SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS. Amos capitulo 8 versículos 1-12. Salmo 52. Colosenses capitulo 1 versículos
15-28. Lucas capitulo 10 versículos 38-42.
En búsqueda de la
madures en el discipulado cristiano… El Texto Lucano propuesto
para este domingo en la liturgia de la Palabra escenifica una imagen muy conocida
por todos, nos referimos a la amistad entre Jesús y los hermanos, Marta, María
y Lázaro, Lucas siempre nos muestra su vocación salvífica en los trozos evangélicos
que comparte con nosotros y este no es la excepción. El servicio y la meditación
profunda van de la mano, la oración y la acción se compaginan convenientemente
en este relato. El carácter de ambas mujeres es similar pero la
respuesta depende de su carisma y profundidad espiritual. Las hermanas en
un escenario similar optan por vivir su vocación tanto en el servicio como en
la oración y meditación de las palabras salvíficas del Señor. Dos
hermanas mostrándonos una realidad que involucra el libre albedrío de los
bautizados. Dos hermanas caminando en pos de su ideal vocacional y cristiano. Dos
hermanas creyentes y luego amigas y después parientes…
Los vínculos espirituales
anuncian aquí la auténtica dimensión del Reino de Dios, no cuenta el parentesco
como en las relaciones y negocios humanos, aquí prima la perfección de la Fe en
las facetas descritas por estas niñas, el servir y el orar son un gran tesoro
de los bautizados-discípulos. Marta y María muestran una realidad
contenida en dos acciones distintas, muestran una dimensión de lo humano
cuando es tocado sutilmente por la Gracia de Dios.
Jesús media en la situación
del servicio afirmando que la mejor parte no le será quitada a ninguno de sus discípulos
tanto los presentes como hoy cada uno de los bautizados. Sin importar las
barreras tiempo espaciales queda en firme su propuesta de un Reino que supera cualquier
expectativa material que el discípulo actual haga en su vida. Un
Reino donde la interioridad dará energías para amar y actuar en pos de la realización
de ese sentimiento que en el Texto se transforma en un estilo de vida
resucitado. El Señor sale en defensa de la necesidad de una vida
espiritual y su consabida interioridad, no critica a Marta, sino que exalta el
valor del actuar movido este por la caridad y la oración hecha vida por los
bautizados comprometidos que pueden ver sus vidas reflejadas en las hermanas de
Lázaro. Pues son ellas precisamente, que ante la muerte de su hermano acuden al
Señor en su inquebrantable amor por la humanidad. Ambas confiesan su Fe en el
Dios de la vida y esperan en su misericordia y justicia.
El bautizado no puede
perder de vista que la realidad cuando es influenciada positivamente por Dios
se convierte en una existencia plena y llena de alegría que se conserva sin
importar las dificultades de la vida, por el contrario, brindando reposo y
calma cuando el mar esta siendo sacudido por una tormenta. Marta y María nos
dan ejemplo de confianza suprema en el amor de Dios. Ellas, las creyentes,
comprendieron como el amor de Dios libera y da absoluta esperanza en los
quehaceres de nuestro hoy. El modelo en el actuar se nutre del modelo
en el orar, dando de esta forma una perfecta justificación tanto para meditar y
orar como para actuar y servir. El servicio hecho con amor es una expresión valedera
de un Reino entre nosotros y de la bella expresión Paulina contenida en su
carta a los Filipenses:
“20.
Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como
Salvador al Señor Jesucristo, 21. el cual transfigurará este miserable cuerpo
nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de
someter a sí todas las cosas” (Filipenses capitulo 3 versículos 20-21;
Texto de la Biblia de Jerusalén).
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Esta es la realidad
concreta de un discipulado que vive tanto de la oración como de la acción, pero
que en el servicio esta unido indisolublemente al amor como la razón de ser de
su meditación, atención y oración centrada en el Dios Encarnado. El profeta Amós,
camina en dirección de la realización del mandato de Yahveh a su pueblo y como
todo tiene medida en el accionar de los creyentes. La justicia no se hará esperar,
pero quienes han buscado su Palabra vivirán de su contenido siendo quienes optaron
por la mejor parte en sus vidas, miremos los señalamientos de este profeta especialmente
en el versículo 12: “Entonces vagarán de mar a mar, de norte a
levante andarán errantes en busca de la Palabra de Yahveh, pero no la encontrarán”
(Fuente, Biblia de Jerusalén). Sin la oración y el accionar que mueve en nosotros
la Palabra de Dios entonces estaremos errantes, es decir, sin anclaje en la Fe.
El movimiento del alma en Cristo es seguro y concreto, pero cuando Dios no es nuestra
centralidad entonces solo impera el desconcierto. Encontrar a Dios implica un viaje
a las profundidades de nuestro propio ser donde el Creador se recrea
Inhabitando nuestras vidas y recibiendo nuestro tributo y adoración, pues
Marta y María navegaron en las profundidades de su ser espiritual. No
podemos buscar a Dios fuera cuando esta en lo más intimo de nuestro ser,
expresaría el Hiponense, y lo reafirmará al proclamar: “El amor es mi
peso” Un peso tal que solo puede ser producto del amor de Dios en
nosotros y en la opción de vida cristiana escogida como bautizados.
Pablo nos invita a
reconocer (carta a los Colosenses) el primado y Supremacía de Cristo y
lo hace empleando figuras perfectas sobre el acontecer de su Divinidad. La
creación tiene un orden dado por la sabiduría del Altísimo Yahveh en su Adorado
Hijo, su Causa Eficiente. Aquí esta para nosotros toda esperanza
reflejada en el gobierno del Dios Hijo y la presencia amorosa del Dios Espíritu
Santo. Aquí encontramos la plenitud de toda opción cristina, de la oración y la
acción en el Dios Encarnado. Marta y María, Lázaro y cada uno de nosotros
sus discípulos actuales por el santo Bautismo.
En el Reinado del Hijo de
Dios hay vida abundante y por ende la reconciliación es de índole universal y a
esa reconciliación estamos llamados los bautizados, el influjo de su Gracia
modifica ontológicamente nuestra realidad para hacernos derivar a la salvación.
La concreción de un discipulado que gravita en el amor y en la acción que procede
de esta. Estamos vivos en realidad cuando Cristo vive en nosotros, antes solo
somos expresión de conciencia y operaciones tanto biológicas como racionales, en
Cristo la vida y su valor llega a una altura insospechada e insondable que solo
a los pies del Maestro como lo hicieron las hermanas del bueno de Lázaro se
puede percibir realmente. El amor es la primera y fundamental opción de vida
para un discípulo que actúa y ama en una conjugación de su vocación a la propia
salvación.
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