con el Señor, reconocerlo presente en cada una de las
acciones tanto eclesiales como del bautizado. Según lo anterior el testimonio
de la Resurrección ya está por cuenta del bautizado que inaugura así nuevos
tiempos escatológicos. Aquí inician los coloquios familiares con el Resucitado
cuidadosamente elaborados en su gramática para generar convicción en los
futuros lectores de este Evangelio. La figura eclesial favorita de Juan es sin
duda el fraternal encuentro del Señor con sus discípulos. De esta manera el Kairós
de Dios se relaciona en la Resurrección cuando esta entra en los escenarios
humanos privilegiados.
El Ascenso corporal del
Señor es una realidad puesta en cronologías comprendidas por nuestra
racionalidad. El Resucitado equipara su relación con el Padre a la misma
relación fraterna con sus discípulos, dándoles a entender que el vínculo
resucitado es más poderoso que la sola pertenencia al pueblo o bien en la Ley
Mosaica o cualquiera de los signos anteriores a Él. Este evangelio es rico en
figuras que buscan establecer una connotación Psicológica entre los creyentes
que deberán entender aquel fenómeno de Fe potenciado sobre el misterio y ahora
convertido en dogma, me refiero a la Resurrección del Señor. Miremos esta bella
secuencia sobre la Resurrección del Señor:
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza,
a gloria de la víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva;
a Dios y a los culpables
unió con Nueva Alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la
vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de
camino,
¿María, en la mañana?"
"A mi Señor
glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la
Pascua".
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en Ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
El triunfo de Cristo es
la victoria de la humanidad y ella inserta en la Iglesia, el triunfo del Señor
no es otro que la vida como cultura y quehacer de cada bautizado. La Resurrección se ha antropizado y de esta
manera logra hacer parte de la realidad cotidiana del bautizado, no solo
vivimos de la Gracia sino también de la Resurrección como plena manifestación
de toda la Gracia. Cristo rompió las cadenas del pecado y afirmó el Señorío de
la vida. Hoy como hace tantos años en el pasado. El presente salvífico se
respira en toda la vida ministerial de la Iglesia. Ella pasó de ser testiga a
ser vehículo amoroso del Resucitado.
Unidos en Cristo
Señor, Cabeza, Maestro, Esposo de su Iglesia…
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