jueves, 25 de julio de 2019

RECURSO PARA UNA PREDICA. SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS...


SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Génesis capitulo 18 versículos 20-32. Salmo 138. Colosenses capitulo 2 versículos 6-15 (16-19) Lucas capitulo 11 versículos 1-13.



La oración el recurso primordial del bautizado… el Texto Lucano nos deja en la perspectiva de toda la riqueza de la oración y su interioridad en la vida de los cristianos que conforme al santo Bautismo viven la trascendencia en sus vidas conectándose a su Señor en la oración. El Padre Nuestro nos introduce en una forma de oración sin precedentes, donde la relación con Dios es absolutamente personal y filial, es decir, donde la Fe reconoce la soberana presencia de su Señor, del Pater familias, de aquel que es nuestro Creador y amoroso Dios. Una oración de justicia y conciencia sobre el otro y su circunstancia personal. Una oración que encarna los postulados de hermandad y fraternidad entre hijos de un mismo Padre y llamados todos de la misma manera aun Reino eterno. La oración del Señor es innovadora y nos deja ante una realidad como lo es la sociedad, y como estamos comprometidos con la defensa y promoción de los valores que hacen del cristianismo un maravilloso estilo de vida. Las prioridades están enfocadas según la verdadera necesidad en nuestras vidas. No es una invocación unidireccional, sino que toca tanto al orante como a los demás que constituyen la comunidad de Fe, la familia, el trabajo, la escuela, etc.

Oramos en dirección de un Reino y anhelamos como creyentes ser pronto parte de esa bella realidad total y totalizante. Un Reino clamando por nosotros y un Dios todo amor dispuesto a darnos un lugar en su mansión. Cada uno de los artículos del Padre Nuestro están enfocados a acreditar la relación esencialmente vital entre el Creador y sus criaturas, una oración que reconoce que la vida necesita ser sostenida y protegida y nos encarga tal labor. Un caminar de la mano del mismo Hacedor del universo que espera de nosotros la conciencia suficiente para pedir bendiciones para todos y no dejar nada de lo creado fuera de este claror amoroso. Vernos libres de todo mal es vernos caminando solo hacia Dios y deseando entrar en su Reino. Vernos libres de todo mal incluye el rechazo ante la injusticia y depredación del Medio Ambiente.  Vernos libres de todo mal es excluir de nuestra vida todo aquello que nos destruye o envilece de cara a un Reino.

Saber enfocar nuestras oraciones solo será posible si tomamos conciencia sobre su valor y necesidad, el bautizado está llamado a orar constantemente y no desmayar sino hacer de este habito una pequeña prueba del Reino de Dios en la tierra. Una oración que transpira realidad sobrenatural en nosotros y en nuestro entorno. No bajamos la mirada ante el mundo, sino que luchamos por hacer de la Gracia de Dios nuestro “maná imperecedero” mientras peregrinamos aquí. Fundimos en un abrazo salvífico lo creado con lo increado, lo santo con lo necesariamente santo. Unimos el cielo y la tierra y clamamos con fuerza por un Reino y su justicia.  Somos pues los herederos de la realidad trascendente a la que aspiramos, no hay merito alguno en nosotros, pero afortunadamente Dios nos ama y eso no cambiará. Padre Nuestro que estas en cielo y también con nosotros, Padre Nuestro adoramos tu nombre y viviremos para respetarlo y ensalzarlo. Todo ello es fruto de su inmensurable amor por la creación y en ella nos dio un lugar para amar y proteger.

Nuestra oración debe ser permanente e insistente que nuestro Dios sabe lo que necesitamos, pero muchas veces “no sabe” por nuestra boca lo que verdaderamente necesitamos. La duda en la oración se manifiesta de muchas formas y una de ellas es precisamente la desconfianza e inseguridad ante la vida y su intríngulis. La insistencia recibe su premio porque ella manifiesta una férrea voluntad inclaudicable e inquebrantable. La confianza en un Padre amoroso debe movernos a hacer de la oración un habito de vida y no solo una respuesta ante el dolor, la ausencia o la necesidad. Insistimos a tiempo y a destiempo, no bajamos la guardia y oramos en la misma dirección en la que iniciamos el Padre Nuestro hacia el Padre y Señor de todos, la confianza en la oración es un bello nexo que nos permite ver con el corazón aquello que en su Reino inundará nuestro ser:

9. Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. 10. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12? o, si pide un huevo, le da un escorpión? 13. Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” (Fuente: https://www.bibliacatolica.com.br › La Biblia de Jerusalén › Lucas). 


La insistencia amorosa tiene su razón de ser y es muy útil en nuestros hábitos de oración, no es una insistencia meritoria o arrogante sino parecida a la del niño que clama a su mamá por comida o abrigo, es una insistencia necesaria y vital. Es pedir por amor y autentica necesidad, es establecer la Teonomia de nuestra parte, es decir, necesitamos de Dios siempre y acudimos a su Santísimo Ser de Padre que cuida de sus hijos. Debemos desarrollar nuestra confianza en la oración para saber ciertamente que somos escuchados siempre y que Dios tiene un plan para nosotros y nuestras vidas y que si verdaderamente confiamos en su amor ese plan lo conoceremos paulatinamente en la medida en la que aceptamos su total Voluntad y providente Gracia. Insistir es considerada una prueba de amor y Fe de nuestra parte, es la forma como le expresamos a Dios que confiamos en sus designios y los acataremos sin discusión. La insistencia robustece el carácter de la oración de los bautizados y nos adentra en el discipulado amoroso que sabe que su Maestro estará siempre presente por medio de sus enseñanzas. Recordemos que los apóstoles le insistieron a su Maestro para que este les enseñara a orar y el resultado lo conocemos todos, pues bien, es indispensable que la oración sea el alimento fundamental de nuestra vida espiritual.

La insistencia en la oración nos permite valorar el resultado de nuestras vidas y relaciones con el mundo, ya que en la oración asumimos una necesaria relación entre el orante y su Señor, entre aquel que pide y el que puede resolver a nuestro favor. Es también útil saber manejar los tiempos y emociones durante nuestra oración, Dios responde y su respuesta persigue la finalidad ultima de nuestra salvación y no siempre es posible que su amor responda pronto ante situaciones pasajeras o meramente materiales si estas no son esencialmente confiadas a su gran amor de Padre. Nuestra oración deja a salvo el Ser Padre de Dios y por medio de ella su amor ejerce Paternidad sobre nosotros sus hijos adoptivos. No podemos amar a Dios solo por una respuesta en la oración porque el verdadero amor no espera más que amor y solo amor. Hoy Señor pedimos amarte antes que necesitar de Ti cosa distinta a tu infinito amor misericordioso. Acudimos a Ti solo por amor y en amor esperamos confiados y sabemos que todo se dará convenientemente como manifestación de tu gran amor por nosotros.


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