martes, 28 de julio de 2020

FENOMENOLOGÍA DE LA REALIDAD CRISTIANA EN EL PRESENTE.


FENOMENOLOGÍA DE LA REALIDAD CRISTIANA EN EL PRESENTE.



“Cuando le daba comida a los más pobres, me llamaban santo y cuánto pregunté porque no tenían comida entonces me llamaron comunista “Helder Cámara. (1).



MOTIVACIÓN TEÓRICA DE ESTA REFLEXIÓN.



La fenomenología de la vida como una corriente filosófica surgida en Alemania con Husserl (2), a fines del siglo XIX, cuenta entre sus filas con pensadores de la talla de Heidegger (3) y Scheler (4), caminando durante todo el siglo XX.  Es pues, un esfuerzo notable por responder a la interpretación del mundo y sus contenidos racionales, es también una manera de confrontar lo que conocemos como existencia y su conciencia. Una revelación en el terreno de nuestra facultad racional para entender y determinar las relaciones vividas en el medio y entorno de nuestra existencia. El fenómeno es en sí una ciencia debido a su naturaleza constatable o demostrable, es decir, algo que se puede conocer por la sola operación de la razón siguiendo los atributos de las cosas observadas (5). El fenómeno no se detiene en el objeto estudiado sino en el como este aparece o se entrega a nuestra comprensión. Es pues interesante apreciar las operaciones y sus manifestaciones para deducir lo que algo es o no lo es.


INTRODUCCIÓN.


El fenómeno cristiano (6) analizado desde la percepción misma del creyente supera cualquier razonamiento espiritual y se convierte en un componente más de la praxis de su existencia. El cristiano vive para si y para Dios y el fenómeno que se desborda en su propia existencia es promovido por la Gracia de Dios que transforma su acontecer haciendo de lo trivial una posibilidad salvífica en el esfuerzo de hacer todo bien y con amor. La fenomenalidad (7) del obrar de los bautizados se recrea en la presencia amorosa de Dios que nos muestra como obrar según el influjo de su Gracia en el diario acontecer de su Voluntad, tal afirmación Volitiva de Dios se asume en la voluntad del bautizado. Un fenómeno abordable en nuestra antropización   podría llamarse fenómeno cristiano. Aunque los presupuestos de percepción hablen de una donación de lo percibido es factible percibir la religión desde el acontecer humano instalado en la psique de los creyentes. Todo fenómeno percibido es asumido por la razón que lo indaga y justifica elaborando todo un contenido perceptible sin implicar con ello que pierda este su categoría supra. La fenomenalidad cristiana puede ser introducida en la conciencia de los bautizados por medio de la praxis misma que recorre una cronología concreta desde el decálogo hasta la vida sacramental, el hacer con el creer se encuentran en una analogía determinada por la Gracia convertida en historia salvífica (8).


FENÓMENO ANGLICANO.


Los Ethos culturales son en si contenidos configurados por la misma naturaleza relacional del bautizado que construye nexos con quienes están a su lado, de esta manera nuestra eclesiología toma del entorno conceptos claves de aproximación al otro y su circunstancia. Pbro. Diego Sabogal.


El acontecer de esta Comunión de Iglesias de Tradición Anglicana, más allá de las fronteras de la razón y el ámbito cultural, desarrolla Ethos de poder determinados por la aceptación de su tradición en el contexto de una mayor que nos emparenta ideológicamente (9). Como apariencia de la verdad misma diremos que la donación de los presupuestos doctrinales es la concreción idiomática de la aparente diversidad en el ámbito eclesial anglicano, el fenómeno humano que inicia en nosotros la fenomenológica exposición cultica, litúrgica, teológica, filosófica y cultural se experimenta en la libertad de la condición racional y la capacidad optativa del anglicano en un entorno cambiante uy necesitado de  ser  afirmado en la praxis de nuestros ideales, el cómo realizamos nuestra aproximación al evangelio y la vida eclesial es definitivo para establecer un principio de realidad percibida como fenómeno de Fe y vida (10). La donación de los momentos de la realidad articulada fomenta grandemente la percepción de la realidad de Fe que vivimos en esta Comunión eclesial. Las distintas posturas (liberales y conservadoras) son signo del desbordamiento intelectivo del análisis de una misma realidad bajo motivación distintas, un acontecer como el eclesial anglicano experimenta el paso de su propia identidad teológica de allí que es aprensible tales posturas, aunque no sean unánimes en la Comunión (11). Necesitamos citar las discusiones sobre identidad de género, sexualidad, eutanasia, Eugenesis, política, economía, buscar aliviar literalmente el fenómeno por medio de una fenomenología de eventos todos distintos, habla de la pluralidad conceptual que cubre gran parte de nuestra Provincia. La postura fenomenológica nos plantea interrogantes sobre lo que estamos viviendo y puede ser enunciada de esta manera: ¿Qué tiene de apariencia o realidad?  (12) La apariencia es una concepción doctrinal encajada en medio de las polémicas antes citadas y es aparente porque la percepción no es universal, basta ver como en la Iglesia Episcopal la pérdida de feligresía supera ya el 50% de su membrecía anterior, la respuesta al fenómeno se pretende detener por medio de reuniones y encuentros que solo generan una carga burocrática en el ministerio.

La crítica pura del acontecimiento histórico por el cual la gente abandona el episcopalianismo como fenómeno de percepción no es tocado todavía, es posible que nos encontremos en el ámbito de la fenomenología en su estadio más inmaduro de percepción, o en la crítica latente solo estamos tocando segmentos poblacionales inclinados a esta o aquella ideología individual y no universal en la categoría religiosa que una Iglesia histórica debe asumir como compromiso multicausal de su contenido salvífico. Si entramos en conjeturas idealistas podemos citar a Platón en la alegoría de la “caverna” un mito en su contenido pero cuya praxis idiomática aterriza en los miedos más profundos del ser  humano, percibir la realidad por medio de las sombras no es seguro para quienes la están observando pero es posible que el ser que percibe tales sombras crea fervientemente que es parte de su propia realidad y se niegue voluntariamente a ver más allá de la realidad  que puede y debe percibir. Una caverna cuya realidad es abordada desde su propia limitación, aquí no hay donación por lo tanto el fenómeno es amañado solo a quien lo percibe (13).

No pensemos en el problema simplemente, sino en el “cómo fenomenológico” se ha desarrollado entre nosotros y la comprensión eclesial que vivimos, el fenómeno religioso puede ser fenomenalizado, es decir, puede ser convertido en lo que no es esencialmente por la manera nuestra de querer ver la realidad en la que vivimos nuestra praxis eclesial. Un paso dialéctico interesante para ver más allá del acontecimiento que a diario percibimos y en el que creemos se debe vivir nuestra propia Fe eclesial (14). La realidad que estamos percibiendo no siempre encaja en el acontecer de la Iglesia y ella no debe modificar su tradición y contenidos anteriores, puedo incluso citar a Heidegger cuando afirma que “la verdad está fuera de sí”, se puede referir al valor  intrínseco de la verdad que sale como de su inmanencia para ser percibida por cada uno de nosotros, y tal percepción de la verdad según Heidegger puede convertirse para nosotros en una cadena de percepciones y la manera como creemos debe ser la verdad, y es allí en este estadio de razón cuando afirmamos nuestra verdad por sobre la verdad universal del cristianismo católico que vivimos por definición doctrinal. Es interesante buscar la claridad sobre el ser de nuestro acontecer eclesial y podemos concluir que el amor es parte vital del fenómeno eclesial que estamos viviendo y necesitamos vivir (15).   El orden y su estética es una manera de pensar y racionalizar conceptos y en este caso que más que la misma definición eclesial que nos acompaña a los Episcopales y por antonomasia anglicanos. De nuestra reflexión eclesial podríamos preguntarnos que aparece en el contexto de nuestra ontología cuando transformamos el ser humano en bautizado e hijo de Dios y reconocemos sus derechos y cultivamos sus deberes, es pues, desde tal postura como la fenomenología puede darnos una idea clara de como estamos actuando sin perder de vista el ser eclesial anglicano que corre por nuestras venas. La percepción es universal, aunque algunos pretendan dar una respuesta local a un fenómeno universal eclesial, por esta postura diré personalmente que la Iglesia no vive de argumentos locales sino universales (16).  

El fenómeno lo asumimos desde una connotación histórico-critica que nos ubica como Iglesia en los acontecimientos decisivos de la humanidad y como ese colectivo tan variado en sus contenidos lo percibe. Es pues nuestra fenomenología una serie de eventos que percibimos desde la donación e incidencia de estos en nuestras vidas. La realidad se equipará desde el objeto que contemplamos y las emociones que emanan de tal contemplación, la supra conciencia que los objetos producen en nosotros esta detonada por la razón que los comprende y dimensiona como posibilidad de conocimiento, los Episcopales desarrollamos nuestro propio viaje gnoseológico hacia una condición plena donde la Gracia informa todos los procesos de conocimiento y madurez en la Fe que a diario estamos viviendo o enfrentando (17). Nuestra perspectiva del fenómeno religioso que vivimos puede y de hecho es afectado no siempre positivamente a nivel de su propia identidad cultica, doctrinal. La concepción plena de nuestra Fe eclesial esta inmersa en el entorno de donde tomamos y articulamos elementos o constitutivos básicos para tales fines. Donde estamos nosotros como Iglesia histórica y donde la donación de nuestra tradición en el plano real de la existencia de los bautizados, la Iglesia como madre de los bautizados, es en si misma y en su naturaleza una donación salvífica constituida a partir del sacrificio de su Señor y Cabeza, nuestra postura ante la historia y la inserción en ella del plan salvífico de Dios es determinante para ser lo que es hoy y lo que debe concretar para llegar a ser, la potencia de los actos como ejemplo de vida y ruta de acción es determinante para nuestro ser eclesial (18).

No es otra cosa lo que dice Heidegger cuando afirma que el “fenómeno más originario de la verdad consiste en este “afuera”, en el “fuera de sí” (19) del movimiento mismo por el que la intencionalidad se desborda fuera de sí. Este desbordar fuera de sí no es otra cosa que la Revelación. Revelar, en semejante venida afuera, en una puesta a distancia, es “hacer ver”. La posibilidad de la visión reside en esta puesta a distancia; es hacer ver. Ahora la pregunta que debemos hacer es la siguiente: ¿Cuál es el modo de aparecer y de relacionarse consigo mismo de la intencionalidad? En la fenomenología de Husserl no hay ninguna respuesta; tampoco la hay en la filosofía que procede de ella. Ésta es la razón por la cual la tarea de revelar el hacer ver que revela el objeto sin revelarse a sí mismo es confiado de manera aporética al "hacer ver" mismo. No es otra cosa lo que testimonia la reflexión fenomenológica implicada en la reducción o la retención implicada en toda reflexión. Ir más allá de la realidad que podemos percibir también puede suponer una sentencia emparentada con la definición metafísica del fenómeno que podemos o estamos en capacidad de percibir, podemos decir concretamente que el amor hace posible que el fenómeno genere precisión en     quien lo está observando desde una propuesta de vida. Una donación transitiva hacia la consolidación de la realidad de los cristianos y esta realidad solo puede ser vista en la donación década uno de los bautizados a imitación de la entrega y donación del propio Jesús. El ser creyente supera el escepticismo y puede intuitivamente navegar en medio de un mundo plagado por dudas y limitaciones, la tendencia aporética como duda misma en el creer y vivir cede terreno ante el amor como praxis de la identidad cristiana.

Heidegger tiene razón en la entrega de la persona y sus presupuestos creíbles para lograrlo, estar fuera de la realidad supone una visión de ésta por sobre las limitaciones de nuestro acontecer personal. El subjetivismo atenta contra la entrega de la verdad en los creyentes. Un estar fuera que reconoce la existencia de la verdad y la vive como un fenómeno concreto en su existencia, el discurso de los milagros del Señor narrados en su Evangelio, es una prueba de las implicancias de convertir en palabras las imágenes y de hecho con tales acciones estamos limitando su alcance. No implica poquedad sino concreción en la dialéctica del creyente, estamos cercanos también a las definiciones de Rudolf Karl Bultmann y su escepticismo en cuanto a la obra del Jesús histórico. La razón argumentada desde la praxis de nuestra Fe entra en categorías intelectivas y puede superar cualquier posible mito en la contemplación de la obra salvífica. Heidegger nos permite salir y entrar retóricamente hablando y plantearnos tales interrogantes sobre el acontecer salvífico de nuestra relación fenomenológica con el Salvador. El escepticismo puede convertirse en un aliado para purificar nuestra idea sobre el Señor y su inclusión en los hechos narrados en el Evangelio.  La Gracia toma una condición idiomática que supera las limitantes del discurso o reflexión en los bautizados permitiendo que sin distingo alguno la Fe entre en el alma y no en las capacidades intelectivas de los bautizados. (20).

Quisiera señalar -Guillermo Hoyos Vázquez pensador de la Universidad Nacional de Colombia- cómo el esfuerzo de Heidegger parece orientarse a determinar la forma de ser del ente en el que se constituye el ente "mundo", sin ocuparse por el momento de caracterizar el sentido mismo de mundo. Con esto contrasta cómo para Husserl el mundo de la vida termina por ser la dimensión universal en la que se manifiesta el ser, el medium originario de su darse y aparecer para una conciencia. El mundo no es un objeto, tampoco es la simple suma de los objetos y sujetos en el mundo, ni es concepto genérico. El mundo es primero que todo horizonte, pluralidad y diversidad, contexto universal de sentido y fuente inagotable de comprensión, orientación y validación de pretensiones de verdad, rectitud y autenticidad. (21).

“El contenido de la moralidad expuesta raya en la confrontación doctrinal sobre el mundo y la manera como lo percibimos, en lo personal considero que la praxis de la Fe cristiana nos permite ver un mundo que esta aquí, ahora y que trasciende básicamente por el amor como experiencia concreta que podemos realizar y vivenciar” (22).

En el cristianismo, ciertamente, la relación de la vida con el viviente hace cuerpo con una dogmática que parece imponerse al pensamiento como limitación extraña. Pero esta pasividad del pensamiento en relación con un contenido dogmático reenvía a una pasividad mucho más fundamental: a la pasividad del viviente con respecto a la vida. Aparece así en toda su magnitud el problema común al cristianismo y a una fenomenología de la vida: el problema de la relación de la vida con el viviente comprendida como interior al proceso de la fenomenalización de la vida y, al fin de cuentas, como idéntico con él. Frente a esta cuestión, Michel Henry (23) considera posible subrayar un rasgo propiamente fenomenológico y otro propiamente dogmático. Este doble aspecto se nos descubre cuando reflexionamos sobre la relación de la vida con el viviente. O, al contrario, del viviente con la vida. Es posible recorrer en pensamiento los dos sentidos: de la vida al viviente y, al contrario, del viviente a la vida. Si se trata de comprender esta relación a partir de la vida, sin duda, es la dogmática la que sabe más en la medida en que será la Palabra de Vida. Si partimos del viviente, de decir de nosotros mismos, la fenomenología nos puede ayudar. Sólo diré algo sobre la relación de la vida con el viviente, esforzándome en hacer inteligible, en la medida de lo posible, esta relación que se plenifica en el proceso de fenomenalización de la vida. La vida no "es". Adviene y no cesa de advenir.

La fundamentación del Dogma se hace universal en la percepción temporal de los bautizados y para no quedarse en la superficialidad del pensamiento entramos en la concreta identidad de su contenido salvífico atemporal. Es decir, si la Palabra de Dios se escribió en una fecha concreta, en relación tiempo espacial se lee de manera atemporal en el creyente y su vida de Fe y espiritualidad. (El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán) Mateo capítulo 24 versículo 35. (24).

La descripción del análisis fenomenológico como “todo lo que aparece” nos puede enfocar en la percepción real de los eventos y como estos pueden ser articulados sin desconfiar de la realidad donde son generados en cuanto a la Fe como praxis es posible ver con absoluta certeza que el fenómeno que describe el accionar del creyente esta por demás  enclavado en el quehacer de su mundo o entorno y donde sus acciones distintas al común denominador generan unos puntos de vista en cuanto a su juicio moral y ético completamente distintos al mundo y sus revaloradas dimensiones de bienestar y moralidad (25). El intríngulis del estar vivos pude interrogarnos sobre “lo que aparece” y como lo hace en la conciencia y realidad articulada de los bautizados al enfrentar las consecuencias del “estar vivos”. Un estar que podemos asociar con el movimiento de la vida en los escenarios donde nosotros la recreamos. Deteniéndonos en Heidegger es claro que desarrolló el pensamiento de Husserl, pero no la tendencia de tratar de manera cognitiva el objeto u el objeto mismo de la fenomenología sino abordarlo y tratarlo en nuestra reflexión, aquí vemos fácilmente un principio ontológico bien intencionado en las relaciones que el objeto construye mostrando sus atributos. En cuanto a la explicitación de nuestra forma de vivir la Fe cristiana podemos hablar del énfasis en los contenidos salvíficos que estamos viviendo y aquellos que debemos vivir intensamente para evitar una concepción intelectual de nuestra Fe porque hay algo que no se puede racionalizar sino vivir intensamente desde el corazón y su configuración (26). Nuestra fuerza definitoria en la ontología es la Gracia y su poder de transformar la realidad presentando un fenómeno y una fenomenología formada a partir de la interacción con la Gracia en las dimensiones del ser cristiano. Desde la postura anterior es posible encontrar que nuestra fenomenología cristiana esta emparentada con una dinámica ontológica libre, pero bajo el necesario influjo de la Gracia y su poder trasformador. Una respuesta espiritual posee desde esta cuestión los pies en la tierra y no en fantasmas animistas producto de las emociones (27). Nuestro concepto clave del existir bien puede depender una estética bien elaborada donde la revelación de Dios ordena la realidad de las personas bajo el signo de la praxis de su Fe. Una estética que percibe los atributos de la persona y muy particularmente su Fe y vida en el espíritu. Sin la debida reflexión entonces el acontecer se puede presentar como lo único realmente concreto y se desconoce el valor intrínseco de las experiencias por medio de Las cuales el bautizado manifiesta su Fe al mundo (28). La presente pandemia nos enseña que la realidad articulada incluso predecible de las distintas sociedades es en si una falacia para ocultar la necesidad de una integración real entre los pueblos y sus culturas. El virus viajó no por solidaridad o fraternidad humana sino por intereses económicos que conectan en la globalidad a las naciones del mundo. Tal estética existencial solo corresponde a intereses de determinados grupos poblacionales pero el influjo del virus no tiene estas consideraciones puntuales. Nuestra estética cristiana es percibida como una manifestación de la hermandad entre los bautizados y su esfuerzo por vivir el “Mandamiento Nuevo” (29) con toda su atemporalidad posible. Nuestra gnoseología se ofrece a la comprensión como clave para poder dilucidar la realidad del engaño y la apariencia de la forma concreta de los objetos, personas y pensamientos, la falsedad y el engaño también se pueden conocer en la vivencia de la Fe por parte de personas inmaduras o mal intencionadas que no representan la esencialidad del cristianismo. Tal viaje de la razón puede ser útil a la hora de evaluar la posible concreción de los pensamientos y contextos de nuestra Fe en los distintos escenarios donde adelantamos la misión eclesial. Una ontología esencial para nosotros que nos presenta de frente a Dios y su obra amorosa como una especie de toma real de conciencia sobre esta relación plena y fuente de total plenitud donde no hay limitación sino temor de nuestra parte (30). Podemos pues, afirmar la verdad categórica en nuestro esfuerzo por vivir lo que hemos recibido por parte de la Iglesia. Una comprensión de la realidad salvífica que implica la permanencia en el medio eclesial y su función sobrenatural en cada uno de los bautizados. No podemos desconocer el valor detales contenidos porque la Gracia se manifiesta como un fenómeno a la comprensión de la Fe del creyente. Tal es la nota esencial de la Gracia que al entrar en contacto con la historia personal nos señala el camino más apropiado para la salvación absolutamente centrada en el propio Cristo. Un ejemplo de ello en cuanto a la aplicación tacita de su norma del amor la encontramos en el pasaje del “buen samaritano” miremos el Texto Sagrado de Tradición (31):

"30. Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 34. y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. 35. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." 36. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» 37. Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»" https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/lucas/10/ (32).

La donación de la verdad como una característica de su fenomenalidad la podemos apreciar en aquella acción que supera los principios del cuidado personal para interesarse también en el otro y su circunstancia. Aquí leemos con claridad como el amor se convierte en un fenómeno para los sentidos y la razón eclesial y el bautizado es interpelado por tales contenidos (33).  La verdad del amor se comporta abiertamente contraria a los postulados de la racionalidad en el actuar y la suprema prudencia desprovista de caridad. Aquella persona fue víctima de la insensibilidad reinante y su vida no se mostraba relacionada con su entorno y con quienes con el compartían. El principio que rige la verdad debe imponerse cuando de su praxis se trata. Es pues un imperativo moral y de Fe asumir el valor intrínseco del otro y su vida en relación con mi propia expresión de Fe (34). Hay pues, un principio idiomático que es el lenguaje de la caridad y el amor por el otro y cuando este concepto no es percibido entonces suponemos certeramente que la verdad de su contenido no esta presente en la praxis de los bautizados que ignorando a su prójimo piensan solo en ellos y en los suyos. La luz de la Gracia puede y de hecho toca los corazones de los bautizados para que estos superando el temor acojan espiritualmente a quienes comparten sus vidas en las mismas circunstancias. El hacer de nuestra espiritualidad tiene una ingente tarea que todos conocemos y es la de entrar en armonía con el entorno y sus condiciones propias de existencia, llevar el Evangelio es parte viva de tal relación que con la Gracia se torna también salvífica (35). 

La opción fundamental de aquel hombre llamado “samaritano” es clave para descifrar el valor del amor al servicio de los demás. El contenido fenomenológico lo percibimos con absoluta claridad cuando la acción en cuestión es un acto de donación del amor por el otro. La raíz de la acción misma de entrega y donación tiene un común denominador y es la praxis del amor en la vida del creyente que así recupera la totalidad de su humanidad antes lastimada por el pecado, quien no es solidario paradójicamente no posee totalmente su ser (36). Aquel solidario se desmontó de sus seguridades y prejuicios para actuar solo movido por el amor y la compasión, vio su alteridad en el otro y ese reflejo solo es posible por la Inhabitación de la Gracia de Dios en su alma (37). El fenómeno del amor tomó cuerpo en sus manifestaciones de suprema solidaridad. El excesivo cargamento de humanidad puede hacer que el creyente se vea a si mismo como producto de su entorno y desconozca su condición llamada a la vida escatológica. En el ámbito social y político de nuestras naciones debemos estar del lado de los sufrientes bajo cualquier consecuencia y situación, hoy es fácil ver una constelación de llamados clérigos al servicio del estado de sus distintas naciones, salen en defensa de los más poderosos y olvidan la miseria de quienes más sufren (38). El único partido político de un auténtico clérigo es la caridad de Cristo por sus hermanos más necesitados. Recordemos las palabras del arzobispo.  Helder Cámara: “Cuando le daba comida a los más pobres, me llamaban santo y cuanto pregunté porque no tenían comida entonces me llamaron comunista” (39) La caridad se convierte en un fenómeno del accionar de los bautizados cuando esta se desarrolla por amor y convicción tocando todas las relaciones y sus formas. Una dinámica ontológica que hace del ser cristiano el testigo por antonomasia de la transformación del amor en medio de los creyentes. Una dinámica ontológica que supera los contextos personales de la verdad para ser asumida de manera universal. Una comunicación de amor cuyo epicentro es el creyente y su praxis de vida comprometida (40).

La naturaleza del servicio cristiano se dimensiona plenamente en la Iglesia y su ámbito social y cultural, es un servicio cuya esencia es el amor de Dios presente en su obra la humanidad. Aquí encontramos un indicio de la ontología cristiana que se proyecta en el otro y su ser comprometido con la vida en todas sus formas (41), trasciende el ser bajo el influjo de la Gracia, pues de esta forma la praxis de la vida y sus valores dibuja su propia axiología bajo el influjo del amor convertido en caridad por el otro y su circunstancia.  Desde nuestra postura el amor por el otro dimensiona el ser cristiano en su donación y entrega a sus hermanos en Cristo, el servicio nace en Cristo y llega hasta su presencia. Un ciclo de servir y amar, amar y servir por y en virtud del mandato de Cristo en el Mandamiento Nuevo (42).

EXPRESIÓN MULTICULTURAL EN EL ANGLICANISMO.


“En nuestra estructura eclesial los valores del otro son asumidos como referentes vivos de todos. El Uno que es Cristo se recrea en el todo de la humanidad y esta se hace uno para que Cristo se haga todo en todos”. Nuestra eclesiología es abiertamente inclusiva y salvífica por antonomasia. Pbro. Diego Sabogal.


Es una realidad y parte de una gran expresión de identidad multiforme en cuanto a sus orígenes y hoy mismo en sus procedencias, estamos hablando del tema cultural y los Ethos que evolucionaron en la Iglesia Anglicana, los antecedentes los remontamos inmediatamente al Movimiento de Oxford, antes de este Movimiento las manifestaciones estaban ligadas tan solo a Inglaterra y su reino con presencia en todo el mundo, pero con un argumento dependiente desde su manifestación cultural (43). No es factible suponer de entrada que la presencia en los distintos países en el pasado se debía a una expresión independiente. El siglo XVII (44) es denominado el siglo de las colonias y la expansión continúo siendo en síntesis el denominador principal de la política exterior de Inglaterra. Luego gracias a este crecimiento de ultramar fue que el anglicanismo ingresó en nuestro entorno. Desde luego que no era por una necesidad misionera sino la atención de los ciudadanos ingleses que trabajaban en dichas naciones (45). La realidad social fue determinante para esta primera manifestación fuera de Inglaterra insular. La realidad citada es solo la antesala para conocer la auténtica vocación universal de nuestra Iglesia desarrollada particularmente durante el denominado Movimiento de Oxford desde el año 1832 al 1846 incluso. Donde gracias a hombres de Fe como John Keble (46), Newman (47) y muchos más se recuperó el derrotero católico de nuestra tradición eclesial, acuñando frases que sintetizan tal postura como la pronunciada por Newman y Keble: “Allá afuera hay otros como nosotros, otros que son católicos también” entendemos por “afuera” el mundo. El recuperar la conciencia de nuestra propia catolicidad fue vital para redefinir nuestra vocación universal en una Iglesia que estaba despertando a dicha conciencia. La relación vital doctrinal y en la tradición con la Iglesia apostólica es valiosa para configurar nuestra propia identidad eclesial, ellos lo entendieron de esta forma (48). A continuación, compartimos información sobre lo que es hoy la mancomunidad de Naciones unidas a Inglaterra o Reino Unido:

·         Europa: Reino Unido, Chipre y Malta.
·         África: Botsuana, Camerún, Ghana, Kenia, Lesotho, Malawi, Mauritania, Mozambique, Namibia, Nigeria, Ruanda, Seychelles, Sierra Leona, Sudáfrica, Swazilandia, Uganda, Tanzania y Zambia.
·         América: Antigua y Barbuda, Las Bahamas, Barbados, Belice, Canadá, Dominica, Granada, Guayana, Jamaica, Santa Lucia, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las granadinas, Trinidad y Tobago.
·         Asía: Bangladesh, Brunei, India, Malasia, Maldivas, Pakistán, Singapur y Sri Lanka.
·         Oceanía e islas del Pacífico: Australia, Fiyi, Kiribati, Nauru, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Samoa, Islas Salomón, Tonga, Tuvalu, Vanuatu. (49).

El fenómeno anglicano desde su perspectiva gnoseológica se despliega por el mundo entero y sus contenidos generan una nueva postura antropológica donde el hombre como obra del amor de Dios es rescatado de sus alienaciones y valorado dimensionalmente sus Derechos en la búsqueda de la construcción de su ser integral y por ende de la implementación positiva de sus Deberes (50). Nuestra postura sobre el ser humano esta libre por la Gracia de las ataduras que limitan su ascensión al mismo Creador. Estamos construyendo una estructura de pensamiento donde la Gracia actúa para potenciar la relación con el Dios revelado. La lucha por reivindicar el supremo valor de la persona humana como la referencia idónea del Dios revelado nos lleva a sumir una postura universalista sobre la protección de los Derechos Humanos (DD-HH) (51). El fenómeno anglicano se expresa en dimensiones tanto antropológicas como ecuménicas. El hombre es la centralidad de su problema en el mundo. Un mundo compuesto por múltiples manifestaciones culturales donde se vive la Fe de la Iglesia y se edifica entornos (52). Estos procesos incesantes nos plantean una fenomenología de constatación inmediata en la praxis de las relaciones tanto internas como externas de los individuos y su medio familiar. Presentar el problema teniendo presente los factores que lo generan es nuestro reto dialéctico. No se trata de una concepción homogénea sino heterogénea de la sociedad donde el ser eclesial toma cuerpo, es también una de las virtudes del anglicanismo de nuestro tiempo (53). El proyecto humano lo reconocemos y acogemos desde el dimensionalismo propio de la Comunión Anglicana. Una realidad multidisciplinaria contenida en cada acción y pensamiento concretos de las personas en sus medios de vida y reacción, una espiritualidad cuya centralidad es Cristo manifestándose abiertamente en los bautizados (54).

El color y sus tópicos encuentra su plena realización cuando de todas las latitudes nos identifica un mismo ideal de vida evangélico como praxis de la Palabra de Cristo convertida en formas y modos de vida que desencadena hábitos en la vida de los creyentes.  Nuestra fenomenología funge en escenarios donde la Fe es cuestionada y donde necesariamente el testimonio debe aflorar por tal razón debemos hacer presencia en el Estado como testimonio intestino de nuestra sociedad donde los valores del Evangelio deben ser visibilizados al máximo nivel de expresión (55).  Cuando la conciencia de nuestra catolicidad se instala en la psique religiosa de la Iglesia entonces su contenido universal aflora sin distingo de cantidad o voluntad, de esta forma cuando un episcopal ora, con él lo hace la Iglesia de Cristo, este principio se hace muy fuerte en la vivencia cultica y doctrinal. Un solo bautizado es expresión de la totalidad eclesial y la totalidad eclesial se resume vivamente en un solo bautizado (56). El mover nuestros presupuestos doctrinales es fruto del movimiento de nuestro ser eclesial a la globalidad de sus contenidos salvíficos. Nuestra eclesiología vive su fenomenología en la praxis de la acogida todo el género humano (57).

Los Ethos culturales son en si contenidos configurados por la misma naturaleza relacional del bautizado que construye nexos con quienes están a su lado, de esta manera nuestra eclesiología toma del entorno conceptos claves de aproximación al otro y su circunstancia. (58).

Solo dimensionando correctamente nuestra antropología trascendente podemos nosotros dar espacio efectivo al otro y su vida. La dinámica de aproximación es también un ejercicio de Fe en la presencia de Dios en el hermano que estamos viendo y con el que estamos edificando en nuestro presente. Este actuar en el tiempo y en el espacio da autenticidad a   nuestras relaciones. Es pues importante el otro como punto de partida y llegada de todo nuestro ejercicio de la caridad.  Una realidad que se convierte en absoluta donación tanto en el mundo como en nuestro corazón (59). La cultura de la vida es un medio de aproximación al otro y todo lo que este vive y construye. El temor en las relaciones de aproximación debe ser superado por la caridad activa del bautizado. Un dinamismo que concretice un estatus de relaciones salvíficas entre hermanos y discípulos de Cristo. La inclusión de la Gracia define los Ethos del creyente dando prioridad a la dinámica trascendente que se empodera de su proceder y redefine la significación de los valores en una clara axiología que parte de mensaje de Cristo (60). El fenómeno anglicano se manifiesta en la verdad de su catolicidad y esta convertida en una aventura de vida y Fe. Tal posición nos ubica en la vanguardia de los procesos donde la caridad y los Derechos Humanos (DD-HH) se manifiestan de manera contundente y por ende liberadora, así vivimos nuestra eclesiología (61). La realidad construida es una donación de nuestra propia conciencia cristiana que sale al encuentro del otro en su intríngulis de vida. La noción de realidad es alimentada por la praxis del ser comunitario que se interesa por el otro y percibe así su existencia construyendo un mundo cognoscible. Una percepción del otro solo en la medida en la que nuestra toma de conciencia sobre nuestra donación al otro y su vida entra en su más absoluto vigor revelador (62). Una sociedad multicultural que responde al otro como factor de realidad perceptible e imaginada a la vez en las aproximaciones intelectivas que hacemos. El ser anglicano es un ser eclesial apreciable en la dinámica de la entrega y reconocimiento del otro. En nuestra estructura eclesial los valores del otro son asumidos como referentes vivos de todos (63). Los procesos de asimilación cultural se perfilan desde una moral multiétnica donde el otro y su origen es un referente más no su finalidad, o la cultura como tal se sumerge en una dependencia estructurada por nuestra mentalidad o por el bien común según las circunstancias. Nuestra propuesta de índole moral puede definirse desde el Evangelio y el Decálogo como su binomio más que situacional estructura real de nuestro proceder y valores determinados (64). El bien o el mal esta en el proceder de los bautizados o estos solo ven el mal o el bien en quienes les rodean emitiendo así un juicio de valor sobre el fundamento de su interpretación de los eventos como tal, esta fenomenología nos aproxima a la visión de Kant (65) sobre la cultura y en otro actuando dinámicamente en esta. Si todo recae en el ámbito de la conciencia humana entonces el otro es solo un instrumento de sus propias concepciones morales. El bautizado Episcopal debe desarrolla un fundamento ético que lo enfoque en la vivencia de su realidad espiritual y el encuentro con el otro y no el juicio contra el otro. Nuestra voluntad no queda fuera de esta praxis de acciones y valores, la Gracia potencia el desarrollo de una moral informada por las enseñanzas descritas anteriormente como producto de la praxis del Evangelio y el Decálogo. Siendo pues para nosotros el fundamento cristiano por antonomasia. Nuestra propia autonomía puede acercarnos a alejarnos de Dios según vivimos nuestro libre albedrío (66).

Para superar la postura kantiana podemos citar a Tomás de Aquino (67) y su definición sobre el ser humano como “todo inteligencia” lo que no implica el concepto Kantiano sobre “toda voluntad” prefiero en lo personal una definición que involucre el ser en su expresión metafísica donde la inteligencia sea determinante para aproximarnos a la experiencia creíble de nuestra propia Fe en el Dios de la vida. Una postura de esta índole nos ubica en la concepción de una ontología creíble, redimida y segura de su propia existencia. Una toma de conciencia sobre el otro y mis propias implicancias. Porque si no me entiendo a mi mismo cómo puedo entender al otro. Un interrogante o pregunta retorica que podemos responder desde la praxis de nuestra propia Fe en Cristo (67). Un viaje por mi propia concia me puede acercar a puerto seguro de mi Fe en Cristo y en su Iglesia nuestra Madre.

CONCLUSIONES.

La realidad que construimos esta edificada sobre la base fundamental de nuestra experiencia de Fe y la revelación de Dios es vital en tal proceso de crecimiento integral en el que involucramos la totalidad del ser a pesar de nuestra propia contingencia e inmanencia.  Somos pues inacabados por nuestra propia naturaleza, pero la praxis del amor se convierte en donación total y totalizante de nuestro ser. Solo tal donación nos permite salir al encuentro del otro en su propia y vital intríngulis o circunstancia de vida. Sigamos pues en la búsqueda amorosa de la realidad salvífica nutrida por la Gracia (68).

BIBLIOGRAFÍA/CIBERGRAFÍA/INSUMOS Y FUENTES.

1.      Helder Cámara. De nacionalidad brasileña (arzobispo) nació en el año 1909 y murió en 1999. Su pensamiento teológico lo acercó a los más necesitados y reclamó para ellos sus derechos en el ámbito de la sociedad tato de su país como del mundo. 
2.       Edmund Husserl (1859-1938) constituye una de las figuras más destacadas de la filosofía occidental del siglo XX. Fundador de la corriente filosófica conocida como fenomenología consideraba a ésta como una «nueva ciencia fundamental», una ciencia de un nuevo tipo y de una extensión infinita, estricta y de carácter fundante cuya tarea es el estudio del «reino de la conciencia pura y de sus fenómenos, pero no según su ser fáctico, sino según sus posibilidades y leyes ideales». Como señala uno de sus discípulos, Walter Biemel, el hilo conductor de este estudio es la idea de que para iluminar la esencia de una cosa es necesario remontarse al origen de su significación en la conciencia y a la descripción de este origen. Con esta idea están relacionados conceptos fenomenológicos tan relevantes como “constitución”, “reflexión”, “descripción fenomenológica”, “intuición eidética” Edmund Husserl – Philosophica// www.philosophica.info › voces › husserl › Husserl. Autor: Autor: Mariano Crespo Sesmero
3.      Martin Heidegger. Nacido de padres católicos, siendo joven ingresó en la Compañía de Jesús, donde aprendió la filosofía escolástica de signo suarezista, es decir, esencialista. Dura como novicio sólo unos meses. Ingresa más tarde en el seminario, del que también sale. Allí se familiariza algo con la filosofía de Santo Tomás. Hacia 1911, es decir cuando contaba 21 años, ha acabado esta época. Su formación posterior será neokantiana. En 1915 ingresa en la carrera docente, y la tesis de doctorado y habilitación es, significativamente, sobre Duns Scotto. En 1916 conoce a Husserl y se adhiere a la fenomenología. En los principios del régimen nazi, Heidegger no oculta sus simpatías por éste. Rector de Universidad, en 1933 pronuncia un famoso discurso ("Autoafirmación de la Universidad alemana"). Poco a poco abandona" también el nazismo, lo que no impide que en 1944 fuera destituido de su cátedra por las autoridades aliadas de ocupación. Vuelve a la Universidad en 1952 y permanece hasta 1966. Ya desde después de la guerra, Heidegger se encierra en un mutismo y se aleja de cualquier actividad pública. Muere a los ochenta y siete años; su sobrino, sacerdote católico, se encarga del funeral; es enterrado en cementerio católico por expresa voluntad del filósofo.
4.      SCHELER, MAX.  Pensador alemán, n. el 22 ag. 1874 en Munich y m. el 19 mayo 1928 en Fráncfort/M., cuando en su pensamiento parecía empezar a esbozarse un cambio o giro considerable en relación con sus primeras obras. Una caracterización preliminar de este pensador debe señalar su estilo muchas veces pasional y emotivo, penetrado profundamente de un enérgico antiintelectualismo. Se comprende, desde este punto de vista, que se haya visto en él un parentesco notable con filósofos como S. Agustín o Pascal. Precisamente aquella idea de este último según la cual existe una lógica del corazón junto a la lógica de la razón, habrá de ser un leit motiv de S.; es instructivo a este respecto la usual comparación y contraposición que se hace de su manera vital de pensar frente al «frío rigor lógico» de Husserl. Por otra parte, cabría quizá poner en relación el tono asistemático e inconexo de su obra con su estilo vital un tanto irregular. Es, finalmente, también expresivo el hecho de que haya entrado en la Iglesia católica dos veces antes de abandonarla hacia el final de su vida. Fue discípulo de R. Eucken y O. Liebman Iena, en cuya Universidad enseñó, así como en las de Munich, Colonia y Fráncfort/M.
5.      Nota del autor.
6.      Nota del autor.
7.      Nota del autor.
8.      Nota del autor.
9.      Nota del autor.
10.  Nota del autor.
11.  Nota del autor.
12.  Nota del autor.
13.  Nota del autor.
14.  Nota del autor.
15.  Nota del autor.
16.  Nota del autor.
17.  Nota del autor.
18.  Nota del autor.
19.  Pensamiento en la dirección de la interpretación de Heidegger sobre el fenómeno como su fenomenología y constatación de la realidad. Nota del autor.
20.  Fenomenología de la vida - Revista Javeriana// revistas.javeriana.edu.co › index.php › article › view. Por Jaime Rubio.
21.  EL MUNDO DE LA VIDA COMO TEMA DE LA FENOMENOLOGIA, autor: Guillermo Hoyos V. Universum PHILOSOPILICA 20, junio 1993, Santafé de Bogotá, Colombia// el mundo de la vida como tema de la fenomenología - Revista ...revistas.javeriana.edu.co › index.php › article › view…
22.  Nota del autor.
23.  Michel Henry. Filósofo y escritor francés, nacido en Vietnam (1922-2002) abordó con autoridad el pensamiento fenomenológico de Husserl.
24.  Cita bíblica textual de la Biblia de Jerusalen on line.
25.  Nota del autor.
26.  Nota del autor.
27.  Nota del autor.
28.  Nota del autor.
29.  Nota del autor.
30.  Nota del autor.
31.  Nota del autor.
32.  Cita bíblica textual de la Biblia de Jerusalen on line.
33.  Nota del autor.
34.  Nota del autor.
35.  Nota del autor.
36.  Nota del autor.
37.  Nota del autor.
38.  Nota del autor.
39.  Nota del autor.
40.  Nota del autor.
41.  Nota del autor.
42.  Nota del autor.
43.  Nota del autor.
44.  Nota del autor.
45.  Nota del autor.
46.  John Keble. nació el 25 de abril del año 1782 en Fairford, Gloucestershire, y falleció el 29 de marzo de 1866 en Gran Bretaña.
47.  John Henry Newman nació en la City de Londres el 21 de febrero de 1801 y muere en 1890. Por Cristóbal Orrego Sánchez. https://mercaba.org/FICHAS/Humanitas.cl/john_henry_newman.htm.
48.  Nota del autor.
49.  Qué es la Commonwealth y quiénes la forman - Logo GMR ... www.gmridiomas.com › Inicio › Blog.
50.  Nota del autor.
51.  Nota del autor.
52.  Nota del autor.
53.  Nota del autor.
54.  Nota del autor.
55.  Nota del autor.
56.  Nota del autor.
57.  Nota del autor.
58.  Nota del autor.
59.  Nota del autor.
60.  Nota del autor.
61.  Nota del autor.
62.  Nota del autor.
63.  Nota del autor
64.  Nota del autor.
65.  Immanuel Kant nació en 1724 y murió en 1804, filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna. Nacido en Königsberg (ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía. Trabajo realizado por: Philippe Brun// Immanuel Kant, biografíamercaba.org › Filosofia › Kant › kant_immanuel_04…
66.  Nota del autor.
67.  Tomás de Aquino nació a finales de 1224 en el castillo de Roccasecca en la provincia de Nápoles, hijo y nieto de la nobleza guerrera. Sus padres, Landolfo de Aquino y Teodora de Teate, eran de origen lombardo y normando. Landolfo prestó servicios al emperador Federico II y llegó a ser Justicia de la Tierra de Labor, del reino de Sicilia, dignidad equivalente a Gran Canciller, señor de toda la administración civil y judicial. Tuvo seis hermanos varones, guerreros y políticos y cuatro hermanas, tres casaron con condes y Marotta, la mayor, fue benedictina y abadesa. Reinaldo, un hermano de Tomás, es el primer poeta en lengua italiana, precursor del “dolce stil nuovo”.// por Santiago Fernández-Burillo// https://mercaba.org/Filosofia/AQUINO/biografia_y_semblanza.htm.
68.  Nota del autor.
















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