FENOMENOLOGÍA DE
LA REALIDAD CRISTIANA EN EL PRESENTE.
“Cuando le daba comida a los más pobres, me llamaban
santo y cuánto pregunté porque no tenían comida entonces me llamaron
comunista “Helder Cámara. (1).
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MOTIVACIÓN TEÓRICA
DE ESTA REFLEXIÓN.
La fenomenología de la
vida como una corriente filosófica surgida en Alemania con Husserl (2), a fines
del siglo XIX, cuenta entre sus filas con pensadores de la talla de Heidegger
(3) y Scheler (4), caminando durante todo el siglo XX. Es pues, un esfuerzo notable por responder a
la interpretación del mundo y sus contenidos racionales, es también una manera
de confrontar lo que conocemos como existencia y su conciencia. Una revelación
en el terreno de nuestra facultad racional para entender y determinar las
relaciones vividas en el medio y entorno de nuestra existencia. El fenómeno
es en sí una ciencia debido a su naturaleza constatable o demostrable, es
decir, algo que se puede conocer por la sola operación de la razón siguiendo
los atributos de las cosas observadas (5). El fenómeno no se detiene en el
objeto estudiado sino en el como este aparece o se entrega a nuestra
comprensión. Es pues interesante apreciar las operaciones y sus manifestaciones
para deducir lo que algo es o no lo es.
INTRODUCCIÓN.
El fenómeno cristiano
(6) analizado desde la percepción misma del creyente supera cualquier
razonamiento espiritual y se convierte en un componente más de la praxis de su
existencia. El cristiano vive para si y para Dios y el fenómeno que se desborda
en su propia existencia es promovido por la Gracia de Dios que transforma su
acontecer haciendo de lo trivial una posibilidad salvífica en el esfuerzo de
hacer todo bien y con amor. La fenomenalidad (7) del obrar de los
bautizados se recrea en la presencia amorosa de Dios que nos muestra como obrar
según el influjo de su Gracia en el diario acontecer de su Voluntad, tal
afirmación Volitiva de Dios se asume en la voluntad del bautizado. Un fenómeno
abordable en nuestra antropización podría llamarse fenómeno cristiano. Aunque los
presupuestos de percepción hablen de una donación de lo percibido es factible
percibir la religión desde el acontecer humano instalado en la psique de los
creyentes. Todo fenómeno percibido es asumido por la razón que lo indaga y
justifica elaborando todo un contenido perceptible sin implicar con ello que
pierda este su categoría supra. La fenomenalidad cristiana puede ser
introducida en la conciencia de los bautizados por medio de la praxis misma que
recorre una cronología concreta desde el decálogo hasta la vida sacramental, el
hacer con el creer se encuentran en una analogía determinada por la Gracia
convertida en historia salvífica (8).
FENÓMENO ANGLICANO.
Los Ethos culturales son en si contenidos
configurados por la misma naturaleza relacional del bautizado que construye
nexos con quienes están a su lado, de esta manera nuestra eclesiología toma
del entorno conceptos claves de aproximación al otro y su circunstancia. Pbro. Diego
Sabogal.
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El acontecer de esta Comunión
de Iglesias de Tradición Anglicana, más allá de las fronteras de la razón y el
ámbito cultural, desarrolla Ethos de poder determinados por la aceptación de su
tradición en el contexto de una mayor que nos emparenta ideológicamente (9). Como
apariencia de la verdad misma diremos que la donación de los presupuestos
doctrinales es la concreción idiomática de la aparente diversidad en el ámbito
eclesial anglicano, el fenómeno humano que inicia en nosotros la fenomenológica
exposición cultica, litúrgica, teológica, filosófica y cultural se experimenta
en la libertad de la condición racional y la capacidad optativa del anglicano
en un entorno cambiante uy necesitado de
ser afirmado en la praxis de
nuestros ideales, el cómo realizamos nuestra aproximación al evangelio y la
vida eclesial es definitivo para establecer un principio de realidad percibida
como fenómeno de Fe y vida (10). La donación de los momentos de la realidad
articulada fomenta grandemente la percepción de la realidad de Fe que vivimos
en esta Comunión eclesial. Las distintas posturas (liberales y conservadoras)
son signo del desbordamiento intelectivo del análisis de una misma realidad
bajo motivación distintas, un acontecer como el eclesial anglicano experimenta
el paso de su propia identidad teológica de allí que es aprensible tales posturas,
aunque no sean unánimes en la Comunión (11). Necesitamos citar las discusiones
sobre identidad de género, sexualidad, eutanasia, Eugenesis, política,
economía, buscar aliviar literalmente el fenómeno por medio de una
fenomenología de eventos todos distintos, habla de la pluralidad conceptual que
cubre gran parte de nuestra Provincia. La postura fenomenológica nos plantea
interrogantes sobre lo que estamos viviendo y puede ser enunciada de esta
manera: ¿Qué tiene de apariencia o realidad? (12) La apariencia es una concepción doctrinal
encajada en medio de las polémicas antes citadas y es aparente porque la
percepción no es universal, basta ver como en la Iglesia Episcopal la pérdida de feligresía supera ya el 50% de su membrecía anterior, la respuesta al
fenómeno se pretende detener por medio de reuniones y encuentros que solo
generan una carga burocrática en el ministerio.
La crítica pura del
acontecimiento histórico por el cual la gente abandona el episcopalianismo como
fenómeno de percepción no es tocado todavía, es posible que nos encontremos en
el ámbito de la fenomenología en su estadio más inmaduro de percepción, o en la
crítica latente solo estamos tocando segmentos poblacionales inclinados a esta
o aquella ideología individual y no universal en la categoría religiosa que una
Iglesia histórica debe asumir como compromiso multicausal de su contenido
salvífico. Si entramos en conjeturas idealistas podemos citar a Platón en la
alegoría de la “caverna” un mito en su contenido pero cuya praxis idiomática
aterriza en los miedos más profundos del ser
humano, percibir la realidad por medio de las sombras no es seguro para
quienes la están observando pero es posible que el ser que percibe tales
sombras crea fervientemente que es parte de su propia realidad y se niegue
voluntariamente a ver más allá de la realidad
que puede y debe percibir. Una caverna cuya realidad es abordada desde
su propia limitación, aquí no hay donación por lo tanto el fenómeno es amañado
solo a quien lo percibe (13).
No pensemos en el
problema simplemente, sino en el “cómo fenomenológico” se ha
desarrollado entre nosotros y la comprensión eclesial que vivimos, el fenómeno
religioso puede ser fenomenalizado, es decir, puede ser convertido en lo que no
es esencialmente por la manera nuestra de querer ver la realidad en la que
vivimos nuestra praxis eclesial. Un paso dialéctico interesante para ver más
allá del acontecimiento que a diario percibimos y en el que creemos se debe
vivir nuestra propia Fe eclesial (14). La realidad que estamos percibiendo no
siempre encaja en el acontecer de la Iglesia y ella no debe modificar su
tradición y contenidos anteriores, puedo incluso citar a Heidegger cuando afirma
que “la verdad está fuera de sí”, se puede referir al valor intrínseco de la verdad que sale como de su
inmanencia para ser percibida por cada uno de nosotros, y tal percepción de la
verdad según Heidegger puede convertirse para nosotros en una cadena de
percepciones y la manera como creemos debe ser la verdad, y es allí en este
estadio de razón cuando afirmamos nuestra verdad por sobre la verdad universal
del cristianismo católico que vivimos por definición doctrinal. Es
interesante buscar la claridad sobre el ser de nuestro acontecer eclesial y
podemos concluir que el amor es parte vital del fenómeno eclesial que estamos
viviendo y necesitamos vivir (15). El orden y su estética es una manera de
pensar y racionalizar conceptos y en este caso que más que la misma definición
eclesial que nos acompaña a los Episcopales y por antonomasia anglicanos. De
nuestra reflexión eclesial podríamos preguntarnos que aparece en el contexto de
nuestra ontología cuando transformamos el ser humano en bautizado e hijo de
Dios y reconocemos sus derechos y cultivamos sus deberes, es pues, desde tal
postura como la fenomenología puede darnos una idea clara de como estamos
actuando sin perder de vista el ser eclesial anglicano que corre por nuestras
venas. La percepción es universal, aunque algunos pretendan dar una
respuesta local a un fenómeno universal eclesial, por esta postura diré
personalmente que la Iglesia no vive de argumentos locales sino universales
(16).
El fenómeno lo asumimos
desde una connotación histórico-critica que nos ubica como Iglesia en los
acontecimientos decisivos de la humanidad y como ese colectivo tan variado en
sus contenidos lo percibe. Es pues nuestra fenomenología una serie de eventos
que percibimos desde la donación e incidencia de estos en nuestras vidas. La
realidad se equipará desde el objeto que contemplamos y las emociones que
emanan de tal contemplación, la supra conciencia que los objetos producen en
nosotros esta detonada por la razón que los comprende y dimensiona como
posibilidad de conocimiento, los Episcopales desarrollamos nuestro propio
viaje gnoseológico hacia una condición plena donde la Gracia informa todos los
procesos de conocimiento y madurez en la Fe que a diario estamos viviendo o
enfrentando (17). Nuestra perspectiva del fenómeno religioso que vivimos
puede y de hecho es afectado no siempre positivamente a nivel de su propia
identidad cultica, doctrinal. La concepción plena de nuestra Fe eclesial esta
inmersa en el entorno de donde tomamos y articulamos elementos o constitutivos
básicos para tales fines. Donde estamos nosotros como Iglesia histórica y donde
la donación de nuestra tradición en el plano real de la existencia de los
bautizados, la Iglesia como madre de los bautizados, es en si misma y en su
naturaleza una donación salvífica constituida a partir del sacrificio de su
Señor y Cabeza, nuestra postura ante la historia y la inserción en ella del
plan salvífico de Dios es determinante para ser lo que es hoy y lo que debe
concretar para llegar a ser, la potencia de los actos como ejemplo de vida y
ruta de acción es determinante para nuestro ser eclesial (18).
No es otra cosa lo que
dice Heidegger cuando afirma que el “fenómeno más originario de la verdad
consiste en este “afuera”, en el “fuera de sí” (19) del movimiento mismo
por el que la intencionalidad se desborda fuera de sí. Este desbordar fuera de
sí no es otra cosa que la Revelación. Revelar, en semejante venida afuera, en
una puesta a distancia, es “hacer ver”. La posibilidad de la visión
reside en esta puesta a distancia; es hacer ver. Ahora la pregunta que debemos
hacer es la siguiente: ¿Cuál es el modo de aparecer y de relacionarse
consigo mismo de la intencionalidad? En la fenomenología de Husserl no hay
ninguna respuesta; tampoco la hay en la filosofía que procede de ella. Ésta es
la razón por la cual la tarea de revelar el hacer ver que revela el objeto sin
revelarse a sí mismo es confiado de manera aporética al "hacer ver"
mismo. No es otra cosa lo que testimonia la reflexión fenomenológica implicada
en la reducción o la retención implicada en toda reflexión. Ir más allá de la
realidad que podemos percibir también puede suponer una sentencia emparentada
con la definición metafísica del fenómeno que podemos o estamos en capacidad de
percibir, podemos decir concretamente que el amor hace posible que el fenómeno
genere precisión en quien lo está
observando desde una propuesta de vida. Una donación transitiva hacia la
consolidación de la realidad de los cristianos y esta realidad solo puede ser
vista en la donación década uno de los bautizados a imitación de la entrega y
donación del propio Jesús. El ser creyente supera el escepticismo y puede
intuitivamente navegar en medio de un mundo plagado por dudas y limitaciones,
la tendencia aporética como duda misma en el creer y vivir cede terreno ante el
amor como praxis de la identidad cristiana.
Heidegger tiene razón en
la entrega de la persona y sus presupuestos creíbles para lograrlo, estar fuera
de la realidad supone una visión de ésta por sobre las limitaciones de nuestro
acontecer personal. El subjetivismo atenta contra la entrega de la verdad en
los creyentes. Un estar fuera que reconoce la existencia de la verdad y la
vive como un fenómeno concreto en su existencia, el discurso de los milagros
del Señor narrados en su Evangelio, es una prueba de las implicancias de
convertir en palabras las imágenes y de hecho con tales acciones estamos
limitando su alcance. No implica poquedad sino concreción en la dialéctica del
creyente, estamos cercanos también a las definiciones de Rudolf Karl Bultmann y
su escepticismo en cuanto a la obra del Jesús histórico. La razón argumentada
desde la praxis de nuestra Fe entra en categorías intelectivas y puede superar
cualquier posible mito en la contemplación de la obra salvífica. Heidegger
nos permite salir y entrar retóricamente hablando y plantearnos tales
interrogantes sobre el acontecer salvífico de nuestra relación fenomenológica
con el Salvador. El escepticismo puede convertirse en un aliado para purificar
nuestra idea sobre el Señor y su inclusión en los hechos narrados en el
Evangelio. La Gracia toma una
condición idiomática que supera las limitantes del discurso o reflexión en los
bautizados permitiendo que sin distingo alguno la Fe entre en el alma y no en
las capacidades intelectivas de los bautizados. (20).
Quisiera señalar -Guillermo Hoyos
Vázquez pensador de la Universidad Nacional de Colombia- cómo el esfuerzo de
Heidegger parece orientarse a determinar la forma de ser del ente en el que
se constituye el ente "mundo", sin ocuparse por el momento de
caracterizar el sentido mismo de mundo. Con esto contrasta cómo para Husserl
el mundo de la vida termina por ser la dimensión universal en la que se
manifiesta el ser, el medium originario de su darse y aparecer para una
conciencia. El mundo no es un objeto, tampoco es la simple suma de los
objetos y sujetos en el mundo, ni es concepto genérico. El mundo es primero
que todo horizonte, pluralidad y diversidad, contexto universal de sentido y
fuente inagotable de comprensión, orientación y validación de pretensiones de
verdad, rectitud y autenticidad. (21).
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“El contenido de la
moralidad expuesta raya en la confrontación doctrinal sobre el mundo y la
manera como lo percibimos, en lo personal considero que la praxis de la Fe
cristiana nos permite ver un mundo que esta aquí, ahora y que trasciende
básicamente por el amor como experiencia concreta que podemos realizar y
vivenciar” (22).
En el cristianismo,
ciertamente, la relación de la vida con el viviente hace cuerpo con una
dogmática que parece imponerse al pensamiento como limitación extraña. Pero
esta pasividad del pensamiento en relación con un contenido dogmático reenvía a
una pasividad mucho más fundamental: a la pasividad del viviente con respecto a
la vida. Aparece así en toda su magnitud el problema común al cristianismo y a
una fenomenología de la vida: el problema de la relación de la vida con el
viviente comprendida como interior al proceso de la fenomenalización de la vida
y, al fin de cuentas, como idéntico con él. Frente a esta cuestión, Michel
Henry (23) considera posible subrayar un rasgo propiamente fenomenológico y
otro propiamente dogmático. Este doble aspecto se nos descubre cuando
reflexionamos sobre la relación de la vida con el viviente. O, al contrario,
del viviente con la vida. Es posible recorrer en pensamiento los dos sentidos:
de la vida al viviente y, al contrario, del viviente a la vida. Si se trata de
comprender esta relación a partir de la vida, sin duda, es la dogmática la que
sabe más en la medida en que será la Palabra de Vida. Si partimos del viviente,
de decir de nosotros mismos, la fenomenología nos puede ayudar. Sólo diré
algo sobre la relación de la vida con el viviente, esforzándome en hacer
inteligible, en la medida de lo posible, esta relación que se plenifica en el
proceso de fenomenalización de la vida. La vida no "es". Adviene y no
cesa de advenir.
La fundamentación del
Dogma se hace universal en la percepción temporal de los bautizados y para no
quedarse en la superficialidad del pensamiento entramos en la concreta
identidad de su contenido salvífico atemporal. Es decir, si la Palabra de Dios
se escribió en una fecha concreta, en relación tiempo espacial se lee de manera
atemporal en el creyente y su vida de Fe y espiritualidad. (El cielo y la
tierra pasarán, más mis palabras no pasarán) Mateo capítulo 24 versículo
35. (24).
La descripción del
análisis fenomenológico como “todo lo que aparece” nos puede enfocar en la
percepción real de los eventos y como estos pueden ser articulados sin
desconfiar de la realidad donde son generados en cuanto a la Fe como praxis es
posible ver con absoluta certeza que el fenómeno que describe el accionar del
creyente esta por demás enclavado en el
quehacer de su mundo o entorno y donde sus acciones distintas al común denominador generan unos puntos de vista en cuanto a su juicio moral y ético completamente
distintos al mundo y sus revaloradas dimensiones de bienestar y moralidad (25).
El intríngulis del estar vivos pude interrogarnos sobre “lo que aparece” y como
lo hace en la conciencia y realidad articulada de los bautizados al enfrentar
las consecuencias del “estar vivos”. Un estar que podemos asociar con el movimiento
de la vida en los escenarios donde nosotros la recreamos. Deteniéndonos en
Heidegger es claro que desarrolló el pensamiento de Husserl, pero no la
tendencia de tratar de manera cognitiva el objeto u el objeto mismo de la
fenomenología sino abordarlo y tratarlo en nuestra reflexión, aquí vemos
fácilmente un principio ontológico bien intencionado en las relaciones que el
objeto construye mostrando sus atributos. En cuanto a la explicitación de
nuestra forma de vivir la Fe cristiana podemos hablar del énfasis en los
contenidos salvíficos que estamos viviendo y aquellos que debemos vivir
intensamente para evitar una concepción intelectual de nuestra Fe porque hay
algo que no se puede racionalizar sino vivir intensamente desde el corazón y su
configuración (26). Nuestra fuerza definitoria en la ontología es la Gracia
y su poder de transformar la realidad presentando un fenómeno y una
fenomenología formada a partir de la interacción con la Gracia en las
dimensiones del ser cristiano. Desde la postura anterior es posible encontrar
que nuestra fenomenología cristiana esta emparentada con una dinámica
ontológica libre, pero bajo el necesario influjo de la Gracia y su poder
trasformador. Una respuesta espiritual posee desde esta cuestión los pies en la
tierra y no en fantasmas animistas producto de las emociones (27). Nuestro
concepto clave del existir bien puede depender una estética bien elaborada
donde la revelación de Dios ordena la realidad de las personas bajo el signo de
la praxis de su Fe. Una estética que percibe los atributos de la persona y muy
particularmente su Fe y vida en el espíritu. Sin la debida reflexión
entonces el acontecer se puede presentar como lo único realmente concreto y se
desconoce el valor intrínseco de las experiencias por medio de Las cuales el
bautizado manifiesta su Fe al mundo (28). La presente pandemia nos enseña
que la realidad articulada incluso predecible de las distintas sociedades es en
si una falacia para ocultar la necesidad de una integración real entre los
pueblos y sus culturas. El virus viajó no por solidaridad o fraternidad humana
sino por intereses económicos que conectan en la globalidad a las naciones del
mundo. Tal estética existencial solo corresponde a intereses de determinados
grupos poblacionales pero el influjo del virus no tiene estas consideraciones
puntuales. Nuestra estética cristiana es percibida como una manifestación de la
hermandad entre los bautizados y su esfuerzo por vivir el “Mandamiento Nuevo” (29)
con toda su atemporalidad posible. Nuestra gnoseología se ofrece a la
comprensión como clave para poder dilucidar la realidad del engaño y la
apariencia de la forma concreta de los objetos, personas y pensamientos, la
falsedad y el engaño también se pueden conocer en la vivencia de la Fe por
parte de personas inmaduras o mal intencionadas que no representan la
esencialidad del cristianismo. Tal viaje de la razón puede ser útil a la hora
de evaluar la posible concreción de los pensamientos y contextos de nuestra Fe
en los distintos escenarios donde adelantamos la misión eclesial. Una
ontología esencial para nosotros que nos presenta de frente a Dios y su obra
amorosa como una especie de toma real de conciencia sobre esta relación plena y
fuente de total plenitud donde no hay limitación sino temor de nuestra parte
(30). Podemos pues, afirmar la verdad categórica en nuestro esfuerzo por
vivir lo que hemos recibido por parte de la Iglesia. Una comprensión de la
realidad salvífica que implica la permanencia en el medio eclesial y su función
sobrenatural en cada uno de los bautizados. No podemos desconocer el valor
detales contenidos porque la Gracia se manifiesta como un fenómeno a la
comprensión de la Fe del creyente. Tal es la nota esencial de la Gracia que al
entrar en contacto con la historia personal nos señala el camino más apropiado
para la salvación absolutamente centrada en el propio Cristo. Un ejemplo de
ello en cuanto a la aplicación tacita de su norma del amor la encontramos en el
pasaje del “buen samaritano” miremos el Texto Sagrado de Tradición (31):
"30. Jesús respondió: «Bajaba un hombre de
Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de
despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31. Casualmente,
bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32. De igual
modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33. Pero un
samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 34.
y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y
montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
35. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo:
"Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."
36. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de
los salteadores?» 37. Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»" https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/lucas/10/
(32).
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La donación de la verdad
como una característica de su fenomenalidad la podemos apreciar en aquella
acción que supera los principios del cuidado personal para interesarse también
en el otro y su circunstancia. Aquí leemos con claridad como el amor se
convierte en un fenómeno para los sentidos y la razón eclesial y el bautizado
es interpelado por tales contenidos (33).
La verdad del amor se comporta abiertamente contraria a los postulados
de la racionalidad en el actuar y la suprema prudencia desprovista de caridad. Aquella
persona fue víctima de la insensibilidad reinante y su vida no se mostraba
relacionada con su entorno y con quienes con el compartían. El principio que
rige la verdad debe imponerse cuando de su praxis se trata. Es pues un
imperativo moral y de Fe asumir el valor intrínseco del otro y su vida en
relación con mi propia expresión de Fe (34). Hay pues, un principio
idiomático que es el lenguaje de la caridad y el amor por el otro y cuando este
concepto no es percibido entonces suponemos certeramente que la verdad de su
contenido no esta presente en la praxis de los bautizados que ignorando a su
prójimo piensan solo en ellos y en los suyos. La luz de la Gracia puede y de
hecho toca los corazones de los bautizados para que estos superando el temor
acojan espiritualmente a quienes comparten sus vidas en las mismas
circunstancias. El hacer de nuestra espiritualidad tiene una ingente tarea que
todos conocemos y es la de entrar en armonía con el entorno y sus condiciones
propias de existencia, llevar el Evangelio es parte viva de tal relación que
con la Gracia se torna también salvífica (35).
La opción fundamental de
aquel hombre llamado “samaritano” es clave para descifrar el valor del amor al
servicio de los demás. El contenido fenomenológico lo percibimos con absoluta
claridad cuando la acción en cuestión es un acto de donación del amor por el otro.
La raíz de la acción misma de entrega y donación tiene un común denominador y
es la praxis del amor en la vida del creyente que así recupera la totalidad de
su humanidad antes lastimada por el pecado, quien no es solidario
paradójicamente no posee totalmente su ser (36). Aquel solidario se desmontó
de sus seguridades y prejuicios para actuar solo movido por el amor y la
compasión, vio su alteridad en el otro y ese reflejo solo es posible por la
Inhabitación de la Gracia de Dios en su alma (37). El fenómeno del amor
tomó cuerpo en sus manifestaciones de suprema solidaridad. El excesivo
cargamento de humanidad puede hacer que el creyente se vea a si mismo como
producto de su entorno y desconozca su condición llamada a la vida
escatológica. En el ámbito social y político de nuestras naciones debemos estar
del lado de los sufrientes bajo cualquier consecuencia y situación, hoy es
fácil ver una constelación de llamados clérigos al servicio del estado de sus
distintas naciones, salen en defensa de los más poderosos y olvidan la miseria
de quienes más sufren (38). El único partido político de un auténtico clérigo
es la caridad de Cristo por sus hermanos más necesitados. Recordemos las
palabras del arzobispo. Helder Cámara: “Cuando
le daba comida a los más pobres, me llamaban santo y cuanto pregunté porque no
tenían comida entonces me llamaron comunista” (39) La caridad se convierte
en un fenómeno del accionar de los bautizados cuando esta se desarrolla por
amor y convicción tocando todas las relaciones y sus formas. Una dinámica
ontológica que hace del ser cristiano el testigo por antonomasia de la
transformación del amor en medio de los creyentes. Una dinámica ontológica que
supera los contextos personales de la verdad para ser asumida de manera
universal. Una comunicación de amor cuyo epicentro es el creyente y su
praxis de vida comprometida (40).
La naturaleza del
servicio cristiano se dimensiona plenamente en la Iglesia y su ámbito social y
cultural, es un servicio cuya esencia es el amor de Dios presente en su obra la
humanidad. Aquí encontramos un indicio de la ontología cristiana que se
proyecta en el otro y su ser comprometido con la vida en todas sus formas (41),
trasciende el ser bajo el influjo de la Gracia, pues de esta forma la
praxis de la vida y sus valores dibuja su propia axiología bajo el influjo del
amor convertido en caridad por el otro y su circunstancia. Desde nuestra postura el amor por el otro
dimensiona el ser cristiano en su donación y entrega a sus hermanos en Cristo,
el servicio nace en Cristo y llega hasta su presencia. Un ciclo de servir y
amar, amar y servir por y en virtud del mandato de Cristo en el Mandamiento
Nuevo (42).
EXPRESIÓN
MULTICULTURAL EN EL ANGLICANISMO.
“En nuestra estructura eclesial los valores del otro
son asumidos como referentes vivos de todos. El Uno que es Cristo se recrea en
el todo de la humanidad y esta se hace uno para que Cristo se haga todo en
todos”. Nuestra eclesiología es abiertamente inclusiva y salvífica por
antonomasia. Pbro. Diego Sabogal.
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Es una realidad y parte
de una gran expresión de identidad multiforme en cuanto a sus orígenes y hoy
mismo en sus procedencias, estamos hablando del tema cultural y los Ethos que
evolucionaron en la Iglesia Anglicana, los antecedentes los remontamos
inmediatamente al Movimiento de Oxford, antes de este Movimiento las
manifestaciones estaban ligadas tan solo a Inglaterra y su reino con presencia
en todo el mundo, pero con un argumento dependiente desde su manifestación
cultural (43). No es factible suponer de entrada que la presencia en los
distintos países en el pasado se debía a una expresión independiente. El siglo
XVII (44) es denominado el siglo de las colonias y la expansión continúo siendo
en síntesis el denominador principal de la política exterior de Inglaterra. Luego
gracias a este crecimiento de ultramar fue que el anglicanismo ingresó en
nuestro entorno. Desde luego que no era por una necesidad misionera sino la
atención de los ciudadanos ingleses que trabajaban en dichas naciones (45). La
realidad social fue determinante para esta primera manifestación fuera de
Inglaterra insular. La realidad citada es solo la antesala para conocer la
auténtica vocación universal de nuestra Iglesia desarrollada particularmente
durante el denominado Movimiento de Oxford desde el año 1832 al 1846 incluso. Donde
gracias a hombres de Fe como John Keble (46), Newman (47) y muchos más se recuperó
el derrotero católico de nuestra tradición eclesial, acuñando frases que
sintetizan tal postura como la pronunciada por Newman y Keble: “Allá afuera
hay otros como nosotros, otros que son católicos también” entendemos por “afuera”
el mundo. El recuperar la conciencia de nuestra propia catolicidad fue vital
para redefinir nuestra vocación universal en una Iglesia que estaba despertando
a dicha conciencia. La relación vital doctrinal y en la tradición con la
Iglesia apostólica es valiosa para configurar nuestra propia identidad
eclesial, ellos lo entendieron de esta forma (48). A continuación, compartimos
información sobre lo que es hoy la mancomunidad de Naciones unidas a Inglaterra
o Reino Unido:
·
Europa:
Reino Unido, Chipre y Malta.
·
África:
Botsuana, Camerún, Ghana, Kenia, Lesotho, Malawi, Mauritania, Mozambique,
Namibia, Nigeria, Ruanda, Seychelles, Sierra Leona, Sudáfrica, Swazilandia,
Uganda, Tanzania y Zambia.
·
América: Antigua
y Barbuda, Las Bahamas, Barbados, Belice, Canadá, Dominica, Granada, Guayana,
Jamaica, Santa Lucia, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las granadinas,
Trinidad y Tobago.
·
Asía:
Bangladesh, Brunei, India, Malasia, Maldivas, Pakistán, Singapur y Sri Lanka.
·
Oceanía e islas del Pacífico:
Australia, Fiyi, Kiribati, Nauru, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Samoa,
Islas Salomón, Tonga, Tuvalu, Vanuatu. (49).
El fenómeno anglicano
desde su perspectiva gnoseológica se despliega por el mundo entero y sus
contenidos generan una nueva postura antropológica donde el hombre como obra
del amor de Dios es rescatado de sus alienaciones y valorado dimensionalmente
sus Derechos en la búsqueda de la construcción de su ser integral y por ende de
la implementación positiva de sus Deberes (50). Nuestra postura sobre el ser
humano esta libre por la Gracia de las ataduras que limitan su ascensión al
mismo Creador. Estamos construyendo una estructura de pensamiento donde la
Gracia actúa para potenciar la relación con el Dios revelado. La lucha por
reivindicar el supremo valor de la persona humana como la referencia idónea del
Dios revelado nos lleva a sumir una postura universalista sobre la protección
de los Derechos Humanos (DD-HH) (51). El fenómeno anglicano se expresa en
dimensiones tanto antropológicas como ecuménicas. El hombre es la centralidad
de su problema en el mundo. Un mundo compuesto por múltiples manifestaciones
culturales donde se vive la Fe de la Iglesia y se edifica entornos (52). Estos
procesos incesantes nos plantean una fenomenología de constatación inmediata en
la praxis de las relaciones tanto internas como externas de los individuos y su
medio familiar. Presentar el problema teniendo presente los factores que lo
generan es nuestro reto dialéctico. No se trata de una concepción homogénea
sino heterogénea de la sociedad donde el ser eclesial toma cuerpo, es también
una de las virtudes del anglicanismo de nuestro tiempo (53). El proyecto humano
lo reconocemos y acogemos desde el dimensionalismo propio de la Comunión
Anglicana. Una realidad multidisciplinaria contenida en cada acción y
pensamiento concretos de las personas en sus medios de vida y reacción, una
espiritualidad cuya centralidad es Cristo manifestándose abiertamente en los
bautizados (54).
El color y sus tópicos
encuentra su plena realización cuando de todas las latitudes nos identifica un
mismo ideal de vida evangélico como praxis de la Palabra de Cristo convertida
en formas y modos de vida que desencadena hábitos en la vida de los creyentes. Nuestra fenomenología funge en escenarios
donde la Fe es cuestionada y donde necesariamente el testimonio debe aflorar
por tal razón debemos hacer presencia en el Estado como testimonio intestino de
nuestra sociedad donde los valores del Evangelio deben ser visibilizados al
máximo nivel de expresión (55). Cuando
la conciencia de nuestra catolicidad se instala en la psique religiosa de la Iglesia
entonces su contenido universal aflora sin distingo de cantidad o voluntad, de esta
forma cuando un episcopal ora, con él lo hace la Iglesia de Cristo, este
principio se hace muy fuerte en la vivencia cultica y doctrinal. Un solo
bautizado es expresión de la totalidad eclesial y la totalidad eclesial se
resume vivamente en un solo bautizado (56). El mover nuestros presupuestos
doctrinales es fruto del movimiento de nuestro ser eclesial a la globalidad de
sus contenidos salvíficos. Nuestra eclesiología vive su fenomenología en la
praxis de la acogida todo el género humano (57).
Los Ethos culturales son en si contenidos
configurados por la misma naturaleza relacional del bautizado que construye
nexos con quienes están a su lado, de esta manera nuestra eclesiología toma
del entorno conceptos claves de aproximación al otro y su circunstancia. (58).
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Solo dimensionando
correctamente nuestra antropología trascendente podemos nosotros dar espacio
efectivo al otro y su vida. La dinámica de aproximación es también un ejercicio
de Fe en la presencia de Dios en el hermano que estamos viendo y con el que
estamos edificando en nuestro presente. Este actuar en el tiempo y en el
espacio da autenticidad a nuestras
relaciones. Es pues importante el otro como punto de partida y llegada de todo
nuestro ejercicio de la caridad. Una
realidad que se convierte en absoluta donación tanto en el mundo como en
nuestro corazón (59). La cultura de la vida es un medio de aproximación al
otro y todo lo que este vive y construye. El temor en las relaciones de
aproximación debe ser superado por la caridad activa del bautizado. Un
dinamismo que concretice un estatus de relaciones salvíficas entre hermanos y
discípulos de Cristo. La inclusión de la Gracia define los Ethos del
creyente dando prioridad a la dinámica trascendente que se empodera de su
proceder y redefine la significación de los valores en una clara axiología que
parte de mensaje de Cristo (60). El fenómeno anglicano se manifiesta en la
verdad de su catolicidad y esta convertida en una aventura de vida y Fe. Tal
posición nos ubica en la vanguardia de los procesos donde la caridad y los
Derechos Humanos (DD-HH) se manifiestan de manera contundente y por ende
liberadora, así vivimos nuestra eclesiología (61). La realidad construida es
una donación de nuestra propia conciencia cristiana que sale al encuentro del
otro en su intríngulis de vida. La noción de realidad es alimentada por la
praxis del ser comunitario que se interesa por el otro y percibe así su
existencia construyendo un mundo cognoscible. Una percepción del otro solo en
la medida en la que nuestra toma de conciencia sobre nuestra donación al otro y
su vida entra en su más absoluto vigor revelador (62). Una sociedad
multicultural que responde al otro como factor de realidad perceptible e
imaginada a la vez en las aproximaciones intelectivas que hacemos. El ser
anglicano es un ser eclesial apreciable en la dinámica de la entrega y
reconocimiento del otro. En nuestra estructura eclesial los valores del otro son
asumidos como referentes vivos de todos (63). Los procesos de asimilación cultural
se perfilan desde una moral multiétnica donde el otro y su origen es un
referente más no su finalidad, o la cultura como tal se sumerge en una
dependencia estructurada por nuestra mentalidad o por el bien común según las
circunstancias. Nuestra propuesta de índole moral puede definirse desde el
Evangelio y el Decálogo como su binomio más que situacional estructura real de
nuestro proceder y valores determinados (64). El bien o el mal esta en el
proceder de los bautizados o estos solo ven el mal o el bien en quienes les
rodean emitiendo así un juicio de valor sobre el fundamento de su
interpretación de los eventos como tal, esta fenomenología nos aproxima a la
visión de Kant (65) sobre la cultura y en otro actuando dinámicamente en
esta. Si todo recae en el ámbito de la conciencia humana entonces el otro es
solo un instrumento de sus propias concepciones morales. El bautizado Episcopal
debe desarrolla un fundamento ético que lo enfoque en la vivencia de su
realidad espiritual y el encuentro con el otro y no el juicio contra el otro. Nuestra
voluntad no queda fuera de esta praxis de acciones y valores, la Gracia
potencia el desarrollo de una moral informada por las enseñanzas descritas
anteriormente como producto de la praxis del Evangelio y el Decálogo. Siendo
pues para nosotros el fundamento cristiano por antonomasia. Nuestra propia
autonomía puede acercarnos a alejarnos de Dios según vivimos nuestro libre albedrío (66).
Para superar la postura
kantiana podemos citar a Tomás de Aquino (67) y su definición sobre el ser
humano como “todo inteligencia” lo que no implica el concepto Kantiano
sobre “toda voluntad” prefiero en lo personal una definición que
involucre el ser en su expresión metafísica donde la inteligencia sea
determinante para aproximarnos a la experiencia creíble de nuestra propia Fe en
el Dios de la vida. Una postura de esta índole nos ubica en la concepción de
una ontología creíble, redimida y segura de su propia existencia. Una toma
de conciencia sobre el otro y mis propias implicancias. Porque si no me
entiendo a mi mismo cómo puedo entender al otro. Un interrogante o pregunta
retorica que podemos responder desde la praxis de nuestra propia Fe en Cristo
(67). Un viaje por mi propia concia me puede acercar a puerto seguro de mi
Fe en Cristo y en su Iglesia nuestra Madre.
CONCLUSIONES.
La realidad que
construimos esta edificada sobre la base fundamental de nuestra experiencia de
Fe y la revelación de Dios es vital en tal proceso de crecimiento integral en
el que involucramos la totalidad del ser a pesar de nuestra propia contingencia
e inmanencia. Somos pues inacabados
por nuestra propia naturaleza, pero la praxis del amor se convierte en donación
total y totalizante de nuestro ser. Solo tal donación nos permite salir al
encuentro del otro en su propia y vital intríngulis o circunstancia de vida. Sigamos
pues en la búsqueda amorosa de la realidad salvífica nutrida por la Gracia (68).
BIBLIOGRAFÍA/CIBERGRAFÍA/INSUMOS
Y FUENTES.
1.
Helder Cámara.
De nacionalidad brasileña (arzobispo) nació en el año 1909 y murió en 1999. Su
pensamiento teológico lo acercó a los más necesitados y reclamó para ellos sus
derechos en el ámbito de la sociedad tato de su país como del mundo.
2. Edmund Husserl (1859-1938) constituye
una de las figuras más destacadas de la filosofía occidental del siglo XX.
Fundador de la corriente filosófica conocida como fenomenología consideraba a
ésta como una «nueva ciencia fundamental», una ciencia de un nuevo tipo y de
una extensión infinita, estricta y de carácter fundante cuya tarea es el
estudio del «reino de la conciencia pura y de sus fenómenos, pero no según su
ser fáctico, sino según sus posibilidades y leyes ideales». Como señala uno de
sus discípulos, Walter Biemel, el hilo conductor de este estudio es la idea de
que para iluminar la esencia de una cosa es necesario remontarse al origen de
su significación en la conciencia y a la descripción de este origen. Con esta
idea están relacionados conceptos fenomenológicos tan relevantes como
“constitución”, “reflexión”, “descripción fenomenológica”, “intuición eidética”
Edmund
Husserl – Philosophica// www.philosophica.info › voces › husserl › Husserl.
Autor: Autor: Mariano Crespo Sesmero
3.
Martin Heidegger.
Nacido de padres católicos, siendo joven ingresó en la Compañía de Jesús, donde
aprendió la filosofía escolástica de signo suarezista, es decir, esencialista.
Dura como novicio sólo unos meses. Ingresa más tarde en el seminario, del que
también sale. Allí se familiariza algo con la filosofía de Santo Tomás. Hacia
1911, es decir cuando contaba 21 años, ha acabado esta época. Su formación
posterior será neokantiana. En 1915 ingresa en la carrera docente, y la tesis
de doctorado y habilitación es, significativamente, sobre Duns Scotto. En 1916
conoce a Husserl y se adhiere a la fenomenología. En los principios del régimen
nazi, Heidegger no oculta sus simpatías por éste. Rector de Universidad, en
1933 pronuncia un famoso discurso ("Autoafirmación de la Universidad
alemana"). Poco a poco abandona" también el nazismo, lo que no impide
que en 1944 fuera destituido de su cátedra por las autoridades aliadas de
ocupación. Vuelve a la Universidad en 1952 y permanece hasta 1966. Ya desde
después de la guerra, Heidegger se encierra en un mutismo y se aleja de
cualquier actividad pública. Muere a los ochenta y siete años; su sobrino,
sacerdote católico, se encarga del funeral; es enterrado en cementerio católico
por expresa voluntad del filósofo.
4.
SCHELER, MAX. Pensador alemán, n. el 22 ag. 1874 en Munich y
m. el 19 mayo 1928 en Fráncfort/M., cuando en su pensamiento parecía empezar a
esbozarse un cambio o giro considerable en relación con sus primeras obras. Una
caracterización preliminar de este pensador debe señalar su estilo muchas veces
pasional y emotivo, penetrado profundamente de un enérgico antiintelectualismo.
Se comprende, desde este punto de vista, que se haya visto en él un parentesco
notable con filósofos como S. Agustín o Pascal. Precisamente aquella idea de
este último según la cual existe una lógica del corazón junto a la lógica de la
razón, habrá de ser un leit motiv de S.; es instructivo a este respecto la
usual comparación y contraposición que se hace de su manera vital de pensar
frente al «frío rigor lógico» de Husserl. Por otra parte, cabría quizá poner en
relación el tono asistemático e inconexo de su obra con su estilo vital un
tanto irregular. Es, finalmente, también expresivo el hecho de que haya entrado
en la Iglesia católica dos veces antes de abandonarla hacia el final de su
vida. Fue discípulo de R. Eucken y O. Liebman Iena, en cuya Universidad enseñó,
así como en las de Munich, Colonia y Fráncfort/M.
5.
Nota del autor.
6.
Nota del autor.
7.
Nota del autor.
8.
Nota del autor.
9.
Nota del autor.
10.
Nota del autor.
11.
Nota del autor.
12.
Nota del autor.
13.
Nota del autor.
14.
Nota del autor.
15.
Nota del autor.
16.
Nota del autor.
17.
Nota del autor.
18.
Nota del autor.
19.
Pensamiento en la dirección de la
interpretación de Heidegger sobre el fenómeno como su fenomenología y
constatación de la realidad. Nota del autor.
20.
Fenomenología de la vida - Revista
Javeriana// revistas.javeriana.edu.co › index.php › article › view. Por Jaime
Rubio.
21.
EL MUNDO DE LA VIDA COMO TEMA DE LA
FENOMENOLOGIA, autor: Guillermo Hoyos V. Universum PHILOSOPILICA 20, junio
1993, Santafé de Bogotá, Colombia// el mundo de la vida como tema de la
fenomenología - Revista ...revistas.javeriana.edu.co › index.php › article ›
view…
22.
Nota del autor.
23.
Michel Henry. Filósofo y escritor
francés, nacido en Vietnam (1922-2002) abordó con autoridad el pensamiento
fenomenológico de Husserl.
24.
Cita bíblica textual de la Biblia de
Jerusalen on line.
25.
Nota del autor.
26.
Nota del autor.
27.
Nota del autor.
28.
Nota del autor.
29.
Nota del autor.
30.
Nota del autor.
31.
Nota del autor.
32. Cita
bíblica textual de la Biblia de Jerusalen on line.
33.
Nota del autor.
34.
Nota del autor.
35.
Nota del autor.
36.
Nota del autor.
37.
Nota del autor.
38.
Nota del autor.
39.
Nota del autor.
40.
Nota del autor.
41.
Nota del autor.
42.
Nota del autor.
43.
Nota del autor.
44.
Nota del autor.
45.
Nota del autor.
46.
John Keble.
nació el 25 de abril del año 1782 en Fairford, Gloucestershire, y falleció el
29 de marzo de 1866 en Gran Bretaña.
48.
Nota del autor.
49.
Qué es la Commonwealth y quiénes la
forman - Logo GMR ... www.gmridiomas.com › Inicio › Blog.
50.
Nota del autor.
51.
Nota del autor.
52.
Nota del autor.
53.
Nota del autor.
54.
Nota del autor.
55.
Nota del autor.
56.
Nota del autor.
57.
Nota del autor.
58.
Nota del autor.
59.
Nota del autor.
60.
Nota del autor.
61.
Nota del autor.
62.
Nota del autor.
63.
Nota del autor
64.
Nota del autor.
65.
Immanuel Kant nació
en 1724 y murió en 1804, filósofo alemán, considerado por muchos como el
pensador más influyente de la era moderna. Nacido en Königsberg (ahora,
Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium
Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre
todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte
de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida
como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y
obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio
conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a
disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía. Trabajo realizado por:
Philippe Brun// Immanuel Kant, biografíamercaba.org › Filosofia › Kant ›
kant_immanuel_04…
66.
Nota del autor.
67.
Tomás de Aquino
nació a finales de 1224 en el castillo de Roccasecca en la provincia de
Nápoles, hijo y nieto de la nobleza guerrera. Sus padres, Landolfo de Aquino y
Teodora de Teate, eran de origen lombardo y normando. Landolfo prestó servicios
al emperador Federico II y llegó a ser Justicia de la Tierra de Labor, del
reino de Sicilia, dignidad equivalente a Gran Canciller, señor de toda la
administración civil y judicial. Tuvo seis hermanos varones, guerreros y
políticos y cuatro hermanas, tres casaron con condes y Marotta, la mayor, fue
benedictina y abadesa. Reinaldo, un hermano de Tomás, es el primer poeta en
lengua italiana, precursor del “dolce stil nuovo”.// por Santiago
Fernández-Burillo// https://mercaba.org/Filosofia/AQUINO/biografia_y_semblanza.htm.
68.
Nota del autor.