SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS
DE PENTECOSTÉS. Génesis capitulo 18 versículos 20-32. Salmo 138. Colosenses
capitulo 2 versículos 6-15 (16-19) Lucas capitulo 11 versículos 1-13.
La oración el
recurso primordial del bautizado… el Texto Lucano nos
deja en la perspectiva de toda la riqueza de la oración y su interioridad en la
vida de los cristianos que conforme al santo Bautismo viven la trascendencia en
sus vidas conectándose a su Señor en la oración. El Padre Nuestro
nos introduce en una forma de oración sin precedentes, donde la relación con
Dios es absolutamente personal y filial, es decir, donde la Fe reconoce la
soberana presencia de su Señor, del Pater familias, de aquel que es nuestro
Creador y amoroso Dios. Una oración de justicia y conciencia sobre el otro y su
circunstancia personal. Una oración que encarna los postulados de hermandad y
fraternidad entre hijos de un mismo Padre y llamados todos de la misma manera
aun Reino eterno. La oración del Señor es innovadora y nos deja ante una
realidad como lo es la sociedad, y como estamos comprometidos con la defensa y
promoción de los valores que hacen del cristianismo un maravilloso estilo de
vida. Las prioridades están enfocadas según la verdadera necesidad en nuestras
vidas. No es una invocación unidireccional, sino que toca tanto al orante como
a los demás que constituyen la comunidad de Fe, la familia, el trabajo, la
escuela, etc.
Oramos en dirección de un
Reino y anhelamos como creyentes ser pronto parte de esa bella realidad total y
totalizante. Un Reino clamando por nosotros y un Dios todo amor dispuesto
a darnos un lugar en su mansión. Cada uno de los artículos del Padre
Nuestro están enfocados a acreditar la relación esencialmente vital
entre el Creador y sus criaturas, una oración que reconoce que la vida necesita
ser sostenida y protegida y nos encarga tal labor. Un caminar de la mano del
mismo Hacedor del universo que espera de nosotros la conciencia suficiente para
pedir bendiciones para todos y no dejar nada de lo creado fuera de este claror
amoroso. Vernos libres de todo mal es vernos caminando solo hacia Dios y
deseando entrar en su Reino. Vernos libres de todo mal incluye el rechazo
ante la injusticia y depredación del Medio Ambiente. Vernos libres de todo mal es excluir de
nuestra vida todo aquello que nos destruye o envilece de cara a un Reino.
Saber enfocar nuestras
oraciones solo será posible si tomamos conciencia sobre su valor y necesidad,
el bautizado está llamado a orar constantemente y no desmayar sino hacer de
este habito una pequeña prueba del Reino de Dios en la tierra. Una oración que
transpira realidad sobrenatural en nosotros y en nuestro entorno. No
bajamos la mirada ante el mundo, sino que luchamos por hacer de la Gracia de
Dios nuestro “maná imperecedero” mientras peregrinamos aquí. Fundimos
en un abrazo salvífico lo creado con lo increado, lo santo con lo
necesariamente santo. Unimos el cielo y la tierra y clamamos con fuerza por un
Reino y su justicia. Somos pues los
herederos de la realidad trascendente a la que aspiramos, no hay merito alguno
en nosotros, pero afortunadamente Dios nos ama y eso no cambiará. Padre
Nuestro que estas en cielo y también con nosotros, Padre Nuestro
adoramos tu nombre y viviremos para respetarlo y ensalzarlo. Todo ello es fruto
de su inmensurable amor por la creación y en ella nos dio un lugar para amar y
proteger.
Nuestra oración debe ser
permanente e insistente que nuestro Dios sabe lo que necesitamos, pero muchas
veces “no sabe” por nuestra boca lo que
verdaderamente necesitamos. La duda en la oración se manifiesta de muchas
formas y una de ellas es precisamente la desconfianza e inseguridad ante la
vida y su intríngulis. La insistencia recibe su premio porque ella manifiesta
una férrea voluntad inclaudicable e inquebrantable. La confianza en un
Padre amoroso debe movernos a hacer de la oración un habito de vida y no solo
una respuesta ante el dolor, la ausencia o la necesidad. Insistimos a
tiempo y a destiempo, no bajamos la guardia y oramos en la misma dirección en
la que iniciamos el Padre Nuestro hacia el Padre y Señor de
todos, la confianza en la oración es un bello nexo que nos permite ver con el
corazón aquello que en su Reino inundará nuestro ser:
“9.
Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá. 10. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá. 11. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le
pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12? o, si pide un huevo,
le da un escorpión? 13. Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan!” (Fuente: https://www.bibliacatolica.com.br
› La Biblia de Jerusalén › Lucas).
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La insistencia
amorosa tiene su razón de ser y es muy útil en nuestros hábitos de
oración, no es una insistencia meritoria o arrogante sino parecida a la del
niño que clama a su mamá por comida o abrigo, es una insistencia necesaria y
vital. Es pedir por amor y autentica necesidad, es establecer la Teonomia
de nuestra parte, es decir, necesitamos de Dios siempre y acudimos a su
Santísimo Ser de Padre que cuida de sus hijos. Debemos desarrollar
nuestra confianza en la oración para saber ciertamente que somos escuchados
siempre y que Dios tiene un plan para nosotros y nuestras vidas y que si
verdaderamente confiamos en su amor ese plan lo conoceremos paulatinamente en
la medida en la que aceptamos su total Voluntad y providente Gracia. Insistir
es considerada una prueba de amor y Fe de nuestra parte, es la forma como le
expresamos a Dios que confiamos en sus designios y los acataremos sin
discusión. La insistencia robustece el carácter de la oración de los
bautizados y nos adentra en el discipulado amoroso que sabe que su Maestro estará
siempre presente por medio de sus enseñanzas. Recordemos que los
apóstoles le insistieron a su Maestro para que este les enseñara a orar y el
resultado lo conocemos todos, pues bien, es indispensable que la oración sea el
alimento fundamental de nuestra vida espiritual.
La insistencia en la
oración nos permite valorar el resultado de nuestras vidas y relaciones con el
mundo, ya que en la oración asumimos una necesaria relación entre el orante y
su Señor, entre aquel que pide y el que puede resolver a nuestro favor. Es
también útil saber manejar los tiempos y emociones durante nuestra oración, Dios
responde y su respuesta persigue la finalidad ultima de nuestra salvación y no
siempre es posible que su amor responda pronto ante situaciones pasajeras o meramente
materiales si estas no son esencialmente confiadas a su gran amor de Padre. Nuestra
oración deja a salvo el Ser Padre de Dios y por medio de ella su amor ejerce
Paternidad sobre nosotros sus hijos adoptivos. No podemos amar a Dios solo por
una respuesta en la oración porque el verdadero amor no espera más que amor y
solo amor. Hoy Señor pedimos amarte antes que necesitar de Ti cosa
distinta a tu infinito amor misericordioso. Acudimos a Ti solo por amor y en
amor esperamos confiados y sabemos que todo se dará convenientemente como
manifestación de tu gran amor por nosotros.
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