NUESTRA
COMPRENSIÓN DEL CRISTO GLORIFICADO. APARICIONES
Y COLOQUIOS…
INTRODUCCIÓN.
El insondable
acontecimiento que entra en la esfera del misterio como es la Resurrección del
Señor ofrece una serie de dificultades al problematizar el acontecimiento. No
es fácil salirse de la mentalidad cuyos estatutos razonables son canjeados por
la manifestación histórica del mismo Dios entre nosotros. La percepción de los
sentidos no puede someter el fenómeno a su dominio y busca para asimilarlo
figuras que si pueden ser pensadas y conceptuadas. De esta forma el imaginario
viste de realidad perceptible lo que antes no lo era. Lo anterior tampoco
expresa conocimiento total de lo problematizado, es una aproximación de nuestra
Fe que se fundamenta en el Texto Sagrado de Tradición. Los Santos Padres la
Iglesia se enfrentaron con toda clase de obstáculos y herejías en el camino del
dogma sobre la Resurrección del Señor y todo lo que se construyó a partir del
mismo en los concilios de la Iglesia universal. La razón asume la necesidad de
la interpretación fenomenológica como acontecimiento histórico-critico, que
define la realidad misma en confrontación con nuestra naturaleza que es por
definición limitada en la percepción de esta realidad ahora en el resucitado
antropizada totalmente. Juan y los sinópticos son testigos de la redacción
evangélica y juntos constituyen el punto de partida para nuestro dogma
universal sobre el Dios Resucitado. La Primera Carta de Juan en su primer
versículo asegura la naturaleza humana del Señor que en potencia será
totalmente llena de la plenitud de Dios en su Gracia (termino para asimilar la
entrada en la historia de la misma naturaleza de Dios). Juan ve con los ojos de
la Fe y del vínculo relacional fraterno, el mismo que manifestó el Señor al
llamar a sus discípulos. (1 Juan capítulo 1 versículo 1) los acontecimientos de
lo cotidiano fueron remarcados por el “tocar” “ver” “escuchar” acción en si
misma ejecutada por una persona de carne y hueso (1).
EL PROBLEMA DE LO
INTELECTIVO.
De ninguna manera es
posible trivializar tal acontecimiento que por sí solo se instala en la
realidad de lo supra que por sí mismo construye en su entorno una muy
particular apreciación de la realidad. Estamos hablando de la dinámica de ver
los acontecimientos y relacionarlos con la posibilidad de ir más allá de una
mera comprensión obvia de la realidad que ellos nos dejan ver o apreciar. Lo supra se problematiza solo a partir de
nuestro entendimiento y establece así su teoria del conocimiento, su axiología
propiamente dicha que luego la razón la convierte en concepto y la Iglesia en
su doctrina (2). El problema dice a la historia presente lo que a la futura y
antes a la vivida por los apóstoles testigos más que oculares, testigos de
índole intelectiva porque la Gracia del resucitado les dio la facultad para
poder percibirlo como era en la plenitud de su Ser glorificado. Juan en el capítulo 20 de su evangelio, nos
deja ver esta apreciación pionera en su época por ser una dinámica
interpretativa que bajo otros presupuestos aprecia la realidad de la nueva
revelación la del resucitado. Juan se remitirá a la Fe por sobre la
constatación de la evidencia material a diferencia de Tomás. No se trata de
“tocar y palpar” no es un diagnóstico de la humanidad resucitada del Señor, es
todo lo opuesto una confesión de Fe que abre los ojos del bautizado hoy como
hace 2000 años y como si estuviéramos presente en la habitación o recinto donde
se manifestó. Lo intelectivo es potenciado por la Gracia para poder verle y
reconocerle de lo contrario sería imposible para el cristiano trascender y
reconocer a su Dios. El problema es el mismo, pero con un nexo critico que unirá
lo intelectivo con lo supra de este fenómeno maravilloso con olor a eternidad,
como fueron los coloquios de los amigos del Señor con su Dios resucitado. Nunca
le recocieron de primera instancia siempre medió una palabra o un gesto, a unos
les explicó las Escrituras, partió el pan, saludó brindando paz y fortaleza, le
reconocieron como una prueba de amor no solo a los sentidos sino a todo el ser
humano objeto de la redención. Si la
muerte afecta al ser humano entero qué no será posible en la Resurrección del
Señor con respecto a nosotros (3) y se produce un “Conmorir” con Cristo para un
renacer con Cristo. Lo intelectivo es determinante para socializar el contenido
de la resurrección y por ende entender el misterio desde la Fe.
En Cristo el bautizado
abandona la muerte y se viste de eternidad, es pues desde nuestra metafísica
como entendemos el fenómeno que cambió la historia de la creación sin dejar
nada fuera de su alcance y poder. Los bautizados deben tener presente que la
muerte es ineludible y definitiva solo para vivir es necesario morir y no como
enseñan algunos desprovistos de Fe “para vivir no se debe morir respondiendo
solo a concepciones físicas de una
existencia espiritual y biológica como la nuestra” La vida se transforma pero
solo en Cristo quien revela el camino de la glorificación a los bautizados, no
se trata de disfrazar la muerte y vestirla de vida, es lo opuesto, destruir la
muerte y sacarla por completo del ser pleno de la humanidad (realidad
metafísica de la redención). Nuestra vida apuntará Rahner es histórica lo que
implica para nosotros que el problema intelectivo debe conocer que en la praxis
de la existencia la muerte se revela definitiva, pero en la Gracia no porque el
Señor anuló su estatuto “ya que la entregó y al tercer día la tomó de nuevo” la
tomó no como un objeto canjeable sino con la autoridad de poseerla plena y
totalizante.
“La Pascua Cristiana, es
la explosión de una alegría que nunca tendrá fin. Celebrar la pascua es
permitir a la alegría que se adueñe de nuestras vidas y de nuestro mundo, hasta
desterrar de nuestro pensar y de nuestro sentir todo pesimismo y toda visión
derrotista de la existencia humana. La alegría de la resurrección es la resurrección
de la verdadera alegría” (4).
Sobre el tópico citado
quiero hacer claridad ya que algunos bautizados se confunden al llamar al
cuerpo del Señor “cadáver” si bien murió en su ser terrenal habitó la Gracia
perfectamente manifestada en la historia humana y por ende no fue sometido a la
corrupción de un cadáver cualquiera como por ejemplo el de una persona conocida
o amada por nosotros. El cuerpo se preservó por no tener nada de corrupto o
corruptible. Estamos alegres porque la vida plena se llama Jesucristo y su realidad
es santísima como Dios y Hombre glorificado (5). |La escolástica durante
algunos siglos se preocupó sobre el objeto material de nuestra corporalidad
(cuerpo) y llegaron a crear un problema de índole racional completamente falso
para despejar tamaño interrogante, proponían entre otras cosas que se requería
un mínimo de materia para que los cuerpos resucitaran en el último día, y que
la materia que hiciera falta seria suplida por Dios empleando otro material o
sustancia. Desde luego eso carece de sentido,
pero es un hito histórico que señala una ruta de interés en la reflexión de la
Iglesia en épocas anteriores por problematizar este acontecimiento
maravilloso. Aterrizando en nosotros
estos señalamientos concluimos que el cuerpo en nuestro caso no es vehículo de resurrección
ya que está sujeto a la imperfección del pecado original que marcó el destino
de la humanidad antes de su redención. Nuestro ser será transformado por
extensión del Ser de Jesucristo en su manifestación terrena como corpóreo. Recordemos
que Cristo continúa actuando por nuestra salvación porque sabe de qué estamos
hechos y como somos propensos a la debilidad, continúa amándonos, continúa
buscando nuestra salvación, continúa actuando. Está claro que, después de todo
lo que Jesús ha hecho por nosotros, no va a dejar la tarea a la mitad. Eso nos tiene que dar una grandísima
confianza: Cristo resucitado, Cristo glorioso no se olvida de sus hermanos, de
sus amigos que todavía no han alcanzado la gloria. “Ve a mis hermanos y
diles...” Hermanos: así nos llama en la aparición a María Magdalena (6).
DESDE NUESTRA
METAFISICA.
La Fe cristiana en la resurrección se funda en
la resurrección de Cristo de entre los muertos. Es una actitud de confianza y
esperanza gozosa que ha nacido de la experiencia vivida por los primeros
discípulos que han creído en la acción resucitadora de Dios que ha levantado de
la muerte a Jesús a la vida definitiva. “El punto de partida de la Fe cristiana
es Jesús experimentado y reconocido como viviente después de su muerte”. El
Crucificado vive para siempre junto a Dios como compromiso y esperanza para
nosotros. Los primeros cristianos nunca han considerado la resurrección de
Jesús como un hecho aislado que sólo le afectara a Él, sino como un
acontecimiento que nos concierne a nosotros, porque constituye la garantía de
nuestra propia resurrección. Si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que
no solamente es el Creador que pone en marcha la vida. Dios es un Padre lleno
de amor, capaz de superar el poder destructor de la muerte y dar vida a lo
muerto. Si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que la resurrección que
los judíos esperaban para el final de los tiempos ya se ha hecho realidad en Él
(7) nunca la percepción de la resurrección del Señor fue solo de su condición y
autoridad como Dios, siempre los Santos PP. de la Iglesia lo vieron como una
manifestación universal de Dios. La metafísica de la resurrección toma forma
desde la concepción misma del ser redimido que espera vivir como su Maestro que
se convierte en Causa Eficiente de nuestra propia resurrección. La realidad
ampliada de este acontecimiento toca las fibras de la razón y su comprensión,
es el Ser perfectísimo de Dios potenciado por su Esencia y Sustancia, la que
sin duda como Dios es manifestación de la “totalidad” de la Trinidad en su Ser resucitado.
Las Procesiones y Espiraciones nunca se detuvieron porque corresponden a la
manifestación de las Personas Divinas y sus personalidades (concepción
Psicológica del Hiponense) (8).
a)
Existe en todo hombre un pecado verdadero y propio, aunque en sentido analógico,
diverso de los pecados personales, y descrito por el Magisterio como muerte del
alma, enemistad con Dios y privación de la justicia original. Se trata de un
estado, diferente del acto pecaminoso procedente de la libre decisión personal.
b) La gracia de Cristo libera verdaderamente al hombre del pecado
original, de modo que la concupiscencia, que permanece en el bautizado, no
puede ser considerada como pecado. c) Este estado de pecado se relaciona
con la culpa de Adán, y cuando el Magisterio habla de transmisión por
generación, ha de entenderse al menos como condición de pertenencia al género
humano (9) Aquí la Iglesia se apoya en la reflexión Agustiniana sobre la
generación cono comunicación del pecado original.
Lo primero que sucede al resucitar
el Señor es anular como decíamos antes el estatuto de pecado y plantearnos un
verdadero triunfo sobre ella, es decir, ser libres implica reconocer que
nuestra antropología es esencialmente cristo-céntrica. A partir de la resurrección
somos ya libres pero esa libertad implica todavía sujeción al tránsito
biológico que no imperó en Cristo al resucitar ya que la condición humana fue
llena de la Divina sin perder objetivamente su Naturaleza Humana. JESUCRISTO
VERDADERAMENTE MURIÓ este enunciado es tan radical como lo acontecido en la
Cruz. Términos como Des-construir implican para nosotros la posibilidad de
reeditar la realidad de los redimidos a partir de los signos pascuales por
antonomasia como son los sacramentos. Una condición para ver la manifestación
de la realidad glorificada es entre nosotros el Bautismo cuyo signo pasa de
muerte a vida y de pecado a redención (10).
PUEDE SER ÚTIL EN
NUESTRA REFELXIÓN… El concepto que presenta Habermas de
reconstrucción, así como los pasos que sigue para realizarla, son tan claros
que no requieren una explicación adicional. Basta con agregar que la
reconstrucción presenta también un doble movimiento, el primero de desmontaje y
el segundo de recomposición, que valorando aquello que se quiere reconstruir
quiere recomponerlo enriqueciéndolo para que alcance, de una mejor manera, lo
que se había propuesto. Se trata de un proceso que permite la evolución de
aquello que se reconstruye. Esta investigación quiere hacer un ejercicio de
reconstrucción con la antropología teológica (11).
Sociólogo y filósofo
alemán. Principal representante de la "segunda generación" de la
Escuela de Frankfurt, entre 1955 y 1959 trabajó en el Instituto de
Investigación Social de la ciudad. Enseñó filosofía en Heidelberg y sociología
en Frankfurt, y dirigió el Instituto Max Planck de Sternberg entre 1971 y 1980.
En 1983 obtuvo la cátedra de Filosofía y Sociología en la Universidad de
Frankfurt. Cito algo de la vida de Habermas cuyo pensamiento relanzó la Escuela
de Frankfurt superada la crisis de la segunda guerra mundial. La recomposición
conceptual que este pensador alemán argumenta, la acoplamos fácilmente a la
elaboración de nuestra doctrina sobre la resurrección si partimos del fenómeno
que pretendieron negar las autoridades judías de su época. Lo reconstruido
evoluciona sin perder la memoria de los acontecimientos que la propiciaron, hoy
como hace tantos años estamos seguros y serenos ante el resucitado y sabemos
que su Ser se manifiesta en el nuestro por su gran amor y misericordia. Esta fundamentación de índole metafísica nos
dice a “gritos” que en Cristo todo evoluciona hasta alcanzar la plenitud de su
Ser resucitado. El relativismo de esta Escuela nos muestra en lo intelectivo un
recurso metodológico en la exposición del presente ensayo. Nuestra antropología
teológica es por ende y antonomasia trascendente lo que nos permite
problematizar a la persona humana y convertirla en sujeto eficiente de salvación.
Persona que está delante de Dios en actitud de perenne dialogo con su Creador,
Redentor y Santificador y en el uso facultativo de un lenguaje potenciado por
la Gracia, lo que en boca del Hiponense suena, “Cristo Maestro Interior”,
nuestro gran potenciador de cara al dialogo eterno con el Padre Dios (12). Esta
dialéctica ilustra concretamente la manifestación del ser redimido del
bautizado con el influjo de la Gracia que brota del corazón del resucitado en
su nueva condición total y totalizante.
Nunca olvidemos el valor salvífico de la resurrección del Señor, es
pues, la razón de la exposición de nuestra Fe.
La muerte afecta a todo
el ser integro de la humanidad no es posible suponer que solo afecta al cuerpo
dando a entender que el alma no sufre su influjo, entonces de ser así la redención
y por ende la resurrección solo afectará una parte del ser persona humana.
Estas posturas modernas son nocivas para el dogma de la Redención y
Resurrección de Cristo y por extensión volitiva de la nuestra en su mandato.
Ireneo de Lyon, al proporcionar datos personales sobre Taciano, describe así
esta herejía: "Proviniendo de Saturnino y de Marciano, los que se llaman
encratistas propugnaban la abstinencia del matrimonio, rechazando la antigua
creación de Dios y acusando tranquilamente a Aquel que hace al hombre y a la
mujer para procrear a los hombres; ellos habían introducido la abstinencia de
aquello que había sido animado, en su ingratitud hacia Dios, que hizo el
universo, y habían negado la salvación del primer hombre. He aquí, pues, lo que
fue inventado por él, cuando cierto Taciano fue el primero que introdujo esta
blasfemia. Este último, que había sido oyente de Justino, durante el tiempo que
estuvo con él no manifestó nada semejante. Mas, después de su martirio, se
desvió de la Iglesia, se elevó al pensamiento de que era maestro y se envaneció
como si fuese diferente de todos los otros; dio carácter particular a su
escuela, imaginó eones invisibles, como los discípulos de Valentín; predicó que
el casamiento era una corrupción y fornicación, como Marciano y Saturnino,
Eusebio de Cesárea (13) nos habla de Taciano en conexión con la herejía
encratita: Esta herejía estaba entonces comenzando a brotar, introduciendo en
la vida una falsa doctrina, extraña y corrupta. De este desvío, dice la
tradición que su autor fue Taciano (14). La negación de la obra de Dios implica
por extensión dialéctica la negación del pecado, caída y por consiguiente la redención.
La muerte no es solo la depreciación del organismo biológico (corporalidad)
sino que afecta según la experiencia trascendente del ser humano su estado
definitivo. La Antropología Trascendente (15) tiene en Rahner posiblemente su
más grande expositor en el siglo anterior, y la concepción del “Vaciamiento” es
un término para ejemplarizar su proceso, es decir, que el ser humano al morir
literalmente se vacía de lo que fue lleno en su vida mortal, apegos, dominios,
seguridades, afectos, pasiones, posesiones, bienes, en una palabra, de todo
aquello que lo llenaba en vida terrenal y le brindaba seguridad ante el mundo y
sus relaciones. Tal acción es propiamente una purificación para llenarse de
Dios (Glorificación/ Deificación). No implica pérdida de conciencia de sí mismo
o personalidad o configuración esencial ya que seguiremos siendo persona humana,
pero plenificados bajo la presencia de la SS. Trinidad. Tal concepción de la
eternidad supone la necesaria evolución espiritual que refleje la Soberanía de
Dios en la persona redimida. La morada de Dios en el ser humano no es asunto de
su determinación ya que Dios y en Dios no reside forma alguna de injusticia e
imperfección y el ser humano debe vivir la opción perfecta por Dios y para
Dios. Miremos un concepto ilustrativo en Juan:
“Jesús respondió, y le
dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a
él, y haremos con él morada” (Juan capítulo 14 versículo 23). (16).
La morada de Dios en el
ser humano es en sí la concepción de eternidad que viviremos quienes aquí
estamos todavía. La eternidad es en sí según Juan una permanente experiencia de
conocimiento de Dios revelado por Dios. El conocimiento no es una dinámica
intelectiva a estas alturas de forma exclusiva es la conjugación de la
totalidad del ser persona redimida en vocación de salvación. Dios respeta la
opción esencial de cada persona y la respuesta desde luego genera esta
intimidad y eternidad (17). La concepción de eternidad transforma en si la
naturaleza corruptible y la reviste de eternidad. No es un accidente ya que modifica
sustancialmente la persona redimida. La sustancia de nuestra naturaleza se
conserva en su estructura creada pero potenciada por la visión beatifica de
Dios Trinidad. Existen distintos grados o estados de esta perfección y en eso
consiste la santidad de la criatura frente a su Creador. “Conozco a un hombre
en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del
cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2 Corintios
capítulo 12 versículo 2).
Estamos hablando de
niveles de perfección en la visión beatifica de los redimidos, si bien la
salvación es una oferta para todos los seres humanos, es cierto que la
perfección de una vida consciente de su trascendencia y relación con Dios
permitirá asimilar estos estados de perfección inmanente gracias a la bondad
del Dios revelado. Si miramos la historia encontramos que la concepción del
tercer cielo es de origen asirio y babilonio, y el lugar más alto es donde Dios
espera a lo redimidos, desde luego, el pensamiento judío se nutre de estas
concepciones propias de sus vecinos (18). El tercer cielo no es el lugar más
alto del cielo, que es el séptimo, sino el lugar donde está esperando a los
seres humanos después del “Juicio Final” el paraíso antiguo, transformado en
celeste, que será el lugar de la bienaventuranza celestial, cuando todo se
termine. Que el paraíso está en este lugar es idea judía de la época (19). Esta
concepción nos acerca a una realidad expresada por el resucitado y es su
Ascensión que no se entiende propiamente como un ascender de la tierra a los
cielos, ya que no se trata de un estado material como tal de su Corporalidad
sino de su Corporeidad, es decir, toda la perfecta humanidad y divinidad del
Señor sube a su Trono pasando por los
distintos estados de perfección que anteceden el encuentro con la SS. Trinidad,
es una manera gráfica de describir el acontecimiento de la Soberanía de
Dios. Los imaginarios populares asocian
la eternidad con la sensación intelectiva de bienestar.
EL RESUCITADO
DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS ESCRITURAS (N.T).
INTERPRETACIÓN
SOBRE SU SEMIÓTICA.
La gramática griega posee una característica
que no aparece en el castellano o español y es la acción de los verbos, miremos
esas dominadas voces verbales (20).
Voz activa:
el sujeto realiza la acción del verbo;
Voz pasiva:
el sujeto padece la acción del verbo;
Voz media:
el sujeto realiza y padece la acción del verbo: Se dejó ver. Es activo y pasivo
a la vez. En español no existe.
La voz griega no permite
adjetivar el Texto inspirado ya que su riqueza expresiva es limitada, por esa
razón solo hacemos mención que sirve de parangón para hacerlo en la perspectiva
del latín. Los Santos PP. griegos suponen correctamente que las acciones que
dieron pie al reconocimiento del resucitado por parte de sus discípulos fueron
objeto del mismo Señor que devela las categorías de su nueva condición a
nuestra dialéctica limitada. Cristo no solo les enseñó las Sagradas Escrituras
como signo de su triunfo, sino que les dio la facultad para comprender el
mensaje en su nuevo contexto. La voz gramatical se percibe a partir de la
manifestación de la acción en la oración y en este caso es el propio resucitado
es el Sujeto-Objeto de tales acciones.
La realidad de las
apariciones que se registran en las Escrituras es sin duda alguna, motivadas
por el resucitado, que se adentra en la psique de la humanidad y manifiesta
bajo otras categorías no cognoscibles su nueva condición o en términos
positivos la retoma de las mismas que disfrutaba antes de su ABAJAMIENTO
por nosotros, es decir, de haber tomado Naturaleza Humana. Es importante considerar que la condición
explicita manifestada por el Ser del Resucitado nos muestra el sentido de la
misión de la naciente Iglesia y como su Señor se quedará en medio de ella. No
es precisamente tan explícita como lo fueron sus apariciones, pero si por medio
de los MEDIOS DE GRACIA de los que el bautizado constituirá en
fundamento de esta nueva y resucitada relación en el presente de su historia
personal y colectiva de salvación. La condición instaurada por Cristo será
definitiva en la experiencia del creyente y su trascendencia (21) … La
transformación en la percepción por parte de los discípulos corresponderá a la
intención del Salvador, los nuevos creyentes creerán gracias a la capacidad de
los discípulos de manifestar y visualizar como materializar las imágenes de su
propia Fe en Cristo resucitado. La capacidad de poner humanidad al relato pudo
concretar la Fe de quienes no presenciaron los acontecimientos de nuestra redención.
Los imaginarios al respecto no tardaron en manifestarse, lo seguro de las
reflexiones post-pascuales es que conservaron en el Señor la misma identidad y
le describen igual en su expresión corporal, estamos hablando de Juan ya que
Lucas piensa en una expresión de índole espiritual e intelectiva descubierta en
la Gracia revelada. El evangelio de Juan
describe bajo sutilezas la condición del Resucitado, miremos el Texto Sagrado
de Tradición.
Juan capítulo 20
versículos 1-30.
Caput XX versus Johannem
1-30
El primer día de la
semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba
oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2. Echa a correr y llega donde
Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: Se han
llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 3. Salieron
Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4. Corrían los dos
juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó
primero al sepulcro. 5. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
6. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas
en el suelo, 7.y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino
plegado en un lugar aparte. 8. Entonces entró también el otro discípulo, el que
había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9. pues hasta entonces no
habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los
muertos. 10. Los discípulos, entonces, volvieron a casa. 11. Estaba María junto
al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12.y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús,
uno a la cabecera y otro a los pies. 13. Dícenle ellos: Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les respondió: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han
puesto.14. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era
Jesús. 15. Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella,
pensando que era el encargado del huerto, le dice: Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré. 16. Jesús le dice: María. Ella se
vuelve y le dice en hebreo: Rabbuni - que quiere decir: Maestro -. 17. Dícele
Jesús: No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.
18. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que
había dicho estas palabras. 19. Al atardecer de aquel día, el primero de la
semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde
se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
La paz con vosotros. 20. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. 21. Jesús les dijo otra vez: La paz
con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. 22. Dicho esto,
sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos. 24. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con
ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor.
25. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no
meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no
creeré. 26. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás
con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: La
paz con vosotros 27. Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis manos;
trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. 28.
Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío. 29. Dícele Jesús: Porque me has visto
has creído. Dichosos los que no han visto y han creído. 30. Jesús realizó en
presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este
libro. (22).
Prima die illo una
sabbatorum Maria Magdalene venit ad lucem fuerunt ad monumentum erat adhuc in
tenebris et videt lapidem sublatum a monumento. 2. Reprehendo currere et venit
ad Simonem Petrum et ad alium discipulum quem amabat Iesus, et dicit illis:
Tulerunt Dominum, et nescio, ubi posuerunt. 3. Exiit ergo Petrus, et ille alius
discipulus, et venerunt ad monumentum. 4. et Currebant autem duo simul, et ille
alius discipulus praecucurrit citius Petro et venit primus ad monumentum. 5. flexis humi vidit turmas; Sed neque. 6 Et venit
ergo Simon Petrus sequens eum, et videt sepulcrum intrat in area ligaretur
pannis, et telam quam 7.and operuit caput ejus, non cum linteaminibus positum,
sed separatim involutum in unum locum seorsum. 8 Tunc ergo introivit et ille
discipulus qui venerat primus ad monumentum; vidit et credidit tunc temporis 9.
pues enim sciebant Scripturam, quia oportebat eum a mortuis resurgere. 10 tunc
discipuli rediit in domum suam. 11. Mary ad sepulcrum erat clamans. Dum ergo
fleret, inclinavit se in monumentum: 12 et vidit duos angelos in albis
sedentes, ubi positum fuerat corpus Jesu, unum ad caput et unum ad pedes. 13.
Et ait eis Iesus: Mulier, quid ploras? Illa respondit eis: Quia tulerunt
Dominum meum: et nescio ubi ipsi puesto.14. In hoc et ipse convertit, et vidit
Jesum stantem: et non sciebat quia Iesus est Jesus. 15
Iesus autem dixit ei Iesus: ¿Mulier, quid ploras? ¿Quis tu quaeris? Illa
existimans quia hortulanus esset, dicit ei: Domine, si tu sustulisti eum,
dicito mihi ubi posuisti eum, et ego ducam me. 16. Mary narrat. Conversa illa
dicit ei Hebraice: ¡Rabbuni! - quod dicitur interpretatum Magister -. 17 Dixit
Iesus: Noli me tangere, nondum enim ascendi ad Patrem sum. Sed ad fratres meos et dic eis ascendo ad Patrem meum
et Patrem vestrum et Deum meum et Deum vestrum. 18 Venit Maria Magdalene
annuntians discipulis: Quia vidi Dominum, et haec cum dixisset verba haec. 19
cum esset ergo sero die illo, una sabbatorum primo, cum clausis, propter metum
Iudaeorum, et fores essent clausæ, ubi erant discipuli congregati, venit Jesus,
et stetit in medio et dixit eis: Pax tecum sit. 20. Et dixit, ostendit eis
manus et latus. Gavisi sunt ergo discipuli, viso Domino.
21. Jesus dixit eis iterum: Pax tecum sit. Sicut misit me Pater, et ego mitto vos. 22. Haec cum
dixisset, insufflavit, et dixit eis: Accipite Spiritum Sanctum. 23 quorum
remiseritis peccata, remissa sunt eis; qui retinueritis, retenta sunt. 24
Thomas autem unus ex duodecim qui dicitur Didymus non erat cum eis quando venit
Iesus. Et nuntiaverunt ei alii discipuli: Vidimus Dominum. 25. et ait eis: Nisi
videro in manibus ejus fixuram clavorum, et mittam digitum meum in locum foraminis
in locum clavorum et mittam manum meam in latus ejus, non credam. 26 post dies
octo, iterum erant discipuli ejus intus, et Thomas cum eis. Venit Iesus ianuis
clausis et stetit in medio, et dixit: Pax vobiscum 27 Deinde dicit Thomæ: Infer
digitum tuum huc, et vide manus meas, adfer manum tuam et mitte in latus meum
et noli esse incredulus sed fidelis. 28. Thomas responderunt ei: Dominus meus
et Deus meus. 29 Dixit Iesus: Quia vidisti me, credidisti. Beatus est, qui non
viderunt, et crediderunt. 30 multa quidem et alia
signa fecit Iesus in conspectu discipulorum suorum quae non sunt scripta in
libro hoc.
En paralelo observamos la
variante en su pronunciación que sin duda nos deja ver la tendencia a
manifestar concretamente el evento de su aparición bajo la lupa de la razón y
sobre todo la experiencia de Fe de los discípulos y testigos que, para el caso
en cuestión, es lo mismo. Miremos el versículo (27) donde se refiere a la paz
como don del Resucitado, no es la comunicación de una paz protocolaria sino el
compartir esencialmente la Paz como nueva condición del discipulado del Señor.
El Vosotros de la edición de Jerusalén al ser traducido al latín por el Vobiscum
es PAZ CON abriendo bajo condición a los destinatarios de esta paz
universal a un plano que supera el encuentro inmediato con el Señor y se
convierte en argumento futuro de los nuevos cristianos que vendremos después de
los apóstoles. El versículo (30) en su versión latina discipulorum que al
traducirlo se define como estudiantes o aprendices de la nueva forma de vivir
la Fe en el resucitado. Los estudiantes de una condición manifestada
metafísicamente que la incorporaran a sus vidas y harán una especie de “Hipostasis”
que se materializara en testimonio absolutamente creíble. El conocimiento de
las Escrituras no era conocido por ellos y ese saber es asociado a la
revelación de esta nueva condición de discipulado universal y confiado en la
identidad de su Señor glorificado, el latín traduce en el versículo (9) saciaban por su contraparte castellana SABÍA, aquí la revelación se conjuga en un tiempo de
la voz verbal completamente distinta que es tanto activa como pasiva según la
gramática griega pero que en latín solo posee una acción claramente realizada,
es decir, el Señor antes había explicado las Escrituras pero ahora en su nueva
condición glorificada estas palabras se llenan de un trasfondo de Gracia capaz
de modificar la percepción para que los
discípulos las comprendan. Las palabras se someten al concurso de la
razón y dicen aún más que la sola composición gramatical como es el caso de la
interacción tanto del español como del griego y el latín, la novedad en el
discurso consiste en ubicar en el tiempo de la revelación la intención de las
palabras y su fórmula. Están encriptadas para interpretaciones simplemente de
su gramática y no desde la visión del creyente. El estatuto de nuestra Fe se
impone por sobre el conocimiento natural asociado con la exposición de
argumentos solamente en dirección de su semiótica. Las palabras iluminadas por
la creencia afirman más que imaginarios se convierten en el punto de partida
del DOGMA UNIVERSAL el cual se confecciona partiendo del discurso
evangélico (evangelios). La gramática castellana ofrece una posibilidad de
matizar ricamente las expresiones tanto latinas como griegas, incluso hebreas
de las Escrituras. La afinidad idiomática es vital para la comprensión de lo
revelado y la afirmación de la Fe en dicha cosa revelada. No perdamos de vista
que el idioma expresa en categorías cognoscibles lo que queremos dar a entender,
aunque no perdamos la limitación propia de nuestro entendimiento. El texto
Joanico, aclara ese punto al finalizar como una expresión conclusiva o formula
de índole doxológica como nos muestra el versículo (30) del capítulo 20.
“Hizo además Jesús muchas
otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en
este libro” (23).
La dificultad del idioma
como fuente de comunicación es permanente, por tal razón, fórmulas como la
anterior son clave para comprender el alcance de este concepto. Las palabras
del Resucitado inundadas de Gracia pueden ser inteligibles y llenar totalmente
el entendimiento del bautizado. Lo sobrenatural entra en la esfera de lo
natural y se convierte en palpable, lo intangible en tangible y lo desconocido
en cotidianidad fenomenológica. La metafísica de la comunicación del Resucitado
con sus discípulos propone un lenguaje intencionado que busca transmitir una
idea en este caso la perentoriedad del anuncio. No se pretende cosa distinta al
apuntalamiento de una misión de índole salvífica y tal intimación será
concluida en el medio apostólico con las apariciones y coloquios con el
Resucitado. La percepción idiomática es en aquella época lo que es hoy en día,
recordemos que las imágenes son ilustrativas y la riqueza visual hoy nos puede
llevar a otro contexto comunicativo. Tal afirmación aterriza el mensaje en este
siglo (XXI) determinando así otras categorías de comunicación donde entra de
lleno la tecnología y la manera como vemos el mundo por medio de estos
adelantos. La Semiótica y toda su riqueza en signos y símbolos está al servicio
del Evangelio del Resucitado cuyas palabras son vivas y dinámicas y su lenguaje
supera lo Supra para convertirse en una realidad palpable desde la Fe del
bautizado. El modo presente (época del
Señor) tocado por el latín nos da una idea del objeto comunicado y sus
categorías epistemológicas, las mismas que comprendemos bajo el signo del dogma
Escrituristico. Solo así afirmando las verdades reveladas el bautizado
comprende con absoluta claridad los contenidos del Evangelio y bajo la guía del
Espíritu Santo camina en la dirección de una autentica amistad con el
Resucitado.
Los signos del Señor en
medio de los discípulos tal como los muestra el capítulo 20 de Juan, encajan
perfectamente con la tradición Escrituristica del propio pueblo de Israel,
recordemos por ejemplo que “el soplo” del Resucitado sobre los discípulos lo
encontramos en el libro del Génesis en el contexto de la Creación y aquí de la
nueva humanidad redimida, dos contextos de una misma idea. Una se yuxtapone a la otra sin perder
ninguna de las dos su actualidad. Entrar estando las puertas cerradas, recalca
la condición gloriosa de la Corporalidad del Resucitado, no es una Rex Finita (Descartes)
ya que su Humanidad no estaba limitada por la concreción de la Materia y Forma
Aristotélica, el cuerpo del Resucitado se transformó íntegramente al contener
la plenitud de la Gracia de Dios. A diferencia de la Zarza ardiendo de Moisés
aquí Dios mismo caminó en toda su majestad entre los seres humanos. Es una
cuestión clara desde la comprensión no intelectiva de la naturaleza de la Fe,
sino que el saber se une a la expresión de las creencias del bautizado. La
connotación física es plenificada por la condición Divina en grado superlativo
(cabe la gramática). Juan está interesado en enseñarnos la abundante vida del
Resucitado y plasmarla desde su concepción de la trascendencia, aquel que es
Dios está por sobre toda ley natural existente. Si nos lo permitimos usar una
expresión estéticamente aristotélica, diríamos en su proporción: “Cristo
Motor Inmóvil”, mueve otros motores inmóviles, el Verbo de Dios mueve
otros logos como son las leyes naturales (24). La expresión Motor Inmóvil
la asociamos tácitamente con la Trinidad Económica o salvífica. El pasar por
una estructura material sin tocarla, es propio de aquel que venció su propia
inmanencia (condición como hombre) y al salir de sí mismo nunca dejó su Ser
Divino. Cristo Resucitado encarna por extensión, esencia, sustancia, definición
y naturaleza el Ser de Dios entre los hombres.
Ahora miremos el segundo
Texto Joanico sobre el Resucitado:
Después de esto, se
manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se
manifestó de esta manera. 2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el
Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus
discípulos. 3. Simón Pedro les dice: Voy a pescar. Le contestan ellos: También
nosotros vamos contigo. Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no
pescaron nada. 4. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos
no sabían que era Jesús. 5. Díceles Jesús: Muchachos, ¿no tenéis pescado? Le
contestaron: No. 6. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de
peces. 7. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: Es el Señor,
se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. 8. Los demás
discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no
distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 9. Nada más saltar a
tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10. Díceles
Jesús: Traed algunos de los peces que acabáis de pescar. 11. Subió Simón Pedro
y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun
siendo tantos, no se rompió la red. 12. Jesús les dice: Venid y comed. Ninguno
de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién eres tú?, sabiendo que era
el Señor. 13. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el
pez. 14. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos
después de resucitar de entre los muertos. 15. Después de haber comido… (25).
Juan capítulo 21 1-15.
El lenguaje simbólico
empleado aquí es de gran riqueza y acude el evangelista a afirmar la vocación y
misión de los discípulos en un mismo contexto en una escena compuesta. La pesca
se convertirá en signo eucarístico que es la forma de una presencia espiritual
que el Señor afirmará en los sacramentos de la Iglesia. Aquí el alimento es
sustancia de Gracia y la “Comensalía” fraterna está animada por la Fe de los
discípulos. Los símbolos en si con su poder y significación son sintetizados en
expresiones como: Jesús les dice: Venid y comed. Ninguno de los discípulos se
atrevía a preguntarle: ¿Quién eres tú?, sabiendo que era el Señor (versículo
12) o en latín Dicit illis Iesus: Venite, prandete. Nemo audebat discentium
interrogare: ¿Tu quis es? Scientes quia Dominus esset… El ¿Quién eres
tú, nos habla claramente de la identidad relacionada con los suyos y los signos
habituales toman aquí sentido al punto de convertirse en signo de su presencia?
La argumentación Joanica toca la sensibilidad de los creyentes y de esta manera
toma forma las apariciones y sus coloquios, Cristo se manifiesta siempre en la
dinámica de la cotidianidad, no saca a sus discípulos de las tareas habituales,
no pretende darles otro argumento que el amor potenciador de toda relación
sobrenatural con Dios, de esta espiritualidad revelada por el triunfo del
Señor. El Señor los lleva al comienzo y luego al presente de la relación
salvífica. Los distintos momentos que llegan a nuestra mente son poderosos para
mover tanto el alma como la conciencia de sus discípulos. Nadie puede preguntar
cuando el alma está completamente segura de la Gracia que la habita, esta
conciencia es fruto de la vida y alegría de la resurrección. Ellos no preguntan
sobre su identidad, ellos están seguros del Señor y sus manifestaciones, su
espiritualidad se ha convertido en habitual. Que interesante se nos presenta la
totalidad de los pescados subidos a la barca de Pedro y sus amigos. Miremos
algo de su contenido:
100
50
3.
Esta cifra puede
equivaler a la perfección de una misión o llamamiento por la paridad de la
cifra enunciada.
Es la mitad de la
perfección luego puede corresponder a las fatigas y tropiezos de la misión
eclesial.
Encarna la perfección que
redondea la faena de ellos y de los bautizados. La misión de la Madre Iglesia
alcanzará en Cristo su perfección.
La pesca con red tal como
manifiesta el texto Joanico representa la misión apostólica y de paso la
responsabilidad de la Iglesia en cabeza de cada uno de ellos (discípulos)
algunos han querido ver a Pedro a la cabeza, pero es la Iglesia la primera y
Madre de ellos como de nosotros los bautizados.
Si el texto se lee y analiza desde la óptica de los Sinópticos todos
sabemos que la simbología nos habla estrictamente del “Reino de Dios”. Una
manifestación compuesta de la realidad que se construye a partir del llamado
que Dios hace de cada uno de nosotros.
Sobre la Comensalía
notamos diferencias a como se expresó antes en la multiplicación de los panes y
los peces citados en los evangelios, en este punto de la manifestación queda
claro para el bautizado que ahora los dones solo llegarán por mandato de Cristo
y la Iglesia en figura de los apóstoles serán los encargados de su
distribución, la potestad eclesial queda definida aquí, y será la Madre Iglesia
la encargada de alimentar a sus hijos con las gracias dadas por su Señor y
cabeza. La ministerialidad queda a salvo
de cualquier interpretación desligada de la realidad fenomenológica que el texto
Joanico nos permite asumir. La Eucaristía será el signo favorito del encuentro
con el Resucitado y así lo ha vivido la Iglesia desde siempre. Este trozo
Joanico en particular por su gramática e intencionalidad parece agregado en
otro contexto, pero para el caso es de suma importancia ya que centra las
manifestaciones del Resucitado en la ministerialidad de la naciente Iglesia y
su carácter misionero. Los rasgos del “Buen Pastor”, de la Vid y los sarmientos
inundan la imaginación de su autor y esa abundancia que en otras épocas vivió
el pueblo podrán ser vividas una vez más gracias a los dones del Resucitado.
En la composición de esta realidad el presente
se muestra lejano, pero no es así este Evangelio trabaja en la consecución de
los ideales ad-posteriori del Señor para su Iglesia. La relación de los hechos
salvíficos aquí escenificados es hoy como ayer actualidad de la presencia de
Cristo en su Iglesia. La revelación como tal toma de los elementos de su
entorno y los hace significantes como a partir de un encuentro trivializado
entre el Señor y sus discípulos. La connotación Psicológica de las apariciones
registradas por Juan es de tal magnitud que la comprensión toma de los
sentimientos gran parte de su interacción con la realidad apostólica
objetivando sus calificativos y apreciaciones, la lógica no se centra en el
valor de estas manifestaciones sino en la posibilidad de ver el misterio bajo
una fenomenología palpable similar a como lo expresa Tomás, pero sin duda antes
todo lo opuesto a la certeza del amor. Las apariciones continúan en la dinámica
de la Corporeidad del Señor (corporeización) donde la figura corporal es
distintiva para sus discípulos (26).
Mc 16,9-20
Lc 24,36-49
Jn 20,24-39
Lc 24,13-35
Jn 20,19-23
Jn 21, 1-13
Esta vivencia única de
los apóstoles debieron trasmitirla primero a través de la predicación oral y
luego a través de sus escritos; es así como encontramos en el Nuevo Testamento
toda una serie de textos, expresiones, y afirmaciones referentes a la resurrección
de Jesús de entre los muertos. Otro importante aporte a nuestra reflexión en el
hoy de nuestra historia la constituye los relatos que se centran
intencionalmente en la “tumba vacía” cuyo argumento teológico fue
importante en el primer siglo de la Iglesia. El sepulcro vacío se convirtió en
prueba inmediata del fenómeno de la resurrección, pero ante lo débil de su
argumento y de las variantes que esta afirmación no contemplaba la Iglesia
continuó buscando signos de la resurrección. La formulación positiva de esta
imagen es fruto de las primeras impresiones de los discípulos y testigos. Con
el correr del tiempo la formulación dogmática planteó la necesidad de una
prueba más que psicológica o interpretativa de la inmediatez del
acontecimiento. La visión Lucana de las manifestaciones del Señor se une
teológicamente a las Joanica y su consecuencia es, además, de una misma fuente
la exaltación de la condición resucitada por sobre otros aspectos como por
ejemplo el mencionado de la tumba vacía (27).
Mc 16,1-8
Lc 24,1-10
Mt 28,1-20
Jn 20,1-18
Las citas anteriores
sobre el signo de la tumba vacía son un preámbulo para manifestaciones más
profundas del Resucitado en medio de los discípulos. La metafísica del lenguaje
expresado por la tumba vacía es en sí fuente de controversia para los primeros
cristianos ya que posterior a este acontecimiento los coloquios se dan bajo la
figura corporal del Señor. Aquí la condición del Señor es nueva para los
sentidos como lo hará saber “camino a Emaús” y su Ascensión (Lucas capítulo 24
versículos 13-53).
Aquel mismo día iban dos
de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14.y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15. Y sucedió que,
mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con
ellos; 16. pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. 17.Él les
dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando? Ellos se pararon
con aire entristecido. 18. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú
el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado
en ella? 19.Él les dijo: ¿Qué cosas? Ellos le dijeron: Lo de Jesús el Nazoreo,
que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el
pueblo; 20. cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte
y le crucificaron. 21. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
22. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque
fueron de madrugada al sepulcro, 23.y, al no hallar su cuerpo, vinieron
diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él
vivía. 24. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal
como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 25.Él les dijo: ¡Oh
insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26.
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? 27.
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo
que había sobre él en todas las Escrituras. 28. Al acercarse al pueblo a donde
iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29. Pero ellos le forzaron diciéndole:
Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado. Y entró a
quedarse con ellos. 30. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó
el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31., Entonces se
les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. 32. Se
dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros
cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» 33. Y,
levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los
Once y a los que estaban con ellos, 34.que decían: ¡Es verdad! ¡El Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón! 35. Ellos, por su parte, contaron lo que
había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. 36.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les
dijo: La paz con vosotros. 37. Sobresaltados y asustados, creían ver un
espíritu. 38. Pero él les dijo: ¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan
dudas en vuestro corazón? 39. Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo.
Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.
40. Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies. 41. Como ellos no
acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo:
¿Tenéis aquí algo de comer 42? Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. 43.
Lo tomó y comió delante de ellos. 44. Después les dijo: Estas son aquellas
palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que
se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en
los Salmos acerca de mí. 45. Y, entonces, abrió sus inteligencias para que
comprendieran las Escrituras, 46.y les dijo: Así está escrito que el Cristo
padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día 47.y se predicara en
su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones,
empezando desde Jerusalén. 48. Vosotros sois testigos de estas cosas. 49.
Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte
permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto. 50.
Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51. Y
sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
52. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran
gozo, 53.y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios (28).
El texto Lucano relaciona
los eventos de una manera similar a como adelanta el relato Juan en su
evangelio. Los signos más determinantes de la resurrección del Señor es su
propio cuerpo que da luz sobre su condición glorificada. Aquí no hay dudas sino
alegría y esta es una manifestación festiva del Espíritu Santo en el creyente
de todos los tiempos. Su propio cuerpo se convierte en la señal del
cumplimiento de cada una de sus palabras. Lucas nos muestra una diferencia
sustancial con las profecías del (A.T) cuyos oráculos se cumplían no en virtud
del anunciante sino de Dios que lo revelaba, aquí es contrario, ya que la
revelación es Cristo mismo vencedor de la muerte. Es interesante como en Lucas
y en Juan los discípulos no son
conscientes de la presencia de Cristo sino hasta haber obtenido de él una señal
o palabra, esto último me hace pensar en dos
axiomas de los santos Padres de la Iglesia, en el primero Jerónimo
(amigo y contemporáneo del Hiponense) afirma: “Quien no conoce el Evangelio
miente si dice conocer a Cristo” y la segunda fórmula generó consenso: “El
Canon de las Sagradas Escrituras está más en el corazón de la Madre Iglesia que
en los libros tenidos por inspirados”. Dan Fe de la necesidad de conocer por
medio de lo revelado en el Texto Sagrado de Tradición. La señal dada por el
Resucitado toca las fibras de lo cotidiano en sus amigos y discípulos y de paso
nos enseña que sus coloquios post-pascuales eran ampliamente difundidos entre
sus seguidores. Lo anterior es la
necesaria proyección de su palabra que a la postre dará fundamento a la
naciente Iglesia.
El cuerpo de Cristo es
glorioso y por ende libre de los avatares del mundo corpóreo por eso puede ir y
venir en medio de ellos y ser motivo de esperanza y reflexión sobre la futura
condición de los bautizados. La Eucaristía una vez más es el centro de sus
coloquios y punto de partida de las reflexiones futuras de la Iglesia, se
establece un principio que nos identifica como Cristo céntricos. Es también
importante no olvidar que Lucas escribe particularmente para creyentes fuera de
Israel, está pensando en los griegos que no aceptan la resurrección y por demás
la consideran absurda, de allí su insistencia en la realidad física del Cuerpo
del Señor Resucitado. Podemos notar que la línea de tiempo establecida por
Lucas (29) nos conecta con la Ascensión como mostrando en su evangelio que los
eventos descritos sucedieron el mismo día de la resurrección, cosa que luego en
Hechos de los Apóstoles corregirá. No
implica que no se ajuste a la realidad porque sabemos que los eventos son
distanciados por interés en la comprensión de los creyentes. Si observamos en
el último versículo de este capítulo notamos que el templo es el epicentro de
las celebraciones y lugar donde todo inició. La identidad religiosa de este
evangelista es muy fuerte y está ligada al templo como centro de identidad y
memoria religiosa. Los signos por los cuales recocieron al Señor tocan la
mentalidad sobrenatural de los discípulos. Cristo muestra destellos de su
gloria como lo manifestó en su Transfiguración, el problema intelectivo es en verdad
muy grande ya que ellos no tenían con que comparar lo que estaban viendo y
escuchando. Este capítulo es bello en su interés por manifestar la verdad de
estos coloquios y como busca figuras para concluir en la necesaria intimidad y
amistad con el Dios Resucitado en la humanidad gloriosa de Jesús.
Las acciones realizadas
por el Señor no se salen de lo natural solo para comentar: caminar, hablar,
comer, reclinarse, enseñar, son solo parte de las manifestaciones naturales de
lo trascendente. Ellos lo reconocieron en un acto de Fe es aventurado pensar
que fueron favorecidos más que a nosotros, simplemente buscaron en sus
corazones y encontraron esa relación forjada con el Señor mucho antes de los
acontecimientos, ellos no necesitaron estar enfermos o sin trabajo para acudir
a Dios y mucho menos lo buscaron por hambre, ellos caminaron al lado de Dios de
forma solidaria y fraterna. Hoy mismo puede estar pasando entre nosotros que
Emaús se revele en lo cotidiano en esas pequeñas batallas de nuestra Fe. Para nuestra
reflexión comparto el siguiente trozo sobre Emaús. Queridos hermanos, la mayor
avenida del mundo es el camino de Emaús: todas las moradas de los hombres se
abren hacia ella. Pasa por delante de nuestra puerta, y cada día es posible el
encuentro. Sólo depende de nuestro anhelo, disponibilidad e invitación. Y
entonces viene Él, sin ruido, compañero invisible, que viajará a nuestro lado
hasta el fin del mundo. Y así, cada uno de nosotros camina, como aquellos dos
discípulos, hasta que se acabe el último y definitivo encuentro (30). Securi
agamus Pascha palabras del Hiponense en las que el africano nos invita a
celebrar con alegría la Pascua, miremos sus reflexiones sobre este maravilloso
evento salvífico:
Objeto de tal solemnidad
es renovar en nosotros más gozosamente el recuerdo del hecho histórico: Aquí se
construye el edificio de nuestra Fe en la resurrección de Jesucristo. Creíamos
ya cuando escuchamos el evangelio; creyendo ya, hemos entrado hoy en esta
iglesia; y, sin embargo, no sé cómo, se escucha con gozo lo que refresca la
memoria (Sermón 234,2). Con toda solemnidad leemos y celebramos la pasión de
quien con su sangre borró nuestras culpas para reavivar gozosamente nuestro
recuerdo a través de estas prácticas anuales y hacer que, mediante la afluencia
de gente, irradie mayor claridad nuestra Fe (Sermón 218,1). Lo esencial de la
fe es precisamente creer en Cristo resucitado. Cuando celebramos la Pascua –le
escribe a Jenaro-- no nos contentamos con traer a la memoria el suceso, esto
es, que Cristo murió y resucitó. En la celebración de este sacramento
ejecutamos las demás cosas que el sacramento entraña» (Carta 55, 1,2). Hacer
Pascua, por tanto, es recibir el don invisible, o sea el «sacramento de su
pasión y de su resurrección» (Sermón 231,7). «Nos prometió su vida; pero más
increíble es lo que ha hecho: nos envió por delante su muerte» (Sermón 231,5).
Este sacramento de su pasión y de su resurrección es el sacramento por
excelencia, porque el hecho visible, significando, es la muerte y la resurrección
históricas; el invisible, en cambio, pero real, significado, es el paso de la
muerte a la vida. Pascua es, por tanto, el sacramento del paso. Lo indica la
misma palabra (31).
UNA NUEVA FORMA DE
PERCIBIR LA REALIDAD REDIMIDA.
La resurrección del Señor
nos introduce en una nueva y definitiva concepción de la existencia más allá de
las especulaciones naturales sobre qué hay después de esta vida terrenal. El
umbral de toda posibilidad fue cruzado por Cristo dándonos una autentica y
coherente esperanza en la consumación para cada uno de los bautizados de esta
realidad concreta. La discusión inicial
era como interpretar los signos manifiestos y como traducir sus contenidos en
una doctrina defendible y sobre todo sostenible. Tal postura hizo que en los
primeros siglos los Santos PP. de la Iglesia asumieran por extensión de la
revelación escrita todos los sucesos relacionados con la manifestación del
Resucitado y los convirtieran en certeza.
La naturaleza humana ya se había transformado gracias a Cristo y por
imitación de su virtud más no de su condición de Dios en una nueva y definitiva
creación en vocación tanto a la santidad potencia de la “Inhabitación
Trinitaria” como a la salvación consecuencia de la anterior. Cristo inaugura una naturaleza plena, total y
totalizante cuya raíz sin duda alguna la encontramos en la capacidad de la
Gracia para hacerse histórica y como en Emaús caminar a nuestro lado. La concepción de la muerte ya no volvería a
ser lo que era, ahora la vida no se siente presa por lo que de forma aberrante
se convirtió en natural, me refiero a la muerte. Pablo reta al destino y a la
misma muerte cuando le interpela para que muestre su efímera victoria. Gracias
al Resucitado comprendemos que la muerte es solo el inicio de algo que ella no
entiende ni podrá comprender por la finitud de su mandato sobre el ser
redimido. La condición resucitada y resucitadora de Cristo afirmó el estatuto
de la vida y la presencia de la Gracia su vocación salvífica. La contundencia
de la resurrección rompió el mito de la imposibilidad esencial de volver a la
vida, la naturaleza de Dios en lo que corresponde a la Encarnación marchó
triunfante por el reino de los vivos y los muertos y nada de lo que anunciaba
el imperio del pecado pudo prevalecer contra ella.
La revelación de tal acontecimiento inauguró
la Era histórico-trascendental de la comprensión de este fenómeno que se
antropizó para cada uno de los bautizados. Verdaderamente hay que morir para
vivir y no es solo una paradoja de un enunciado es el deshacer el cerco de la
vida concupiscente e introducir en ella valores y fundamentos que superen el
instinto. En este punto el amor se
constituye en el vehículo que nos conecta con la eternidad, dicho medio sobre
sale aun en las postraciones, necesidades, enfermedades, fue puesto en nosotros
precisamente para trascender rompiendo el énfasis de la decadencia del pecado. Tamaño
reto en el bautizado vivir como Cristo vivió en su manifestación terrenal,
vivir como redimido en medio de un mundo cuya realidad muchas veces es
gobernada por el “hombre viejo “de la doctrina Paulina. Al respecto la espiritualidad Agustiniana es
clara en señalar la existencia en el bautizado del “hombre interior”
donde se ha manifestado la verdad liberadora de la resurrección del Señor. Un
cambio radical de vida y actitudes frente al mundo y sus valores y frente
también a su manera de conocer y relacionar a las personas con esa realidad
creada. La realidad de Cristo toca cada corazón y le muestra la ruta de la
redención dejando que la opción fundamental fluya desde dentro del bautizado.
El Cristo de la Fe se revela sobre la resurrección, y la muerte no tiene
posibilidad alguna de ser parte de esta nueva condición al menos en Dios porque
en el modelo social impera todavía.
La muerte critica, es
aquella que bajo el estandarte del libre albedrio limita la reflexión del
individuo y lo masifica bajo el imperio de los valores y estilos de vida
sensualistas, materialistas, el laicismo no propende por la libertad de la
razón y su iniciativa sobre la materia sino lo contrario la renuncia a valores
que se consideran limitantes del modelo ético-moral de la persona. El orden del
Resucitado asume una postura por sobre tales argumentos. El discurso dialectico
del Resucitado se hace sobre la base del triunfo de la vida y del amor y
rechazando todo aquello que precisamente esclaviza y propende por orden
distinto a la perfecta realización de la persona humana y sus derechos como
también deberes. La resurrección tocó profundamente el orden social, económico,
político, el mismo derecho y las leyes, no hay absolutamente nada que proteja
los valores del cristiano, nada en la sociedad y los estados de derecho, en
muchos de ellos solo se habla de la “religiosa libertad” que aun ella ha sido
politizada por iglesias e intereses económicos y alianzas perversas llamadas
“concordato” la realidad apunta a la dignificación del bautizado ahora Imagen
del Dios amoroso y sujeto de resurrección, son estos valores intangibles que
sino los vivimos corren el riesgo de convertirse en mito. CRISTO VIVE, es el grito que resuena en
los oídos de quienes animados por la esperanza desean vivir según esta realidad
de su Fe, la bondad de Dios se manifestó en su Adorado Hijo que rompiendo las
cadenas dio vida a todo nuestro entorno somático… (32).
EXPRESIONES QUE
PROBLEMATIZARON EL FENÓMENO HISTÓRICO DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO… (33).
Ignacio de La Potterie,
S.I
José Caba. S.I
Pannemberg (teólogo
protestante alemán).
la resurrección de Cristo
tuvo una realidad física, histórica. La resurrección
de Cristo es un hecho que ha sucedido en la realidad. Aunque no haya habido
propiamente ningún testigo del hecho de la resurrección, en cuanto tal, es
histórica en razón de las huellas dejadas en nuestro mundo y de las que dan
testimonio los apóstoles refiriéndose al fenómeno histórico de la resurrección
afirma este autor: Es histórico todo suceso que puede ser colocado en unas
coordenadas de espacio y tiempo. Con otras palabras: es histórico todo lo que
ha sucedido en un determinado momento y en un determinado sitio.
Max Meinertz (teólogo
alemán).
Oscar Cullmann (teólogo
suizo reconocemos sus aportes en el ecumenismo fue el pionero de los diálogos
entre luteranos y católicos romanos).
Blaise Pascal
(matemático, filósofo y teólogo francés).
La resurrección entra en
el campo de la realidad histórica.
La tumba vacía seguirá
siendo un acontecimiento histórico.
Creo de buena gana las
historias cuyos testigos se dejan matar para defenderlas.
La Escolástica en cabeza
de Tomás de Aquino asegura dos fundamentos sin los cuales no se puede
problematizar el enunciado citado en el punto (33) Cristo resucito por su
Divinidad y lo hizo en un cuerpo glorioso y real. El cuerpo de Cristo-afirma
Tomás de Aquino fue real y verdadero y no fantasmagórico, porque entonces la resurrección
no sería verdadera sino aparente. Además, el cuerpo fue glorioso, porque
cumplido el misterio de la pasión y muerte de Cristo, el alma luego que volvió
a unirse al cuerpo, le comunicó su gloria; así fue glorioso su cuerpo (34). La resurrección
da entrada al espacio nuevo que abre la historia más allá de sí misma y crea lo
definitivo. La resurrección de Jesús va más allá de la historia, pero ha dejado
huella en la historia. Por eso puede ser refrendada por testigos como un
acontecimiento de una cualidad del todo nueva. Benedicto XVI deja ver la
concepción seguida por nosotros desde hace siglos, donde aseguramos que la historia
es redimida en todos sus acontecimientos y proyectada al futuro tanto inmediato
como remoto dando a entender que la potencia de la Gracia en ella afecta
positivamente todo el accionar humano. La redención no es un asunto solo de
índole puntual es también abarcante del origen de los tiempos (35). Nuestra
fuente histórica está constituida también por la reflexión de los Santos PP. de
la Iglesia por tal razón y para no argumentar sobre el tema en cuestión
comparto con ustedes hermanos una breve reflexión de algunos de ellos (36).
Y entrando, no hallaron
el cuerpo del Señor. No habiendo encontrado el cuerpo de Jesús, porque había
resucitado, eran agitadas por diversas ideas; y como amaban tanto al Señor y se
hallaban tan apenadas por su desaparición, merecieron la presencia de un
ángel" (San Cirilo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 524). Pascua del Señor, pascua;
lo digo por tercera vez en honor de la Trinidad; Pascua. Es, para nosotros, la
fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades, que es superior a
todas las demás, no sólo a las fiestas humanas y terrenales, sino también a las
fiestas del mismo Cristo que se celebran en su honor, igual que el sol supera a
las estrellas" (San Gregorio Nacianceno, Oración 45, 2). No es grande cosa
creer que Cristo muriese; porque esto también lo creen los paganos y judíos y
todos los inicuos: todo creen que murió. La Fe de los cristianos es la
Resurrección de Cristo; esto es los que tenemos por cosa grande el creer que
resucitó" (San Agustín, Comentarios sobre el salmo 120). Después de la
tristeza del sábado resplandece un día feliz, el primero entra todos, iluminado
con la primera de las luces, ya que en él se realiza el triunfo de Cristo
resucitado" (San Jerónimo, comentario al Evangelio de San Marcos 16). Se
aprovecharon tanto los apóstoles de la Ascensión del Señor que todo lo que
antes les causaba miedo, después se convirtió en gozo. Desde aquel momento
elevaron toda la contemplación de su alma a la divinidad sentada a la diestra
del padre, y ya no les era obstáculo la vista de su cuerpo para que la
inteligencia, iluminada por la Fe, creyera que Cristo, ni descendiendo se había
apartado del Padre, ni con su Ascensión se había apartado de sus discípulos
(San León Magno, Sermón 74).
FUENTES E INSUMOS.
Los
textos bíblicos fueron citados de la Biblia de Jerusalen on line y otros
recursos directamente de ensayos anteriores rescatados de
cristoeseltema.blogspot.com. |
(1) Notas del autor.
(2) Notas del autor.
(3) RAHNER, Karl, Sentido Teológico de la
Muerte. Ed. Herder, Barcelona, 1969.
(4) Fe y Poesia.org/IMG “a partir de la
meditación de Rahner sobre la Pascua”.
(5) Notas del autor.
(6) Notas del autor.
(7) Notas del autor.
(8) Notas del autor.
(9) Recensione “Scripta Theologica” 30 (1998)
nn. 402-412. Catecismo Iglesia Católica.
(10) HABERMAS, Jurgen. La Reconstrucción del
Materialismo Histórico. Traducido por Jaime Nicolás Muñiz y Ramón García
Cotarelo. Madrid Taurus, 1983.
(11) Notas del autor.
(12) Notas del autor.
(13) Thnetopsiquismo. La Esperanza Cristina de
la Resurrección. Comisión Teológica Internacional. Fuente.
https://es.zenit.org/articles/author/catholic-net/
(14) Notas del autor.
(15) Notas del autor.
(16) https://www.biblegateway.com/.../Reina-Valera-1960-RVR1960
(17) Notas del autor.
(18) Notas del autor.
(19) Apócrifos del A.T. Ed, Cristiandad,
Madrid, 1984 Volumen IV 162-164.
(20) www.migramatica.com/griego/
www.biblioteca.uma.es/bbldoc/FONDO_ANTIGUO/12572068.pdf
(21) Notas del autor.
(22) Biblia de Jerusalén, Edición española.
Dirigida por José Ángel Ubieta. 1975.
(23)
https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Reina-valera-1960
(24) Biblia de Jerusalén, Edición española.
Dirigida por José Ángel Ubieta. 1975.
(25) Biblia de Jerusalén, Edición española.
Dirigida por José Ángel Ubieta. 1975.
(26) Notas del autor.
(27)
www.mercaba.org/DicTB/R/resurreccion.htm/ 1015 Caro salutis est cardo ("La
carne es soporte de la salvación") (Tertuliano, De resurrectionem
mortuorum, 8, 2). Creemos en Dios que es el creador de la carne; creemos en el
Verbo hecho carne para rescatar la carne; creemos en la resurrección de la
carne, perfección de la creación y de la redención de la carne.
(28)
www.passioiesus.org/es/magisterio/citas_magisterio.htm/ Biblia de
Jerusalén, Edición española. Dirigida por José Ángel Ubieta. 1975.
(29) Biblia de Jerusalén, Edición española.
Dirigida por José Ángel Ubieta. 1975.
(30) Notas del autor y del Padre Nicolás
Schweitzer (homilías) Instituto de los Padres Schoenstatt.
(31) Sermón 234,2/ Sermón 218,1/ Sermón 231,7/
Sermón 231,5/ Carta 55, 1,2. Agustín de Hipona Padre latino.
(32) Notas del autor.
(33) JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Cristología
fundamental, VII, 2, 1. Ed. C.E.T.E. Madrid, 1985/ CÁNDIDO POZO, S.I.: Teología
del más allá, pg. 69. Ed. BAC. Madrid, 2ª ED.1980/ CÁNDIDO POZO, S.I. Resucitó
de entre los muertos, I, 1. Cuadernos BAC, n° 93. Madrid.1985/ IGNACIO DE LA
POTTERIE, S.I.: Revista 30 DÍAS, 62(1992) / MAX MEINERTZ: Teología del Nuevo
Testamento, 1ª, IV, 5. Ed. FAX. Madrid.
(34) Fidel García Martínez, Catedrático Lengua
Literatura Doctor Filología Románica Licenciado en Ciencias Eclesiásticas.
(35) Nota del autor.
(36) https://www.aciprensa.com › Recursos ›
Fiestas Litúrgicas › Pascua
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